Episodios
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Pese a que ahora sea un completo desconocido, Luis Bonafoux, la víbora de Asnières, fue el periodista español más brillante, admirado, seguido, odiado y temido del cruce de los siglos XIX y XX. Su vida fue una lucha constante contra todo lo falso, lo convencional, lo ridículo y lo injusto.
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Ramón María del Valle Inclán era hombre propicio a las ciencias ocultas. En ellas buscó solucionar los problemas económicos derivados de su profesión de escritor. Pidió ayuda al pope del ocultismo español, Mario Roso de Luna, para encontrar un tesoro. El tesoro estaba protegido por siete gnomos y por el convencimiento de Roso de Luna sobre el mal uso que haría Valle Inclán de esas riquezas.
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¿Faltan episodios?
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Cuando el cónsul español en Burdeos, Joaquín Pereyra, abrió la tumba de Goya en el cementerio de La Grande Charteruse para preparar su repatriación descubrió que el esqueleto no tenía calavera. Son muchas las hipótesis sobre el destino del cráneo privilegiado del inmortal sordo de Fuendetodos.
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El barcelonés Domingo Badía, camuflado en el príncipe musulmán Alí Bey el Abassi, recorrió el norte de África en expedición científica y de espionaje entre 1803 y 1808. Fue uno de los primeros europeos que consiguió entrar en La Meca. Sus mapas, descripciones y dibujos de la ciudad sagrada de los musulmanes fueron referencia durante siglos.
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Pocos conocen la alucinante historia de la expedición árabe del ilustrado barcelonés Domingo Badía. En 1802, financiado por la España de Carlos IV, Badía se hizo pasar por un príncipe sirio musulmán, Alí Bey, para realizar un viaje científico por todo el norte de África. Pero Badía llevaba otra misión secreta: Manuel Godoy, el hombre fuerte de Carlos IV le había encargado adueñarse de Marruecos.
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El francés Jean François Gravelet, Blondin, fue el funambulista más célebre de su tiempo, hasta el punto que su apodo se convirtió en sinónimo de equilibrista en el alambre. En 1859 cruzó sobre la cuerda floja la garganta de las Cataratas del Niágara. Después, ante la ansiedad del público, lo repitió más de 15 veces con zancos, dando saltos mortales, con una carretilla, con los ojos vendados y con su representante a hombros.
Con Elena Ojeda, África Egido, Carlos García y Carlos Lapeña -
Ramón Verea era periodista, gallego y hombre de letras. Eso no le privó inventar la primera calculadora capaz de realizar las cuatro operaciones aritméticas en segundos. Patentó su invento, pero se negó a comercializarlo. Él lo había hecho para demostrar que los españoles también sabían inventar, para que la ciencia avanzara y para divertirse haciéndola. Desde Nueva York, fue editor de «El Progreso», «el periódico más valiente e indomable» que se publicaba en castellano.
Con Elena Ojeda, África Egido, Carlos García y Carlos Lapeña -
En 1810 el púgil Tom Molineaux estuvo a punto de convertirse en campeón británico de boxeo. Sólo las trampas del público permitieron al ídolo local, Tom Cribb, conservar el título. Negro norteamericano y nacido esclavo, Molineaux consiguió la libertad con sus puños. Es una leyenda del boxeo pero, con males artes, le privaron ser el primer campeón americano.
Con Elena Ojeda, África Egido, Carlos García y Carlos Lapeña -
Elena Garro, una de nuestras escritoras mexicanas favoritas, narró de forma magistral su visita a la guerra civil española en sus Memorias de España de 1937.
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Durante la Semana Trágica, el carbonero Ramón Clemente, que era tonto polifacético, bailó con la momia de una monja jerónima. Las autoridades le pagaron la performance con una condena a muerte sin atender a su tontería.
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Jeanne de Valois de La Motte era una empobrecida descendiente directa de Enrique II de Francia y del linaje de Valois. La ambición de la marquesa le hizo estafar al Cardenal de Rohan, un clérigo casi más tonto que poderoso. En la estafa, en la que había un collar de 2 millones de libras, la marquesa utilizó el nombre de María Antonieta, aunque ni la marquesa la conocía ni la reina tenía ni idea de la operación. La odiada María Antonieta, pese a ser inocente, fue considerada culpable de despilfarro de los bienes del estado. El caso pesó en su ejecución unos años después en la Revolución Francesa.
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El 23 de agosto de 1911 los periódicos de París amanecieron con la noticia del robo de La Gioconda en el Museo del Louvre. Un carpintero italiano, Vincenzo Peruggia, entró en el museo y se llevó la sonrisa más enigmática del mundo a su casa. No se atrevió a colgarla en el retrete como Napoleón, pero la puso en el cuarto de las escobas de su piso de París. Durante 35 meses la Mona Lisa estuvo en paradero desconocido, cosa que aprovechó el estafador Eduardo Valfierno para vender como buenas seis copias falsas.
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La noche del 30 de julio de 1749, Fernando VI, bajo la supervisión del Marqués de la Ensenada, intentó eliminar a todos los gitanos de España. En una noche detuvieron a entre 9000 y 12000 gitanos que fueron separados por sexos para evitar su reproducción. Los hombres fueron obligados a trabajar en los arsenales y las mujeres fueron confinadas en fábricas y prisiones. La gran redada duró 16 años, hasta que Carlos III indultó a los romaníes.
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En 1914, pensando que sería en cuestión de semanas, Europa se embarcó en una guerra suicida que duraría casi un lustro. El día de navidad de 1914, en el inhóspito invierno de Flandes, en Ypres, los soldados de uno y otro bando, sin contar con sus jefes, declararon una tregua y celebraron juntos la navidad. Juntos bebieron, charlaron y hasta jugaron al fútbol, antes de volver a sus trincheras para continuar matándose. El alto mando de los dos bloques tomó medidas para que no volviera a repetirse esa tan poco marcial confraternización con el enemigo.
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Como cada día, la víspera de San Juan de 1674, Francisco de la Vega Casar se fue a nadar, pero ese día no volvió y le dieron por muerto. Cinco años después un extraño ser acuático cayó en las redes de unos pescadores de Cádiz. El ser resultó ser un hombre, el mismo que había desaparecido en Liérganes (Cantabria). Francisco, el Hombre pez de Liérganes, estuvo dos años con su madre y sus hermanos andes de volver a desaparecer para siempre.
Emitido originalmente el 31/10/2018 -
El escocés John el Pintor fue durante 15 años un muerto didáctico que avisaba desde el mástil de mesana de la fragata HMS Arethusa del destino reservado a los bribones como él. De vivo fue salteador de caminos, ladrón de tiendas, ratero, chorizo, descuidero, mangante y ladrón en general. En EEUU descubrió la revolución y de vuelta a Inglaterra se convirtió en incendiario de astilleros en apoyo de la revolución americana y de la perpetuación de su nombre.
Emisión original: 20 de marzo de 2018 -
En sus tiempos de estudiante en Cambridge, Darwin formó parte del Club de los glotones, que tenía por objetivo degustar todos y cada uno de los pájaros y bestias que han sido conocidos por el paladar humano. El club se disolvió pero Darwin mantuvo el espíritu durante toda su vida.
Emitido originalmente. 15 de enero de 2018 -
Las hermanas Coralia y Maruxa Fandiño eran las locas más famosas de Compostela. Cada día, a las dos en punto, salían a pasear por el centro de la capital gallega. Esqueléticas, sin dientes, vestidas con telas brillantes y coloridas y maquilladas como máscaras, piropeaban a los estudiantes que salían de clase para ir a comer. Detrás de la excéntrica pareja, había una oscura y cruel historia de represión en la postguerra.
Emitido originalmente 5/4/2018 -
José Lara Padilla fue el prestigioso carterista maño y miope “El Cegarrucho” que operó en Barcelona en los años 40 y 50 del siglo pasado. El comisario Tomás Gil Llamas lo retrató en su libro La ley contra el crimen, y hoy nos contará los intríngulis de su oficio.
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Benjamín Garrote de Pedro fue un carpanta asturiano que aprovechó su capacidad estomacal para ganar apuestas de glotones. No había vanidad en ello, sino hambre, gusa y gazuza, y el día que había de comer había que lanzarse a por ello, por si había mañana y no de comer. Quien nunca pudo saciar su hambre fue Eresictón, el rey de Tesalia, cuyo egoísmo fue castigado por la diosa Deméter. Eresictón sólo consiguió acabar con su problema comiéndose a sí mismo. Eso sí, se quedó con hambre.
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