Episoder
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Ponerse, como quiera. Saber quitarse, ese es el problema.
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¡A ver si con este no se enojan más que con el otro!
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Manglende episoder?
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Y tú te diseñas los papeles que puedes y quieres desempeñar...
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Voy a andar a medio mar, así es que aquí les va el episodio 203 de una vez, no vaya ser que de tanto atardecer me envalentone y ¡no regrese!.
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Proyectar en el otro la propia culpa y castigarlo por cosas que nosotros mismos hemos hecho, haríamos o podríamos haber hecho es ver al otro como un duplicado de nosotros mismos. Castigamos cuando nos frustramos y enojamos, porque no podemos sentirnos heridos sin herir.
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No es necesario tanto dolor ni tanto sufrimiento para poder despertar, cambiar y vivir emocionalmente libre, quieto y feliz.
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Han sido los cuatro años más festivos del camino del Taller, y los hemos recorrido de la mano y del corazón de todos nuestros escuchas. No nos queda más que darles las gracias a todos y cada uno de ustedes, porque ha sido su acompañamiento sólido y comprometido el que nos ha inspirado a nombrar con palabras que a veces han sido rayo, a veces tigre y a veces hasta un vendaval, todos aquellos temas de salud mental y emocional que tanto nos apasionan. Dicen que cada palabra tiene su dueño, pero nosotros hemos querido que las nuestras sean siempre para compartir.
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¿Cuánto ruido somos capaces de hacer, de sentir, de cargar, de soportar?. Tan feliz que sería aquietarnos, que el corazón nos latiera despacio, que la vida se llenara de espacio, que por fin descansáramos en paz.
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Lo único que trasciende las fronteras de clase, raza, religión o género, es la inteligencia de la que dispongamos para crear una conversación que alimente el alma.
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Ni las ideas, ni el comportamiento, ni la mirada sobre la vida de Bella Baxter es libre y liberadora. Su lógica de niña que pregunta, cuestiona y desmonta las estructuras, corsés y desigualdades adultas, suena más a una mente adulta confundida que no sabe distinguir entre lo que decadencia de salud mental, alegoría del deseo del hombre y la total independencia de la mujer significan.
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Estar vivo desde donde todo aprieta, estorba, angustia y mortifica, no es una vida sana y mucho menos feliz. Nos estamos quedando sin ligereza, sin gozo y sin posibilidades de disfrutar porque no hemos logrado entender que estamos vivos para vivir, para llenarnos de experiencias gratas, de acompañamiento significativo y de lecciones del alma. Vivir con tanto miedo nos tiene sometidos.
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Ni por un segundo creo que la maternidad sea el trabajo más difícil del mundo, ni que sea todo sacrificio. La afirmación de la maternidad como sacrificio viene acompañada de una percepción glorificada de la maternidad. Esto deja un vacío donde estaba su valía, uno con el que nos aferramos a la idea de la maternidad como sacrificio, cuando lo que realmente sacrificamos -voluntariamente- es nuestro sentido de identidad propia, como si ese fuera el precio que hay que pagar por tener hijos.
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Ni todo tiene solución, ni puedes ser lo que tú quieras. Creer esto nos va arruinar la vida porque en el fondo pienso que no sabemos ni cuál es la pregunta, y aún así estamos convencidos de que podemos encontrar las respuesta.
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Desvencijados y empujados por un furioso resentimiento, nos aislamos de la posibilidad de rehacer nuestras vidas desde la responsabilidad. Nos vamos alejando poco a poco, indecisos, como asustados. Y todo por no saber decir que no, que no nos vamos a someter a una vida deshonesta y de mediocridad emocional.
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De la economía se habla, así como se habla de todo. Así como discutimos si vamos a ir a la boda de no se quién, si vamos a meter a los niños a un colegio religioso, mixto, laico no laico, así como platicamos cuántos hijos vamos a tener, si le vamos a cooperar a la abuelita con su tratamiento médico, pues de la misma manera tenemos que hablar de la economía de la familia. Tenemos que saber cuánto dinero hay, cuánto se gasta, quién lo va a proveer, cómo lo va a proveer, qué va a hacer la otra parte, porque somos un equipo. O en la pareja se pretende ser un equipo donde unos aportan una cosa y otros aportan otras cosas. La economía del privilegio lo ve totalmente diferente.
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De frente a la vida, y no solamente a los próximos seis años, quisiera pensar que vamos a ser capaces de recuperar nuestro patrimonio nacional. Y no me refiero a obra artística, exconventos, retablos o murales del siglo XVI, me refiero a las personas que conformamos el tejido social de este país.
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El grado de auto importancia necesario para creer que el universo está, por alguna razón, pensando en nosotros mientras decide el rumbo de nuestras vidas, es proporcional al grado de irresponsabilidad con el que somos capaces de enfrentarla. Al parecer ni teniendo libre albedrío nos parece buena idea comprometernos a decidir y actuar sobre lo que decidimos.
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Querer que nos escojan a cualquier precio es uno de los malestares más comunes de nuestros tiempos. Es la consecuencia de no haber podido trabajar las sensaciones de abandono experimentadas durante la infancia; desde ahí lo único que entendemos es que si alguien por fin nos voltea a ver y nos escoge, vamos a poder existir, significar e importar.
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Tanto que lo sentimos, tanto que nos escondemos, fingimos, aparentamos, aceptamos y al final nos convertimos en el miedo que nos da. Ojalá nos diéramos cuenta de lo que eso implica, lo que nos afecta y enferma, porque preferimos lo que sea a enfrentarlo y cambiar.
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El autosabotaje es una de las primeras señales de que las historias que nos contamos son limitantes e incorrectas. La imagen que tenemos de nosotros, y que llevamos años construyendo, es difícil de ajustar porque lo que creemos acerca de quienes y cómo somos, lo acabamos confirmamos con las decisiones que vamos tomando en el camino; digamos que actuamos como lo hacemos para que quede claro que somos lo que creemos que somos. Habría que confrontar nuestras ideas preexistentes para poder adoptar nuevas y avanzar. O podemos quedarnos arruinándolos la vida también. Cada quién.
- Vis mere