エピソード
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Solo el Espíritu Santo nos permite reconocer que Jesús es verdadero Dios y en María Santísima la maternidad divina.
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La virginidad perpetua de María es un signo libremente querido por Dios para manifestar que la salvación únicamente viene de Él y nos abre al nuevo nacimiento en nosotros por la obra y la gracia del Espíritu.
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Debemos cuidar nuestro combate y victoria interior porque es ahí donde empieza verdaderamente el reinado de Dios en nuestra vida.
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Nuestro Señor Jesucristo es el cumplimiento de las promesas de Dios; trayendo a nuestra vida defensa, orden y prosperidad en a la abundancia de la bendición del Señor en nosotros.
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Como católicos alegrémonos de ser Iglesia, de ser parte del pueblo que peregrina, de acampar en es te mundo hostil bajo la Palabra de Dios, de ser el pueblo que carga la bendición de Dios.
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TERCER DOMINGO DE ADVIENTO, CICLO C En el camino de conversión se debe: tomar acciones, poner límites porque el corazón es infinito en sus deseos y reconocer nuestra necesidad porque sin Jesús nada podemos hacer.
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En el Adviento debe acompañarnos un adecuado arrepentimiento, reflexionar sobre lo mal que actuamos y sus consecuencias para así poder enmendarnos.
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La soberbia te agota porque estás cargando una mentira que intentas mantener e imponer a otros. Para liberarte de esa carga debes volver a la humildad, volver a Jesucristo.
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En nuestra realidad podemos sentirnos como la oveja perdida que Dios no se resigna a perder, o sentirnos desatendidos y poco amados o ponernos en el lugar de quien deba salir por aquellos que están olvidados o en rebeldía.
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SEGUNDO DOMINGO DE ADVIENTO, CICLO C En Adviento reflexionemos sobre qué o quién le está quitando la gloria a Dios y lo que debemos apartar para que el camino quede recto para el Señor y Él pueda hacer su obra perfecta en cada vida.