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  • En este mensaje tratamos el caso de un hombre que «descargó su conciencia» de manera anónima en nuestro sitio www.conciencia.net y nos autorizó a que lo citáramos, como sigue:

    «Siendo divorciado, me casé con una mujer viuda, con dos hijos que acepté como si fueran míos.... Ella había sido maltratada por su madre y su antiguo esposo, y ese maltrato lo repitió con sus hijos.... También a mí comenzó a tratarme como si yo fuera su tercer hijo, hasta el punto de llegar al maltrato físico y verbal....

    »Siempre me amenazaba que se iba a ir de la casa, y lo hizo finalmente llevándose todo.... Se fue junto con sus hijos.

    »A pesar de todo, la sigo amando.... ¿Qué debo hacer?»

    Este es el consejo que le dio mi esposa:

    «Estimado amigo:

      »Muchas personas no están al tanto de casos de mujeres que maltratan al esposo, así que el caso suyo pudiera llevarlas a preguntarse si usted está contándonos acertadamente todo lo que sucedió. Bien pudieran pensar que los hombres siempre son más grandes y más fuertes que las mujeres, o que usted está exagerando la seriedad de lo ocurrido. Sin embargo, para lograr nuestro objetivo vamos a dar por sentado que todo lo que nos está contando es acertado.

    »Siempre les aconsejamos a quienes nos consultan que tomen medidas para protegerse, sea quien sea la persona que les causa peligro.... El hecho de que ella se fue pudo haberle salvado a usted la vida.

    »Cuando a un hombre lo maltrata físicamente una mujer, él tiene que esforzarse por practicar el dominio propio. Si contraataca, cualquiera, por lo general, supondrá que él es el agresor. Pero si no se defiende, pudiera sufrir heridas. Si sujeta con fuerza a la mujer a fin de protegerse, bien pudiera causarle moretones que darían la impresión de que él es el agresor.

    »Cuando yo era niña, vi a mi mamá, que era una mujer pequeña, atacar a mi papá, que era mucho más grande que ella, en ocasiones en que los dos estaban ebrios. Ella se volvía muy agresiva, mientras que él sólo quería dormirse. Los efectos del alcohol anulaban del todo el hecho de que él era mucho más grande y fuerte. Afortunadamente, ella nunca llegó a herirlo de gravedad, pero sí se divorciaron cuando yo tenía diez años.

    »Usted pregunta qué debe hacer ahora. Basados en los principios bíblicos que sostenemos, preferimos aconsejarle lo que no debe hacer. No suponga que su esposa se ha ido para siempre. Y ni siquiera considere tener relaciones sentimentales con otras mujeres. Recuerde que prometió serle fiel a su esposa, y a no ser o hasta que ella se divorcie de usted, esos votos siguen vigentes.

    »En vez de rumiar sobre sus propios problemas, entréguele su situación a Dios y pídale que lo guíe en esta nueva etapa de su vida. Permita que su amor divino lo colme y le dé un nuevo propósito en la vida.»

    Con eso termina lo que Linda, mi esposa, recomienda en este caso. El caso completo se puede leer si se pulsa la pestaña en www.conciencia.net que dice: «Casos», y luego se busca el Caso 704.

    Carlos Rey
    Un Mensaje a la Conciencia
    www.conciencia.net

  • El fin de semana llegó como siempre, alegre y bullicioso, al poblado de Baroda, estado de Gujarat, India. Las prostitutas salieron a ejercer su oficio, y los salones de bailes se llenaron de bailarines.

    Gujarat es el único estado de la India donde se prohíbe la venta de bebidas alcohólicas. Ese sábado por la tarde 251 personas habían sido hospitalizadas, y de ellas murieron paralizadas cien. Otras veinticinco quedaron ciegas, y el resto gravemente enfermas. ¿Cuál era la causa? Tres irresponsables habían vendido clandestinamente licor hecho en las casas con alcohol metílico, un veneno mortal.

      El fin de semana dejó de ser alegre para volverse trágico. Los habitantes de Baroda, India, pueblo que ya había tenido tres veces tragedias de esta clase, habían bebido licor hecho con veneno.

    En realidad, toda bebida alcohólica es veneno. No todas están hechas con alcohol metílico, pero todas tienen su pequeña o gran dosis de tóxico, que va adormeciendo y entorpeciendo la mente, y convirtiendo al bebedor en un individuo de capacidad disminuida.

    La propaganda comercial de licores puede ser muy elegante, muy bien preparada, realizada por expertos del arte; pero los hospitales, las cárceles, los manicomios y los cementerios cuentan una historia muy distinta. Allí no hay placer ni delicias como las mencionadas por la propaganda, sino vómito, sangre, locura, idiotez y muerte.

    ¿Somos víctimas del alcohol? No tratemos de ocultar nuestra esclavitud. ¿Podemos pasar una semana sin beber? ¿Lo hemos tratado? Muchas veces lo que decimos poder hacer es una cosa y lo que realmente podemos hacer es otra. Seamos sinceros. ¿Podemos de veras pasar una semana sin beber alcohol? Si la respuesta es negativa, necesitamos ayuda.

    Hay un grupo llamado Alcohólicos Anónimos que ayuda a las personas esclavizadas por el alcohol. Para reforzar esa ayuda con algo que puede cambiar todo nuestro ser, tenemos que invitar a Cristo a que sea el Rey y Señor de nuestra vida.

    Hermano Pablo
    Un Mensaje a la Conciencia
    www.conciencia.net

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  • En este mensaje tratamos el siguiente caso de una mujer que «descargó su conciencia» de manera anónima en nuestro sitio www.conciencia.net, autorizándonos a que la citáramos:

    « Tengo tres años y nueve meses de casada. Mi esposo tiene dos hijas de una relación... [anterior]. La mamá de él le ayudaba con la hija mayor y[, antes de casarnos,] la hija pequeña se la dejó a la mamá de la niña. Pero cuando nos casamos, él se llevó [a la menor] a vivir con nosotros. La niña tenía nueve años.

    »[Esa hija que vive con nosotros] es mal educada y hace lo que quiere, y él no la corrige. Ya no puedo más con esta situación.... No quiero seguir con el matrimonio.»

    Este es el consejo que le dio mi esposa:

    «Estimada amiga:

    »Su situación nos entristece mucho. Si antes de casarse nos hubiera contado sus planes, le habríamos dado el mismo consejo que les hemos ofrecido a muchas otras personas. Casarse con alguien que tiene hijos viviendo consigo es como firmar un contrato para realizar el trabajo más difícil del mundo....

    »... Es obvio que es mejor para el hijo o la hija que tenga una relación con ambos de sus padres biológicos a no ser que haya abuso o adopción de por medio. Pero la existencia del otro padre o de la otra madre crea una dinámica en la relación que al nuevo cónyuge casi siempre le resultará difícil de manejar.

    »La mayoría de los niños percibirán que el nuevo cónyuge es un intruso culpable de destruir a su familia biológica. Un hijo o una hija bien puede hacerle la vida imposible al cónyuge a propósito, o hacerlo sin ninguna mala intención. Y el conflicto con frecuencia se torna en una competencia para probar si el padre o la madre ama más al cónyuge o al hijo o a la hija.

    »Los adultos que tienen madurez saben que el amor sentimental y el amor paterno o materno no son mutuamente excluyentes. Es posible amar al cónyuge plenamente y amar de igual manera al hijo o a la hija. Pero esto no tiene sentido para el hijo o la hija. Cada cual preside en el hogar como un pequeño juez que nunca deja de emitir juicios a su favor. De modo que el nuevo cónyuge siempre tiene todas las de perder.

    »Los hijos se sienten totalmente justificados cuando tratan mal al cónyuge o cuando se niegan a obedecer las reglas de la casa. Se la pasan diciendo cosas para hacer que el padre o la madre que tiene la custodia se sienta culpable por haberlos puesto en semejante situación, así que, a su vez, esa culpabilidad hace que el padre o la madre no discipline a los hijos como lo haría en otras circunstancias.

    »No hay ninguna solución fácil. Lo que sí recomendamos es consejería profesional para tratar de salvar el matrimonio. Además, le aconsejamos que cultive una relación personal con Dios. Él puede darle la fortaleza, la perseverancia y la sabiduría que usted necesita.»

    Con eso termina lo que recomienda Linda, mi esposa. El consejo completo puede leerse con sólo ingresar en el sitio www.conciencia.net y pulsar la pestaña que dice: «Casos», y luego buscar el Caso 823.

    Carlos Rey
    Un Mensaje a la Conciencia
    www.conciencia.net

  • ¿Ha visto a los niños
    dando vueltas en un carrusel?
    ¿O ha escuchado a la lluvia
    salpicando en el andén?

    ¿Ha seguido el vuelo
    de las mariposas,
    o ha contemplado el sol
    en su ocaso y en su gloria?

    ¿Por qué no afloja el paso
    y aminora la marcha?
    El tiempo es corto,
    ¿para qué tanta prisa?

    ¿Se pregunta por qué
    siempre anda apresurado
    y por qué nunca escucha
    respuesta a sus saludos?

    Y al final del día
    en la cama acostado,
    ¿piensa en mil tareas
    que acabar no ha logrado?

    ¿Por qué no afloja el paso
    y aminora la marcha?
    El tiempo es corto,
    ¿para qué tanta prisa?

    ¿Le ha dicho a su hijo:
    «Lo haremos mañana»,
    sin haber advertido
    su innegable tristeza?

    ¿Ha dejado que cese
    una hermosa amistad
    por no dedicarle
    tiempo y cordialidad?

    ¿Por qué no afloja el paso
    y aminora la marcha?
    El tiempo es corto,
    ¿para qué tanta prisa?

    Cuando aprieta el paso
    para llegar más pronto,
    no es tan divertido
    como ir poco a poco.

    Si su vida es tan sólo
    un constante ajetreo,
    resulta un buen regalo
    tirado al basurero.

    La vida no se debe
    llevar a toda prisa.
    Hay que oler el perfume
    de la flor y la brisa

    Este poema, traducido y adaptado del inglés, fue compuesto por el psicólogo David Weatherford y publicado originalmente en 1991.1 Lamentablemente se le ha enviado por correo electrónico a millares de personas alrededor del mundo como si fuera de un autor desconocido. Según el mensaje que ha acompañado al poema, así se había de cumplir el último deseo de una niña que estaba muriendo de cáncer. Presuntamente ella había pedido que se le enviara a cuantos fuera posible, para motivarlos a que aprovecharan la vida al máximo, ya que ella no podría hacerlo.

    Con el transcurso del tiempo, al final del mensaje comenzó a aparecer el nombre y el teléfono de un profesor de una universidad de Nueva York. ¡Cuál no sería la sorpresa de los que llamaron a ese teléfono y escucharon un mensaje grabado que decía: «Si usted está llamando con relación al mensaje por correo electrónico, sepa que es falso y que el nombre del profesor se adjuntó inadvertidamente a dicho mensaje»!

    La verdad es que, aunque ese mensaje preciso careciera de fundamento, hay miles de niños como la niña del mensaje, inocentes víctimas mortales de un mal que los aflige que, si les fuera posible, harían circular tal poema. Porque a pesar de la mentira, el poema no deja de ser cierto, y hoy más que nunca necesitamos seguir el consejo que nos da.

    Al fin y al cabo, como dijo Jesucristo, por mucho que nos afanemos no podemos añadir una sola hora al curso de nuestra vida.2 En cambio, si nos afanamos mucho, se hará realidad en nosotros la sentencia del refrán que dice: «Quien de prisa vive, de prisa muere.»3 Por eso más vale que sigamos el consejo del poema, que se resume en este último refrán: «Vete al monte algún buen día, que Dios da de balde su perfumería.»4

    Carlos Rey
    Un Mensaje a la Conciencia
    www.conciencia.net

    1 <http://www.davidlweatherford.com/slowdance.html> En línea 25 julio 2008. 2 Mt 6:27 3 Refranero general ideológico español, compilado por Luis Martínez Kleiser (Madrid: Editorial Hernando, 1989), p. 597. 4 Ibíd., p. 570.
  • Esta sería la última oportunidad, así que había que aprovecharla. Uno de ellos derrochó en una sola parranda corrida los ahorros de varias generaciones de su familia. Otros insultaron a quienes hacía tiempo habían querido ofender, y besaron a quienes por muchos años habían deseado manifestarles su amor. Pero todos acabaron confesándose. Tantos hubo que el sacerdote del pueblo tuvo que atenderlos por orden de prioridad. Primero confesó a las embarazadas, porque contaban por dos, luego a las que acababan de dar a luz, y así sucesivamente. El pobre párroco pasó tres días y tres noches clavado en el confesionario, hasta que cayó desmayado bajo el peso de los pecados de su pueblo.

    Después de mucho hacerse esperar, llegó la medianoche del último día del siglo diecinueve y la gente se dispuso a bien morir. Nadie dudó de que había llegado el fin del mundo. Sin respirar, con los ojos cerrados y los dientes apretados, todos los habitantes del pueblo de San José de Gracia escucharon, una tras otra, las doce campanadas de la iglesia, convencidos de que la última anunciaría el fin.1

    ¿A qué se debió la exagerada actitud de aquellas personas? El historiador uruguayo Eduardo Galeano nos da a entender que era porque creían en la ira de Dios, que se había ido acumulando desde la fundación del mun­do. Pero luego comenta que «los habitantes de San José de Gracia continúan en las mismas casas, viviendo o sobreviviendo entre las mismas montañas del centro de México, para desilusión de las beatas, que esperaban el Paraíso, y para alivio de los pecadores, que encuentran que este pueblito no está tan mal, al fin y al cabo, si se compara» con otros.2

    Lo triste es que, si comparáramos a nuestros pueblos en la actualidad, concluiríamos que abundan las personas que andan mal porque le temen a Dios sin conocerlo. San Juan afirma que Dios es amor, y que nos ha manifestado ese amor precisamente para que en el día del juicio podamos comparecer ante Él con toda confianza. Y luego nos explica que en el amor no hay temor, sino que el amor de Dios echa fuera el temor. De modo que, para evitar temerle a su castigo, hace falta que nos apropiemos de su amor.3

    ¿No será por ese amor que Dios no ha acabado con el mundo pecador de una vez por todas? Después de citar a los que se burlan de Dios alegando que nada ha cambiado desde el principio de la creación, San Pedro nos explica que para el Señor un día es como mil años, y mil años como un día. Por lo tanto, no es que Él se esté tardando, sino que tiene paciencia con nosotros, «porque no quiere que nadie perezca, sino que todos se arrepientan».4 Más vale que aprovechemos esa paciencia y nos arrepintamos. Mientras haya tiempo, correspondámosle a su amor para que así, venga cuando venga, estemos preparados para el fin del mundo.

    Carlos Rey
    Un Mensaje a la Conciencia
    www.conciencia.net

    1 Luis González, Pueblo en vilo: microhistoria de San José de Gracia (Zamora, Michoacán: El Colegio de Michoacán, 1995), pp. 100-03. 2 Eduardo Galeano, Memoria del fuego III: El siglo del viento, 5a ed. (Madrid: Siglo XXI Editores, 1987), p. 3. 3 1Jn 4:16-18 4 2P 3:4‑9
  • En este mensaje tratamos el caso de una mujer que «descargó su conciencia» en nuestro sitio www.conciencia.net. Lo hizo de manera anónima, como pedimos que se haga; así que, a pesar de que nunca se lo había contado a nadie, nos autorizó a que la citáramos, como sigue:

    «Cuando conocí a mi esposo..., él era un hombre divorciado, por causa de que su esposa anterior le fue infiel. De ese matrimonio nació un niño, que actualmente tiene quince años. Ahora nosotros tenemos... dos niños.

    »Hemos sido muy felices; sin embargo, a mí me preocupa la situación de mi hijastro.... Recientemente dejó la escuela, y pienso que necesita del amor y de la dirección de su padre. Pero... por más que le pido que lo busque, me dice que ya se [acostumbraron] a estar alejados y que es difícil tratarse. El niño va a la casa de vez en cuando, principalmente cuando [necesita] dinero. Aconséjenme cómo puedo ayudar a que sane esta relación de padre e hijo.»

    Este es el consejo que le dimos:

    «Estimada amiga:

    »Usted es una persona amorosa muy especial, ¡y una verdadera bendición para su esposo! La felicitamos por darle más importancia al bienestar de su hijastro que a los sentimientos que usted misma pueda tener con relación a la madre del muchacho. Lamentablemente, muchas de las mujeres que nos cuentan su caso, si se encontraran en la situación en que está usted, se quejarían acerca del muchacho en lugar de preocuparse por él. En cambio, usted tiene la madurez necesaria como para reconocer que la relación de su esposo con su ex esposa no tiene nada que ver con la relación de él con su hijo. En otras palabras, usted sabe que él puede mantener una relación con su hijo sin que eso ponga en peligro su matrimonio actual.

    »Usted está siguiendo el ejemplo que nos dio Cristo de preocuparse por los pequeños. Quisiéramos que toda madrastra y todo padrastro siguieran su ejemplo.

    »Tiene usted razón al creer que el muchacho necesita del amor y del cuidado del padre. A su esposo le resulta más fácil evitarlo que encarar los problemas emocionales evidentes en la vida de su hijo. Por lo general, los hombres pueden justificar el estar ausentes de la vida de sus hijos con un pretexto parecido al que le ha presentado su esposo. Esos hijos crecen con un gran vacío emocional en el corazón....

    »Quisiéramos poder ayudarla a convencer a su esposo, pero es difícil convencer a alguien que ni siquiera reconoce que hay un problema. Le recomendamos que haga una búsqueda, en los «Casos» en nuestro sitio en la red conciencia.net, de casos de niños que han sido víctimas de abandono o descuido de parte de sus padres. En esos casos es evidente que los niños han sufrido emocionalmente, y que el sufrimiento a veces dura toda la vida.

    »¡Nuestro Padre celestial nos ama a todos muchísimo y le interesa nuestro bienestar! Él debe ser nuestro ejemplo de cómo tratar a nuestros propios hijos. Siempre está atento cuando acudimos a Él en oración. Tal vez en ocasiones no nos conceda lo que le pedimos, pero siempre nos dará lo que más nos conviene.1 Y aunque quebrantemos sus reglas vez tras vez, Él nos perdona y nos da una nueva oportunidad cada vez que se lo pedimos.

    »Le deseamos éxito,

    »Linda y Carlos Rey.»

    El consejo completo, que por falta de espacio no pudimos incluir en esta edición, se puede leer si se pulsa el enlace en www.conciencia.net que dice: «Casos», y luego el enlace que dice: «Caso 114».

    Carlos Rey
    Un Mensaje a la Conciencia
    www.conciencia.net

    1 Ro 8:28