Bölümler

  • La buena semilla: 28-Febrero-2017

    (Pilato dijo a Jesús): ¿A mí no me hablas? ¿No sabes que tengo autoridad para crucificarte, y que tengo autoridad para soltarte? Respondió Jesús: Ninguna autoridad tendrías contra mí, si no te fuese dada de arriba.
    Juan 19:10-11

    ¿A mí no me hablas?

    Algunas preguntas de la Biblia
    Esta fue la pregunta hecha por un juez a un acusado que comparecía ante su tribunal. El juez era Pilato, el gobernador romano de Jerusalén que tenía autoridad para decidir si el acusado debía vivir o morir. El acusado era Jesús, detenido como malhechor. A Pilato le sorprendió que Jesús no respondiese a todas sus preguntas y que no hablase para defenderse, e insistió: “¿A mí no me hablas? ¿No sabes que tengo autoridad para crucificarte?”. Entonces Jesús le respondió que no tendría ningún poder si Dios no se lo hubiese dado.

    La actitud de Jesús nos muestra en qué casos hay que callar o responder cuando alguien nos interroga. Jesús no habló para defenderse, sino más bien para llevar a su juez a reconocer la verdad. Cumplió la profecía que dice: “Como oveja delante de sus trasquiladores, enmudeció” (Isaías 53:7), y al mismo tiempo “dio testimonio de la buena profesión” (1 Timoteo 6:13).

    Fácilmente nos inquietamos cuando somos interrogados sobre nuestra fe. Jesús lo sabe muy bien, por eso nos dice: “No os preocupéis por lo que habéis de decir, ni lo penséis, sino lo que os fuere dado en aquella hora, eso hablad; porque no sois vosotros los que habláis, sino el Espíritu Santo” (Marcos 13:11). Hablemos de nuestra fe en el momento adecuado y experimentaremos la ayuda del Señor en las situaciones difíciles.

    “Estad siempre preparados para presentar defensa con mansedumbre y reverencia ante todo el que os demande razón de la esperanza que hay en vosotros” (1 Pedro 3:15).

  • La buena semilla: 27-Febrero-2017

    Alzaré mis ojos a los montes; ¿de dónde vendrá mi socorro? Mi socorro viene del Señor... No dará tu pie al resbaladero, ni se dormirá el que te guarda... El Señor te guardará de todo mal; el guardará tu alma.
    Salmo 121:1-7

    ¿De dónde vendrá mi socorro?

    Cuando necesitamos fuerzas es bueno buscarlas donde ellas están. Este salmo invita a los cristianos, quienes por naturaleza somos propensos a ocuparnos de nuestro propio sufrimiento, a ir a Dios.

    ¿Cuáles son esos montes de donde viene el socorro? Son los atributos de Dios y sus promesas. Dios tiene el control sobre las circunstancias de la vida de los suyos en cada situación. Su misericordia, su justicia, su poder, su amor, su fidelidad y su soberanía son algunas de las rocas sobre las que nuestra fe puede apoyarse.

    En cuanto a las promesas de Dios, son una ayuda eficaz y continua para aquel que se las apropia. Fijando nuestra mirada en esos “montes” mantendremos el equilibrio en las sendas difíciles de la vida, pues Dios no permitirá que nuestro pie resbale. Y si guarda nuestro pie, todo nuestro ser será preservado. Nuestro Dios vela constantemente sobre nosotros; él no se siente cansado ni con sueño. Confiemos en él y caminaremos sin temor, incluso atravesando el valle de sombra de muerte.

    La promesa de que Dios guardará nuestra alma es la seguridad de que seremos guardados de las garras del pecado, del peso del desánimo y de las pretensiones del orgullo. ¿Quién puede hacer daño a un alma que el Señor guarda?

    Nadie puede sentirse más seguro que aquel a quien Dios protege; y nadie puede estar en tan gran peligro como aquel que busca en sí mismo su protección.

  • Eksik bölüm mü var?

    Akışı yenilemek için buraya tıklayın.

  • La buena semilla: 26-Febrero-2017

    (Dios dijo:) Así será mi palabra que sale de mi boca; no volverá a mí vacía, sino que hará lo que yo quiero, y será prosperada en aquello para que la envié.
    Isaías 55:11

    Puedo hablar de Jesús cuando viajo (2)

    Ayer vimos cómo Anne, una cristiana china de avanzada edad, pudo recorrer toda China para hablar de Jesús en sus viajes.

    Algunos años más tarde, un cristiano que estaba de visita en casa de un miembro del gobierno, vio a la esposa de ese funcionario leyendo la Biblia. Sorprendido, le preguntó si era cristiana. Este es su testimonio:

    «Un día mi marido fue en tren a otra ciudad. Una señora mayor empezó a charlar con él, le habló largamente de Jesús, y le dijo: «La razón por la que viajo es para anunciar esta buena noticia». Mi marido quedó impresionado, aunque hasta hoy no se ha convertido. Yo quedé sorprendida por el compromiso de esa mujer y me dije: ¿Qué tiene Jesús de interesante para que esa mujer, a su edad, se sienta obligada a viajar por toda China? Conseguí una Biblia y rápidamente encontré la salvación».

    Su marido, a pesar de sus vínculos con un gobierno opuesto al Evangelio, siempre mostró simpatía hacia los cristianos, haciendo todo lo posible para evitar que los peores excesos de la persecución los alcanzasen en las regiones que dependían de su autoridad. ¡Dios trabaja de forma extraordinaria! Empleó a una mujer anciana y frágil para hablar a los poderosos de ese país como ninguna otra persona pudo hacerlo.

    “Te encarezco delante de Dios y del Señor Jesucristo, que juzgará a los vivos y a los muertos en su manifestación y en su reino, que prediques la palabra; que instes a tiempo y fuera de tiempo” (2 Timoteo 4:1-2). “Estas palabras que yo te mando hoy, estarán sobre tu corazón... hablarás de ellas estando en tu casa, y andando por el camino” (Deuteronomio 6:6-7).

  • La buena semilla: 25-Febrero-2017

    Esta ha hecho lo que podía.
    Marcos 14:8

    Lo necio del mundo escogió Dios, para avergonzar a los sabios; y lo débil del mundo escogió Dios, para avergonzar a lo fuerte.
    1 Corintios 1:27

    Puedo hablar de Jesús cuando viajo (1)

    Anne había nacido en una familia china culta, pero sorprendentemente no sabía leer. Había pasado toda su vida cuidando a sus padres y luego a uno de sus hermanos, que tenía tuberculosis. Cuando este último murió, dejándole dinero, Anne tenía 82 años.

    Como era cristiana, se preguntó qué podría hacer para el Señor. Fue a hablar con sus amigos, pero estos no sabían qué proponerle. De repente pensó: «Siempre quise viajar. Pasé toda mi vida en casa cuidando a los míos. Nunca salí de Shanghai. Como conozco bien el Evangelio, por lo menos puedo hablar de él mientras viajo». De este modo Anne se convirtió en una evangelista itinerante. Empleó su dinero para viajar en tren por toda China. A veces viajaba en primera clase junto a importantes miembros del gobierno; allí les hablaba de Jesús. A algunos les indignaba que tratase de evangelizarlos, pero la mayoría le sonreía y aceptaba hablar con ella.

    Durante los últimos cinco años de su vida, Anne pudo recorrer miles de kilómetros. Fue al desierto, al extremo noroeste del país, hasta Urumqi. Llegó en bus hasta la meseta Himalaya del Tíbet, a más de 3.600 metros de altura. Luego bajó hasta el sur de China, hablando del Evangelio a todos los que querían escucharla.

    “¿Cómo creerán en aquel de quien no han oído? ¿Y cómo oirán sin haber quien les predique? ¿Y cómo predicarán si no fueren enviados? Como está escrito: ¡Cuán hermosos son los pies de los que anuncian la paz, de los que anuncian buenas nuevas!” (Romanos 10:14-15).

    (mañana continuará)

  • La buena semilla: 24-Febrero-2017

    Era necesario al Hijo del Hombre padecer mucho... y ser muerto, y resucitar después de tres días.
    Marcos 8:31

    El Hijo del Hombre no vino para ser servido, sino para servir, y para dar su vida en rescate por muchos.
    Marcos 10:45

    Cristo, el siervo que sufrió

    Evangelio según Marcos
    Es el más corto y el más condensado de los cuatro evangelios. En él se mencionan más las obras de Jesús que sus palabras. Desde el principio Marcos habla del servicio del Señor. La expresión “luego” aparece con mucha frecuencia, para subrayar el compromiso incesante de Jesús en su servicio.

    Marcos presenta a Jesús como el Siervo perfecto. No solo es el Rey prometido a Israel, como lo revela Mateo, sino también el verdadero Siervo de Dios (ver Isaías 42:1-9; 49:1-6; 52:13-15; Zacarías 3:8). No es el siervo de los hombres, sino de Dios. Sin embargo, su servicio para Dios se cumple sirviendo a los hombres; de este modo da a conocer la bondad y la misericordia divinas.

    Jesús también es el Siervo que sufrió. En este evangelio, los sufrimientos y la muerte de Jesús ocupan mucho lugar. El Señor Jesús habló cuatro veces a sus discípulos de los sufrimientos por los que debía pasar: “Está escrito del Hijo del Hombre, que padezca mucho y sea tenido en nada”. “Le escarnecerán, le azotarán, y escupirán en él, y le matarán; mas al tercer día resucitará” (Marcos 9:12; 10:34, ver también cap. 8:31; 9:31). Según sus propias palabras, “no vino para ser servido, sino para servir, y para dar su vida en rescate por muchos”.

    Un rescate es el precio que hay que pagar para que los cautivos puedan ser liberados. Jesús anunció que iba a morir en lugar de aquellos que creían en él, para liberarlos de la esclavitud de Satanás y del pecado.

  • La buena semilla: 23-Febrero-2017

    El Señor la vio, se compadeció de ella, y le dijo: No llores.
    Lucas 7:13

    En la multitud de mis pensamientos dentro de mí, tus consolaciones alegraban mi alma.
    Salmo 94:19

    La simpatía divina

    En cada paso que dio, Jesús se encontró con el sufrimiento y la muerte, consecuencias del pecado para el hombre. Se conmovía profundamente y podía secar las lágrimas, como lo hizo con aquella viuda en duelo por su hijo único (Lucas 7:13). En otra ocasión, cuando Juan el Bautista fue ejecutado, sus discípulos, desorientados y afligidos, fueron a Jesús y le contaron lo que había sucedido.

    Esta actitud de Jesús se repite con frecuencia en los evangelios; los que lo conocían a menudo sintieron su compasión y su profunda simpatía. En medio de su profunda tristeza se encomendaron a él, y siempre experimentaron lo mismo: los cuidados y el consuelo únicos que da el Señor. Como sabían que el Señor mide la prueba, la comprende y la vive junto al que sufre, ellos mismos iban a recibir un consuelo divino.

    Incluso si ahora no vemos a Jesús como lo veían los discípulos, mediante la fe podemos sentir la realidad de su comprensión y consuelo. Gracias a él tendremos la fuerza para dejar una tumba en la que descansa el cuerpo de un ser querido, y de estar a Sus pies para exponerle nuestra tristeza, nuestra desesperación.

    Entonces no nos sentiremos decepcionados, pues Jesús comprende el corazón desesperado por el peso del dolor. Siempre está dispuesto a escuchar, listo para responder, aliviar y consolar a todo el que confía en él. ¡Él mismo pasó por tantos sufrimientos!

    “No tenemos un sumo sacerdote que no pueda compadecerse de nuestras debilidades, sino uno que fue tentado en todo según nuestra semejanza, pero sin pecado” (Hebreos 4:15).

  • La buena semilla: 22-Febrero-2017

    (Dios) nos ha hablado por el Hijo.
    Hebreos 1:2

    Dios estaba en Cristo reconciliando consigo al mundo.
    2 Corintios 5:19

    ¡Mira, lee, y escucha! (2)

    La Biblia es la Palabra de Dios, y ella es otra manera usada por Dios para darse a conocer. También nos muestra quiénes somos y el valor que nuestra vida tiene para Dios.

    La Biblia no es un libro como los demás. Ella habla de un Dios que se comunica con su criatura. En varias porciones podemos leer: “Así dice el Señor”. Un Dios cuyo anhelo es escuchar y ayudar a los hombres, un Dios que pudo preservar su Palabra a pesar de todos los esfuerzos de quienes quisieron hacerla callar o desaparecer a lo largo de los siglos. Un Dios que guardó al pueblo hebreo como nación durante milenios, algo único. Un Dios que anunció muchos eventos que se cumplieron al pie de la letra. Por ejemplo, la Biblia contiene más de 300 profecías que anuncian la venida de Jesucristo a la tierra, y que efectivamente tuvo lugar.

    El Dios de la Biblia también es el Dios Salvador. Los autores inspirados concuerdan, a pesar de su impresionante número (al menos 40) y las diferentes épocas en las que vivieron (unos 1.500 años): ¡el hombre necesita un mediador para poder reconciliarse con Dios! Este mediador es Jesucristo. Gracias a su sacrificio, Dios perdona a aquel que se arrepiente de sus actos desobedientes, de su rebelión, de sus errores. Todo el que reconoce que es pecador, puede volverse a Dios: sus pecados fueron borrados; Jesús los expió.

    ¡Nunca caímos demasiado bajo para ser salvos por Jesucristo! La Biblia nos presenta el Evangelio, las buenas nuevas, y ese Evangelio es un poder de vida para salvación de aquel que cree (Romanos 1:16). ¡Léala y créala!

  • La buena semilla: 21-Febrero-2017

    (Dios) hace cosas grandes e inescrutables, y maravillas sin número... Detente, y considera las maravillas de Dios.
    Job 5:9; 37:14

    ¡Jamás hombre alguno ha hablado como este hombre!
    Juan 7:46

    ¡Mira, lee, y escucha! (1)
    Escuchamos muchas voces en el mundo, difundidas por el entorno, la escuela, los medios de comunicación. Pero Dios, ¿cómo nos habla? Mediante las circunstancias que nos llevan a hacernos preguntas: la soledad, la muerte de un ser querido, la enfermedad, la pérdida de un trabajo... pero también por el simple hecho de existir, de respirar, de pensar, de crear, de reír, de amar, de aspirar a la justicia...

    ¿Es Dios quien nos habla? Sin duda, pues no hay nada que ocurra por casualidad: “¿Quién será aquel que diga que sucedió algo que el Señor no mandó?” (Lamentaciones 3:37). ¡Dios nos habla claramente a través de las circunstancias de nuestra vida!

    Además la creación, tan rica, tan hermosa y tan bien coordinada, ¡es la primera tarjeta de presentación de Aquel que nos llamó a la vida! Mediante la extraordinaria variedad de formas, de colores, de circunstancias, de gustos, de sonidos, de olores y acciones, Dios nos muestra de manera evidente su inteligencia y su poder, su amor y su delicadeza.

    Sin embargo la voz de Dios se hace todavía más apremiante a través de la persona de Jesucristo. En él Dios se manifiesta como hombre, para estar en medio de nosotros. Jesús, todopoderoso pero cercano a los hombres, multiplicó los panes, sanó a los enfermos y caminó sobre las aguas. Su objetivo no era sacarnos de nuestra condición humana, sino darse a conocer a nosotros como un Dios que nos ama. Dios habló mediante Jesús denunciando nuestras faltas, pero ofreciéndonos su perdón.

    (mañana continuará)

  • La buena semilla: 20-Febrero-2017

    Encerraron gran cantidad de peces... Viendo esto Simón Pedro, cayó de rodillas ante Jesús, diciendo: Apártate de mí, Señor, porque soy hombre pecador. Porque por la pesca que habían hecho, el temor se había apoderado de él... Pero Jesús dijo a Simón: No temas; desde ahora serás pescador de hombres.
    Lucas 5:6-10

    ¡Mamá, por favor no ores!
    «Erino, me faltan veinte céntimos para comprar un kilo de pan. Hoy compra solo una libra», había dicho la señora Dapozzo a su hijo.

    Erino se puso en marcha. En el camino sintió el deseo de orar. Con ocho años sabía muy bien que su madre era una hija de Dios, pero también sabía que él no lo era. Silenciosamente oró: «Señor, conoces a mi mamá y sabes qué buena es. Yo no soy hijo tuyo, pero mi mamá sí. Le faltan veinte céntimos. Ya que tú lo puedes todo, podrías hacer que los hallase debajo de esta piedra...».

    El niño se acercó a la piedra, la levantó y... ¡encontró una moneda de veinte céntimos! Primero se llenó de alegría, pero luego tuvo temor, incluso pánico. Al igual que Simón Pedro en otro tiempo, ¡Erino se dio cuenta de que Dios estaba allí! Si había escuchado su oración, eso significaba que veía muy bien todo lo que sucedía en su corazón. ¡Y sabía que en su corazón no todo estaba en regla!

    Cuando llegó a casa con el kilo de pan, contó a su madre lo que había sucedido. Ella respondió tranquilamente: «Erino, un día serás predicador; oro por ti».

    «¡Oh no, mamá, por favor no ores! ¡No quiero ser predicador, sabes que seré un gran futbolista! Todo el mundo me dice que soy muy buen jugador...». Sin dejarse detener por las protestas de su hijo, la señora siguió orando... Y su hijo se convirtió en un predicador muy útil en las manos de Dios.

  • La buena semilla: 19-Febrero-2017

    Dijo entonces Jesús a los doce: ¿Queréis acaso iros también vosotros? Le respondió Simón Pedro: Señor, ¿a quién iremos? Tú tienes palabras de vida eterna. Y nosotros hemos creído y conocemos que tú eres el Cristo, el Hijo del Dios viviente.
    Juan 6:67-69

    ¿Queréis acaso iros también vosotros?

    Algunas preguntas de la Biblia
    A veces los milagros y las enseñanzas de Jesús despertaron entusiasmo, y multitudes acudieron a escucharlo. Pero el entusiasmo no es fe, y cuando Jesús mostró lo que implica la fe, muchos se alejaron. Jesús sintió tristeza al ver esas deserciones, pero sabía que la hora de la verdad debía llegar para cada persona, e hizo esta pregunta a los discípulos más cercanos a él: “¿Queréis acaso iros también vosotros?”.

    A la hora de tomar decisiones, o en medio del sufrimiento y el desánimo, nosotros que hemos escuchado las enseñanzas de Jesús, ¿daremos marcha atrás? ¿Formaremos parte de los que desertan? Las buenas costumbres no bastarán para retenernos, ni siquiera el afecto de nuestros amigos creyentes... ¡solo la fe determinará nuestra decisión!

    Pedro, espontáneo y en un impulso de afecto y sinceridad, respondió: “Tú tienes palabras de vida eterna. Y nosotros hemos creído y conocemos que tú eres el Cristo, el Hijo del Dios viviente”. Su respuesta hace resaltar los dos puntos de apoyo de su fe:

    – Primero las palabras del Señor, mediante las cuales encontró la vida eterna, es decir, una vida que lo puso para siempre en relación con Dios mismo; desde entonces las palabras de Jesús alimentaron su vida.

    – Luego Pedro fue hasta el corazón de su fe: creyó, y por lo tanto supo que Jesús es mucho más que un hombre. Es aquel a quien Dios designó, único entre los hombres. Es el Mesías, “el Hijo de Dios”, el Salvador del mundo.

  • La buena semilla: 18-Febrero-2017

    El Dios de esperanza os llene de todo gozo y paz en el creer.
    Romanos 15:13

    Gozo y paz
    «¿Qué lo hace feliz?». Esta fue la pregunta que leí en la primera página de una revista muy conocida. Al hojearla descubrí una multitud de artículos destinados a amoblar y decorar la casa, o a crear un jardín más bonito. Vivir en un espacio agradable y confortable puede, sin duda, contribuir al bienestar, pero este privilegio no es accesible a todos.

    En cambio, hay una felicidad a la que todos tienen acceso y es gratuita. “He aquí os doy nuevas de gran gozo”, dijo el ángel a los pastores cuando Jesús nació. “Os ha nacido hoy, en la ciudad de David, un Salvador, que es Cristo el Señor” (Lucas 2:10-11). El mundo de aquel entonces no quiso recibir esta buena noticia, pero hoy, todo aquel que se acerca a Jesús con fe puede experimentar el verdadero gozo de la salvación, del perdón y de la vida eterna.

    Dios también da la paz: “Tenemos paz para con Dios por medio de nuestro Señor Jesucristo” (Romanos 5:1). Él mismo hizo la paz “mediante la sangre de su cruz” (Colosenses 1:20). Jesús, muerto y resucitado, dijo a sus discípulos tristes y temerosos: “Paz a vosotros” (Juan 20:21). Creer en el Señor Jesucristo es experimentar esta paz profunda en nuestra conciencia y su gozo en nuestro corazón. Los primeros cristianos de Roma poseían esta felicidad y esta paz, y el apóstol Pablo deseaba que estuviesen rebosantes de ellas.

    Cristianos, oremos para que Dios nos ayude a estar llenos de ellas y a transmitirlas a los que nos rodean.

    “Por cuanto me has alegrado, oh Señor, con tus obras; en las obras de tus manos me gozo” (Salmo 92:4). “Me hiciste conocer los caminos de la vida; me llenarás de gozo con tu presencia” (Hechos 2:28).

  • La buena semilla: 17-Febrero-2017

    Bendito el Dios y Padre de nuestro Señor Jesucristo, que según su grande misericordia nos hizo renacer para una esperanza viva, por la resurrección de Jesucristo de los muertos.
    1 Pedro 1:3

    Jesucristo, a quien amáis sin haberle visto, en quien creyendo, aunque ahora no lo veáis, os alegráis con gozo inefable y glorioso.
    1 Pedro 1:7-8

    ¿Jesús resucitó? (2)
    Cuando Jesús fue arrestado, sus discípulos lo abandonaron. Después de su muerte, estaban desanimados, temerosos y decepcionados. Aunque Jesús ya se lo había dicho, no habían comprendido que resucitaría (Lucas 24:1-11). Pero después de su resurrección y de lo que vivieron el día de Pentecostés, cuando el Espíritu Santo descendió sobre ellos, esos mismos hombres y mujeres que antes estaban desanimados fueron transformados mediante el poder de Cristo resucitado.

    En su nombre trastornaron el mundo. Varios de ellos perdieron la vida debido a su fe; otros fueron terriblemente perseguidos. Su valentía no hubiese tenido sentido sin su convicción de que Jesucristo había resucitado de los muertos realmente. Pensaban que Cristo valía mucho más que sus vidas.

    Jesús es un Señor vivo. Debido a su resurrección, los que lo siguen no siguen principios éticos de un jefe religioso mortal, sino que tienen una relación viva y personal con un Salvador vivo. Hoy Jesucristo vive y cuida a aquellos que confían en él y le obedecen.

    A lo largo de los siglos, multitudes de hombres y mujeres reconocieron la importancia de creer en Jesucristo resucitado, ese Salvador vivo que quiere conducirnos por las sendas elevadas, y a veces audaces, de la fe. “El Señor es mi pastor; nada me faltará” (Salmo 23:1). ¡Él hizo todo lo necesario para que fuese posible!

  • La buena semilla: 16-Febrero-2017

    Después de haber padecido, se presentó (Jesús a sus discípulos) vivo con muchas pruebas indubitables, apareciéndoseles durante cuarenta días y hablándoles acerca del reino de Dios.
    Hechos 1:3

    Así está escrito, y así fue necesario que el Cristo padeciese, y resucitase de los muertos al tercer día.
    Lucas 24:46

    ¿Jesús resucitó? (1)

    –Jesús mismo había anunciado su resurrección a sus discípulos: “Después que le hayan azotado, le matarán; mas al tercer día resucitará. Pero ellos nada comprendieron de estas cosas, y esta palabra les era encubierta, y no entendían lo que se les decía” (Lucas 18:31-34).

    –La tumba en la que el cuerpo de Jesús había sido colocado fue hallada vacía. Sin embargo, esta tumba había sido custodiada por unos soldados, cerrada con una enorme piedra, y sellada (Mateo 27:60, 66).

    –Jesús apareció muchas veces a sus discípulos después de su muerte. Tras su resurrección, apareció al menos diez veces a los suyos, y en una ocasión apareció a 500 personas a la vez. El Señor probó que sus apariciones no eran alucinaciones, pues comió con sus discípulos, habló con ellos, lo tocaron. Le dijo a Tomás, mostrándole sus heridas: “Pon aquí tu dedo, y mira mis manos; y acerca tu mano, y métela en mi costado; y no seas incrédulo, sino creyente” (Juan 20:27).

    –En vano los enemigos de Jesús trataron de hacer callar, mediante amenazas, a aquellos que habían sido testigos de su resurrección (Mateo 28:11-15).

    –La resurrección de Jesús y la venida del Espíritu Santo, que se produjo poco tiempo después, son el fundamento del mensaje cristiano (Hechos 2:14-36).

  • La buena semilla: 15-Febrero-2017

    Bienaventurados vuestros ojos, porque ven; y vuestros oídos, porque oyen. Porque de cierto os digo, que muchos profetas y justos desearon ver lo que veis, y no lo vieron; y oír lo que oís, y no lo oyeron.
    Mateo 13:16-17

    Cristo es el cumplimiento de las Escrituras

    Evangelio según Mateo
    Cada uno de los cuatro evangelios presenta un aspecto diferente de Jesús. El primero, Mateo, revela a Jesús como el Mesías esperado, aquel que cumple las profecías. Marcos evoca el siervo de Dios; Lucas, el hombre perfecto; y Juan, el Hijo de Dios.

    El evangelio según Mateo es como un puente entre el Antiguo y el Nuevo Testamento. Los profetas del Antiguo Testamento anunciaban las profecías concernientes al Mesías, el Cristo, y esperaban su cumplimiento. Los discípulos de Jesús las estaban viviendo, pues Jesús era el Cristo. Estaban viendo y oyendo lo que los creyentes de otro tiempo habían esperado. Mateo describe a Jesús no como un profeta más, sino como aquel que cumplió la profecía. El Reino de Dios, esperado desde hacía tanto tiempo, había llegado en la persona del Señor Jesús, pero no fue recibido.

    Jesús también es Aquel que cumple la Ley de Dios revelada en el Antiguo Testamento. Algunos pensaban que Jesús no la respetaba, por ejemplo cuando sanó a una persona el día sábado. Pero Jesús pudo decir: “No he venido para abrogar, sino para cumplir” (Mateo 5:17). Jesús fue más allá de un simple respeto exterior a la Ley. Era esta justicia del corazón, y no de las palabras, lo que animaba su vida. Los motivos que le hacían actuar eran los de Dios, quien es amor y luz. Jesús vivía “de toda palabra que sale de la boca de Dios” (Mateo 4:4).

  • La buena semilla: 14-Febrero-2017

    (Jesús) le dijo: ¿Qué está escrito en la ley? ¿Cómo lees?
    Lucas 10:26

    No les aprovechó el oír la palabra, por no ir acompañada de fe en los que la oyeron.
    Hebreos 4:2

    ¿Cómo lee usted?

    Algunas preguntas de la Biblia
    Un hombre que conocía perfectamente el Antiguo Testamento, sobre todo la Ley dada por Dios, preguntó a Jesús qué debía hacer para heredar la vida eterna. Es una buena pregunta que nos concierne a todos. Sin embargo, el que formuló esta pregunta no era sincero, pues deseaba probar a Jesús. Entonces Jesús le hizo dos preguntas: “¿Qué está escrito en la ley? ¿Cómo lees?”.

    El primer punto capital es saber qué contiene la Biblia. Algunos hablan de este libro sin haberlo leído realmente. ¿Formamos parte de los que lo leen? ¿Conocemos su mensaje? Leer libros que hablan de la Biblia no es suficiente; necesitamos un contacto directo con el texto. Podemos leerla solos o con otras personas.

    La segunda pregunta va más lejos, es decir, tiene que ver con la manera en que leemos la Biblia. Jesús interpeló sobre este punto al que le hizo la pregunta. El Señor conocía sus intenciones y quiso alcanzar su conciencia. En efecto, para leer bien la Biblia hay que leerla con una mente recta, abierta y sincera.

    Leámosla con seriedad y aplicación. Pero, sobre todo, leámosla en oración, con una actitud de verdadera escucha, con nuestros pensamientos volcados hacia Dios, aquel en quien esperamos y en quien creemos. ¡Dejémonos interpelar por lo que está escrito! ¡Tomémoslo en serio y creámoslo! Luego tendremos que poner en práctica lo que leímos y creímos. ¡Esto nos transformará! En efecto, la Biblia, la Palabra de Dios, “vive y permanece para siempre” (1 Pedro 1:23).

  • La buena semilla: 13-Febrero-2017

    El que siembra escasamente, también segará escasamente; y el que siembra generosamente, generosamente también segará. Cada uno dé como propuso en su corazón: no con tristeza, ni por necesidad, porque Dios ama al dador alegre.
    2 Corintios 9:6-7

    Orar con los labios o con el corazón

    Un hombre rico, que decía ser cristiano, oraba con su familia para que Dios cuidase de los pobres y los desdichados. Pero cuando un mendigo llamaba a su puerta, se apresuraba a responder que no le quedaba nada, que solo tenía para sus propias necesidades.

    Tristemente su pequeño hijo había asistido muchas veces a esas escenas en las que su padre despedía a esos menesterosos. Sin embargo, al llegar la noche oraba sin falta por aquellos que no tenían lo necesario.

    –Papá, le dijo su hijo un día, ¡cómo me gustaría tener tu dinero!

    –¿Qué harías con él, hijo mío?

    –Respondería tus oraciones.

    ¿No nos sucede, queridos cristianos, que pronunciamos hermosas oraciones sin estar motivados por lo que pedimos, y sin darnos cuenta de que a veces tenemos nuestra propia responsabilidad para que sean respondidas? Por ejemplo, si decimos: “Hágase tu voluntad”, ¿nos damos prisa para saber cuál es y hacerla?

    En los evangelios a menudo escuchamos a nuestro Señor denunciar a los fariseos hipócritas que, so pretexto de hermosas oraciones, solo buscaban su reputación religiosa y sus intereses personales. ¿Nos parecemos a ellos?

    Un contraste perfecto es el Señor Jesús en su vida de olvido de sí mismo, compartiendo las tristezas de los demás y mediante una total abnegación. ¡Una vida así debería caracterizar a cada uno de los que dicen pertenecer a él!

  • La buena semilla: 12-Febrero-2017

    La palabra de la cruz es locura a los que se pierden; pero a los que se salvan, esto es, a nosotros, es poder de Dios.
    1 Corintios 1:18

    Me propuse no saber entre vosotros cosa alguna sino a Jesucristo, y a este crucificado.
    1 Corintios 2:2

    Una predicación siempre actual
    «La muerte de Jesús es el acontecimiento más sombrío y el más luminoso de la historia de la humanidad. Sombrío porque revela la amplitud del pecado del hombre, luminoso porque hace brillar el amor del Dios Salvador.

    El Dios de santidad, que es muy “limpio... de ojos para ver el mal” (Habacuc 1:13), ¿podía ver favorablemente a su Hijo cargado con el pecado de los hombres? Aunque era inocente, Cristo se presentó ante el juez divino como si fuese responsable de nuestras faltas, como si las hubiese cometido él mismo, como si llevase ante Dios sus propios pecados, como si encarnase el pecado. Luego, como culpable de nuestros crímenes, sufrió el castigo que tendríamos que haber sufrido nosotros, usted y yo.

    Cristo, por su muerte, pagó todo el precio de nuestra reconciliación con Dios. Dios no espera nada de usted ni de mí. Su Hijo pagó con su vida, con su sangre, todas nuestras faltas. Es el sustituto inocente que fue crucificado para que fuésemos perdonados. ¡Nuestra deuda con Dios está totalmente cancelada! ¡Pero a qué precio! Ahora el cielo está abierto gracias al Cristo Salvador, y podemos entrar libremente en su presencia (Hebreos 10:19).

    El Dios soberano espera que usted vaya a él declarándose culpable y entregándole su vida. ¡Déjese juzgar interiormente mediante la evocación de este sacrificio. Dé ese paso, acepte vivir para él a partir de ahora, y él lo contará como uno de sus hijos. “Reconciliaos con Dios” (2 Corintios 5:20)».

  • La buena semilla: 11-Febrero-2017

    (Jesús dijo:) Donde están dos o tres congregados en mi nombre, allí estoy yo en medio de ellos.
    Mateo 18:20

    En todo lugar donde yo hiciere que esté la memoria de mi nombre, vendré a ti y te bendeciré.
    Éxodo 20:24

    La cueva de Adulam (2)
    Todos los que se refugiaron junto a David encontraron en él una respuesta a su necesidad personal. “Conmigo estarás a salvo”, dijo David a uno de ellos (1 Samuel 22:23).

    Los hermanos y los nuevos compañeros de David, quienes hasta entonces se sentían afligidos, endeudados y sumidos en la amargura, fueron a una persona que los reunió en esta caverna. Todos reconocieron la autoridad de David sobre ellos: “Fue hecho jefe de ellos” (1 Samuel 22:2). Vivían juntos, sin otra motivación común que estar unidos a David. En él encontraron un amigo, y su presencia compensó todas las privaciones.

    Esa reunión nos hace pensar en las reuniones cristianas para celebrar el culto, la oración o el estudio de la Biblia. Por supuesto que los cristianos sienten mucho gozo cuando se reúnen, pero hay algo todavía mayor: cuando están reunidos sencillamente “en el nombre del Señor”, sea cual sea su número, tienen la maravillosa promesa de su presencia: “Allí estoy yo en medio de ellos” (Mateo 18:20). Esta presencia espiritual y viva en medio de ellos es el centro y el fundamento de una reunión cristiana. Cada uno de ellos conoce al Señor Jesús como su Salvador, como su Señor y también como el jefe de los creyentes reunidos. Él tiene la autoridad, y los pensamientos de todos están dirigidos hacia él para conocer su voluntad.

    ¡Dejémosle ocupar siempre su lugar cuando estamos reunidos en torno a él!

  • La buena semilla: 10-Febrero-2017

    David... huyó a la cueva de Adulam; y cuando sus hermanos y toda la casa de su padre lo supieron, vinieron allí a él. Y se juntaron con él todos los afligidos, y todo el que estaba endeudado, y todos los que se hallaban en amargura de espíritu, y fue hecho jefe de ellos; y tuvo consigo como cuatrocientos hombres.
    1 Samuel 22:1-2

    La cueva de Adulam (1)
    El rey David es uno de los personajes más conocidos de la Biblia. Es el joven pastor que venció a Goliat, es el autor de numerosos salmos y el primer rey fiel a Dios en Israel. Pero David pasó por muchas dificultades antes de llegar al trono. Fue perseguido por sus enemigos, e incluso tuvo que vivir en una caverna.

    Los hermanos de David se reunieron allí con él, persuadidos de que Dios lo había elegido para salvar a su pueblo. Otro grupo de personas también se refugió junto a David; no tenían ningún parentesco con él, pero tenían en común una cosa: lo habían perdido todo. Unos estaban sumidos en la tristeza, otros tenían deudas y otros se hallaban en amargura de espíritu.

    La tristeza es ese sentimiento que experimentamos cuando ya no tenemos más puntos de referencia y no sabemos a dónde ir. Pero en una situación así, podemos experimentar realmente la confianza en Dios.

    Las deudas pueden ser abrumadoras, pero la mayor de todas es la que tenemos con Dios debido a nuestro pecado. Así como esos hombres fueron a David, nosotros podemos ir al Salvador, quien pagó la deuda en nuestro lugar.

    Por último, la amargura en el alma puede evocar el temor de la muerte, perspectiva que da un sabor amargo a las más hermosas alegrías. Refugiémonos en el Señor Jesús, quien dijo: “Yo soy la resurrección y la vida” (Juan 11:25). Él es el Salvador, pero también el jefe y el centro de reunión de los cristianos.

  • La buena semilla: 9-Febrero-2017

    Vuélvete... dice el Señor; no haré caer mi ira sobre ti, porque misericordioso soy yo, dice el Señor, no guardaré para siempre el enojo.

    Jeremías 3:12
    Vuélvase al Señor, el cual tendrá de él misericordia, y al Dios nuestro, el cual será amplio en perdonar.

    Isaías 55:7
    El poder del perdón de Cristo

    Lea Juan 21:1-7
    Pedro, discípulo de Jesús, pensaba que amaba a su Maestro más que los demás. Sin embargo lo negó tres veces consecutivas (Lucas 22:54-62). Luego, algunos días después de la muerte y resurrección del Señor, Pedro y otros discípulos fueron al lago a pescar. De repente Jesús se acercó. Juan fue el primero en reconocerlo y dijo a Pedro: “¡Es el Señor!” (v. 7). E inmediatamente Pedro se echó al agua para ir al encuentro de Jesús lo más rápido posible.

    ¿Había olvidado que acababa de negar a su Maestro? ¿No tenía vergüenza? ¿No hubiese hecho mejor manteniéndose alejado y presentarse en último lugar? No, al contrario, Pedro se apresuró a reunirse con él porque entre tanto Jesús había tenido un encuentro con él en privado (Lucas 24:34) y le había asegurado su total perdón. Su actitud no fue inoportuna, pues dio testimonio de la confianza que tenía en el amor de su Maestro.

    Creyentes, esto puede darnos ánimo si nos hemos comportado mal, si hemos pecado. Es triste deshonrar al Señor cuando conocemos su amor. Pero si después de haberle confesado nuestro pecado nos mantenemos alejados so pretexto de que somos indignos de acercarnos, dudamos de él. Es escuchar la voz de Satanás, quien trata de mantenernos lejos de Aquel que perdona y quiere restaurarnos.

    ¡Acerquémonos a nuestro Salvador con confianza y humildad, con la valentía de la fe, pues él nos ama!