Episodios
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La vida después del fútbol no fue fácil para Quini. Sufrió la trágica muerte de su hermano, ahogado en la playa cuando rescataba a unos niños y no acaba de encontrar un sitio, hasta que llegó el Sporting y se convirtió en su delegado. Alegrías y contratiempos, como las penurias del club. Y la vida aún le pondría otra prueba. El cáncer le atacó dos veces, pero logró vencerle
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Y al final vistió de azulgrana. Tenía 31 años. Se fue con miedo a no triunfar. Pero vaya si lo hizo. Llegaron los goles y los títulos. Alguno amargo, como la final de la Copa ante su Sporting. Y vivió uno de los episodios más duros de su vida al ser secuestrado y pasar 25 días en un zulo
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¿Faltan episodios?
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Fue en la localidad inglesa de Hull y ante Irlanda del Norte. Quini intentó rematar de cabeza pero el codo de Hunter se cruzó en su camino. Sufrió una doble fractura en la cara. Perdió la temporada. Pero resurgió y volvió a marcar goles, de todas las formas y a todos los equipos
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Aquel balón rojo fue el primer tesoro de Quini, un chaval que creció en Llaranes y soñó primero con ser portero, como su padre, aunque pronto desarrolló una facilidad innata para marcar goles. Fichó por el Sporting y comenzaron a cumplirse sus sueños
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Cerca de las diez de la noche del 27 de febrero de 2018 se conoció la noticia de la muerte de Enrique Castro, Quini, a los 68 años. El país quedó conmocionado. Era una de las leyendas del fútbol. 14.000 personas acudieron a su funeral en El Molinón
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Una leyenda más allá del gol