Episoder
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En Romanos 9:6-8, Pablo aborda una preocupación clave: ¿ha fallado la promesa de Dios a Israel? Él aclara que no todos los que son descendientes físicos de Israel son verdaderos israelitas en el sentido espiritual. La verdadera descendencia de Abraham no se define por la línea biológica, sino por la promesa de Dios. Los hijos de la carne (descendientes físicos) no son necesariamente hijos de Dios, sino que los hijos de la promesa (aquellos que participan por fe en las bendiciones prometidas) son considerados la verdadera descendencia. Pablo enfatiza así que la elección soberana de Dios es la base de Su plan de salvación.
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La santificación en la Confesión de Londres (1689) es una obra de gracia de Dios que transforma progresivamente al creyente, renovándolo para vivir en santidad mientras lucha contra el pecado, asegurando su crecimiento espiritual hasta la victoria final.
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Manglende episoder?
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En estos versículos, Pablo expresa su profundo dolor y sinceridad al afirmar que estaría dispuesto a ser separado de Cristo si eso significara la salvación de su pueblo, los israelitas. Reconoce los privilegios únicos que Dios les otorgó, como la adopción, la gloria, los pactos, la ley, el culto y las promesas. Además, destaca que de ellos procede Cristo según la carne, quien es sobre todas las cosas, Dios bendito por los siglos. Este pasaje refleja el amor sincero de Pablo por su nación y enfatiza la importancia del plan redentor de Dios a través de Israel.
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El estudio del ordo salutis (orden de la salvación) en relación con la adopción, según la Confesión Bautista de Londres, es esencial para comprender cómo Dios obra la salvación en el creyente de forma organizada y coherente. La adopción en el ordo salutis resalta que, después de la regeneración y la justificación, Dios otorga a los creyentes el estatus de hijos e hijas, dándoles acceso a todos los privilegios de su familia espiritual. Este orden revela no solo el proceso mediante el cual Dios atrae a sus escogidos, sino también la seguridad de su pertenencia y permanencia en la familia de Dios, subrayando el amor paternal de Dios y el sentido de identidad y herencia espiritual para el creyente.
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Aunque Pablo se entristeció por el número relativamente pequeño de israelitas que habían aceptado el Evangelio en su época, esta situación lamentable no desacreditaba ni al Evangelio, en el cual había expresado tanta confianza, ni a las Escrituras. La palabra de Dios no ha naufragado en las rocas de la incredulidad de Israel. Más bien, la configuración étnica actual del pueblo de Dios es coherente con la representación de Dios en las Escrituras, donde Él es libre de elegir quién pertenecerá a su pueblo y quién será endurecido en su rebeldía contra Él, y también es libre de hacer elecciones que, desde una perspectiva humana, pueden parecer poco convencionales sobre aquellos a quienes mostrará misericordia.
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Romanos 8:38-39 es una declaración poderosa del apóstol Pablo sobre la seguridad en el amor de Dios. En estos versículos, Pablo asegura que nada en toda la creación —ni la muerte, ni la vida, ni poderes celestiales o terrenales, ni el presente ni el futuro— puede separarnos del amor de Dios manifestado en Cristo Jesús. Es una afirmación de la protección y fidelidad inquebrantables de Dios, asegurando a los creyentes que, sin importar las circunstancias o desafíos, están siempre sostenidos y amados por Él.
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La Confesión Bautista de 1689, en el capítulo 10, párrafo 3-4, enseña que los infantes y aquellos adultos mentalmente incapacitados, que no son capaces de responder al evangelio de manera consciente debido a sus limitaciones, pueden ser salvos mediante la obra de Cristo. Esta salvación se concede por la gracia y el llamado eficaz de Dios, quien obra según su misericordia y sabiduría, aun cuando estos no tengan capacidad para comprender o expresar fe activa.
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Habiendo resumido profundamente la base teológica y judicial de nuestra seguridad en la obra y justificación de Cristo en Romanos 8:31-34, ahora damos un paso más al considerar un nuevo aspecto de esta seguridad en los versículos 35 al 37. Esta sección nos presenta una pregunta esencial: ¿Puede algo en el universo, ya sea dificultad o adversidad, separarnos del amor de Cristo? Pablo lleva la argumentación más allá de lo forense, elevándola a una esfera relacional y afectiva que involucra el amor inquebrantable de Dios hacia su pueblo. Vamos a desglosar cómo este amor invencible no solo sostiene nuestra justificación, sino que también nos garantiza una victoria sobre cualquier circunstancia adversa.
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Entramos en un tema sumamente delicado y complejo ya que a lo largo de la historia de la iglesia cristiana, se ha debatido el destino de aquellos que mueren en la infancia o que, debido a alguna discapacidad mental, no pueden comprender el mensaje del evangelio.
El párrafo 3 señala que los niños elegidos que mueren en la infancia, así como las personas elegidas que no pueden responder al llamado de la Palabra debido a alguna incapacidad, son regenerados y salvados por Cristo mediante la acción soberana del Espíritu Santo, quien obra de manera libre y según su voluntad.
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En este pasaje, Pablo concluye que Dios ama a su pueblo elegido. La cruz asegura el amor de Dios. La resurrección garantiza su poder sobre la muerte. El reinado de Cristo confirma que nada escapa de su control. Así, que la fe del creyente no es una evasión de las dificultades, sino una certeza de que, en medio de ellas, el amor y la gracia de Dios prevalecen.
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El capítulo 9 habla sobre el libre albedrío, explicando que Dios ha dado al hombre la libertad de elegir entre el bien y el mal. Se menciona que en su estado de inocencia, el hombre podía elegir lo bueno, pero al caer en pecado perdió la capacidad de querer el bien espiritual. Solo en el estado de gracia el hombre puede querer y hacer lo bueno, aunque también sigue deseando lo malo.
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La secuencia de acontecimientos a que Pablo se refiere en el versículo 30, se extiende desde la eternidad pasada, alcanza el presente y se proyecta infinitamente hacia la eternidad futura. La glorificación es un hecho futuro, pero se presenta como algo concluido y seguro, ya que Dios garantiza la salvación de los creyentes desde antes de la creación del mundo.
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Usare la herramienta de la metáfora, para ilustrar verdades profundas y que sean accesibles a nuestro entendimiento.Dentro de la cadena de oro de Romanos 8:30, ya estudiamos la predestinación y el llamado.Ahora vamos a meditar en la justificación.
Vamos a ver nuestro bosquejo, que le puse, por titulo: "El arqueólogo de nuestra justificación y sus tres funciones". Descubrir
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El llamamiento eficaz no es un concepto teológico abstracto, sino una realidad que tiene implicaciones directas y profundas para nuestra manera de vivir. Este llamado no solo nos justifica, sino que también nos santifica.
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El párrafo 7 describe cómo Cristo, en su papel de mediador, actúa de acuerdo con sus dos naturalezas (divina y humana), realizando a través de cada una lo que es propio de ella. Sin embargo, debido a la unidad de su persona, las Escrituras a veces atribuyen acciones de una naturaleza a la persona identificada por la otra naturaleza.
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Dios elige soberanamente a algunos para la salvación, no basado en ninguna previsión de fe o buenas obras, sino por su propia voluntad. Este es el acto de gracia mediante el cual Dios aparta a un grupo específico de personas para ser su pueblo, salvándolos por medio de Cristo.
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CB: “La redención eficaz de Jesus” (Capitulo 8, Párrafo 6)
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En estos versículos, el apóstol Pablo nos ofrece una profunda revelación sobre el plan eterno de Dios, describiendo una cadena inquebrantable de acciones divinas que muestran cómo Dios ha trazado, desde la eternidad, el destino de sus hijos.
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