Episodes
-
La idea de hoy es el trampolín a la visión. Por medio de esta idea el mundo se abrirá ante ti, y al contemplarlo verás en él lo que nunca antes habías visto. Y lo que antes veías ya no será ni remotamente visible para ti.
Hoy vamos a intentar un nuevo tipo de "proyección". No vamos a tratar de deshacernos de lo que no nos gusta viéndolo afuera. En lugar de ello, trataremos de ver en el mundo lo que está en nuestras mentes, y lo que deseamos reconocer se encuentra ahí. Así pues, estamos tratando de unirnos a lo que vemos, en vez de mantenerlo separado de nosotros. Ésa es la diferencia fundamental entre la visión y tu manera de ver.
La idea de hoy debe aplicarse tan frecuentemente como sea posible a lo largo del día. Cada vez que tengas un momento, repítela lentamente para tus adentros, mirando a tu alrededor y tratando de comprender que la idea es aplicable a todo lo que ves ahora o podrías ver ahora si estuviese al alcance de tu vista.
La verdadera visión no está limitada por conceptos tales como "cerca" o "lejos". Para que te vayas acostumbrando a esta idea, trata de pensar, a medida que aplicas la idea de hoy, en cosas que estén más allá de tu alcance visual, así como en aquellas que de hecho puedes ver.
La verdadera visión no sólo no está limitada por el espacio ni la distancia, sino que no depende en absoluto de los ojos del cuerpo. La mente es su única fuente. Como ayuda adicional para que te vayas acostumbrando cada vez más a esta idea, dedica varias sesiones de práctica a aplicarla con los ojos cerrados, usando cualquier tema que te venga a la mente, mirando en tu interior en vez de afuera. La idea de hoy es aplicable por igual tanto a lo uno como a lo otro. -
Episodes manquant?
-
La idea de hoy es obviamente una continuación y ampliación de la anterior. Esta vez, sin embargo, además de aplicar la idea a cualquier situación concreta que pueda surgir, son necesarios también períodos específicos de búsqueda mental. Se te exhorta a que lleves a cabo cinco sesiones de práctica de un minuto completo cada una.
Inicia las sesiones de práctica repitiendo la idea en tu interior. Luego cierra los ojos y busca con minuciosidad en tu mente aquellas situaciones pasadas, presentes o previstas que susciten ira en ti. La ira puede manifestarse en cualquier clase de reacción, desde una ligera irritación hasta la furia más desenfrenada. El grado de intensidad de la emoción experimentada es irrelevante. Te irás dando cuenta cada vez más de que una leve punzada de molestia no es otra cosa que un velo que cubre una intensa furia.
Trata, por lo tanto, durante las sesiones de práctica, de no dejar escapar aquellos pensamientos de ira que consideras "insignificantes". Recuerda que no reconoces realmente qué es lo que suscita ira en ti, y nada de lo que puedas creer al respecto tiene significado alguno. Probablemente te sentirás tentado de emplear más tiempo en ciertas situaciones o personas que en otras, sobre la base falsa de que son más "obvias". Esto no es cierto. Es meramente un ejemplo de la creencia de que ciertas formas de ataque están más justificadas que otras.
Al escudriñar tu mente en busca de todas las formas en que se presentan los pensamientos de ataque, mantén cada uno de ellos presente mientras te dices a ti mismo:
Estoy decidido a ver a ___ [nombre de la persona] de otra manera.
Estoy decidido a ver ___ [especifica la situación] de otra manera.
Trata de ser tan específico como te sea posible. Puede, por ejemplo, que concentres tu ira en una característica determinada de alguna persona en particular, creyendo que la ira se limita a ese aspecto. Si tu percepción sufre de esa forma de distorsión, di:
Estoy decidido a ver ___ [precisa la característica] de [nombre de la persona] de otra manera. -
LECCIÓN 2 Le he dado a todo lo que veo en esta habitación [en esta calle, desde esta ventana, en este lugar] todo el significado que tiene para mí.
Los ejercicios que se deben llevar a cabo con esta idea son iguales a los de la primera lección. Comienza con las cosas que estén cerca de ti y aplica la idea a cualquier cosa en la que tu mirada se pose. Extiende luego tu campo visual. Gira la cabeza de un lado a otro de manera que puedas incluir lo que se encuentre a ambos lados de ti. Si es posible, da la vuelta y aplica la idea a lo que se encuentre detrás de ti. Sé tan imparcial como puedas al seleccionar los objetos a los que vas a aplicar la idea; no te concentres en nada en particular, ni trates de incluir todo lo que veas en una zona determinada, ya que eso causaría tensión.
Echa simplemente una rápida e indiscriminada mirada a tu alrededor, tratando de evitar la selección de objetos en función de su tamaño, brillantez, color o material, o de la relativa importancia que tengan para ti. El simple hecho de ver un objeto lo convierte en tu selección. Trata de aplicar la idea con la misma facilidad a un cuerpo que a un botón, a una mosca que a un piso, a un brazo que a una manzana. El único criterio a seguir para aplicar la idea a algo es simplemente que tus ojos se hayan posado sobre ello. No trates de incluir nada en particular, pero asegúrate de no excluir nada deliberadamente. -
LECCIÓN 1 Nada de lo que veo en esta habitación [en esta calle, desde esta ventana, en este lugar] tiene significado.
Mira ahora lentamente a tu alrededor, y aplica esta idea de manera muy concreta a todo lo que veas:
Esa mesa no significa nada..
Esa silla no significa nada.
Esta mano no significa nada.
Este pie no significa nada.
Esta pluma no significa nada.
Luego mira más allá de lo que se encuentra a tu alrededor y aplica la idea dentro de un campo más amplio:
Esa puerta no significa nada.
Ese cuerpo no significa nada.
Esa lámpara no significa nada.
Ese letrero no significa nada.
Esa sombra no significa nada.
Observa que estas afirmaciones no siguen ningún orden determinado ni hacen distinción entre la clase de cosas a las que se aplican. Ése es el propósito del ejercicio. La afirmación debe aplicarse sencillamente a cualquier cosa que veas. Al practicar la idea del día, hazlo con total imparcialidad. No trates de aplicarla a todo lo que se encuentre dentro de tu campo visual, pues estos ejercicios no deben convertirse en un ritual. Asegúrate solamente de no excluir nada en particular. En lo que respecta a la aplicación de la idea, una cosa es igual que cualquier otra.
Las tres primeras lecciones no deben hacerse más de dos veces al día, preferiblemente una vez por la mañana y otra por la noche. No deben pasar de un minuto más o menos, a no ser que eso cause una sensación de premura. Una cómoda sensación de reposo es esencial. -
Amar a mi Padre es amar a Su Hijo.
Que no piense que puedo encontrar el camino a Dios si abrigo odio en mi corazón. Que no piense que puedo conocer a mi Padre o a mi ser, si trato de hacerle daño al Hijo de Dios. Que no deje de reconocerme a mí mismo, y siga creyendo que mi conciencia puede abarcar lo que mi Padre es o que mi mente puede concebir todo el amor que Él me profesa y el que yo le profeso a Él.
Aceptaré seguir el camino que Tú elijas para que yo venga a Ti, Padre mío. Y no podré por menos que triunfar porque así lo dispone Tu Voluntad. Y reconoceré que lo que Tu Voluntad dispone, y sólo eso, es lo que la mía dispone también. Por lo tanto, elijo amar a Tu Hijo. Amén. -
LECCIÓN 235
Dios, en Su misericordia, dispone que yo me salve.
Tan sólo necesito contemplar todo aquello que parece herirme, y con absoluta certeza decirme a mí mismo: "La Voluntad de Dios es que yo me salve de esto", para que de inmediato lo vea desaparecer. Tan sólo necesito tener presente que la Voluntad de mi Padre para mí es felicidad, para darme cuenta de que lo único que se me ha dado es felicidad. Tan sólo necesito recordar que el Amor de Dios rodea a Su Hijo y mantiene su inocencia eternamente perfecta, para estar seguro de que me he salvado y de que me encuentro para siempre a salvo en Sus Brazos. Yo soy el Hijo que Él ama. Y me he salvado porque Dios en Su misericordia así lo dispuso.
Padre, Tu Santidad es la mía. Tu Amor me creó e hizo que mi inocencia fuese parte de Ti para siempre. No hay culpabilidad o pecado en mí, puesto que no los hay en Ti. -
LECCIÓN 233
Hoy le doy mi vida a Dios para que Él la guíe.
Padre, hoy te entrego todos mis pensamientos. No quiero quedarme con ninguno de ellos. En su lugar, dame los Tuyos. Te entrego asimismo todos mis actos, de manera que pueda hacer Tu Voluntad en lugar de ir en pos de metas inalcanzables y perder el tiempo en vanas imaginaciones. Hoy vengo a Ti. Me haré a un lado y simplemente Te seguiré. Sé Tú el Guía hoy, y yo el seguidor que no duda de la sabiduría de lo Infinito, ni del Amor cuya ternura no puedo comprender, pero que es, sin embargo, el perfecto regalo que Tú me haces,
Hoy nos dirige un solo Guía. Y mientras caminamos juntos le entregamos este día sin reserva alguna. Éste es Su día. Y por eso es un día de incontables dones y de infinitas mercedes para nosotros. -
LECCIÓN 232
Permanece en mi mente todo el día, Padre mío.
Padre mío, permanece en mi mente desde el momento en que me despierte, y derrama Tu luz sobre mi todo el día. Que cada minuto sea una oportunidad más de estar Contigo. Y que no me olvide de darte las gracias cada hora por haber estado conmigo y porque siempre estás ahí presto a escucharme y a contestarme cuando te llamo. Y al llegar la noche, que todos mis pensamientos sigan siendo acerca de Ti y de Tu Amor. Y que duerma en la confianza de que estoy a salvo, seguro de Tu cuidado y felizmente consciente de que soy Tu Hijo.
Así es como debería ser cada día. Practica hoy el final del miedo. Ten fe en Aquel que es tu Padre. Deja todo en Sus Manos. Deja que Él te revele todo y no te desanimes, pues eres Su Hijo. -
Padre, mi voluntad es únicamente recordarte.
¿Qué puedo buscar, Padre, sino Tu Amor? Tal vez crea que lo que busco es otra cosa; algo a lo que le he dado muchos nombres. Mas lo único que busco, o jamás busqué, es Tu Amor. Pues no hay nada más que jamás quisiera realmente encontrar. Quiero recordarte. ¿Qué otra cosa podría desear sino la verdad acerca de mí mismo?
Ésa es tu voluntad, hermano mío. Y compartes esa voluntad conmigo así como con Aquel que es nuestro Padre. Recordarlo a Él es el Cielo. Esto es lo que buscamos. Y esto es lo único que nos será dado hallar. -
LECCIÓN 230
Ahora buscaré y hallaré la paz de Dios.
Fui creado en la paz. Y en la paz permanezco. No me ha sido dado poder cambiar mi Ser. ¡Cuán misericordioso es Dios mi Padre, que al crearme me dio la paz para siempre! Ahora sólo pido ser lo que Soy. ¿Y podría negárseme eso cuando es eternamente verdad?
Padre, busco la paz que Tú me diste al crearme. Lo que se me dio entonces tiene que encontrarse aquí ahora, pues mi creación fue algo aparte del tiempo y aún sigue siendo inmune a todo cambio. La paz en la que Tu Hijo nació en Tu Mente aún resplandece allí sin haber cambiado. Soy tal como Tú me creaste. Sólo necesito invocarte para hallar la paz que Tú me diste. Es Tu Voluntad la que se la dio a Tu Hijo. -
LECCIÓN 229
El Amor, que es lo que me creó, es lo que soy.
Busco mi verdadera Identidad, y la encuentro en estas palabras: "Soy Amor, pues el Amor fue lo que me creó". Ahora no necesito buscar más. El Amor ha prevalecido. Ha esperado tan quedamente mi regreso a casa, que ya no me volveré a apartar de la santa faz de Cristo. Y lo que contemple dará testimonio de la verdad de la Identidad que procuré perder, pero que mi Padre conservó a salvo para mí.
Padre, te doy gracias por lo que soy; por haber conservado mi Identidad inalterada e impecable en medio de todos los pensamientos de pecado que mi alocada mente inventó. Y te doy gracias también por haberme salvado de ellos. Amen. -
Dios no me ha condenado. Por lo tanto, yo tampoco me he de condenar.
Mi Padre conoce mi santidad. ¿Debo acaso negar Su conocimiento y creer en lo que Su conocimiento hace que sea imposible? ¿Y debo aceptar como verdadero lo que Él proclama que es falso? ¿O debo más bien aceptar Su Palabra de lo que soy, toda vez que Él es mi Creador y el que conoce la verdadera condición de Su Hijo?
Padre, estaba equivocado con respecto a mí mismo porque no reconocía la Fuente de mi procedencia. No me he separado de ella para adentrarme en un cuerpo y morir. Mi santidad sigue siendo parte de mí, tal como yo soy parte de Ti. Mis errores acerca de mí mismo son sueños. Hoy los abandono. Y ahora estoy listo para recibir únicamente Tu Palabra acerca de lo que realmente soy. -
LECCIÓN 227
Éste es el instante santo de mi liberación.
Padre, hoy es el día en que me libero porque mi voluntad es la Tuya. Pensé hacer otra voluntad. Sin embargo, nada de lo que pensé aparte de Ti existe. Y soy libre porque estaba equivocado y las ilusiones que abrigaba no afectaron en modo alguno mi realidad. Ahora renuncio a ellas y las pongo a los pies de la verdad, a fin de que sean para siempre borradas de mi mente. Este es el instante santo de mi liberación. Padre, sé que mi voluntad es una con la Tuya.
Y de esta manera, nos encontramos felizmente de vuelta en el Cielo, del cual realmente jamás nos ausentamos. En este día el Hijo de Dios abandona sus sueños. En este día el Hijo de Dios regresa de nuevo a su hogar, liberado del pecado y revestido de santidad, habiéndosele restituido finalmente su mente recta. -
LECCIÓN 226
Mi hogar me aguarda. Me apresuraré a llegar a él.
Puedo abandonar este mundo completamente, si así lo decido. No mediante la muerte, sino mediante un cambio de parecer con respecto al propósito del mundo. Si creo que tal como lo veo ahora tiene valor, así seguirá siendo para mí. Mas si tal como lo contemplo no veo nada de valor en él, ni nada que desee poseer, ni ninguna meta que anhele alcanzar, entonces ese mundo se alejará de mí. Pues no habré intentado reemplazar la verdad con ilusiones.
Padre, mi hogar aguarda mi feliz retorno. Tus Brazos están abiertos y oigo Tu Voz. ¿Qué necesidad tengo de prolongar mi estadía en un lugar de vanos deseos y de sueños frustrados cuando con tanta facilidad puedo alcanzar el Cielo? -
LECCIÓN 225
Dios es mi Padre, y Su Hijo lo ama.
Padre, no puedo sino corresponder a Tu Amor, pues dar es lo mismo que recibir y Tú me has dado todo Tu Amor. Tengo que corresponder a él, pues quiero tener plena conciencia de que es mío, de que arde en mi mente y de que, en su benéfica luz, la mantiene inmaculada, amada, libre de miedo y con un porvenir en el que sólo se puede perfilar paz. ¡Cuán apacible es el camino por el que a Tu amoroso Hijo se le conduce hasta Ti!
Hermano mío, ahora hallamos esa quietud. El camino está libre y despejado. Ahora lo recorremos juntos y en paz. Tú me has tendido la mano, y yo nunca te abandonaré. Somos uno, y es sólo esta unidad lo que buscamos a medida que damos los últimos pasos con los que concluye una jornada que nunca comenzó. -
LECCIÓN 224
Dios es mi Padre y Él ama a Su Hijo.
Mi verdadera Identidad es tan invulnerable, tan sublime e inocente, tan gloriosa y espléndida y tan absolutamente benéfica y libre de culpa, que el Cielo la contempla para que ella lo ilumine. Ella ilumina también al mundo. Mi verdadera Identidad es el regalo que mi Padre me hizo y el que yo a mi vez le hago al mundo. No hay otro regalo, salvo éste, que se puede dar o recibir. Mi verdadera identidad y sólo Ella es la realidad. Es el final de las ilusiones. Es la verdad.
Mi nombre, ¡oh Padre!, todavía te es conocido. Yo lo he olvidado, y no sé adónde me dirijo, quién soy, ni qué es lo que debo hacer. Recuérdamelo ahora, Padre, pues estoy cansado del mundo que veo. Revélame lo que Tú deseas que vea en su lugar. -
LECCIÓN 223
Dios es mi vida. No tengo otra vida que la Suya.
Estaba equivocado cuando pensaba que vivía separado de Dios, que era una entidad aparte que se movía por su cuenta, desvinculada y encasillada en un cuerpo. Ahora sé que mi vida es la de Dios, que no tengo otro hogar y que no existo aparte de Él. Él no tiene Pensamientos que no sean parte de mí, y yo no tengo ningún pensamiento que no sea de Él.
Padre nuestro, permítenos contemplar la faz de Cristo en lugar de nuestros errores. Pues nosotros que somos Tu santo Hijo somos incapaces de pecar. Queremos contemplar nuestra inocencia, pues la culpabilidad proclama que no somos Tu Hijo. Y no queremos seguir relegándote al olvido, pues nos sentimos solos aquí y anhelamos estar en el Cielo, que es nuestro hogar. Queremos regresar hoy. Nuestro Nombre es el Tuyo, y reconocemos que somos Tu Hijo. -
Que mi mente esté en paz y que todos mis pensamientos se aquieten.
1. Padre, hoy vengo a Ti en busca de la paz que sólo Tú puedes dar. Vengo en silencio. Y en la quietud de mi corazón—en lo más recóndito de mi mente—espero y estoy a la escucha de Tu Voz. Padre mío, háblame hoy. Vengo con certeza y con amor a oír Tu Voz en silencio, seguro de que oirás mi llamada y que me responderás.
2. Y ahora aguardamos silenciosamente. Dios está aquí porque esperamos juntos. Estoy seguro de que te hablará y de que tú Le oirás. Acepta mi confianza, pues es la tuya. Nuestras mentes están unidas. Esperamos con un solo propósito: oír la respuesta de nuestro Padre a nuestra llamada, dejar que nuestros pensamientos se aquieten y encontrar Su Paz, para oírle hablar de lo que nosotros somos y para que se revele a Su Hijo.
Dios está conmigo. Vivo y me muevo en Él.
Dios está conmigo. Él es mi Fuente de vida, la vida interior, el aire que respiro, el alimento que me sustenta y el agua que me renueva y me purifica. Él es mi hogar, en el que vivo y me muevo; el Espíritu que dirige todos mis actos, me ofrece Sus Pensamientos y garantiza mi perfecta inmunidad contra todo dolor. Él me prodiga bondad y cuidado, y contempla con amor al Hijo sobre el que resplandece, el cual a su vez resplandece sobre Él. ¡Qué serenidad la de aquel que conoce la verdad de lo que Él dice hoy!
Padre, no tenemos en nuestros labios ni en nuestras mentes otras palabras que Tu Nombre, cuando acudimos silenciosamente ante Tu Presencia, pidiendo que se nos conceda poder descansar Contigo por un rato en paz. -
LECCIÓN 220
Repaso de la lección 200
No soy un cuerpo. Soy libre. Pues aún soy tal como Dios me creó.
(200) No hay más paz que la paz de Dios.
Que no me desvíe del camino de la paz, pues ando perdido por cualquier otro sendero que no sea ése. Mas déjame seguir a Aquel que me conduce a mi hogar, y la paz será tan segura como el Amor de Dios.
No soy un cuerpo. Soy libre. Pues aún soy tal como Dios me creó. - Montre plus