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  • 1092 – Ecl 7:12 La sabiduría divina da vida.
    Porque escudo es la ciencia, y escudo es el dinero; mas la sabiduría excede, en que da vida a sus poseedores.

    Dios ha permitido que el bien y el mal formen parte de la vida, de manera que los seres humanos debajo del sol no pueden determinar independientemente qué les reserva el futuro. Esta es entonces una advertencia directa a aquellos que consideran la prosperidad como una segura señal de la bendición de Dios y la pobreza como una maldición por el pecado. Por otro lado, los dolores de parto, producidos por el sufrimiento y la vanidad durante la vida, permiten que nazca la sabiduría y cambie por completo nuestra existencia. Si nos falta la sabiduría que Dios quiere darnos, aún no hemos comenzado a vivir, porque la sabiduría divina produce vida a sus poseedores, y esa sabiduría divina es especial, es gratis, Dios la da en abundancia, y es nuestra con solo pedirla con fe: “Y si alguno de vosotros tiene falta de sabiduría, pídala a Dios, el cual da a todos abundantemente y sin reproche, y le será dada.” (Stg 1:5).
    Beneficios principales de la sabiduría divina (Ecl 7:11-14). Salomón nos invita a hacernos algunas preguntas ¿Por qué es tan especial la sabiduría divina? ¿Por qué vale la pena “volver a casa” a fin de obtenerla? ¿Por qué no vivo el resto de mi vida en el corral de la carne o siguiendo los impulsos de mis emociones? ¿Por qué no “entregarse a la buena vida”? ¿Para qué quiero detener un viaje de auto satisfacción del ego y volverme a la sabiduría? ¿Qué tiene la sabiduría divina que la hace tan especial?
    1. Protege nuestra vida de las trampas humanas. (Ecl 7:11-12). “Buena es la ciencia con herencia, y provechosa para los que ven el sol. Porque escudo es la ciencia, y escudo es el dinero; mas la sabiduría excede, en que da vida a sus poseedores.” ¿Por qué da vida la sabiduría? ¿De cuáles trampas nos salva? Tomando varios ejemplos de Salomón podemos responder: a) Con la herencia viene la trampa del orgullo. La sabiduría nos preserva de ella. b) Con la aflicción viene el lazo de la duda y la desilusión. La sabiduría nos guarda de ellas. c) Cuando hacemos todo bien obedeciendo a Dios, y como resultado nos va mal. La sabiduría nos protege del resentimiento, la amargura al no dudar de Dios. Jesucristo es la fuente de la sabiduría divina: “Porque el que me halle, hallará la vida, y alcanzará el favor de Jehová.” (Pr 8:35). Además promete: “Yo soy la resurrección y la vida; el que cree en mí, aunque esté muerto, vivirá.”(Jn 11:25).
    2. Proporciona a nuestra vida la perspectiva divina (Ecl 7:13-14). “Mira la obra de Dios; porque ¿quién podrá enderezar lo que él torció?” (Ecl 7:13). La primera invitación es “Mira la obra de Dios”. La palabra “Mira” significa en la Biblia examinar, revisar, tener cuidado, consideración con el propósito de hacer una evaluación. En los días difíciles de dificultad financiera, salud, emocional, familiar la sabiduría divina nos permite examinar y evaluar con una increíble objetividad. Salomón luego da cuatro casos que nos proporciona la perspectiva que necesitamos: Primer caso “¿quién podrá enderezar lo que Él [Dios] torció?” Esto se define teológicamente como la soberanía divina. Dios tiene el mando, el control, si Él ha torcido algo, nada puede hacer el ser humano para enderezarlo. Solo Dios puede enderezar lo que Él torció. Esta perspectiva divina está ideada para sustituir la resistencia de querer cambiar las cosas, personas, situación por el alivio de descansar en Dios, “y la paz de Dios, que sobrepasa todo entendimiento, guardará vuestros corazones y vuestros pensamientos en Cristo Jesús.” (Fil 4:7). Segundo caso: “En el día del bien goza del bien;” (Ecl 7:14a). ¿Está usted pasando por buenos tiempos? Excelente. Magnifico, disfrútelos. No hay ninguna razón para permitir que el sentimiento de culpabilidad le robe el gozo. La perspectiva divina nos libera para disfrutar dentro de la libertad que Dios nos da:

  • 1091 – Ecl 7:1 Consejos sabios para gente ocupada.
    Mejor es la buena fama que el buen ungüento; y mejor el día de la muerte que el día del nacimiento.

    Llegamos a la mitad del libro de Eclesiastés (Ecl 7) y en esta segunda parte abundan los términos sabio y sabiduría. Salomón ha recorrido una primera parte Ecl 1-6 donde abunda la insensatez del ser humano debajo del sol sin Dios. Ahora Salomón reacciona y trata de volver a casa como el hijo prodigo que “deseaba llenar su vientre de las algarrobas que comían los cerdos, pero nadie le daba. Y volviendo en sí, dijo: ¡Cuántos jornaleros en casa de mi padre tienen abundancia de pan, y yo aquí perezco de hambre! Me levantaré e iré a mi padre, y le diré: Padre, he pecado contra el cielo y contra ti.” (Lc 15: 16-18). En la primera parte Ecl 1-6 Salomón como un joven con nuevo carro deportivo apretó el acelerador hasta el fondo, gritando a cada una de sus pasiones internas ¡A toda velocidad! Buscando la satisfacción de la vida debajo del sol sin Dios, y aunque la satisfacción duradera lo evadía, siguió cruzando cada esquina en dos ruedas. Ahora a partir de Ecl 7-12 presiona los frenos, baja la velocidad, cambia de dirección tratando de regresar a casa, y empieza usando siete proverbios comparativos con declaraciones breves, claras, sencillas, que ofrecen consejos llenos de sabiduría divina para dirigir la vida de gente ocupada, afanada.
    1. Mejor buen carácter, calidad que el aroma. (Ecl 7:1a). “Mejor es la buena fama que el buen ungüento”. Aquí la buena fama es lo que produce respeto, influencia y carácter, que cambian vidas, con buen ejemplo y reputación. Usted escoge un restaurant no por su buen olor sino por su calidad. Escoge un producto no por su publicidad, alto precio, sino por su buena calidad. Así mismo, cuando la calidad interior se concentra en una vida, su fama se difunde, porque es mejor que una buena fragancia para dar aroma externa.
    2. Mejor ganancia al morir que al nacer. (Ecl 7:1b). “mejor el día de la muerte que el día del nacimiento”. Esto nos asombra, despierta porque en nuestra cultura celebramos los cumpleaños y lloramos cuando muere alguien. ¿Cómo puede ser mejor la muerte que nuestro nacimiento? El apóstol Pablo da la respuesta “Porque para mí el vivir es Cristo, y el morir es ganancia.” (Fil 1:21). El creyente bíblico, que descansa en Dios con la esperanza de la resurrección, sabe que la muerte es la puerta a la vida eterna. Cerramos los ojos al morir debajo del sol e inmediatamente abrimos los ojos en la eternidad arriba del sol (Lc 16:19-31).
    3. Mejor es ir a la funeraria que a la fiesta (Ecl 7:2). “Mejor es ir a la casa del luto que a la casa del banquete”. También podemos decir que mejor es un paseo por el cementerio que un fin de semana de fiesta. ¿Está Salomón deprimido? No. Hay sabiduría implícita en su proverbio que unido al siguiente produce sabiduría al corazón para evitar lo superficial, terrenal, temporal y enfocarnos en lo eterno.
    4. Mejor es el pesar que la risa. (Ecl 7:3). “Mejor es el pesar que la risa; porque con la tristeza del rostro se enmendará el corazón.” Cuando alguien cuenta un chiste nos reímos pero al siguiente día ya no recordamos el chiste. Pero raramente se borra de nuestra mente un paseo por el cementerio y lo que aprendemos de grandes hombres y mujeres que modelaron con sus vidas. Por otro lado, los servicios, cultos fúnebres son los auditorios con gente más sabia, porque realmente escuchan el mensaje. ¿Por qué lo escuchan? Tuvieron que meter el freno a los afanes de la vida, como Salomón y reflexionar, sobre la brevedad de la vida. Esto incluye a creyentes afanados que no tienen tiempo para buscar y servir a Dios.
    5. Mejor la reprensión del sabio que la canción de los necios (Ecl 7:5). Salomón enseña cómo cantan los necios diciendo: “Porque la risa [estrepitosa y tonta] del necio es como el estrépito de los espinos debajo de la olla. Y también esto es vanidad.” (Ecl 7:6).

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  • 1090 – Ecl 6:10 La soberanía de Dios.
    Respecto de lo que es, ya ha mucho que tiene nombre, y se sabe que es hombre y que no puede contender con Aquel que es más poderoso que él.

    La ciencia ha tratado y seguirá insistiendo en buscar la eternidad de los seres humanos debajo del sol. Recientemente empresarios invirtieron más de 18 millones de dólares para que científicos busquen la vida eterna debajo del sol. Dios es el único eterno, inmutable, no cambia, soberano, inescrutable, insondable, todopoderoso, y el único que puede dar vida eterna al ser humano. Dios advierte a través del profeta Isaías: ¿A qué, pues, me haréis semejante o me compararéis? dice el Santo. Levantad en alto vuestros ojos, y mirad quién creó estas cosas; Él saca y cuenta su ejército; a todas llama por sus nombres; ninguna faltará; tal es la grandeza de su fuerza, y el poder de su dominio.” (Is 40:25-26). El ser humano es finito por naturaleza. Sus días son pocos, pasajeros y pasan como sombra. El hombre debajo del sol, no sabe lo que en el futuro será de él, antes o después de la muerte. Dios es el único omnisciente, que todo lo sabe, conoce todo el pasado, presente y futuro. Además, ¿Qué ser humano puede contender con Dios su creador y ganarle? Ninguno. “Si quisiere contender con Él [Dios], no le podrá responder a una cosa entre mil. El es sabio de corazón, y poderoso en fuerzas; ¿Quién se endureció contra Él [Dios], y le fue bien?” (Job 9:3-4).
    1. Dios es eterno, soberano, todopoderoso (Ecl 6:10). “Respecto de lo que es, ya ha mucho que tiene nombre, y se sabe que es hombre y que no puede contender con Aquel que es más poderoso que él.” Dios tiene un plan establecido desde la eternidad y contender con el Todopoderoso en cuanto a su plan soberano es sólo multiplicar palabras inútiles porque el ser humano es incapaz de cambiarlo. “¿No has sabido, no has oído que el Dios eterno es Jehová, el cual creó los confines de la tierra? No desfallece, ni se fatiga con cansancio, y su entendimiento no hay quien lo alcance.” (Is 40:28). “Porque así dijo Jehová, que creó los cielos; Él es Dios, el que formó la tierra, el que la hizo y la compuso; no la creó en vano, para que fuese habitada la creó: Yo soy Jehová, y no hay otro.” (Is 45:18). Dios es “El que hizo la tierra con su poder, el que puso en orden el mundo con su saber, y extendió los cielos con su sabiduría; a su voz se produce muchedumbre de aguas en el cielo, y hace subir las nubes de lo postrero de la tierra; hace los relámpagos con la lluvia, y saca el viento de sus depósitos. Todo hombre se embrutece, y le falta ciencia; se avergüenza de su ídolo todo fundidor, porque mentirosa es su obra de fundición, y no hay espíritu en ella. Vanidad son, obra vana; al tiempo de su castigo perecerán.” (Jer 10:12-15).
    2. Qué tiene el hombre, además de muchas palabras. (Ecl 6:11) “Ciertamente las muchas palabras multiplican la vanidad. ¿Qué más tiene el hombre? El ser humano no puede contender con Dios y lo único que hace es agregar más palabras inútiles a sus muchas palabrerías. Porque ¿Quién enseñó al Espíritu de Jehová, o le aconsejó enseñándole? ¿A quién pidió consejo para ser avisado? ¿Quién le enseñó el camino del juicio, o le enseñó ciencia, o le mostró la senda de la prudencia? (Is 40:13-14). La respuesta es: nadie. Solo Dios tiene todo poder y toda sabiduría para ser soberano al poder hacer cumplir su perfecta voluntad. El apóstol Pablo en su doxología alaba a Dios por la sabiduría de su plan inescrutable diciendo: “¡Oh profundidad de las riquezas de la sabiduría y de la ciencia de Dios! ¡Cuán insondables son sus juicios, e inescrutables sus caminos! Porque ¿quién entendió la mente del Señor? ¿O quién fue su consejero? ¿O quién le dio a Él primero, para que le fuese recompensado? Porque de Él, y por Él, y para Él, son todas las cosas. A él sea la gloria por los siglos. Amén.” (Ro 11:33-36).
    3. La limitación del ser humano (Ecl 6:12) “Porque ¿quién sabe cuál es el bien del hombre en la vida,

  • 1089 – Ecl 6:1-2 – Eclesiastés 6. Dicha sin felicidad.
    Hay un mal que he visto debajo del cielo, y muy común entre los hombres: El del hombre a quien Dios da riquezas y bienes y honra, y nada le falta de todo lo que su alma desea; pero Dios no le da facultad de disfrutar de ello, sino que lo disfrutan los extraños. Esto es vanidad, y mal doloroso.

    La prosperidad no siempre es buena y la adversidad no siempre es mala. Sin embargo, Dios es bueno siempre, y si vivimos en el temor de Dios, experimentaremos contentamiento. ¿Qué bendiciones le ha dado Dios? ¿Qué debe hacer para disfrutarlas más? Salomón observó que a algunas personas, Dios les da riquezas sin la capacidad de disfrutarlas. Aun las bendiciones más grandes imaginables, por ejemplo, engendrar cien hijos, o vivir muchos años, son inútiles si uno no haya satisfacción en ellas ni es honrado después de su muerte. Sea por exceso de trabajo, tensiones, problemas familiares o alguna otra razón, esas personas, aunque tienen a su alcance todo lo que pudieran desear, no son felices. Por diferentes causas sus posesiones, herencia no van a su hijos o familia sino van a los extraños; esto es vanidad y mal doloroso. La futilidad, vacío y dolor de no poder disfrutar de las riquezas es peor que la tragedia de ser un abortivo. “Porque sembraron viento, y torbellino segarán; no tendrán mies, ni su espiga hará harina; y si la hiciere, extraños la comerán.” (Os 8:7).

    1. Un mal muy común (Ecl 6:1-2). “Hay un mal que he visto debajo del cielo, y muy común entre los hombres: El del hombre a quien Dios da riquezas y bienes y honra, y nada le falta de todo lo que su alma desea; pero Dios no le da facultad de disfrutar de ello, sino que lo disfrutan los extraños. Esto es vanidad, y mal doloroso.” Salomón advierte que algunos poseen una gran riqueza, tan grande que nada les falta de todo lo que desean, pero que no gozan de la capacidad divina de disfrutarla. Los extraños son quienes la disfrutan y que es un problema muy común entre los hombres. “No os engañéis; Dios no puede ser burlado: pues todo lo que el hombre sembrare, eso también segará. Porque el que siembra para su carne, de la carne segará corrupción; mas el que siembra para el Espíritu, del Espíritu segará vida eterna. No nos cansemos, pues, de hacer bien; porque a su tiempo segaremos, si no desmayamos. Así que, según tengamos oportunidad, hagamos bien a todos, y mayormente a los de la familia de la fe.” (Gá 6:7-10).
    2. No disfrutar las riquezas es peor que ser un abortivo (Ecl 6:3-6). “Aunque el hombre engendrare cien hijos, y viviere muchos años, y los días de su edad fueren numerosos; si su alma no se sació del bien, y también careció de sepultura, yo digo que un abortivo es mejor que él. Porque éste en vano viene, y a las tinieblas va, y con tinieblas su nombre es cubierto. Además, no ha visto el sol, ni lo ha conocido; más reposo tiene éste que aquél. Porque si aquél viviere mil años dos veces, sin gustar del bien, ¿no van todos al mismo lugar?” Se describe a un hombre rico en términos hiperbólicos de bendición extrema: (a) grandes riquezas, “nada le falta de todo lo que desea”, (b) gran descendencia (cien hijos) y (c) larga vida, que viviere muchos años, pero careció de sepultura y viviera mil años dos veces. El abortivo se describe en términos de gran futilidad, vacío: (a) Viene en vano, de nada sirve si nace, (b) desaparece en las tinieblas, (c) fácilmente se olvida, con tinieblas su nombre es cubierto, (d) nunca ha visto el sol, “la luz del día” y (e) nunca supo cómo era la vida. Una persona rica y un abortivo comparten el mismo destino: todos van al mismo lugar, la tumba. Y aun así, la suerte del abortivo es mejor, porque éste tiene más reposo, queda libre del trabajo, la ansiedad y la miseria de debajo del sol; que una persona grandemente bendecida cuya alma nunca encuentra satisfacción. “¿Quién es el hombre que teme a Jehová? El le enseñará el camino que ha de escoger.

  • 1088 – Ecl 5:19 – Eclesiastés 5. Disfrutar el regalo de Dios.
    Asimismo, a todo hombre a quien Dios da riquezas y bienes, y le da también facultad para que coma de ellas, y tome su parte, y goce de su trabajo, esto es don de Dios.

    ¿Está contento con las circunstancias que enfrenta? La Biblia enseña con la vida de hombres y mujeres piadosos que estaban contentos a pesar de las circunstancias y lo poco o lo mucho que poseían. Un ejemplo es el apóstol Pablo que aprendió a estar contento, así estuviera en abundancia o padeciera necesidad. El secreto radicaba en el poder de Cristo para fortalecerlo. ¿Tiene usted muchas necesidades o está descontento porque no tiene lo que desea tener? Aprendamos a apoyarnos, a descansar en las promesas de Dios y en el poder de Cristo que nos ayudará a contentarnos a pesar de la situación. Dios quiere que veamos lo que tenemos, ya sea mucho o poco, desde la perspectiva correcta: la vida y nuestras posesiones son un regalo de Dios. Son motivos de regocijo, pero no fuente de gozo, ya que todo lo bueno proviene de Dios. Debemos enfocarnos más en el Dador que en el regalo. Podemos aprender a contentarnos con lo que tenemos cuando nos damos cuenta de que con Dios tenemos todo lo que necesitamos. “Amados hermanos míos, no erréis. Toda buena dádiva y todo don perfecto desciende de lo alto, del Padre de las luces, en el cual no hay mudanza, ni sombra de variación.” (Stg 1:16-17).

    1. Disfrutar el fruto del trabajo (Ecl 5:18). “He aquí, pues, el bien que yo he visto: que lo bueno es comer y beber, y gozar uno del bien de todo su trabajo con que se fatiga debajo del sol, todos los días de su vida que Dios le ha dado; porque esta es su parte.” La vida es don de Dios. No debemos ver nuestra ocupación como trabajo de esclavo, sino complacernos, disfrutar en la vocación en que Dios nos pone. El bien que yo he visto, se refiere al aspecto positivo de la vida: el trabajo moderado, sin ambiciones, que permite alcanzar la felicidad. Pero la felicidad en última instancia depende de Dios: (1) Dios da la vida; (2) Dios da los bienes; (3) Dios da la facultad de gozar la vida y los bienes dados por Dios. Viviendo una vida agradecida a Dios no habrá amargura ni frustración. El apóstol Pablo exhorta a los que tienen abundancia dada por Dios diciendo: “A los ricos de este siglo manda que no sean altivos, ni pongan la esperanza en las riquezas, las cuales son inciertas, sino en el Dios vivo, que nos da todas las cosas en abundancia para que las disfrutemos. Que hagan bien, que sean ricos en buenas obras, dadivosos, generosos; atesorando para sí buen fundamento para lo por venir, que echen mano de la vida eterna.” (1Ti 6:17-19).
    2. Dios nos da lo que necesitamos (Ecl 5:19a). “Asimismo, a todo hombre a quien Dios da riquezas y bienes” Dios es el dueño de todo lo que poseemos bienes, vivienda, familia, trabajo. Si el ser humano debajo del sol no reconoce que todo proviene de Dios no podrá regocijarse de lo que lo rodea ni de su trabajo. Por lo cual, es Dios, quien conoce nuestras necesidades, es el que nos dará lo que necesitamos: “Mi Dios, pues, suplirá todo lo que os falta conforme a sus riquezas en gloria en Cristo Jesús.” (Fil 4:19). Sin embargo, debemos recordar la diferencia entre nuestros deseos y nuestras necesidades. La mayoría de la gente quiere sentirse bien evitando el dolor y la incomodidad. Puede que no recibamos todo lo que deseamos. Al confiar en Cristo, nuestras actitudes y apetitos pueden cambiar de desear todo a aceptar su provisión y poder para vivir por El. El Sal 84:11-12 enseña que Dios nos dará: 1) Provisión: “Porque sol y escudo es Jehová Dios” 2) Promesa: “gracia y gloria dará Jehová.” 3) Expectativa: “No quitará el bien a los que andan en integridad.” 4) Privilegio del gozo: “dichoso el hombre que en ti confía.”
    3. Disfrutar el regalo de Dios (Ecl 5:19b). “y le da también facultad para que coma de ellas, y tome su parte, y goce de su trabajo, esto es don de Dios.”

  • 1087 – Ecl 5:13 – Eclesiastés 5. Un gran mal doloroso.
    Hay un mal doloroso que he visto debajo del sol: las riquezas guardadas por sus dueños para su mal;

    Las riquezas permiten al ser humano, debajo del sol sin Dios tener bienes, lujos, deleites temporales. Pero mayores serán los problemas porque las riquezas no sacian, siempre se quiere un poco más, y en la medida que logran aumentar sus ingresos, al mismo ritmo se multiplican los egresos. Curiosamente, muchas personas que ganan bastante ahorran poco o hasta se endeudan. Con sus ojos ven las riquezas que ingresan sólo para gastarlas luego. En lugar de seguridad y tranquilidad, las riquezas pueden traer inquietud y preocupación. El trabajador pobre, exhausto de su día de labores, disfruta del sueño. En cambio, el rico puede padecer de insomnio por temor a perder sus abundantes posesiones. Quizá lo peor de todo es que los ahorros se pierdan. Se pueden esfumar en un mal negocio, y el que era rico queda sin nada para dar a sus hijos. Pero aun los que evitan inversiones desastrosas definitivamente perderán sus bienes algún día. Cuando mueran, saldrán de este mundo tan desnudos como cuando nacieron. No podrán llevarse nada de la ganancia de su trabajo, aunque hayan pasado muchas dificultades para ahorrar. Todo su esfuerzo fue en vano y aflicción de espíritu como el viajero desesperado persiguiendo el viento para atraparlo. Por lo tanto, Dios advierte que “No confiéis en la violencia, ni en la rapiña; no os envanezcáis; si se aumentan las riquezas, no pongáis el corazón en ellas.” (Sal 62:10).

    1. Un mal doloroso (Ecl 5:13-14). “Hay un mal doloroso que he visto debajo del sol: las riquezas guardadas por sus dueños para su mal; las cuales se pierden en malas ocupaciones, y a los hijos que engendraron, nada les queda en la mano.” El dinero no es malo en sí mismo, pero el amor al dinero lleva a toda clase de pecados. “He aquí el hombre que no puso a Dios por su fortaleza, sino que confió en la multitud de sus riquezas, y se mantuvo en su maldad.” (Sal 52:7). Es una paradoja vivir miserablemente negándose toda satisfacción con el dinero obtenido para después perderlo. “Se apresura a ser rico el avaro, y no sabe que le ha de venir pobreza.” (Pr 28:22). Las riquezas guardadas causan males dolorosos al perderlas en malos negocios, malas ocupaciones, y los herederos quedan sin nada. Job enseña que las riquezas del impío las heredará el justo porque, “Aunque amontone plata como polvo, y prepare ropa como lodo; la habrá preparado él, mas el justo se vestirá, y el inocente repartirá la plata.”(Job 27:16-17). Salomón lo apoya afirmando: “El bueno dejará herederos a los hijos de sus hijos; pero la riqueza del pecador está guardada para el justo.” (Pr 13:22). “Porque las riquezas no duran para siempre; ¿Y será la corona para perpetuas generaciones?” (Pr 27:24).
    2. Desnudos del polvo, desnudos al polvo (Ecl 5:15-16). “Como salió del vientre de su madre, desnudo, así vuelve, yéndose tal como vino; y nada tiene de su trabajo para llevar en su mano. Este también es un gran mal, que como vino, así haya de volver. ¿Y de qué le aprovechó trabajar en vano?” Recordamos que Salomón no está enseñando que no se trabaje o que seamos negligentes en el trabajo sino que la abundancia de bienes no traerá satisfacción eterna al ser humano. Salomón argumenta que aunque no se perdieran las riquezas, sino que se conservaran a través de toda la vida, uno no podría “llevárselas consigo”. “Ciertamente como una sombra es el hombre; ciertamente en vano se afana; amontona riquezas, y no sabe quién las recogerá.” (Sal 39:6). Antes lo explicó diciendo que el que se afana trabajando para el viento es como las bestias porque “Todo va a un mismo lugar; todo es hecho del polvo, y todo volverá al mismo polvo.” (Ecl 3:20). Ahora está recordando al ser humano debajo del sol que así como nacemos desnudos volveremos al polvo sin nada, desnudos. Por lo tanto, “No te afanes por hacerte rico; sé prudente, y desiste.

  • 1086 – Ecl 5:12 – Eclesiastés 5. Perder el sueño por la abundancia.
    Dulce es el sueño del trabajador, coma mucho, coma poco; pero al rico no le deja dormir la abundancia.

    El ahorro es una buena forma de prepararse para el futuro porque “Tesoro precioso y aceite hay en la casa del sabio; mas el hombre insensato todo lo disipa [despilfarra].” (Pr 21:20). Sin embargo, Salomón advirtió en Ecl 2:18–23 que aún esa actividad tan prudente puede resultar inútil. En Ecl 5:8–20 ampliará el tema, señalando algunos otros peligros de la acumulación de bienes. Siempre queremos más de lo que tenemos. Salomón observó que aquellos que aman el dinero y lo buscan obsesivamente nunca encuentran la felicidad que el dinero promete. La riqueza y las ganancias materiales no contentan y no pueden satisfacer a los seres humanos. Todos los sistemas económicos, ya sean marxistas, socialistas, capitalistas, progresistas, se basan en el materialismo, y por lo tanto son vanidad y aflicción de espíritu. Por otro lado, la riqueza atrae a los que viven a expensas de otros y a los ladrones que la desean, lo que ocasiona insomnio y temor, y a la larga termina en pérdida porque no podemos llevárnosla. No importa cuánto gane, si usted trata de lograr la felicidad acumulando riquezas, nunca tendrá suficiente, siempre querrá un poco más. Es como vivir la vida corriendo tras el viento para querer atraparlo. “El hombre de verdad tendrá muchas bendiciones; mas el que se apresura a enriquecerse no será sin culpa.” (Pr 28:20).

    1. Obtener riquezas mediante la opresión (Ecl 5:8-9). “Si opresión de pobres y perversión de derecho y de justicia vieres en la provincia, no te maravilles de ello; porque sobre el alto vigila otro más alto, y uno más alto está sobre ellos. Además, el provecho de la tierra es para todos; el rey mismo está sujeto a los campos.” Algunas riquezas están contaminadas, pues se consiguen mediante la opresión de los pobres y la perversión de derecho. “El que oprime al pobre afrenta a su Hacedor; mas el que tiene misericordia del pobre, lo honra.” (Pr 14:31). “El que oprime al pobre para aumentar sus ganancias, o que da al rico, ciertamente se empobrecerá.” (Pr 22:16). Los gobiernos deben proteger a sus ciudadanos de las injusticias de la opresión. Sin embargo, debido a la burocracia corrupta, ineficiente, comúnmente los explotados quedan indefensos ante los poderosos. “El príncipe falto de entendimiento multiplicará la extorsión; mas el que aborrece la avaricia prolongará sus días.” (Pr 28:16).
    2. No saciarse con las riquezas (Ecl 5:10). “El que ama el dinero, no se saciará de dinero; y el que ama el mucho tener, no sacará fruto. También esto es vanidad.” El dinero no es malo en sí mismo, pero el amor al dinero lleva a toda clase de pecados. “Porque los que quieren enriquecerse caen en tentación y lazo, y en muchas codicias necias y dañosas, que hunden a los hombres en destrucción y perdición; porque raíz de todos los males es el amor al dinero, el cual codiciando algunos, se extraviaron de la fe, y fueron traspasados de muchos dolores.” (1Ti 6:9-10). Cualquiera que sea su situación financiera, no dependa del dinero para ser feliz. En vez de eso, utilice lo que tiene en las cosas del Señor. Al joven rico que deseaba conseguir la vida eterna, Jesús, mirándole, le amó, y le dijo: “Una cosa te falta: anda, vende todo lo que tienes, y dalo a los pobres, y tendrás tesoro en el cielo; y ven, sígueme, tomando tu cruz. Pero él [joven rico], afligido por esta palabra, se fue triste, porque tenía muchas posesiones. Entonces Jesús, mirando alrededor, dijo a sus discípulos: ¡Cuán difícilmente entrarán en el reino de Dios los que tienen riquezas!” (Mr 10:21-23).
    3. Cuándo abundan los consumidores (Ecl 5:11). “Cuando aumentan los bienes, también aumentan los que los consumen. ¿Qué bien, pues, tendrá su dueño, sino verlos con sus ojos?” Mientras más riquezas tienen los seres humanos, debajo del sol sin Dios, mejor es la casa que deben mantener,

  • 1085 – Ecl 5:1 – Eclesiastés 5. El sacrificio de los necios.
    Cuando fueres a la casa de Dios, guarda tu pie; y acércate más para oír que para ofrecer el sacrificio de los necios; porque no saben que hacen mal.

    El creyente que crece continuamente en santidad y el conocimiento de Dios, tendrá una actitud de adoración a Dios correcta en el temor de Dios. Pero cuando el creyente deja de crecer espiritualmente su vida espiritual se vuelve una rutina, algo mecánico, sin sentido como perseguir el viento para atraparlo, y comienza a hacer el sacrificio de los necios. El sacrificio de los necios es una amonestación a tener una conducta ante Dios seria, comprometida, meditada, reverente, como lo requiere la infinita distancia que hay entre Dios y el ser humano. Dios recuerda al ser humano debajo del sol sus principales atributos: “Porque así dijo el Alto y Sublime, el que habita la eternidad, y cuyo nombre es el Santo: Yo habito en la altura y la santidad, y con el quebrantado y humilde de espíritu, para hacer vivir el espíritu de los humildes, y para vivificar el corazón de los quebrantados.” (Is 57:15). Dios recuerda a sus hijos que somos el santuario, el templo del Dios viviente (1Co 3:16), y Él [Dios] solo envía un avivamiento verdadero al humilde y contrito de corazón que tiembla a su palabra (Is 66:2). Cómo creyente qué deseas: ¿vivir un continuo avivamiento? o ¿vivir haciendo el sacrificio de los necios? Veamos ¿Cuáles son los sacrificios de los necios?

    1. No prestar atención a la palabra de Dios (Ecl 5:1). “Cuando fueres a la casa de Dios, guarda tu pie; y acércate más para oír que para ofrecer el sacrificio de los necios; porque no saben que hacen mal.” Muchos desean las bendiciones de Dios, eso está bien, pero las bendiciones de Dios están condicionadas a nuestra obediencia, prestar atención, tener reverencia en la adoración a Dios. Salomón advierte que más importante que el rito de ofrecer el animal era oír la palabra de Dios y obedecerla (Ecl 5:1). Por eso, Samuel reprendió a Saúl diciendo: “Ciertamente el obedecer es mejor que los sacrificios, y el prestar atención que la grosura de los carneros” (1Sa 15:22). Uno de los sacrificios de los necios es no prestar atención a la palabra de Dios, que incluye no obedecerla y perder las bendiciones de Dios. Por lo tanto, "guarda tu pie" significa ser cuidadoso. Cuando entramos en la casa de Dios, debemos ir con una actitud correcta para poder estar con mente, corazón, oídos abiertos y listos para escucharle, no para dictarle lo que pensamos que Dios debe hacer. Algunos que hacen el sacrificio de los necios dicen: Si, en la palabra de Dios dice así pero yo pienso y hago a mi manera. Dios nos advierte “Mirad que no desechéis al que habla. Porque si no escaparon aquellos que desecharon al que los amonestaba en la tierra [Moisés], mucho menos nosotros, si desecháremos al que amonesta desde los cielos [a Jesucristo]. Así que, recibiendo nosotros un reino inconmovible, tengamos gratitud, y mediante ella sirvamos a Dios agradándole con temor y reverencia; porque nuestro Dios es fuego consumidor.” (He 12:25,28,29).
    2. La mucha palabrería (Ecl 5:2-3). “No te des prisa con tu boca, ni tu corazón se apresure a proferir palabra delante de Dios; porque Dios está en el cielo, y tú sobre la tierra; por tanto, sean pocas tus palabras. Porque de la mucha ocupación viene el sueño, y de la multitud de las palabras la voz del necio.” Los que practican el sacrificio de los necios creen que por la mucha palabrería serán: oídas y cumplidas sus oraciones, elogiado por enseñar más y mejor, ser mejor orador. Jesucristo enseña la práctica correcta en la oración: “Y orando, no uséis vanas repeticiones, como los gentiles, que piensan que por su palabrería serán oídos. No os hagáis, pues, semejantes a ellos; porque vuestro Padre sabe de qué cosas tenéis necesidad, antes que vosotros le pidáis.” (Mt 6:7-8).

  • 1084 – Ecl 4:13 – Eclesiastés 4. El trabajo motivado por tener prestigio.
    Mejor es el muchacho pobre y sabio, que el rey viejo y necio que no admite consejos.

    Ser promovido y llegar a la cima es vanidad. La posición, la popularidad y el prestigio son metas deficientes para el trabajo en la vida. A pesar de que muchos los buscan, son sombras sin sustancia. Muchos buscan reconocimiento por sus logros; pero las personas son variables, y cambian con rapidez y facilidad. Cuánto mejor es buscar la aprobación de Dios. Su amor nunca cambia. Este pasaje ilustra la moraleja de Ecl 4:13: es mejor ser pobre y sin influencia, que poderoso e influyente. ¿Por qué? Porque el poder, la influencia y el prestigio son transitorios. La idea central del pasaje es que el deseo de obtener prestigio y prosperar, dos incentivos que con frecuencia motivan a trabajar a una persona, es, al igual que la envidia y la codicia, produciendo solo vacío, vanidad y aflicción de espíritu, sin satisfacción como el viajero desesperado que corre tras el viento para tratar de atraparlo. “Mejor es el pobre que camina en su integridad, que el de perversos caminos y rico.” (Pr 28:6).
    1. Mejor joven, pobre y sabio, que rey viejo y necio (Ecl 4:13-14). “Mejor es el muchacho pobre y sabio, que el rey viejo y necio que no admite consejos; porque de la cárcel salió para reinar, aunque en su reino nació pobre.” El pasaje se refiere al muchacho pobre y sabio que sale de la pobreza aunque en su reino, nació pobre. El joven también carecía de influencia, salió de la cárcel. Es posible que salomón tomó como ejemplo la historia de José en Gn 39:20-41:45. Es desde esa posición tan baja como José en Egipto, que el joven llegó a tener una gran popularidad y prestigio: todos los que viven debajo del sol, apoyaban al muchacho sucesor del rey. Más adelante Salomón da otro ejemplo con una ciudad que es asediada por un gran ejército, “y se halla en ella un hombre pobre, sabio, el cual libra a la ciudad con su sabiduría; y nadie se acordaba de aquel hombre pobre. Entonces dije yo: Mejor es la sabiduría que la fuerza, aunque la ciencia del pobre sea menospreciada, y no sean escuchadas sus palabras.” (Ecl 9:13-16).
    2. Seguidores del prestigio y la fama (Ecl 4:15-16a). “Vi a todos los que viven debajo del sol caminando con el muchacho sucesor, que estará en lugar de aquél. No tenía fin la muchedumbre del pueblo que le seguía;” El joven, al igual que José en Egipto, también gozaba de gran autoridad; llegó a ser el señor de innumerables súbditos (Ec 4:16a). Salomón, lo siguió todo el pueblo cuando se convirtió en rey, olvidando al viejo rey David, su padre. “tocaron trompeta, y dijo todo el pueblo: ¡Viva el rey Salomón! Después subió todo el pueblo en pos de él, y cantaba la gente con flautas, y hacían grandes alegrías, que parecía que la tierra se hundía con el clamor de ellos.” (1Re 1:39-40). Son muchos los seguidores de los famosos pero pronto dejan de seguirlo cuando aparece uno nuevo.
    3. La vanidad de trabajar por tener prestigio (Ecl 4:16b).” No tenía fin la muchedumbre del pueblo que le seguía; sin embargo, los que vengan después tampoco estarán contentos de él. Y esto es también vanidad y aflicción de espíritu.” El joven llegó a tener autoridad, prestigio y gran cantidad de seguidores. Sin embargo, su prestigio y autoridad pronto pasaron: los que vengan después tampoco estarán contentos de él. Aprendemos que el éxito es temporal, por un breve tiempo, debajo del sol. Al surgir nuevos cantantes, jugadores, actores, emprendedores, líderes, gobernantes, pastores, etc, son olvidados por los que antes fueron sus seguidores, por aquellos que no tienen identidad propia y buscan identificarse siguiendo al hombre, admirando sus atributos, virtudes y por ser alguien famoso, reconocido por la sociedad. La gloria de un momento se convierte en poco tiempo en vanidad y aflicción de espíritu. Salomón, con toda su fama y riquezas, también sería olvidado y tendría varios adversarios en la vejez

  • 1083 – Ecl 4:11-12 – Eclesiastés 4. Salvemos la familia.
    También si dos durmieren juntos, se calentarán mutuamente; mas ¿cómo se calentará uno solo? Y si alguno prevaleciere contra uno, dos le resistirán; y cordón de tres dobleces no se rompe pronto.

    Salvemos la familia porque está en peligro de extinción. Si la familia tiene problemas, tendrá problemas la comunidad, el estado y la nación. De la misma manera una iglesia fuerte y sana se construye con familias fuertes y sanas. Es importante conocer cuáles son los ataques contra la familia, pero más importante aún es aprender y practicar bíblicamente cómo evitar que la familia desaparezca. La familia fue la primera institución creada por Dios en Génesis 2 y la formó para multiplicar la imagen y semejanza de Él. Dios dijo: “No es bueno que el hombre esté solo; le haré ayuda idónea para él.” (Gn 1:28). “Por tanto, dejará el hombre a su padre y a su madre, y se unirá a su mujer, y serán una sola carne. Y estaban ambos desnudos, Adán y su mujer, y no se avergonzaban.” (Gn 2:24-25). A la familia la debemos considerar como lo más precioso para Dios y cuidar de ella como el primer ministerio que nos entrega Él para su gloria y honra. Estamos viviendo los postreros tiempos, tiempos peligrosos, y el ser humano debajo del sol sin Dios se inclina a destruir de una manera silenciosa, pero rápida la estructura de la familia. Los cristianos bíblicos tenemos que ser sal y luz del mundo para defender a la familia (Mt 5:13-16), y no tener miedo porque los cobardes son los primeros en la lista de los que no heredan la vida eterna (Ap 21:8).
    1. La familia bajo ataque (Ecl 4:9). “Mejores son dos que uno; porque tienen mejor paga de su trabajo.” La agenda globalista, que no es igual a la globalización, intentan controlar el mundo con un pequeño grupo de personas, y se plantea cada 10 años metas para dañar, destruir principalmente a la familia. En su reunión del año 2019 en Colombia llegaron a tres conclusiones: 1) La agenda globalista está detenida. 2) Los culpables son las iglesias evangélicas. 3) Tenemos que infiltrarlos y destruir. Dios responde: La iglesia está guardada, segura, y “las puertas del Hades no prevalecerán contra ella.” (Mt 16:18). Parte del plan de la agenda globalista para el 2030 es profundizar los ataques contra la familia para disminuir en 50% la población mundial, y a través de leyes aprobadas por los gobiernos incrementar: 1) El control de natalidad con el aborto. Tienen 46mil sitios para ejecutar abortos a nivel mundial. 2) La eutanasia. 3) Familias formadas por matrimonios de dos hombres o dos mujeres. 4) El sexo con niños. 5) Cambiar el sexo y evitar la reproducción del ser humano. 6) Impulsar a la mujer para ser superior al varón y no tenga hijos. Jesucristo afirma sobre la familia: “¿No habéis leído que el que los hizo al principio, varón y hembra los hizo, y dijo: Por esto el hombre dejará padre y madre, y se unirá a su mujer, y los dos serán una sola carne? Así que no son ya más dos, sino una sola carne; por tanto, lo que Dios juntó, no lo separe el hombre.” (Mt 19:4-6).
    2. Tentaciones para no tener hijos (Ecl 4:10-11). “Porque si cayeren, el uno levantará a su compañero; pero ¡ay del solo! que cuando cayere, no habrá segundo que lo levante. “También si dos durmieren juntos, se calentarán mutuamente; mas ¿cómo se calentará uno solo?” Satanás que es mentiroso y el padre de la mentira (Jn 8:44), tentó por primera vez a Eva, quien no tuvo discernimiento para identificar la mentira de Satanás cuando le dijo: “No moriréis; sino que sabe Dios que el día que comáis de él, serán abiertos vuestros ojos, y seréis como Dios, sabiendo el bien y el mal.” (Gn 3:4-5). La agenda globalista a través de la mentira masiva impulsará a la mujer a ser sola, sin hijos, para llevar el liderazgo en todas las instituciones, y que el varón quede relegado, menospreciado. Para aprobar el aborto usará mensajes mentirosos como: “El aborto es salud” enseñando que estar embarazada

  • 1082 – Ecl 4:8 – Eclesiastés 4. El trabajo motivado por la avaricia.
    Está un hombre solo y sin sucesor, que no tiene hijo ni hermano; pero nunca cesa de trabajar, ni sus ojos se sacian de sus riquezas, ni se pregunta: ¿Para quién trabajo yo, y defraudo mi alma del bien? También esto es vanidad, y duro trabajo.

    Con frecuencia el trabajo está motivado por incentivos incorrectos. Salomón en Ecl 4:4-16 presenta tres motivos incorrectos por la cual el ser humano sin Dios, debajo del sol, se afana por trabajar. El primero en Ecl 4:4-6 nos habla del trabajo motivado por la envidia, explicado en la enseñanza anterior [DED1081]. El segundo motivo errado lo expone en Ecl 4:7-12, que es afanarse con el trabajo por el egoísmo y la avaricia. El tercer estímulo inapropiado, para afanarse con el trabajo, es el deseo de prosperar y tener prestigio (Ecl 4:13-16). Inicia y concluye en los tres, que todos ellos son vanidad y aflicción de espíritu. Salomón en este pasaje que estudiaremos expone, además de que la avaricia es un motivo incorrecto para afanarse con el trabajo, que la vida es mejor con compañía, no solo. Cuando se vive, y trabaja solo, y sin nadie a quien dejar las riquezas, el ser humano sufre privaciones por gusto. Le sería mejor tomarse un poco de tiempo para disfrutar lo que tiene, antes que consumirse completamente tratando de tener más. Luego de presentar las ventajas de realizar un esfuerzo conjunto y los beneficios mutuos de compartir el trabajo y sus frutos con otros, Salomón llega a la conclusión de que mejores son dos que uno y que tres son aún mejores. Dios advierte que: “Ciertamente como una sombra es el hombre; ciertamente en vano se afana; amontona riquezas, y no sabe quién las recogerá.” (Sal 39:6).
    1. El afán de trabajar por el egoísmo y la avaricia (Ecl 4:7-8). “Yo me volví otra vez, y vi vanidad debajo del sol. Está un hombre solo y sin sucesor, que no tiene hijo ni hermano; pero nunca cesa de trabajar, ni sus ojos se sacian de sus riquezas, ni se pregunta: ¿Para quién trabajo yo, y defraudo mi alma del bien? También esto es vanidad, y duro trabajo.” El afanarse trabajando por el egoísmo y la avaricia no llenará de satisfacción al ser humano y lo lleva a perder el gozo eterno de vivir por la eternidad con Dios. Jesucristo explico esto con una parábola diciendo: “La heredad de un hombre rico había producido mucho. Y él pensaba dentro de sí, diciendo: ¿Qué haré, porque no tengo dónde guardar mis frutos? Y dijo: Esto haré: derribaré mis graneros, y los edificaré mayores, y allí guardaré todos mis frutos y mis bienes; y diré a mi alma: Alma, muchos bienes tienes guardados para muchos años; repósate, come, bebe, regocíjate. Pero Dios le dijo: Necio, esta noche vienen a pedirte tu alma; y lo que has provisto, ¿de quién será? Así es el que hace para sí tesoro, y no es rico para con Dios.” (Lc 12:16-21). El apóstol Pablo también enseña: “A los ricos de este siglo manda que no sean altivos, ni pongan la esperanza en las riquezas, las cuales son inciertas, sino en el Dios vivo, que nos da todas las cosas en abundancia para que las disfrutemos. Que hagan bien, que sean ricos en buenas obras, dadivosos, generosos; atesorando para sí buen fundamento para lo por venir, que echen mano de la vida eterna.” (1Ti 6:17-19).
    2. Ventajas que ofrece el compañerismo (Ecl 4:9-12). “Mejores son dos que uno; porque tienen mejor paga de su trabajo. Porque si cayeren, el uno levantará a su compañero; pero ¡ay del solo! que cuando cayere, no habrá segundo que lo levante. También si dos durmieren juntos, se calentarán mutuamente; mas ¿cómo se calentará uno solo? Y si alguno prevaleciere contra uno, dos le resistirán; y cordón de tres dobleces no se rompe pronto.” Salomón recomienda compartir con los demás y cita algunas ventajas que resultan del compañerismo: 1) mejores ganancias (mejor paga) del trabajo (Ecl 4:9), 2) ayuda en tiempos de dificultad (Ecl 4:10), 3) consuelo en tiempo de necesidad (Ecl 4:11); el calor

  • 1081 – Ecl 4:4 – Eclesiastés 4. El trabajo motivado por la envidia.
    He visto asimismo que todo trabajo y toda excelencia de obras despierta la envidia del hombre contra su prójimo. También esto es vanidad y aflicción de espíritu.

    Salomón observa que algunas personas son perezosas mientras que otras son adictas al trabajo. Los primeros, viendo la futilidad de apresurarse hacia el éxito, se cruzan de brazos y perjudican a los que dependen de ellas y a sí mismas. Los que tienen adicción por el trabajo muchas veces están motivados por la envidia, la ambición y un deseo constante de permanecer por delante de los demás. Ambos extremos son necios e irresponsables. El antídoto para ambos es el trabajo arduo, pero con moderación. Tómese tiempo para disfrutar los otros dones que Dios le ha dado, y comprenda que Dios es el que nos proporciona tanto las asignaciones como las recompensas, no nosotros. Dios enseña que “Nada hagáis por contienda o por vanagloria; antes bien con humildad, estimando cada uno a los demás como superiores a él mismo; no mirando cada uno por lo suyo propio, sino cada cual también por lo de los otros.”(Fil 2:3-4).
    1. El trabajo incentivado por la envidia (Ecl 4:4). He visto asimismo que todo trabajo y toda excelencia de obras despierta la envidia del hombre contra su prójimo. También esto es vanidad y aflicción de espíritu.
    El primer incentivo incorrecto al que Salomón alude es la envidia. Dice que todo trabajo y toda
    excelencia de obras (sin duda son hipérboles) despierta la envidia del hombre contra su prójimo y que la envidia es vacío, vanidad y aflicción de espíritu. El apóstol Pablo advierte que evitemos la envidia: “Pero si os mordéis y os coméis unos a otros, mirad que también no os consumáis unos a otros.”(Gá 5:15). Santiago también confronta el pecado de la envidia ¿De dónde vienen las guerras y los pleitos entre vosotros? ¿No es de vuestras pasiones, las cuales combaten en vuestros miembros? Codiciáis, y no tenéis; matáis y ardéis de envidia, y no podéis alcanzar; combatís y lucháis, pero no tenéis lo que deseáis, porque no pedís. Pedís, y no recibís, porque pedís mal, para gastar en vuestros deleites.” (Stg 4:1-3).
    2. El trabajo del necio (Ecl 4:5). El necio cruza sus manos y come su misma carne. El necio es víctima de su propia ociosidad. Lamentablemente, cuando una persona se desempeña con excelencia, muchas veces otros, por envidia, le hacen la guerra (Ecl 4:4a). Le causan tantas tribulaciones, que su buena labor, en vez de traerle alegría y buena fama, le resulta fuente de aflicción (Ecl 4:4b). Por otro lado, tampoco es sabia la pereza, pues por ella se puede morir de hambre, cruzándose de brazos y comiendo su propia carne (Ecl 4:5). “Es cierto que al necio lo mata la ira, y al codicioso lo consume la envidia.” (Job 5:2). “Tesoro precioso y aceite hay en la casa del sabio; mas el hombre insensato todo lo disipa [despilfarra].” (Pr 21:20).
    3. El equilibrio en el trabajo (Ecl 4:6). Más vale un puño lleno con descanso, que ambos puños llenos con trabajo y aflicción de espíritu. Una vez más debemos aclarar que Salomón no está enseñando que no se trabaje o ser negligente en el trabajo sino ser diligente y equilibrado en el trabajo porque la vanidad de los afanes solo traerá quitar la paz y afectar la salud con dolores, molestias, ansiedad y frustración “Porque ¿qué tiene el hombre de todo su trabajo, y de la fatiga de su corazón, con que se afana debajo del sol? Porque todos sus días no son sino dolores, y sus trabajos molestias; aun de noche su corazón no reposa. Esto también es vanidad.” (Ecl 2:22-23). A muchos los motiva la envidia, la ambición y el deseo de ser vistos por los hombres y se afanan con el trabajo, llegando incluso a perder la vida. Salomón lo explica más adelante diciendo: “Aún hay esperanza para todo aquel que está entre los vivos; porque mejor es perro vivo que león muerto. Porque los que viven saben que han de morir; pero los muertos nada saben, ni tienen

  • 1080 – Ecl 4:1 – Eclesiastés 4. La opresión debajo del sol.
    Me volví y vi todas las violencias que se hacen debajo del sol; y he aquí las lágrimas de los oprimidos, sin tener quien los consuele; y la fuerza estaba en la mano de sus opresores, y para ellos no había consolador.

    Salomón vuelve al tema de la injusticia, pero aquí como “opresión”. En su minucioso análisis que se propuso hacer de “todo lo que se hace debajo del cielo” (Ecl 1:13), observó las violencias, es decir, las opresiones. Vio que los oprimidos no tenían consolación, pues los opresores poderosos les arrancaban el fruto de su trabajo. Tan deprimido se puso al contemplar esos casos, que concluyó que los explotados estarían más felices si ya hubieran muerto o si nunca hubieran nacido. Salomón también notó que los aliados de los opresores eran los jueces corruptos. En los tribunales hallaba impiedad e iniquidad en lugar de juicio justo (Ecl 3:16). Trataba de consolarse pensando que no siempre sería así. Dios permitía las injusticias para que les seres humanos vieran que son semejantes a las bestias (Ecl 3:18). Pero como todo tiene su tiempo debajo del cielo (Ecl 3:1), Salomón esperaba que algún día, Dios el Juez Justo, corregiría las injusticias de este mundo, dando al recto y al impío lo que merecían respectivamente. Ciertamente Dios, “Juzgará a los afligidos del pueblo, Salvará a los hijos del menesteroso, y aplastará al opresor.” (Sal 72:4).

    1. La opresión desenfrenada (Ecl 4:1). “Me volví y vi todas las violencias que se hacen debajo del sol; y he aquí las lágrimas de los oprimidos, sin tener quien los consuele; y la fuerza estaba en la mano de sus opresores, y para ellos no había consolador.” A manera de queja, Salomón se lamentó de la situación desesperada y desesperanzada de los oprimidos que imploran ayuda, pero que no la reciben por causa de la fuerza irresistible y la autoridad de sus opresores. La repetición del concepto sin tener quien los consuele pone énfasis en su deplorable situación. “He aquí, clama el jornal de los obreros que han cosechado vuestras tierras, el cual por engaño no les ha sido pagado por vosotros; y los clamores de los que habían segado han entrado en los oídos del Señor de los ejércitos. Habéis vivido en deleites sobre la tierra, y sido disolutos; habéis engordado vuestros corazones como en día de matanza. Habéis condenado y dado muerte al justo, y él no os hace resistencia.” (Stg 5:4-6). Por lo tanto, “Amos, haced lo que es justo y recto con vuestros siervos, sabiendo que también vosotros tenéis un Amo en los cielos.” (Col 4:1). Dios conoce las injusticias de los opresores recordándoles: “Y vendré a vosotros para juicio; y seré pronto testigo contra los hechiceros y adúlteros, contra los que juran mentira, y los que defraudan en su salario al jornalero, a la viuda y al huérfano, y los que hacen injusticia al extranjero, no teniendo temor de mí, dice Jehová de los ejércitos.” (Mal 3:5).
    2. Dios consuela, levanta y guarda al oprimido (Ecl 4:2-3). “Y alabé yo a los finados, los que ya murieron, más que a los vivientes, los que viven todavía. Y tuve por más feliz que unos y otros al que no ha sido aún, que no ha visto las malas obras que debajo del sol se hacen.” (Ecl 4:2-3). Salomón se deprime y establece que el hombre estaría mejor si muriera, o mejor aún, si nunca hubiera nacido para no ser testigo de las malas obras que se hacen en la tierra por causa de la injusticia. El ser humano debajo del sol sin Dios se deprime ante la opresión, la maldad e injusticias de los malos, pero el creyente en Jesucristo, descansa en el Dios todopoderoso, juez justo, soberano que lo sustenta todo, y tiene control de toda su vida, porque: “Jehová mata, y Él da vida; El hace descender al Seol, y hace subir. Jehová empobrece, y Él enriquece; Abate, y enaltece. El levanta del polvo al pobre, y del muladar exalta al menesteroso, para hacerle sentarse con príncipes y heredar un sitio de honor. Porque de Jehová son las columnas de la tierra,

  • 1079 - Ecl 3:20 – Eclesiastés 3. Del polvo a la gloria.
    Todo va a un mismo lugar; todo es hecho del polvo, y todo volverá al mismo polvo.

    Salomón expresa su deseo de que los seres humanos se den cuenta que al elegir vivir, debajo del sol sin Dios, para tomarlo como su porción, su provecho, se ponen a un nivel con las bestias, sin ser libres, como ellas, de las aflicciones presentes y mueren. Ambos retornan al polvo del cual fueron tomados. ¡Qué poca razón tenemos de enorgullecernos de nuestro cuerpo o de los logros corporales! Es por cierto triste, lamentable el caso de los que tienen como sus esperanzas y deseos más altos, morir como las bestias. Que nuestra pregunta sea: ¿cómo puede una eternidad de existencia ser para nosotros una eternidad de gozo? Responder esto es el gran propósito de la revelación. Jesús es revelado como el Hijo de Dios y esperanza de los pecadores que afirma: “Yo soy la resurrección y la vida; el que cree en mí, aunque esté muerto, vivirá. Y todo aquel que vive y cree en mí, no morirá eternamente. ¿Crees esto?” (Jn 11:25-26).

    1. Las injusticias de la vida (Ecl 3:16). “Vi más debajo del sol: en lugar del juicio, allí impiedad; y en lugar de la justicia, allí iniquidad.” Previendo cualquier posible objeción a la perfección del plan de Dios, Salomón establece que no había pasado por alto el problema de la injusticia (Ecl 4:1; 8:14). Él había observado en su propia vida (debajo del sol) que la injusticia se manifiesta con frecuencia en el lugar más inesperado en la corte, que es el lugar del juicio, y de la justicia. La repetición de la frase impiedad e iniquidad enfatiza su sorpresa y consternación. La conducta debajo del sol sin Dios es que: “Sus príncipes en medio de ella son leones rugientes; sus jueces, lobos nocturnos que no dejan hueso para la mañana.” (Sof 3:3).
    2. El plan futuro de Dios, juzgar vivos y muertos. (Ecl 3:17).” Y dije yo en mi corazón: Al justo y al impío juzgará Dios; porque allí hay un tiempo para todo lo que se quiere y para todo lo que se hace.” Salomón afirma que tanto al justo y al impío juzgará Dios pero que su juicio será en su tiempo (Ecl 11:9; 12:14). Jesucristo tiene la autoridad para juzgar y dar vida eterna: “Porque el Padre a nadie juzga, sino que todo el juicio dio al Hijo, y también le dio autoridad de hacer juicio, por cuanto es el Hijo del Hombre.” (Jn 5:22,27; Hch 10:42). Para todos aquellos que han rechazado a Dios, durante toda la existencia de la humanidad, habrá un juicio final y el juez será Jesucristo: “Y vi un gran trono blanco y al que estaba sentado en él, de delante del cual huyeron la tierra y el cielo, y ningún lugar se encontró para ellos. Y vi a los muertos, grandes y pequeños, de pie ante Dios; y los libros fueron abiertos, y otro libro fue abierto, el cual es el libro de la vida; y fueron juzgados los muertos por las cosas que estaban escritas en los libros, según sus obras. Y el que no se halló inscrito en el libro de la vida fue lanzado al lago de fuego.” (Ap 20:11-12,15).
    3. Del polvo al polvo (Ecl 3:18-20). “Dije en mi corazón: Es así, por causa de los hijos de los hombres, para que Dios los pruebe, y para que vean que ellos mismos son semejantes a las bestias. Porque lo que sucede a los hijos de los hombres, y lo que sucede a las bestias, un mismo suceso es: como mueren los unos, así mueren los otros, y una misma respiración tienen todos; ni tiene más el hombre que la bestia; porque todo es vanidad. Todo va a un mismo lugar; todo es hecho del polvo, y todo volverá al mismo polvo.” El hombre “vuelve a la tierra” a causa de su pecado fue condenado: “Con el sudor de tu rostro comerás el pan hasta que vuelvas a la tierra, porque de ella fuiste tomado; pues polvo eres, y al polvo volverás.” (Gn 3:19). Salomón recuerda lo finito, limitado, temporal del ser humano y compara que tanto el hombre como las bestias mueren y van al mismo lugar, del polvo al polvo de la tierra.

  • 1078 – Ecl 3:11 – Eclesiastés 3. Dios ha puesto eternidad en el corazón.
    Todo lo hizo hermoso en su tiempo; y ha puesto eternidad en el corazón de ellos, sin que alcance el hombre a entender la obra que ha hecho Dios desde el principio hasta el fin.

    ¿Tu corazón está inclinado a lo eterno o a lo temporal? Lo que pertenece a la eternidad no puede hallar su correlativo en aquellas cosas que solo son temporales. Aunque hay “un tiempo” para cada propósito debajo del cielo, no hay nada determinado por el tiempo que no sea “vanidad y perseguir el viento” para aquello que es eterno. Por cuanto Dios ha puesto eternidad en el corazón, Él tiene la intención de poner allí cosas eternas para glorificar su nombre en la vida debajo del sol y por la eternidad. ¿Por qué Dios lo hizo así? Porque “todos los llamados de mi nombre; para gloria mía los he creado, los formé y los hice.” (Is 43:7). “No a nosotros, oh Jehová, no a nosotros, sino a tu nombre da gloria, por tu misericordia, por tu verdad.” (Sal 115:1). Salomón se asombra al ver que no encuentra satisfacción en lo temporal, y es que Eclesiastés es la autobiografía de un recaído, apartado de la fe por perseguir la vida debajo del sol sin Dios, y por ello no hay por qué sorprendernos de su imprecisión. Apártate de Dios, y pronto verás las cosas de manera borrosa, te encontrarás en una neblina, en una niebla espiritual de tu propia creación, lo temporal e irás vacilante hasta perder tu salvación, naufragando en la fe, como barco que se desata del muelle deslizándose poco a poco por el oleaje, y termina naufragando en alta mar. “Por tanto, es necesario que con más diligencia atendamos a las cosas que hemos oído, no sea que nos deslicemos. Y ¿cómo escaparemos nosotros, si descuidamos una salvación tan grande?” (He 2:1,3).

    1. El provecho de lo temporal (Ecl 3:9-10). ¿Qué provecho tiene el que trabaja, de aquello en que se afana? Yo he visto el trabajo que Dios ha dado a los hijos de los hombres para que se ocupen en él. ¿Alguna vez ha trabajado usted larga y diligentemente en un proyecto que fracasó? ¿Recuerda la frustración que le causó? ¡Qué pérdida de tiempo! Hasta dan ganas de llorar. ¿Le gustaría invertir toda su vida en labores que no prosperan? Invierta su vida en lo temporal y vera igual que Salomón, que no tiene provecho eterno. Jesús recuerda a sus discípulos: “Si alguno quiere venir en pos de mí, niéguese a sí mismo, y tome su cruz, y sígame. Porque todo el que quiera salvar su vida, la perderá; y todo el que pierda su vida por causa de mí, la hallará. Porque ¿qué aprovechará al hombre, si ganare todo el mundo, y perdiere su alma? ¿O qué recompensa dará el hombre por su alma?” (Mt 16:24-26).
    2. Dios ha puesto eternidad en el corazón (Ecl 3:11). “Todo lo hizo hermoso en su tiempo; y ha puesto eternidad en el corazón de ellos, sin que alcance el hombre a entender la obra que ha hecho Dios desde el principio hasta el fin.” Dios "ha puesto eternidad en el corazón de ellos" significa que nunca podremos estar completamente satisfechos con los placeres y logros terrenales. Dios nos ha creado a su imagen y tenemos: Deseos espirituales, valores eternos, y nada que no sea el Dios eterno puede satisfacernos verdaderamente. Los que aceptamos a Jesucristo como nuestro Señor y Salvador, somos nuevas criaturas que podemos entender cómo vivir para lo eterno ya que: “nosotros no hemos recibido el espíritu del mundo, sino el Espíritu que proviene de Dios, para que sepamos lo que Dios nos ha concedido. Porque ¿quién conoció la mente del Señor? ¿Quién le instruirá? Mas nosotros tenemos la mente de Cristo.” (1Co 2:12,16). El ladrón en la cruz aceptó a Jesús como su Rey y Señor diciendo: “Acuérdate de mí cuando vengas en tu reino. Entonces Jesús le dijo: De cierto te digo que hoy estarás conmigo en el paraíso.” (Lc 23:42-43).
    3. El gozo es don de Dios (Ecl 3:12-13). “Yo he conocido que no hay para ellos cosa mejor que alegrarse, y hacer bien en su vida; y también que es don de Dios

  • 1077 – Ecl 3:1 – Eclesiastés 3. Todo tiene su tiempo.
    Todo tiene su tiempo, y todo lo que se quiere debajo del cielo tiene su hora.

    El ser humano debajo del sol no conoce el tiempo oportuno, perfecto para hacer una actividad, emprender un nuevo negocio, viajar, etc. ¿Cómo saber cuándo debemos hacer las cosas? Es un problema importante, porque si acertamos, los resultados pueden ser favorables, pero si escogemos el tiempo inadecuado para una actividad, las consecuencias pueden ser nefastas. Lamentablemente, nadie, ni siquiera el más sabio, siempre escoge bien. Aun el agricultor más experimentado puede plantar demasiado temprano, o demasiado tarde, y pagará caro su error. ¿Quién no lucha con el problema de saber cuándo callarse y cuándo hablar? El único que siempre sabe los tiempos correctos es Dios. De hecho, Él ha establecido el tiempo perfecto para todo, y lo que se realiza en su tiempo apropiado resulta hermoso. Además, el Creador “ha puesto eternidad en el corazón” de los seres humanos. Es decir, nos ha permitido entender que los “tiempos” que vivimos son parte de un plan que el Soberano está llevando a cabo, desde la eternidad pasada hasta la eternidad futura.
    1. El problema del ser humano debajo del sol (Ecl 3:1). “Todo tiene su tiempo, y todo lo que se quiere debajo del cielo tiene su hora.” Salomón dice: Todo tiene su tiempo, y todo lo que se quiere debajo del cielo. Al usar las palabras “lo que se quiere” se refiere a todos los actos deliberados y voluntarios de la gente. La frase “lo que se quiere” siempre se usa para hablar de la gente, y significa “desea”; por medio de la metonimia significa “lo que uno desea”. La gente es responsable de sus actos voluntarios, más adelante afirma: “Y dije yo en mi corazón: Al justo y al impío juzgará Dios; porque allí hay un tiempo para todo lo que se quiere y para todo lo que se hace.” (Ec. 3:17). Salomón afirma que cada actividad tiene su “tiempo” preciso (un punto en el tiempo) y una hora (duración). Los discípulos preguntaron “Señor, ¿restaurarás el reino a Israel en este tiempo? Y les dijo: No os toca a vosotros saber los tiempos o las sazones, que el Padre puso en su sola potestad;” (Hch 1:6-7). Enseñando que Dios en su soberanía establece, determina un tiempo (las sazones, kairos), y lo ejecutará en el tiempo (Cronos, cronometro: hora, minuto, segundo) del ser humano, para que se cumpla su buena, agradable y perfecta voluntad. (Ro 12:2).
    2. Todo tiene su tiempo debajo del sol (Ecl 3:2-8). En Ecl 3:2–8, el Predicador enumera veintiocho actividades y afirma que cada una tiene su tiempo. Esto significa no sólo que todas ellas suceden en cierto tiempo, sino también que hay tiempos oportunos para cada una. Las veintiocho actividades están agrupadas en catorce pares de polos opuestos (antónimos). Es decir, dentro de cada par, la segunda actividad es lo contrario de la primera. Por ejemplo, nacer es contrario a morir, plantar lo contrario de arrancar “Tiempo de nacer, y tiempo de morir; tiempo de plantar, y tiempo de arrancar lo plantado” (Ecl 3:2). La lista comienza con la referencia al principio y final de la vida, dos acontecimientos sobre los que una persona no tiene control alguno. Salomón continúa con alguien que comienza y termina con la vida vegetal (tiempo de plantar, y tiempo de arrancar lo plantado), de uno que toma y salva vidas humanas y construye y destruye edificios. “tiempo de matar, y tiempo de curar; tiempo de destruir, y tiempo de edificar” (Ecl 3:3). Quizá todo esto fue originado por el concepto del nacimiento y la muerte. Luego sigue con las reacciones humanas a los conceptos de la muerte y la destrucción en Ecl 3:4-7 “tiempo de llorar, y tiempo de reír; tiempo de endechar, y tiempo de bailar; tiempo de esparcir piedras, y tiempo de juntar piedras; tiempo de abrazar, y tiempo de abstenerse de abrazar; tiempo de buscar, y tiempo de perder; tiempo de guardar, y tiempo de desechar; tiempo de romper, y tiempo de coser; tiempo de callar, y tiempo

  • 1076 – Ecl 2:19 – Eclesiastés 2. La vanidad de los afanes.
    Y ¿quién sabe si será sabio o necio el que se enseñoreará de todo mi trabajo en que yo me afané y en que ocupé debajo del sol mi sabiduría? Esto también es vanidad.

    Salomón continuó mostrando que el trabajo no produce fruto duradero para los que trabajan exclusivamente para ganar dinero y obtener posesiones. Pretendemos trabajar para lo eterno y nos encontramos con que la vida es pasajera. La muerte interrumpe el curso de la vida y le resta sentido a todo lo que hacemos. No sólo se quedarán atrás todos los logros alcanzados con los afanes del trabajo cuando muramos, sino que puede quedar para personas que no han hecho nada para ganarlo y no lo cuiden dando un mal uso y perderlo. Algunos se afanan trabajando para dejar herencia a los hijos, pero la mejor herencia que podemos dejar a la familia es enseñarles a vivir una vida siendo temerosos de Dios. El verdadero gozo de la vida surge únicamente cuando seguimos los principios de Dios. Sin Él, la satisfacción es una búsqueda perdida. Las personas que saben disfrutar de la vida son los que toman cada día la vida como un regalo de Dios, y le dan las gracias en todo, siguen y sirven a Dios por medio de ella. Así que, “de gracia recibisteis, dad de gracia.” (Mt 10:8).
    1. ¿Quién heredará nuestros afanes? (Ecl 2:18-21). “Asimismo aborrecí todo mi trabajo que había hecho debajo del sol, el cual tendré que dejar a otro que vendrá después de mí. Y ¿quién sabe si será sabio o necio el que se enseñoreará de todo mi trabajo en que yo me afané y en que ocupé debajo del sol mi sabiduría? Esto también es vanidad.” Es importante entender que Salomón no está diciendo que no se debe trabajar o dejar de ser diligente en el trabajo, sino el resultado vacío, inútil del afán de trabajar para obtener bienes, riquezas. El heredero, un hijo u otro, puede despilfarrar la herencia: “Volvió, por tanto, a desesperanzarse mi corazón acerca de todo el trabajo en que me afané, y en que había ocupado debajo del sol mi sabiduría. ¡Que el hombre trabaje con sabiduría, y con ciencia y con rectitud, y que haya de dar su hacienda a hombre que nunca trabajó en ello! También es esto vanidad y mal grande.” (Ecl 2:20-21). Salomón se entristece porque sus logros obtenidos con el afán del trabajo no son eternos, y la persona que lo heredará no había trabajado en ello y por lo tanto, no lo apreciaría en su justo valor. Además, podría ser un necio y despilfarrarlo todo. “Ciertamente como una sombra es el hombre; ciertamente en vano se afana; amontona riquezas, y no sabe quién las recogerá.” (Sal 39:6).
    2. Resultados de la vanidad de los afanes (Ecl 2:22-23). “Porque ¿qué tiene el hombre de todo su trabajo, y de la fatiga de su corazón, con que se afana debajo del sol? Porque todos sus días no son sino dolores, y sus trabajos molestias; aun de noche su corazón no reposa. Esto también es vanidad.” El afán por el trabajo no podrá llenar el vacío del ser humano. Más adelante dirá: “Más vale un puño lleno con descanso, que ambos puños llenos con trabajo y aflicción de espíritu.” (Ecl 4:6). La vanidad de los afanes solo traerá quitar la paz y afectar la salud con dolores, molestias, ansiedad y frustración. Uno de los resultados de los afanes de la vida es que se deja a un lado la búsqueda y servicio a Dios, y se deja de compartir con la familia. La Biblia enseña que: “Si Jehová no edificare la casa, en vano trabajan los que la edifican; si Jehová no guardare la ciudad, en vano vela la guardia. Por demás es que os levantéis de madrugada, y vayáis tarde a reposar, y que comáis pan de dolores; pues que a su amado dará Dios el sueño.” (Sal 127:1-2). Otros cometen injusticias por seguir la vanidad de los afanes: “¡Ay del que edifica su casa sin justicia, y sus salas sin equidad, sirviéndose de su prójimo de balde, y no dándole el salario de su trabajo! Que dice: Edificaré para mí casa espaciosa, y salas airosas; y le abre ventanas, y la cubre de cedro,

  • 1075 – Ecl 2:14 – Eclesiastés 2. La vanidad de vivir sabiamente.
    El sabio tiene sus ojos en su cabeza, mas el necio anda en tinieblas; pero también entendí yo que un mismo suceso acontecerá al uno como al otro.

    ¿Es la muerte el compensador final de toda la gente, sin importar lo que alcanzaron en la vida? Si bien esto parece cierto desde una perspectiva terrenal, Dios deja muy claro que lo que hagamos aquí tiene un gran impacto sobre el lugar donde pasaremos nuestra vida eterna. Salomón se dio cuenta de que la sabiduría por sí sola no puede garantizar la vida eterna. La sabiduría, las riquezas y los logros personales importan muy poco después de la muerte, y todos debemos morir. No debemos edificar nuestra vida sobre metas perecederas, sino sobre el fundamento sólido de Dios. Entonces, si todo nos es quitado, seguiremos teniendo a Dios, quien es, de todos modos, todo lo que realmente necesitamos. “¿A quién tengo yo en los cielos sino a ti? Y fuera de ti nada deseo en la tierra.” (Sal 73:25).
    1. La sabiduría y la insensatez (Ecl 2:12-13) “Después volví yo a mirar para ver la sabiduría y los desvaríos y la necedad; porque ¿qué podrá hacer el hombre que venga después del rey? Nada, sino lo que ya ha sido hecho. Y he visto que la sabiduría sobrepasa a la necedad, como la luz a las tinieblas.” Salomón usa la luz y las tinieblas de manera metafórica para enseñar que el sabio puede prever el peligro y así evitarlo mientras que el necio se mete en problemas como si anduviera a tientas en la oscuridad. Tan profundamente bebió de todas las aguas de los placeres del mundo, que dijo: “¿Qué podrá hacer el hombre que suceda al rey?” ¿Qué hombre hay que pueda tener posibilidad alguna de satisfacer su corazón con las cosas materiales de la tierra cuando él, el más sabio y rico de los hombres de la tierra, había fracasado? Salomón dará ejemplos: “Mejor es el muchacho pobre y sabio, que el rey viejo y necio que no admite consejos; porque de la cárcel salió para reinar, aunque en su reino nació pobre.” (Ecl 4:13-14).
    2. El sabio y el insensato, ambos morirán (Ecl 2:14-16). “El sabio tiene sus ojos en su cabeza, mas el necio anda en tinieblas; pero también entendí yo que un mismo suceso acontecerá al uno como al otro.” (Ecl 2:14). Salomón llegó a una conclusión que no nos sorprende porque la sabiduría tiene clara ventaja sobre la insensatez. El prudente evita muchos errores en los cuales caen los necios. Esta conclusión parece obvia, y concuerda con la perspectiva bíblica en general y es apoyada por el mismo Salomón en Pr 14:16 El sabio teme y se aparta del mal; mas el insensato se muestra insolente y confiado.” Pero Salomón se puso a reflexionar más intensamente. Se le ocurrió que un mismo destino espera a los sabios y a los insensatos (Ecl 2:14b). ¡Ambos morirán! Por lo tanto, el valor supremo que busca no puede entonces descansar en ninguna esperanza de retribución en esta vida. “Entonces dije yo en mi corazón: Como sucederá al necio, me sucederá también a mí. ¿Para qué, pues, he trabajado hasta ahora por hacerme más sabio? Y dije en mi corazón, que también esto era vanidad. Porque ni del sabio ni del necio habrá memoria para siempre; pues en los días venideros ya todo será olvidado, y también morirá el sabio como el necio.” (Ecl 2:15-16). Salomón concluye diciendo que ser sabio, vivir con sabiduría en contraste con vivir neciamente, no es una ventaja real. “Pues verá que aun los sabios mueren; que perecen del mismo modo que el insensato y el necio, y dejan a otros sus riquezas.” (Sal 49:10).
    3. La recompensa de vivir sabiamente (Ecl 2:17). “Aborrecí, por tanto, la vida, porque la obra que se hace debajo del sol me era fastidiosa; por cuanto todo es vanidad y aflicción de espíritu.” Si la sabiduría no le garantizaba justicia, entonces todo el esfuerzo realizado a fin de llegar a ser sabio no aprovechaba nada. Esto llevó a Salomón a ver la vida en forma negativa y amarga. Dijo que aborrecía la vida porque la obra era fastidiosa

  • 1074 – Ecl 2:10 – Eclesiastés 2. La vanidad de los placeres.
    No negué a mis ojos ninguna cosa que desearan, ni aparté mi corazón de placer alguno, porque mi corazón gozó de todo mi trabajo; y esta fue mi parte de toda mi faena.

    Los múltiples inventos del corazón del hombre para obtener satisfacción en el mundo, y su cambio de una cosa a otra, son como el viajero desesperado sin rumbo, y como la inquietud del hombre con fiebre. Salomón dirige su búsqueda de la sabiduría humana a los placeres y al darse cuenta que era necedad darse al vino, en seguida prueba las costosas diversiones de los príncipes. Comenzó con grandes proyectos, compró esclavos y ganados, amasó fortuna, adquirió cantores, agregó muchas mujeres a su harén, y se convirtió en el personaje más importante de Jerusalén. Pero nada de eso le proporcionó la satisfacción que estaba buscando porque “todo era vanidad y aflicción de espíritu, y sin provecho debajo del sol" (Ecl 2:11). Salomón siendo sabio dijo “Las riquezas de vanidad disminuirán; pero el que recoge con mano laboriosa las aumenta.” (Pr 13:11), pero en Eclesiastés Dios le demuestra su insensatez.

    1. La meta y conclusión de la búsqueda de la felicidad en el placer (Ecl 2:1-2) “Dije yo en mi corazón: Ven ahora, te probaré con alegría, y gozarás de bienes. Mas he aquí esto también era vanidad. A la risa dije: Enloqueces; y al placer: ¿De qué sirve esto?” Salomón establece que en su búsqueda por encontrar algo que valiera la pena en la vida, experimentó todo tipo de placeres. Pero llegó a la conclusión de que eran fútiles y vanos, porque eran necios y porque logró muy poco, o nada. La pregunta de Salomón ¿de qué sirve esto? es una vez más retórica y requiere una respuesta negativa. No sirve para nada.
    2. La gratificación sensual (Ecl 2:3) “Propuse en mi corazón agasajar mi carne con vino, y que anduviese mi corazón en sabiduría, con retención de la necedad, hasta ver cuál fuese el bien de los hijos de los hombres, en el cual se ocuparan debajo del cielo todos los días de su vida.” El ser humano sin Dios, como viajero desesperado, cae en la gratificación sensual, agasajando la carne con el alcohol y prueba los efectos de la búsqueda del placer y de la frivolidad para ver si en verdad valen la pena. “¡Ay de los que se levantan de mañana para seguir la embriaguez; que se están hasta la noche, hasta que el vino los enciende! Y en sus banquetes hay arpas, vihuelas, tamboriles, flautas y vino, y no miran la obra de Jehová, ni consideran la obra de sus manos.” (Is 5:11-12).
    3. La búsqueda del placer en la acumulación bienes materiales (Ecl 2:4-10). Siendo el hombre más rico y poderoso que había vivido en Jerusalén (Ecl 2:9; 1Re 10), se rodeó de objetos gratificantes tales como edificaciones hermosas y viñas (Ecl 2:4; 1Re 7:1–11), huertos y jardines exuberantes (Ec 2:5) y llenos de árboles (Ecl 2:5–6), gran cantidad de siervos y siervas (Ecl 2:7; 1Re 10:5) que estaban disponibles para servirle, músicos para llenar sus necesidades artísticas y un gran harén para satisfacer “los deleites de los hijos de los hombres” (Ec 2:8); completa su lujuria al tener muchas mujeres, las cuales desviaron su corazón de Dios (1Re 11:1–3). “Y cuando Salomón era ya viejo, sus mujeres inclinaron su corazón tras dioses ajenos, y su corazón no era perfecto con Jehová su Dios, como el corazón de su padre David.” (1Re 11:4). Además, con las riquezas de sus manadas de vacas y ovejas (Ec 2:7) y sus grandes tesoros de plata y oro (Ecl 2: 8; 1Re 10:14–15, 27) podía comprar cualquier cosa que su corazón deseara para satisfacer todo placer imaginable, y dice: “No negué a mis ojos ninguna cosa que desearan, ni aparté mi corazón de placer alguno, porque mi corazón gozó de todo mi trabajo; y esta fue mi parte de toda mi faena.” (Ec 2:10). Dios advierte al ser humano que acumula bienes y riquezas: ¡Ay de los que juntan casa a casa, y añaden heredad a heredad hasta ocuparlo todo! ¿Habitaréis vosotros solos en medio de la tierra? (Is 5:8).

  • 1073 – Ecl 1:18 – Eclesiastés 1. La vanidad de la sabiduría humana.
    Porque en la mucha sabiduría hay mucha molestia; y quien añade ciencia, añade dolor.

    La sabiduría humana, a través de nuevos descubrimientos, logra que la ciencia aumente y obtiene logros, premios reconocidos por la sociedad. Esto ya había sido anunciado por la Biblia que para los últimos tiempos la ciencia aumentaría (Dn 12:4c). Salomón hace énfasis en dos tipos de sabiduría en el libro de Eclesiastés: (1) el conocimiento, razonamiento o filosofía humanos y (2) la sabiduría que proviene de Dios. En Ecl 1:16-18 Salomón está hablando acerca de la sabiduría y conocimiento humano. Cuando el conocimiento humano deja fuera a Dios, sólo saca a relucir nuestros problemas debido a que no puede proporcionar las respuestas sin una perspectiva y una solución eternas de Dios. Curiosamente, los científicos de siglos pasados, algunos de ellos como Isaac Newton, Galileo Galilei, Blaise Pascal, eran temerosos de Dios. La gran mayoría de científicos contemporáneos son ateos, consideran que la religión no es compatible con la ciencia, y niegan que un creyente, temeroso de Dios puede ser científico. Han dado la espalda a Dios, y usan la sabiduría humana para aumentar la ciencia e ir en contra de la principal creación de Dios: el ser humano. Queriendo imitar a Dios han determinado crear nuevas formas de vida para “reemplazar, mejorar, desplazar” el ser humano original creado por Dios. Salomón concluye que la sabiduría humana apartada de Dios es vanidad y aflicción de espíritu que algunos traduce como “correr tras el viento” produciendo molestia y dolor. “¡Ay de los que a lo malo dicen bueno, y a lo bueno malo; que hacen de la luz tinieblas, y de las tinieblas luz; que ponen lo amargo por dulce, y lo dulce por amargo! ¡Ay de los sabios en sus propios ojos, y de los que son prudentes delante de sí mismos!” (Is 5:20-21).

    1. Creciendo en sabiduría humana (Ecl 1:16). “Hablé yo en mi corazón, diciendo: He aquí yo me he engrandecido, y he crecido en sabiduría sobre todos los que fueron antes de mí en Jerusalén; y mi corazón ha percibido mucha sabiduría y ciencia.” Salomón logra por la gracia de Dios ser el hombre más sabio debajo del sol, el mayor en sabiduría humana. Dios le concede sabiduría a Salomón diciendo: “he aquí lo he hecho conforme a tus palabras; he aquí que te he dado corazón sabio y entendido, tanto que no ha habido antes de ti otro como tú, ni después de ti se levantará otro como tú.” (1Re 3:12). Toda la riqueza de la verdad necesaria para la salvación, la santificación y la glorificación para la vida eterna, se halla en Jesucristo, quien es Dios revelado, “para que sean consolados sus corazones, unidos en amor, hasta alcanzar todas las riquezas de pleno entendimiento, a fin de conocer el misterio de Dios el Padre, y de Cristo, en quien están escondidos todos los tesoros de la sabiduría y del conocimiento.” (Col 2:2-3).
    2. La sabiduría humana es aflicción de espíritu (Ecl 1:17). “Y dediqué mi corazón a conocer la sabiduría, y también a entender las locuras y los desvaríos; conocí que aun esto era aflicción de espíritu.” Salomón el hombre más sabio, luego de meditar en su gran sabiduría y vasta experiencia, se dio cuenta de que en realidad, sus cualidades le proporcionaban muy poca ventaja sobre las locuras y los desvaríos [disparates], ya que son aflicción de espíritu. Por lo tanto, “Nadie se engañe a sí mismo; si alguno entre vosotros se cree sabio en este siglo, hágase ignorante, para que llegue a ser sabio. Porque la sabiduría de este mundo es insensatez para con Dios; pues escrito está: El prende a los sabios en la astucia de ellos. Y otra vez: El Señor conoce los pensamientos de los sabios, que son vanos.” (1Co 3:18-20).
    3. La sabiduría humana causa molestia y dolor (Ecl 1:18). “Porque en la mucha sabiduría hay mucha molestia; y quien añade ciencia, añade dolor.” La sabiduría terrenal se describe en Stg 3:14-15 Pero si tenéis celos amargos y contención