Episodit
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Mantener la autoestima sana es un trabajo continuo, requiere disciplina y tiempo, pero sin duda vale la pena. La autoestima no es algo que funciona solo y para siempre o se repara y ya está lista. Es algo vivo que hay que cuidar cada día durante toda la vida. Incluso es algo muy frágil que requiere cuidados y atenciones constantes. Es muy fácil olvidarse de uno mismo, sabotearse para no conseguir lo que se quiere, criticarse, tratarse mal incluso menospreciarse o avergonzarse de uno mismo. Lastimar o perder la autoestima es muy fácil. Afortunadamente, mantener en buenas condiciones la autoestima, también resulta relativamente fácil, es como cuidar tu salud, tienes que cuidar la alimentación, hacer ejercicio, descansar bien…Para mantener tu autoestima en forma te recomiendo estos básicos:1- Escoge muy bien donde pones tu atención. Allí donde pones la atención eso se expande. La atención funciona como un amplificador de tu realidad. Si solo te quejas y criticas las cosas, las situaciones o a las personas, cada vez descubrirás más problemas, te sentirás peor y encontrarás más razones para sentirte mal. Enfoca tu atención en todas aquellas cosas que te gustan, te hacen sentir bien y que agradeces. Y poco a poco tu realidad será más amable y te sentirás mejor contigo y con el mundo.
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En el año 67, Holmes y Rahe publicaron los resultados de su investigación sobre eventos estresantes. Habían observado que muchas de las personas que acudían a ellos en busca de ayuda psicológica habían experimentado recientemente eventos que les habían requerido un esfuerzo importante de adaptación y cambio, y que habían sido difíciles de sobrellevar. Estos eventos incluían cambios en la situación familiar, en el matrimonio, el empleo, la economía, la residencia, las relaciones, la salud y la educación.De los 43 eventos vitales que identificaron en su estudio, el más difícil de sobrellevar resultó ser la muerte de una pareja, con una puntuación de 100 sobre 100, y las que menos difíciles de sobrellevar resultaron ser las pequeñas violaciones de la ley, con una puntuación de 11 sobre 100.Resulta curioso que en esta escala figuren las vacaciones como eventos estresantes, incluso más que una multa de tráfico, con una puntuación de 13 sobre 100, pero que no figure el final de las vacaciones y el regreso al trabajo.
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Puuttuva jakso?
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Las relaciones humanas sanas se basan en el principio de reciprocidad. Hay un equilibrio general entre lo que tú das y lo que te aportan tus relaciones. En el chantaje emocional se rompe dicho equilibrio ya que una parte manipula a la otra para conseguir más de lo que da. Y es probable que el manipulador no sea consciente de su chantaje y lo vea como normal y justo, porque confunde su egoísmo con tener una sana autoestima. El chantajista emocional siente que se merece recibir mucho más de lo que da, por lo que es difícil que medite y cambie de actitud de forma voluntaria. Es fácil caer en el chantaje emocional de los demás cuando tiendes a anteponer sus necesidades a las tuyas, cuando sientes más prioritarios los objetivos de otros que los tuyos propios, cuando simpatizas más con el sufrimiento ajeno que con tu propio dolor, al que minimizas y escondes. El exceso de aguante, tu capacidad de sacrificio, deja de ser un atributo de madurez, de fortaleza emocional y de resiliencia para convertirse en tu aporte habitual a la relación con el chantajista para que vuestro vínculo no se vea amenazado. Te cobra un impuesto clandestino y cada vez te pedirá más abnegación y generosidad.
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Lo que llamamos “la realidad” es un concepto, que aunque parece obvio para la mayor parte de las personas, tiene un significado complejo, confuso, abstracto y subjetivo. Tendríamos que hablar de “las realidades”. Lo que entendemos por “la realidad” es un acuerdo social, que compartimos de forma más o menos consciente con la mayoría y que recibimos y transmitimos de generación en generación a través de la cultura, la educación y todo el proceso de socialización. Socializarnos es inscribirnos en una determinada realidad. Eso significa dos cosas: primero que la realidad no es la misma para todos, la percepción de los hechos es diferente para un científico que para una persona muy religiosa, y en segundo lugar, que va cambiando con el tiempo, la realidad de la edad media no es la misma que la del siglo XXI, tampoco comparten la misma realidad un adolescente que una persona de 60 años.Es importante entender esto porque damos por supuesto que todo el mundo percibe y entiende las cosas de la misma forma. Y no es así. La realidad es la interpretación de nuestra percepción a través de los órganos de los sentidos, con las creencias, sistema de valores y prioridades. Y así le damos un sentido particular creándonos un relato más o menos coherente.
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Carla está insegura de lo que siente por Roberto. Por un lado, le gusta, y se lo pasa bien con él cuando están juntos. Cuando quedan, se ríen y se da cuenta de que tienen muchas cosas en común y que se entienden bien. Por otro lado, cuando están separados, como cuando trabajan entre semana, o cuando Carla ha estado de viaje, no le echa de menos: se centra en el trabajo, se lo pasa bien con sus amigas o con su familia. Como Carla siempre ha pensado que cuando se quiere a una persona se la echa de menos cuando no se está con ella, cree que eso significa que realmente no quiere a Roberto.¿Qué significa echar de menos? ¿Qué indica acerca de nosotros o de los demás cuando echamos de menos? ¿Significa realmente que queremos a alguien cuando la echamos de menos?En contra de lo que cree Carla, echar de menos no tiene nada que ver con querer. Echar de menos tiene que ver con necesitar. Echar de menos no nos indica nada acerca del grado en el que queremos a alguien, nos habla del grado en el que necesitamos a alguien. Mientras que querer es una emoción muy saludable, la emoción de necesitar no lo es. Necesitamos a alguien cuando no estamos bien si no es con esa persona, o no nos divertimos si no es con ella, o no nos sentimos queridos sin ella, o nos aburrimos si no hacemos cosas con ella, o nos sentimos solos sin ella...
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El adjetivo que mejor define a la personalidad tóxica es “problemático”. Ya sea por su actitud negativa que les hace pasarlo mal hasta en una fiesta, por sus maneras tan “particulares” de resolver sus dificultades echando gasolina al fuego o por su capacidad de manipular a los demás para priorizar siempre su propio beneficio, la persona tóxica es un alquimista a la inversa, convierte el oro en plomo.
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Las relaciones humanas son complicadas porque no existe una única manera de ver las cosas. Cada persona percibe y entiende la realidad a su manera, según sus valores, sus creencias y sus experiencias pasadas. No es lo mismo haber crecido en una familia con fuertes creencias religiosas, que en otra atea. Es muy diferente haber vivido una infancia en una gran ciudad, que en el campo, en la naturaleza. La experiencia es muy distinta si procedes de una familia numerosa con la casa siempre llena de gente, que si te has criado como hijo único, huérfano y has pasado mucho tiempo en soledad. En el fondo, cada persona habita una realidad personal y única en función de esas creencias y vivencias pasadas. Y cuando nos relacionamos y comunicamos con otras personas, lo que hacemos es intentar ajustar las diferentes realidades, como si se tratara de piezas de diferentes puzles. Y como no encajan, a veces se producen diferencias que generan sorpresa, curiosidad, confusión, frustración, conflicto o agresividad.Una comunicación abierta y sana, ha de ser tolerante con las diferencias, sensible con las emociones que vayan apareciendo y objetiva para valorar los hechos. En una comunicación madura y adulta, hay que entender los conflictos como parte natural y deseable del proceso de entendimiento, porque los conflictos tratados desde el respeto, son necesarios para ajustar las diferencias y llegar a la comprensión....
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¿Qué cosas haces que te llenan de orgullo? ¿De qué cualidades estás más satisfecha? Hago estas preguntas a menudo, y muchas personas no saben qué contestar, o contestan muy pocas cosas. No porque tengan poco de lo que enorgullecerse o sentirse satisfechas, sino porque no acostumbran a preguntárselo a si mismas. No se nos suele enseñar a valorar con orgullo aquello que hacemos bien, con mimo y talento. Todo lo contrario, se nos enseña a dar más peso y centrarnos más en aquello que no sacamos adelante, aquello que no termina de salir como pretendemos. Si hemos interiorizado esta lección, tendremos la sensación de que, por mucho que hacemos, no terminamos de estar satisfechas.
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En el juego de la vida, se gana y se pierde. Competir forma parte de vivir y se rivaliza por reconocimiento, por éxito, por resultados o por afecto. No es tanto un acto de lucha encarnizada e inhumana donde el hombre es un lobo para el hombre, como el sano objetivo de emular, medirse y concursar en la aventura de la vida. Esa es la primera reflexión sobre perder y ganar: una parte apasionante de la vida es vivirla como un juego, una competición donde participar en ella te hace crecer y disfrutar. Y es que puede haber un elemento depresivo en el hecho de no participar en la competición de vivir, de retraerse y coartarse por miedo o apatía…
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En la autoestima de las personas existen soportes que ayudan a mantenernos estables. Estos soportes son hábitos y costumbres positivas con los que mantenemos la salud física y mental. Los soportes básicos más habituales son:1. Cuidar la alimentación: mantener una dieta sana y equilibrada, comer regularmente y al menos dos veces al día.2. Hacer algún ejercicio físico: caminar, correr, montar en bicicleta, nadar…3. Trabajar y tener horarios predecibles: aunque sea por turnos. Tener una actividad con sentido. Sentirse integrado y pagado por el trabajo realizado.4. Mantener calidad de sueño y dormir un mínimo de 7 horas, despertar con la sensación de haber descansado....
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Numerosos estudios demuestran que las personas que más tiempo se pasan en las redes sociales son las que se sienten más tristes, desganadas, desvinculadas y aisladas. Podría parecer paradójico que el uso de tecnología diseñada para poner en contracto a personas de distintas partes del mundo esté asociada con sentimientos de desconexión. No resulta sencillo determinar cuál es la causa y cuál es el efecto. Podría ser que el uso de redes sociales lleve, a la larga, a sentirse solo y desconectado. O podría ser que las personas que se sienten solas y desconectadas sean las que más usan las redes sociales, como forma de conectar y sentirse acompañadas. Pero, incluso en este segundo caso, la evidencia muestra que las redes sociales no logran aportar el deseado sentimiento de conexión y compañía.
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El progreso de tu vida es renovarte, es dar diez pasos adelante aunque hayas dado nueve hacia atrás, es hacer las cosas de forma diferente para conseguir resultados diferentes sobre aquello de lo que te quejas y te limita. Mejorar tu vida es un instinto natural que puedes tener dormido por baja autoestima. Es una forma de vivir en la que te responsabilizas de lo que te ocurre. Los cambios de verdad, los que que llegan para quedarse y no son una moda del momento o un impulso que se agota enseguida, son progresivos. No suelen ser grandes cambios que ocurren de un día para otro sino que se construyen a través de pequeñas modificaciones que conforman una transformación permanente. En este trayecto progresivo, vas añadiendo elementos positivos y retirando elementos negativos. Cambias unos hábitos por otros, poco a poco, sin prisa pero sin pausa. No adelgazas de repente: cambias malos alimentos por otros más saludables. No te pones en forma en tres días: eliminas hábitos sedentarios y los sustituyes por rutinas de ejercicio. No te haces rico de un día para otro: dejas de gastar dinero para empobrecerte y lo empiezas a invertir en aquello que te genera abundancia...
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El amor es una de las palabras más usadas en los momentos románticos, en las relaciones entre padres e hijos, en las canciones, la literatura y las películas o cualquier momento cotidiano. Para Fromm, el amor tiene diferentes matices según se ame a un hijo, un amante, un amigo, una idea, a uno mismo o a Dios. Los significados del amor, son cambiantes dependiendo de qué amemos y cómo amemos. Pero también de nuestra propia evolución emocional y nuestra autoestima.
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Pasamos el día hablando con, y escuchando a otras personas, escribiéndoles y leyendo sus mensajes a través del teléfono, escribiéndoles y leyendo sus correos electrónicos. Y lo hacemos durante años. Cualquiera que practique una actividad con tanta frecuencia y con tanta insistencia durante años, acaba convirtiéndose en una experta en esa actividad: Una consumada violinista, una deportista de élite, o una gran artista. Si la práctica nos convierte en expertos y expertas, ¿se puede decir que somos expertos y expertas en comunicación? La gran cantidad de malentendidos que se producen día a día, nuestras dificultades para expresar lo que pensamos o sentimos, y los mensajes contradictorios que recibimos en ocasiones, son una demostración de que no basta hablar, escuchar, escribir y leer mucho para convertirnos en buenos comunicadores y comunicadoras.En su libro If I understood you, would I have this look on my face?, el actor Alan Alda, conocido por interpretar a Hawkeye Pierce en la serie M*A*S*H, reflexiona sobre las claves de la comunicación. Y lo hace sobre la base de su experiencia como actor y como divulgador científico.La primera clave, nos propone Alda, está en conectar con la otra persona, es decir, tener tan presente a la otra persona que permitimos que nos lleguen sus palabras, pero también su tono de voz, su lenguaje corporal, el lugar que buscan para colocarse, etc. Para comunicarse con otras personas es imprescindible dar muestras de que estamos dispuestos a dejarnos cambiar o influir por la otra persona....
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Más que nunca, hoy, queremos sentirnos seguros y ansiamos la tranquilidad que da sentirnos confiados ante nuestro futuro. Pero, ¿qué es realmente la sensación de seguridad? ¿Es una necesidad, es un deseo o es una utopía? A nivel psicológico, ¿qué es realmente sentirnos seguros? ¿Qué grado de seguridad podemos alcanzar y qué es una quimera? Tener seguridad no es saber qué va a ocurrir mañana, eso es adivinación. Recurrimos a adivinos y videntes porque nos desespera no saber qué nos espera. Nos angustia tanto lo que pueda pasar que nos conformamos con el sedante embustero de un rumor, un chisme o un bulo y lo preferimos a la ausencia de noticias veraces, que aumenta nuestro desasosiego. Sobre el futuro, la seguridad es la confianza de vernos capaces de afrontar lo que pueda pasar aunque aún no sepamos qué va a pasar. Porque nadie sabe qué va a pasar y la mejor manera de adivinar el futuro es construirlo.
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Nuestra realidad se mueve por la acción de dos fuerzas muy diferentes, una de ellas sigue el orden de la lógica y el tiempo, la otra las reglas del inconsciente.El deseo nos mueve desde lo más profundo de nuestras entrañas, con el impulso de la biología y la selección natural. El deseo es irracional, urgente, imperativo. Aparece de una manera animal e instintiva cuando lo que está en juego es la supervivencia de la persona o de la especie. Se impone de forma tiránica y nos somete, cuando nos enamoramos o tenemos algún tipo de dependencia. Se expresa en forma de atracción incontrolable, aversión irracional, impulsividad y exceso. El deseo nos lleva a dar nuestra vida por otros, terminar con la de otros o con la propia.
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En un reciente artículo publicado en la prestigiosa revista de psicología y neurociencia Current Opinion in Behavioral Sciences, Eran Eldar y sus colegas definen la felicidad como la creencia de que aumenta la frecuencia de eventos en nuestra vida que resultan mejor de lo que esperamos. Desde su punto de vista, por lo tanto, alguien que cree que son cada vez más frecuentes los eventos que resultan mejor de lo esperado es feliz. Por el contrario, alguien que cree que son cada vez menos frecuentes los eventos que resultan mejor de lo esperado es infeliz.
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Decía Salvador Dalí que la mayor desgracia de la juventud actual era no pertenecer a ella. Pero los adultos difícilmente reconocerán esa frustración. Es más aceptable la idea del adolescente problemático, generador de conflictos en la familia y en el entorno que la idea más real y productiva del adolescente como proyecto de ser humano, aunque parezca que quien le da menos importancia a dicho proyecto es el propio adolescente.
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Para algunos autores estamos en la “era del narcisismo”. Según el sociólogo Christopher Lasch, durante el siglo XX, la postmodernidad, con el culto por el individuo y la búsqueda obsesiva por el éxito y el dinero, han favorecido un caldo de cultivo para que el narcisismo del siglo XXI crezca con fuerza.El narcisismo es en realidad un mecanismo de defensa para sobrevivir en el infierno de la baja autoestima, la falta de sentido y el sentimiento de vacío interior. Es un mecanismo defensa peligroso porque el narcisista es sobretodo infantil y no es consciente de las consecuencias de su conducta y sus decisiones, tampoco es empático, y le cuesta poner límites a su tendencia por lo desproporcionado, distorsionado y desmedido. Y cuando hace daño, puede causar mucho dolor.Autoestima y narcisismo son conceptos antagónicos. El narcisista se referencia en lo externo, lo superficial, la imagen que cultiva de sí, el aplauso y la dependencia patológica de su publico, el espectáculo y las apariencias. Sus relaciones personales son utilitarias, se relaciona con los otros en tanto alimentan su necesidad de admiración, llenan su vacío o le permiten trepar por la escala del éxito. La autoestima guarda relación con el mundo interno, con la más profunda intimidad, la humildad, la búsqueda de la autenticidad, el autodescubrimiento, la libertad, la felicidad y la verdad. El narcisismo es un trastorno de la personalidad y la autoestima un indicador de salud.
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El artículo 19 de la Declaración Universal de Derechos Humanos, proclamada por la Asamblea General de las Naciones Unidas en París, el 10 de diciembre de 1948, dice que “Todo individuo tiene derecho a la libertad de opinión y de expresión; este derecho incluye el de no ser molestado a causa de sus opiniones, el de investigar y recibir informaciones y opiniones, y el de difundirlas, sin limitación de fronteras, por cualquier medio de expresión.”
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