Episodit
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En 1 Corintios 7 Pablo habla de cómo en las intimidades del matrimonio los esposos pueden satisfacerse y cómo el acuerdo mutuo es un principio muy importante para una relación física satisfactoria. Como dice la Regla de Oro: “Todas las cosas que queráis que los hombres hagan con vosotros, así también haced vosotros con ellos”. El modelo bíblico para el matrimonio es Cristo y la Iglesia. Solo podemos tener esa clase de amor si tenemos una relación vital con Jesús y permitimos que su Espíritu ame a través de nosotros.
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Dios creó el sexo para varios propósitos. Unos de los primeros propósitos es la procreación, pero también fue hecho para ser un vehículo de expresión para los matrimonios. Lamentablemente, lo que Dios diseñó para una expresión gozosa de unidad a veces se convierte en uno de los mayores obstáculos para nuestra unidad. La Palabra de Dios nos cómo deberían ser nuestras actitudes y expectativas acerca del sexo en el contexto de las instituciones del matrimonio y la familia ordenadas por Dios: traer satisfacción y placer tanto a la esposa como al esposo.
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La Biblia brinda respuestas para ayudarnos a entender el papel que Dios nos ha dado, pero la división del trabajo en un hogar cristiano debe estar basada en nuestros dones naturales, talentos y dones espirituales. Si nuestras vidas y nuestros hogares están edificados sobre Jesús, y entendemos a nuestro cónyuge, esto evitará que las crisis destruyan nuestro matrimonio. Dios creó el sexo para la procreación. Dios también quiso que la intimidad fuera una expresión del amor y la gozosa expresión de la unidad.
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Debemos entender la singularidad de nuestro cónyuge para poder comunicarnos en un nivel más profundo. Hay ocho preguntas bíblicas que debemos hacer: “¿Dónde estás tú?”, “¿Quién te dijo?”, “¿Has comido del árbol prohibido?”, “¿Qué has hecho?”, “¿De dónde has venido?” y “¿Adónde vas?”, “¿Quién eres?” y “¿Qué quieres realmente?”. En otras palabras, ¿quieres ser la persona que Dios quiso que fueras y estar donde quiso que estuvieras?
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Entender a nuestro cónyuge es el eslabón que brinda el crecimiento de la relación y de la unidad. El valor y la valía de un hombre o una mujer están basados en su función y rol según Dios los creó. Una excelente oración para nuestros matrimonios pertenece a San Francisco de Asís: “Señor, hazme un instrumento de tu paz … que yo no busque tanto ser consolado, cuanto consolar, ser comprendido, cuanto comprender...”
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La unidad -que dos lleguen a ser una carne- es el fundamento de la relación matrimonial, y el amor, la expresión de esa unidad. Sin un amor agape, nunca tendremos la clase de matrimonio que es voluntad de Dios. Esta clase de amor es irremplazable, indestructible, incondicional, inspiracional e irresistible. Debemos darnos cuenta de que esta clase de amor es imposible sin la ayuda de Dios. Dios quiso que los matrimonios fueran indisolubles y odia el divorcio. La Palabra de Dios nos enseña a tener límites para proteger y preservar la relación del matrimonio.
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El amor es la gran expresión de la unión que Dios quiso cuando dijo: “los dos serán una carne”. Un gran problema en el matrimonio es el egoísmo. Cuando aprendemos a tratar a nuestro cónyuge sin egoísmo -poniendo las necesidades del cónyuge en el centro- comenzamos a amar como ama Jesús. La mejor descripción del amor divino es 1 Corintios 13, que nos muestra cómo debemos amar a los demás. Con el amor agape, el matrimonio puede ser realmente satisfactorio y todo lo que Dios quiso que fuera.
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La compatibilidad es la evidencia de la unidad que Dios diseñó para el esposo y la esposa. La compatibilidad incluye nuestras relaciones físicas, nuestra madurez espiritual, temas morales, cómo usamos nuestro tiempo y nuestro dinero, temas relativos a los hijos, y toda otra área de la vida en conjunto. La compatibilidad espiritual de ustedes es fundamental para definir los roles y responsabilidades que tiene cada uno. Para mantener la compatibilidad, debemos aceptar las fortalezas y debilidades de nuestro cónyuge. La Biblia nos da varias instrucciones acerca de cómo deben relacionarse el esposo y la esposa entre sí.
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La buena comunicación es la herramienta que ayuda a mantener y fortalecer al esposo y la esposa para fortalecer su unidad. Así como mantenemos y cultivamos nuestra relación con Cristo comunicándonos con Él en oración y escuchando Su voz, los matrimonios deben mantener y cultivar su relación mutua. La comunicación es como encender una luz sobre nuestra relación, exponiendo aquellas cosas que dañan la unidad y revelando las que podrían ayudarnos a acercarnos.
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El diseño de Dios para la familia y el matrimonio da a nuestras relaciones un propósito hermoso y significativo, y cumple Sus planes para el mundo. En la Escritura hay una dimensión providencial para el matrimonio: debe ser una relación permanente y exclusiva, pero también inclusiva, en el sentido de que incluye cada parte de la vida del esposo y la esposa: sus espíritus, mentes, corazones y cuerpos. Cuando los esposos están unidos como uno, y viven en esta clase de unidad, reflejan el propósito de Dios para el matrimonio.
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Este es un estudio temático para matrimonios o personas que piensan casarse pronto. Dios usa la imagen del amor del Señor Jesucristo para su Iglesia para ejemplificar el amor que un esposo debe tener por su esposa. Estudiaremos los eslabones del matrimonio: fundamento espiritual, herramienta de comunicación, compatibilidad, amor, la dinámica de ser uno, comprensión y la unión sexual de un matrimonio felizmente casado como una expresión gozosa de la unidad.
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El objetivo de misión para el Instituto Bíblico del Aire es introducir a las personas en la Palabra de Dios e introducir a la Palabra de Dios en las personas. Un objetivo clave al leer el libro de Apocalipsis debería ser adorar a Dios y al Cristo del Apocalipsis, que es Rey de reyes y Señor de señores. Si Jesús, el Hijo de Dios, dijo que Él no sabía, debemos ser humildes con relación a la cronología de todos los sucesos que cubre Apocalipsis.
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Apocalipsis tiene que ver con las cosas que tendrán lugar en el futuro. Juan tiene una revelación, y se le dice que los siete candeleros son las iglesias, y el que está en medio de los candeleros es Cristo. Los capítulos 4 y 5 son completamente hermosos, llenos de verdades profundas acerca del cielo. Los capítulos 6 a 19 se centran en el breve período de siete años conocido como la Gran Tribulación, que es uno de todos los sucesos denominados la Segunda Venida de Cristo.
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La palabra “apocalipsis” viene del griego y significa 'correr el velo'. Cuando estudiamos en el área del futuro, las cosas espirituales que aún deben cumplirse, realmente necesitamos la Llave Maestra, el Espíritu Santo. Dios el Padre está volviendo el centro de la adoración en el cielo de Él hacia su Hijo, el Cordero, a quien se ve inmolado, expresando la esencia de Quien y Que es Dios.
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La pequeña epístola de Judas expresa preocupación por las herejías o falsos maestros que hablaban contra la fe en Jesucristo, Su muerte y Su resurrección. Judas nos dice que los falsos maestros son como nubes que prometen lluvia, pero no producen nada. Apocalipsis es el libro más difícil de entender en la Biblia, porque está escrito en lenguaje de señas. Dios corrió el velo y dio a Juan una revelación de Jesucristo y las cosas venideras que no pueden ser conocidas sin la revelación.
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Juan nos dice que debemos amarnos unos a otros, y luego nos da diez razones para hacerlo. El capítulo de amor de la Biblia nos dice que amemos porque el amor es de Dios. Dios es amor. El amor es la esencia de Quien es Dios. “Nosotros tenemos este mandamiento de él: El que ama a Dios, ame también a su hermano”. Amamos a Dios porque Él nos amó primero, y el perfecto amor echa fuera el temor. Es imposible ser un discípulo secreto de Jesucristo.
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En 1 Juan vemos más aspectos de la seguridad de la salvación: amor por nuestros hermanos y hermanas en Cristo, amor por Dios el Padre y la unción del Espíritu Santo. El Espíritu Santo es quien nos hace conocer lo que sabemos espiritualmente. Juan señala también que los hijos de Dios no hacen del pecado una práctica. Nuestra salvación no está basada en lo que siente nuestro corazón; está basada en el hecho de que creemos el evangelio.
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La epístola de 1 Juan es escrita por Juan a los que creen, para que puedan saber que creen y luego realmente creer. En una palabra, estamos buscando las seguridad, la seguridad de la salvación. Recuerde que los dos hechos del evangelio son estos: la muerte y la resurrección de Jesucristo. No se trata solo de que Dios perdonaría a Su pueblo sus pecados, sino que salvaría a Su pueblo de sus pecados. La seguridad evidente de la salvación es el fruto.
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En 2 Pedro aprendemos que la gracia y la paz nos pueden ser multiplicadas a través del conocimiento de Dios y de Jesucristo nuestro Señor. Podemos entrar en la dimensión celestial y al conocimiento de Dios, y Él nos otorga todo lo que necesitamos para la vida y la piedad. Pedro explica cómo, cuando acudimos a la Luz del Mundo y aplicamos su Palabra a nuestra vida, el lucero de la mañana sale en nuestro corazón y Cristo nace en nosotros.
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Pedro nos dice que el final de todas las cosas está cerca y, a la luz de esto, qué tipo de personas deberíamos ser. Debemos ser personas de oración, calmadas y serenas, hospitalarias, debemos amarnos unos a otros, recordando que el amor cubre multitud de pecados. Lo que distingue a una persona de otra no es si sufre, sino cómo enfrenta su sufrimiento. El propósito del sufrimiento es “perfeccionarnos, afirmarnos, fortalecernos y establecernos”.
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