Episoder
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Solamente en lo efímero se encuentra la belleza, únicamente en lo perecedero, en lo inútil, existe la poesía, existe la verdad. Resulta ridículo y fatuo buscar la pervivencia de la obra; la búsqueda de la posteridad es la mayor equivocación que un creador puede cometer. Nada de eso resulta válido. La obra de arte tiene que morir; no brota para existir eternamente, sino para dar sentido a un momento, para dotar de belleza a un instante.
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María Elisa Júcar, maqui
Quisiera, si se me permite, referir brevemente cómo llegó hasta mí, cómo conocí la poderosa obra de la escritora a la que dedico unas páginas en esta antología, y protagonista de la semblanza que figura a continuación. El 2 de octubre de hace seis años, día oscuro pero de temperaturas tibias, recibí en mi despacho de la Facultad una breve misiva de Gunter Bradford, experto hispanista y colega de mi especialidad filológica en la Universidad de Brighton, acompañada de dos libros, dos poemarios para ser más concretos, y una fotografía.1
El profesor había escrito una sola palabra en la inmensa página en blanco, remarcada por varios signos de interjección: ¡¡¡Impresionante!!!
(...)
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Manglende episoder?
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LEOPOLD johnnson, el preciso
En la matemática materia del hombre, en sus distancias íntimas se encuentra lo que buscamos. Pero en la materia que no podemos medir, en la música que somos incapaces de escuchar, se esconde de nosotros lo que somos, la luz del mundo, los secretos de este universo. Ese silencio perfecto, absoluto, esa nada que todo contiene es lo que con mis palabras y mi música he buscado desde siempre.
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katherine le grass, bruja
Un martes de invierno de hace ya muchos años, no recuerdo cuántos, pues ya sabemos que los años y los días no se pueden contar como manzanas o monedas, ya que cada día, cada instante, es diferente al anterior, mientras paseaba por una ciudad costera a la que había sido invitado para dar una conferencia, encontré un libro abandonado sobre un banco de un céntrico parque.1
Estaba muy viejo, subrayado, y con anotaciones manuscritas y extraños apuntes en sus márgenes. Su título, El fuego del instante, y la foto que de su autora aparecía en la solapa, una mujer de pelo azabache con la cara prácticamente oculta entre las manos, atrajeron mi atención e hicieron que, sin saber muy bien cómo, acabara en el bolsillo de mi gabardina. Ya en el hotel, aquella misma noche, sus páginas incendiaron mi mente con imágenes oscuras e historias ajenas a la ortodoxia literaria.
Estos personajes los podéis encontrar en Maldita literatura de Eneida editorial
www.editorialeneida.com
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curtis floyd, boxeador
El humo de los cigarrillos tiembla sobre los espectadores, algún grito perdido acaricia el nerviosismo de los jugadores. Los ojos fijos, las muecas detenidas, y arriba, en la lona, dos hombres se observan como animales. Se preparan para bailar una lúgubre y extraña danza. Ambos saben que caminan por el margen de un abismo inestable, conocen el vértigo de la violencia, el abismo solitario en el que habita el hombre, y entonces, sin previo aviso, suena el gong con el que da comienzo el combate, y el brillo de sus ojos destila la más salvaje humanidad cuando finalmente se lanzan el uno contra el otro.
De esta descarnada y magistral manera comienza «Los puños desnudos», un poderoso relato breve de Curtis Floyd, integrado en su imprescindible volumen La caída y el combate, que contiene algunas de las páginas más sobresalientes que sobre el boxeo se han escrito. A pesar de ser un subgénero transitado por otros muchos escritores, lo que le hace merecedor a Curtis Floyd de la denominación de maestro, de narrador único y privilegiado, es que conoció el deporte desde dentro, y por ello puede revelarnos los secretos de esta profesión de primera mano.
Libro a la venta en www.editorialeneida.com
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Amo lo que no puedo entender,
lo que no me alcanza en el espejo,
amo mis ojos tan azules,
hirviendo tan lejos, tan ajenos,
y mi mirada ebria de vacío
ardiendo fría en la noche,
como el aullido después del silencio.
Amo lo que no me entiende,
porque la única forma de amar que tiene el hombre
es sin entender a lo que ama,
sin comprender su amor.
En la obra de Otto Dunkel se percibe una tendencia al hermetismo, un sendero oscuro y abrupto hacia un solipsismo feroz, salvaje y antihumano, pero también se puede intuir, tras la lectura de sus versos o de sus páginas en prosa, una dulzura, una piedad inmensa, un amor que brotaba de cada una de las palabras por el conjunto del género humano. Nos gustaría aclarar que estas últimas palabras se refieren a la obra, sin lugar a dudas interesante, de Otto Dunkel, no a sus actos inhumanos, llenos de injustificado odio y terrible violencia
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Entre la nívea espuma,
en la salvaje alegría del naufragio
pude verte, océano inmenso,
pude ver tu corazón azul, mar inexpugnable.
Fue un momento perfecto,
un instante que huye,
un relámpago oscuro en el que se sumerge
todo lo que fui, todo lo que soy.
Me ha parecido adecuado comenzar la semblanza, sombría e intensa, de Oliveiro Da Fuoco, con esta metafórica composición, incluida en su magistral poemario La orilla profunda, por tratar un tema recurrente en su obra: el naufragio y la tempestad, ya fuera exterior y marítima, como fundamentalmente la más poderosa, aquella que se produce en la intimidad.
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–Profesor Chaville, ¿podría darme su opinión acerca de la poesía actual?
–No la considero ni buena ni mala. Esos juicios se los dejo a otro crítico que tenga, respecto a este asunto, un mayor conocimiento. Lo que sí puedo afirmar es que el planteamiento con el que se ha escrito la totalidad de la lírica de los últimos siglos, al menos la que yo conozco y he podido leer, contiene una idea y un propósito insuficientes, es decir, la proyección e intención son pobres, sin miras, y por esa sencilla razón considero a la creación poética contemporánea como un proceso fallido. Se debería buscar el poema perfecto, dejar de llenar las estanterías con libros carentes de interés, con ordinarios poemas, y escribir de verdad. Escribir poesía auténtica, poderosa; tratar de encontrar en el laberinto de la palabra, lo inefable, lo absoluto.
Maldita literatura de Lur Sotuela. cap.4. El poema perfecto y el profesor
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El tiempo no está en el paisaje, no late en el horizonte; existe únicamente en la mirada, pero desde allí nos ata, nos devora, nos atrapa, y decidimos con perseverancia soñar el instante, contar el tiempo. Si aprendiésemos a olvidar el paso de los ciclos, viviríamos más, seríamos criaturas más completas. Si hoy, ahora, mientras lees estas frases, pudieses escapar del tiempo y estuvieses simplemente en el mundo, la vida tendría más sentido. Yo lo hice, y esta es mi historia.
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Lo único, amor, que realmente merece la pena en esta jodida vida es comer: comer alimentos, devorar cigarros, zampar animales, ingerir sentimientos, engullir vegetales, comer hombres, devorarlos, comer con ansias todos los sueños, todos los desvelos. En definitiva, lo único que importa en este mundo enfermo, en esta existencia errónea, es comerse, con toda la voracidad posible, esto que llamamos vida.
En este intenso pasaje de la novela de Olivier Costa, El gran banquete, se condensa parte de la filosofía y del modo de vida del escritor y amanuense. El príncipe del hambre.
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En una polvorienta urna del Museo Arqueológico de la ciudad de Kalamata descansan los oxidados fragmentos de Escarlata, la espada de Ájax de Beocia, y, junto a ella, algunos pliegos originales e inevitablemente arrugados por el paso del tiempo de sus incomparables Églogas de Cylene, obra que, a nuestro parecer, contiene algunos de los más insignes versos de la literatura occidental. Han pasado más de dos mil años desde que rompiera su espada y la sangre del héroe humedeciera la tierra.
Hay referencias que señalan lugar y hora de su muerte, sus gestas y su ascenso político, pero nadie conoce su origen; no existen datos acerca de su nacimiento o familia, y, por sus palabras, por su poesía, se diría que era un pequeño dios, ya que él afirmaba ser hijo de sí mismo y haber visto la luz por vez primera en un campo de batalla.
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La raíz acaricia, estallando de ternura, la humedad de la tierra: y tiembla entonces el corazón del mundo cuando el árbol va sumergiendo sus sueños, los más íntimos, en el limo profundo, oscuro y suave, transfundiendo la sustancia, va entrando, penetrando los secretos del barro. Se alza luego, con la fuerza imparable de los sueños, se eleva como quien quiere rozar lo imposible, y lo que era uno se disocia, e imagina senderos, sueña caminos, dispara sus ramas, y luego, como una bomba, como una explosión de vida, brota de cada rincón, de ese misterioso y perfecto ente que es el árbol, la savia más pura, el lento y más hermoso elogio a la vida.