Episoder
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Infoxicada. Demasiada información, demasiado ruido, demasiado todo y aquí, sin tiempo, sin ganas y con el único deseo de apagar y bajarme de la noria.
Viaje silencioso, suavecito y ligero para pensar juntas un rato. -
No me llames mami. Tengo nombre. Nombre propio que te vas a tener que aprender como antes de que fuera madre, porque ¿sabes? las madres tenemos nombres y más vale que no lo olvidemos más. Historia maldita aquella que entierra los nombre de quienes nos pusieron en el mundo.
Viaje musical para invocar nuestros nombres y prender fuego al paternalismo más cursi. -
Manglende episoder?
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Ahora que invocan al miedo en cada noticia, en cada tuit, en cada rincón, mi cabecita loca ha hecho huelga. Esta funcionaria del pánico ha dejado de fichar. Ahora, que vivimos una media de 4 apocalipsis por semana, estoy en paz.
Nuevo viaje musical para Sísifos que están hartas de subir y bajar la bolita. -
Soy mujer, sé lo que es sentir culpa por todo PERO, desde que he mutado a madre, la culpa gana kilos mientras yo los pierdo. Nada de lo que haga se libra de sus mordiscos y lengüetazos. Me roe y, como cascarón de nuez, navego a la deriva.
Viaje musical para bioexorcizar a esa engullidora de alegrías y ligerezas. -
La vida salpica y moja, entonces, ¿para qué llevar impermeable? Vivir a pelo, sintiendo con ferocidad, abriéndose a la voluptuosa vulnerabilidad y no salir corriendo. O sí, correr y despeinarse, mancharse de barro, chapotear en las grietas…Viaje musical para entregarnos a la potencia de nuestra vulnerabilidad.
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Serpenteando con la bici, el salitre humedeciendo los labios, el sol acariciando la piel y la música penetrando en deliciosas sacudidas. Otoño en la playa para una ovulatoria-licántropa (y selvática).
Viaje musical para darnos al gustismo.
Ni madre, ni compañera, ni cerebro con patas: solo cuerpo.
En este capítulo lo gozamos con:
Blinding Lights- Chromatics Remix
Toy- Chromatics
Que Cristo Baje- Rigoberta Bandini
Bizarre Love Triangle - Desire (cover) -
No esperaba quedarme embarazada. No sabía cómo hacer 'esto'. Y lo hice, lo hicimos. Ahora que tu diminuta mano me acaricia tengo cosas que confesarte. Escúchame, criatura, tengo algo que confesarte.
Primer viaje musical de esta aprendiz de madre. -
Nos necesitamos para vivir y morir bien, pero en esto apenas pensamos. No hay tiempo para pensar y menos para vincularnos. Pero sin vínculo la vida es una sucesión de anuncios de Google. Hablamos de crisis de los cuidados pero la base es la crisis de los vínculos, de los afectos con (des)conocidas. Vincularnos o vivir mal y morir peor. Esto ya lo saben nuestras criaturas al nacer, ahora ¿tenemos tiempo para generar vínculos? ¿Por qué es fundamental robar tiempo para alimentarlos? De la vida, la muerte, los vínculos y la ternura de los desconocidos, va el capítulo de hoy.
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¿Dónde quedamos cuando aparece ese pequeño mono? ¿Qué pasa con lo que fuimos? ¿A dónde van a parar esos besos que ya no nos damos? Nació mi cachorro y perdí a mi mejor amigo, a mi amante, a mi confidente. Con él también desaparecí yo, porque ya no tengo ni tiempo ni espacio para ser quien quiera que esté siendo ahora mismo.
En el capítulo de hoy... me pregunto por nosotros.
Por aquellos que fuimos y por estos en los que nos estamos convirtiendo sin apenas darnos cuenta, porque en la inercia de estos días tan agotadores acabamos con los huesos en la cama, tocándonos sin tocarnos, mirándonos sin vernos. Nos echo de menos. Me echo de menos. Y ahora ¿qué? ¿Cuál es el siguiente paso en este mundo nuevo que se abre bajo nuestros pies? ¿Cómo querernos ahora? ¿De dónde vendrán los besos que nos quedan por dar? -
En el capítulo de hoy... mi ovulatoria al aparato.
El deseo mutante de este cuerpo-madre ahora suplica por encuentros en la tercera fase que (casi) nunca llegan. Compartir cama con un monito colechador es toda una aventura en esto de tocarse, lamerse, fundirse (de follar, vamos). De cuerpos sedientos y hambrientos, hablamos para sacudirnos las judeocritianas culpas, junto con vuestra participación en forma de audio. ¿Lista para enred(h)arnos? -
El capítulo de hoy lo tejemos, con hilo rojo, entre todas. En estas Conversaciones EnRed(h)adas escucharemos cómo les fue a las compañaras la menstrual- confinada, a lo largo y ancho del rechoncho mundo y aterrizaremos en el cuerpo de la mano de María Artiaga, (corpo) fotógrafa, que nos contará cómo ella entra en el cuerpo y cómo podemos hacerlo nosotras con algo, tan a mano (y anodino), como la mismísima cámara del móvil.
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Lágrimas acumuladas que acaban en bocanadas de furia en una menstrual gorilesca. Tanta rabia es veneno pero hay 'algo' capaz de aplacarlo. ¿El antídoto? Te lo cuento desde el fondo de mi armario (donde el sonido no reverbera)
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Ir a ponerte la copa menstrual alegremente y ver que, PUM, se cae ¡Se cae! ¿Cómo es posible ESTO? El suelo pélvico muta tras el parto (yep, yep) y también a lo largo del ciclo menstrual. Sobre estas mutaciones y sobre cómo es fundamental que demos un paso más allá de menstruar positivamente o conscientemente va el capítulo de hoy.
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El 63% de las menstruantes han experimentado cambios en sus ciclos durante el confinamiento. Diferentes profesionales prescriben medidas para volver a 'la normalidad' pero ¿es posible regular nuestras hormonas sin cuidar (ni cambiar) nuestro entorno? Nuestro ciclo menstrual es como el canario de la mina. La solución va más allá de medidas de autopreservación. Las tazas de desayuno no nos salvarán esta vez (¿acaso lo hicieron antes?)
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"Contagiosa hasta que se demuestre lo contrario" Detrás de las mascarillas habitamos cuerpos sedientos de sonrisas cómplices. ¿Qué vida puede ser vivida sin afectos? Más allá de la química y la física, somos animales de piel y besos ¿Cómo ponemos la vida en el centro sin nuestros cuerpos mimosos y carnales?
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Este capítulo es diferente. Hoy te miro de frente. Cumplo 10 años en la "movidita menstrual" y me urge repensar. Lo hago a tu lado mientras te cuento el color de mi menstruación, el por qué los estrógenos están on fire en este encierro y lo vital que es dar de comer a nuestro estroboloma (no, no es un nuevo perrete de la familia).
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Entrar y quedarse en casa fue un proceso duro con emociones viscosas y densas. Ahora, salir de casa no es luz y purpurina, también tiene sombras. ¿Cómo puedo estar triste si contaba los días para este momento? ¿Por qué temo a ese futuro lechoso conocido ya como "nueva normalidad"? En realidad, solo quiero ser un bichobola y rodar y rodar (rodar y rodar).
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Todo el mundo confinado parece que hace algo útil con sus interesantes vidas. En cambio, aquí esta momster 'solo está cuidando'. No hago nada más que cuidar. Criar y crear en tiempos de encierro es una broma de mal gusto. Será que no soy tan chachigenial como las demás. Pero esto... ya lo sabíamos. ¿Por qué siento que cuidar no es hacer nada de provecho? ¿Cómo puede ser que criar palidezca ante tutoriales con filtros de colores? ¿El bloqueo del escritor incluye el bloqueo por crianza? Estas y otras movidas confinadas en el podcast (de andar por casa) de hoy.
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Los enfados por las cosas más nimias y absurdas se acumulan. El autosabotaje se instaura como nueva religión. La criatura cumple meses, echa nuevos dientes y su madre solo piensa en cuándo llegará la hora 'de la sagrada birra'. Me creía mejor que "esto", creía que en la pandemia lo haría BIEN, porque sin duda yo iba a ser La Perfecta Confinada.
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Esta semana de encierro tengo a una elefanta sentada sobre mi pecho. Haga lo que haga, se queda ahí, apoltronada. Será la menstrual por llegar (en su retraso made by encierro) o la falta de sol y el exceso de lluvia o las horas de siesta que bebé ha dejado de dormir o la suma de todo esto y más mierdacas que no alcanzo a ver, pero aquí está, sobre mi esternón y me dice que nanai, que no la mueve ni toda la meditación del mundo.
Si tú también tienes a una elefanta aferrada al trono de tu pecho como Cercei, no te pierdas este capítulo especial