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La guerra brindó un contexto en el que afloraron tensiones económicas y políticas internas en los estados miembros de la alianza antifilibustera, y favoreció al mismo tiempo una nueva cohesión “nacionalista”, a través de una retórica patriótica y de defensa de la religión. La guerra antifilibustera, como encrucijada decisiva en la que alrededor del esfuerzo colectivo de expulsar a los aventureros extranjeros se dirimieron al mismo tiempo cuestiones directamente relacionadas con el balance de poder regional y con el predominio de intereses particulares de grupo al interior de cada Estado, fue punto de partida de la carrera hacia la modernización bajo el signo del liberalismo que caracterizó el último cuarto del siglo XIX. (Pérez Pineda, 2014, p. 347).
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La guerra tuvo una importancia central en el proceso de construcción estatal en Iberoamérica durante el siglo XIX. La llamada Guerra Nacional de 1857-1857 tuvo particularidades propias que la diferenciaron de los numerosos conflictos armados centroamericanos de la época. No obstante, la guerra contra los filibusteros comparte con dichos conflictos una serie de características importantes, por lo que su estudio permite conocer la manera en que se libraban las guerras en esa época, le modo de financiarlas y, en general, el funcionamiento del estado en contribuir a explicar la relación entre guerra y deuda pública en el siglo XIX en condiciones de guerra (Pérez Pineda, 2014, p. 7).
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El istmo centroamericano, dividido después del fracaso de la Federación en cinco pequeños estados, era el escenario de pretensiones hegemónicas por las fuerzas que gobernaban aquellos estados que gozaban de mayor estabilidad política y que habían establecido vínculos amistosos con gran Bretaña, la primera potencia de la época en un marco geopolítico internacional en el que la creciente rivalidad entre Gran Bretaña y los Estados Unidos de América por el dominio de la ruta interoceánica había causado tensiones serias (Pérez Pineda, 2014, p. 8).
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Luego de la independencia del Reyo de Guatemala de España, y la consecuente anexión a México y su disolución, la meta fue construir un nuevo tipo de sociedad y de orden político, el que se conseguiría creando reformas profundas, que iban a colocar al territorio colonial antiguo a la par de las naciones modernas y desarrolladas.
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Luego de la independencia del Reyo de Guatemala de España, y la consecuente anexión a México y su disolución, la meta fue construir un nuevo tipo de sociedad y de orden político, el que se conseguiría creando reformas profundas, que iban a colocar al territorio colonial antiguo a la par de las naciones modernas y desarrolladas.
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Luego de la independencia del Reyo de Guatemala de España, y la consecuente anexión a México y su disolución, la meta fue construir un nuevo tipo de sociedad y de orden político, el que se conseguiría creando reformas profundas, que iban a colocar al territorio colonial antiguo a la par de las naciones modernas y desarrolladas.
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Los pipiles poblaron la mayor parte del territorio salvadoreño hasta el río Lempa en el oriente del país, pero mantenían influencia sobre los otros pueblos indígenas (lencas, cacaoperas, chortis, pocomamen, xincas, etc.) por lo que su influencia lingüística y cultural se encuentra prácticamente en todo el territorio nacional, incluso en las zonas que estaban pobladas pueblos de diferente origen étnico.
En el resto de Centro América hubo asentamientos pipiles en la zona pacífica de Guatemala y Nicaragua (los pipil-nicarao). Actualmente, descendientes pipiles se encuentran esparcidos en el occidente del país, especialmente en el departamento de Sonsonate, en donde todavía se encuentran hablantes de náhuat/pipil6 y en Ahuachapán. En San Salvador, aún hay presencia indígena visible en el municipio de Panchimalco, en donde algunas de las mujeres pipiles del pueblo, conocidas como “panchas”, aún portan el refajo (Lemus, 2010). -
El pueblo pipil es un grupo indígena descendiente de emigrantes nahuas que llegaron a Centroamérica en diversas olas migratorias entre los años 800 y 1300 d.C., aproximadamente (ver Fowler 1989, Lemus 2004). En El Salvador, estos grupos poblaron el occidente y el centro del país, en donde desarrollaron una cultura propia y se convirtieron en la cultura dominante de la región. Su idioma, el pipil o náhuat, es la única lengua indígena que aún se habla en El Salvador. Lemus, (2010).
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Pedro de Alvarado fue estratégico al establecer nuevas alianzas con los nativos. Los pueblos indígenas que se enlistaron en su ejército provenían de los principales reinos y etnias del centro de México: mexicas, tlapanecas, acolhuas, huezotzincas y tlaxcaltecas. Asimismo, se les sumarían otros grupos que se encontraban en la ruta a seguir por Alvarado, entre ellos mixtecas y zapotecas de Oaxaca. Cuando llegaron a Guatemala, se enlistaron aproximadamente mil kaqchikeles, quienes eran enemigos tradicionales de los pipiles. Los tlaxcaltecas encontraron en los españoles a unos aliados para batallar contra sus enemigos letales, los aztecas.
Alvarado utilizó exitosamente una táctica española frecuente para fragmentar y ganar provincias nativas, que radicaba en conquistar a los enemigos de los grupos que se manifestaban amistosos hacia los castellanos. Los kaqchikeles ayudaron por un tiempo a los españoles en la conquista de sus antiguos enemigos, los quichés. Otra expresión de esa táctica fue la decisión de Alvarado de avanzar, comenzando en el capital kaqchikel, para ir sobre otros de sus enemigos habituales, los pipiles de Izcuintepeque y Cuscatlán, y de esta manera extender su poder para instaurar derecho prior sobre una mayor cantidad de territorio hacia el sur. -
La conquista de Guatemala y Cuscatlán fue una extensión de la conquista de México Tenochtitlán. Hernán Cortés había recibido noticias de los ricos territorios que había más allá de los linderos bajo el control de los aztecas; por ello quiso extender su potestad y dominio. La conquista de Cuscatlán y del resto del territorio del actual El Salvador no fue una acción militar rápida, sino más bien un proceso prolongado, marcado por fracasos para los conquistadores y los conquistados.
Como se ha mencionado, el ejército de Alvarado era una fuerza multiétnica, compuesta por europeos, africanos y diversos pueblos indígenas. El asedio e invasión de Cuscatlán es un episodio de la conquista de Guatemala. Alvarado, al salir de Izcuintepeque (Guatemala), rumbo al sureste en trayectoria a la costa del Pacífico, desarrolló una operación de tierra arrasada, quemando poblados y sometiendo y esclavizando a sus ocupantes. -
Al final del período Clásico una serie de fenómenos complejos apuntan a una situación social de evidente dinamismo con alto grado de desintegración, que se vio agravada con guerras internas, cambios climáticos, presión demográfica y competencia entre facciones, entre otros factores.
En el período Posclásico, se registran diversas características que son relacionadas con la llegada de los pipiles de habla náhuat al sureste de Mesoamérica. Los migrantes trajeron sus dioses de origen mexicano, tales como Xipe Tótec, Tlaloc, Quetzalcóatl, Mictlantecuhtli, entre otros. Asimismo el cambio en el patrón de asentamiento y arquitectura se refleja en varios de los sitios arqueológicos del posclásico, como Cihuatán, Las Marías, así como muchos de ellos ubicados en la Costa del Bálsamo, y otros en espacios del actual El Salvador.
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El sitio Joya de Cerén nos proporciona una ventana muy clara al pasado prehistórico en la cual podemos apreciar actividades familiares en la frontera del área maya. Es un sitio extraordinariamente bien preservado debido a la repentina deposición de ceniza volcánica. Esta ceniza no permitió a las personas mover artefactos y en gran parte evitó los procesos naturales de descomposición.
Lo que vemos en el sitio es arquitectura doméstica sorprendente y sofisticada. La arquitectura pública era variada y generalmente de construcción muy sólida. Los artefactos dentro de los domicilios impresionan por su abundancia y en muchos casos por su elegancia y belleza. (Sheets, 2013, p.20).
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En este período, el valle de Zapotitán fue ocupado consecutivamente a la erupción de la caldera del Ilopango. Se extrapolaron alrededor de 350 sitios arqueológicos para dicho valle. El sitio San Andrés formó su principal centro administrativo y seguramente fue capital regional y centro rector del valle, durante el período Clásico Tardío.
Otras zonas se desarrollaron de forma semejante los sitios Tehuacán (San Vicente), Quelepa (San Miguel) y Los Llanitos (San Miguel). Estos sitios mantuvieron, un contacto comercial más estrecho con la parte central y el Valle de Ulúa en Honduras.
Otro rasgo significativo es el crecimiento de la población, centros monumentales, que incluyen cualidades urbanas: amplias plazas, limitadas por estructuras piramidales, plataformas masivas y amplios territorios, entre otros. En las sociedades estatales, las redes de comercio a larga distancia se desarrollaron mucho más; la religión se institucionalizó para afirmar el poder político - administrativo y la producción de los bienes consiguió agudos niveles de especialización: superiores tallas en piedra, nuevas formas y tonos cerámicos, que proponen una incuestionable interpretación social o religiosa.
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La zona maya que abarca Yucatán, Belice, Guatemala y Honduras, se definió durante el período Clásico Temprano (250-600 d.C. fechas para El Salvador) por el surgimiento de ciudades estado y el desarrollo de alianzas de tipo comercial e importante a través de matrimonios pacta dos entre los miembros de la élite de una ciudad estado con otras. En este lapso, se organizó Tazumal en el actual valle de Chalchuapa, una de las zonas arqueológicas más extensas de El Salvador y que por su posición geográfica se constituyó en un gran centro administrativo del occidente del país, vinculado a Kaminaljuyú (Guatemala) y Copán (Honduras).
A finales del período Clásico Temprano, gran parte de las zonas occidental y paracentral del actual El Salvador fueron impactadas por la erupción de la caldera del Ilopango; desolando los actuales departamentos de San Salvador y San Vicente, algunas zonas del departamento de La Libertad, y de forma mínima la zona de Chalchuapa.
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La contextualización de la cultura material ha permitido a los arqueólogos y demás científicos establecer las relaciones entre las antiguas civilizaciones asentadas en la costa del Pacífico Mesoamericano.
De la misma franja del Pacífico, los hallazgos de esculturas monumentales, llamadas comúnmente Gordinflones o Barrigones, y Cabezas monumentales de jaguar, encontradas en los actuales departamentos Ahuachapán, Santa Ana y Sonsonate, establecen una relación política entre grupos mayas en el Preclásico tardío. Esto ha podido establecerse gracias a las investigaciones de la última década, en la que la escultura monumental ha sido interpretada también como un símbolo de la consolidación de los estados en Mesoamérica.
En cuanto a transformaciones culturales dentro del territorio, en el período Preclásico se registró un largo proceso de sedentarización de los grupos nómadas, alrededor del cultivo del maíz, que dio cabida a la construcción de asentamientos, especialmente domésticos, como El Carmen. Este fue el inicio de la cultura agraria. En cuanto a tecnología, la cerámica encontrada en los sitios de El Trapiche, en Chalchuapa, Quelpa, en San Miguel, y en las excavaciones de un entierro de Verapaz, en San Vicente, arrojan los usos tecnológicos, políticos y religiosos de materiales como la arcilla, el jade, la obsidiana y otros minerales.
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Se ha sugerido que Chalchuapa era un eslabón en una cadena de centros colonizados o dominados por los olmecas de la región del Golfo. Desde Chalchuapa supuestamente, los olmecas expandieron sus intereses comerciales a través de todo el sur de Mesoamérica. Es posible que la escultura de Las Victorias conmemora una visita de personajes principales quizás diplomáticos o mercaderes, de la tierra olmeca a Chalchuapa.
Durante el período preclásico se sostiene que la zona arqueológica de Chalchuapa jugó un papel preponderante en el desarrollo cultural del sudeste de Mesoamérica, por lo que Chalchuapa con respecto al área maya no tenía un carácter periférico durante el final del preclásico, más bien había desarrollado un sistema calendárico y de escritura que sugiere que este conocimiento pudo haberse originado en esta zona del área maya.
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El horizonte preclásico de las culturas mesoamericanas se divide en tres períodos:
preclásico temprano, medio y tardío; a su vez en conjunto van desde el 1500 antes de Cristo 250 después de Cristo, para el caso salvadoreño. En otras regiones de Mesoamérica, varían según los hallazgos y el desarrollo de las comunidades preclásicas y su entorno local.
Los elementos que definen el período preclásico son rasgos culturales para toda el área mesoamericana, en las cuales se desarrollan las comunidades sedentarias y autosuficientes las que producían su alimento, con una base mixta de agricultura y comercio por medio de intercambio de productos. Predominaban las pequeñas comunidades agrícolas, aunque algunos grupos lograron llegar hasta el establecimiento de villas y centros ceremoniales. Es fundamental mencionar, que es en este período donde se inician las construcciones habitacionales y ceremoniales, el culto a la lluvia y al fuego, además del conocimiento de la numeración, la escritura, el calendario y otros logros que fueron los pilares de las manifestaciones culturales de los períodos posteriores. -
Aunque deducimos que los primeros humanos ocuparon la región del actual El Salvador por vez inicial hace más o menos 10,000 años, no obstante, no se ha detectado la evidencia física de esta presencia originaria; pero hay que tener en cuenta que en los países vecinos, si se ha encontrado cultura material tan temprana como esas fechas.
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¡Bienvenidos a la tercera entrega de nuestra fascinante mini serie sobre la vida en el Reino de Guatemala durante el vibrante siglo XVIII!
En este episodio, exploraremos las animadas festividades, el día a día de la gente y los deliciosos sabores que caracterizaron a las ciudades de Sonsonate y San Salvador y en el Reino de Guatemala en esa época de la historia.Fiestas Deslumbrantes:
Las festividades en el Reino de Guatemala eran auténticos eventos sociales que unían a la comunidad. Desde celebraciones religiosas hasta eventos cívicos, las calles de Sonsonate y San Salvador se llenaban de música, danza y coloridos desfiles. La gente participaba en estas festividades, las vestimentas que lucían y la importancia cultural que tenían para la sociedad de entonces.Banquetes y Sabores Exquisitos:
La comida era más que una necesidad; era una expresión de la identidad cultural. Acompáñanos mientras exploramos los ingredientes, las recetas y los banquetes opulentos que marcaban la escena culinaria en Sonsonate y San Salvador y el reino de Guatemala. Desde la influencia indígena hasta las tradiciones españolas, descubriremos cómo se fusionaban para crear una experiencia gastronómica única.Únete a nosotros en esta inmersión en el pasado, mientras desentrañamos los secretos de las festividades, la vida diaria y los manjares. ¡No te pierdas la tercera parte de esta emocionante serie histórica!
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¡Bienvenidos a la segunda parte de nuestro emocionante viaje a través del tiempo! En este episodio nos sumergimos nuevamente en el fascinante mundo del Reino de Guatemala, Sonsonate y San Salvador, durante el siglo XVIII.
Descubre cómo la movilidad, mucho antes de los tiempos modernos, ya dejaba una marca indeleble en la vida cotidiana, las festividades vibrantes y la deliciosa diversidad culinaria, exploramos cómo diversas variables interactuaron para dar forma a las vías de comunicación terrestre y, por ende, a la sociedad de la época.
La historia no solo es un relato del pasado, sino una guía para entender nuestro presente.
No te pierdas la segunda parte de este apasionante viaje histórico. ¡Haz clic para sumergirte en el Reino de Guatemala Sonsonate y San Salvador y descubre cómo la movilidad del siglo XVIII sigue resonando en nuestro mundo actual!
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