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  • 889 – Sal 28:1-2 – Salmos. Dios es mi fortaleza y mi escudo.

    A ti clamaré, oh Jehová. Roca mía, no te desentiendas de mí, para que no sea yo, dejándome tú, semejante a los que descienden al sepulcro. Oye la voz de mis ruegos cuando clamo a ti, cuando alzo mis manos hacia tu santo templo.

    Es muy fácil fingir una amistad. La gente malvada a veces monta un teatro de bondad y amistad para lograr lo que quiere. David, como rey, pudo haber conocido mucha gente que le fingió amistad para lograr sus propias metas. David sabía que Dios los castigaría llegado el momento, pero oró para que su castigo llegara rápidamente. Los verdaderos creyentes debemos ser sinceros y francos en todas nuestras relaciones interpersonales. En este salmo de lamentación, David destaca el contraste entre el carácter de los piadosos y los malvados, pide a Dios que lo libre del justo juicio que sus enemigos merecen (Sal 28:1-4), confiadamente predice el castigo de ellos (Sal 28:5), públicamente alaba a Dios por la seguridad de la respuesta a su oración y ser su fortaleza y su escudo (Sal 28:6-8), y finaliza pidiendo al Señor que salve a su pueblo (Sal 28:9).

    I. El carácter de los malvados. (Sal 28:3, 5) Son: 1. De naturaleza malvada. “Hablan paz con sus prójimos, pero la maldad está en su corazón” (Sal 28:3). Puede que tengan buenos labios, pero “Aguzaron su lengua como la serpiente; veneno de áspid hay debajo de sus labios”(Sal 140:3). “Engañoso es el corazón más que todas las cosas, y perverso; ¿quién lo conocerá? Yo Jehová, que escudriño la mente, que pruebo el corazón, para dar a cada uno según su camino, según el fruto de sus obras.” (Jer 17:9-10). 2. Insensatos en sus acciones. “Por cuanto no consideran las acciones de Jehová, ni la obra de sus manos” (Sal 28:5). Son indiferentes a sus mejores y más elevados intereses. No escuchan la voz de Dios en la creación y en su gracia. Menosprecian sistemáticamente la obra de Dios, su providencia y en sus propias vidas. “¡Cuán grandes son tus obras, oh Jehová! Muy profundos son tus pensamientos. El hombre necio no sabe, y el insensato no entiende esto.” (Sal 92:5-6).

    II. El carácter de los piadosos. Ellos son: 1. Dados a la oración. “Jehová… oyó la voz de mis ruegos” (Sal 28:6). Dios no está siempre silencioso ante el clamor de su pueblo. Aunque a veces Él pueda no responder con palabra alguna, sin embargo el creyente que ora sabe que Él escucha cada palabra. Dios manda que el creyente se mantenga “orando en todo tiempo con toda oración y súplica en el Espíritu, y velando en ello con toda perseverancia y súplica por todos los santos” (Ef 6:18).  “Orad sin cesar.” (1Ts 5:17). “Pacientemente esperé a Jehová, y se inclinó a mí, y oyó mi clamor. Y me hizo sacar del pozo de la desesperación, del lodo cenagoso; Puso mis pies sobre peña, y enderezó mis pasos. Puso luego en mi boca cántico nuevo, alabanza a nuestro Dios. Verán esto muchos, y temerán, y confiarán en Jehová. Bienaventurado el hombre que puso en Jehová su confianza, y no mira a los soberbios, ni a los que se desvían tras la mentira.” (Sal 40:1-4). 2. Dan la gloria a Dios. “Jehová es mi fortaleza y mi escudo… y fui socorrido” (Sal 28:7a). Se gloría en Dios. Se gloriará en el Señor, porque Él ha hecho grandes cosas para Él. “En Jehová se gloriará mi alma; Lo oirán los mansos, y se alegrarán. Engrandeced a Jehová conmigo, y exaltemos a una su nombre.” (Sal 34:2-3). 3. Confiados. “En Él confió mi corazón.” (Sal 28:7b). El corazón del creyente halla su verdadero refugio y fuente de suministro en el corazón de Dios. Cuando nuestros corazones responden al corazón de nuestro Padre celestial, se alcanza la suma de toda bienaventuranza. Con el corazón la persona cree para justicia. “Los que confían en Jehová son como el monte de Sion, que no se mueve, sino que permanece para siempre.” (Sal 125:1). 4. Gozosos. “Exalta de gozo mi corazón.” (Sal 28:7c) El corazón confiado será de cierto un corazón gozoso. La fe en Dios produce regocijo en Dios.

  • 888 – Sal 27:1 – Salmos. Dios es mi luz y mi salvación.

    Jehová es mi luz y mi salvación; ¿de quién temeré? Jehová es la fortaleza de mi vida; ¿de quién he de atemorizarme?

     

    El temor es una sombra negra que nos envuelve y finalmente nos aprisiona dentro de nosotros mismos. Cada uno de nosotros hemos sido prisioneros del temor en un momento dado: Temor al rechazo, a ser mal interpretados, a la inseguridad, a la enfermedad e incluso a la muerte. Pero se puede vencer el temor por medio de la luz libertadora del Señor Jesucristo que nos da salvación. Si quiere disipar la oscuridad del temor en su vida, recuerde junto con el salmista que el Señor es su luz y su salvación. El salmista enseña principios escogidos, seleccionados para no temer, ni desmayar en los momentos de dificultad. “Mas gracias sean dadas a Dios, que nos da la victoria por medio de nuestro Señor Jesucristo.” (1Co 15:57).

    I. Una triple necesidad (Sal  27:1-3). 1. Luz. “Jehová es mi luz.” El mundo necesita luz. Cristo es la luz del mundo  (Jn 8:12). Satanás ha cegado las mentes de los hombres. (2Co 4:4).  2. Salvación. “Jehová es… mi salvación.” Él me ha sacado de un terrible hoyo. 3. Fortaleza. “Jehová es la fortaleza [baluarte, muralla] de mi vida.” Él ha establecido mis caminos. Esta triple necesidad es suplida solo en el Señor (Fil 4:19). Cuando Dios es nuestra luz, también es nuestra salvación y fortaleza y: “Aunque un ejército acampe contra mí, no temerá mi corazón; aunque contra mí se levante guerra, yo estaré confiado.”

    II. Un triple deseo (Sal 27:4). 1. “Que esté yo [que repose] yo en la casa de Jehová.” Reposar en su casa es “permanecer en Él”. Es una expresión de santo afecto por el mismo Señor. 2. “Contemplar la hermosura de Jehová.” Ésta era la buena parte que María escogió, cuando se sentó a los pies de Jesús. Aprender de Él es contemplar su gloria. 3. “Inquirir en su templo.” Si alguien tiene falta de sabiduría, pídasela a Dios (Stg 1:5). La puerta del templo de las Sagradas Escrituras está siempre abierta a los indagadores. No entres en consejo con los impíos (Sal 1:1).

    III. Un triple privilegio (Sal 27:5-7). 1. Escondidos en su tabernáculo. En el tiempo de angustia, refugiados en el gran tabernáculo de su especial providencia (Ro 8:28). 2. Reservados en su morada. En el secreto de Su presencia, así como de su poder, nos oculta de la soberbia de los hombres. La vida escondida en Dios nunca será atrapada por sus enemigos. (Pr 18:10). 3. Puestos sobre una roca. Sus pies, o caminos, están establecidos sobre un cimiento seguro. Su vida no está fundada sobre las arenas movedizas de las teorías humanas. En tu presencia “Me mostrarás la senda de la vida; En tu presencia hay plenitud de gozo; delicias a tu diestra para siempre.” (Sal 16:11). En tu presencia orare “Y yo sacrificaré en su tabernáculo sacrificios de júbilo; cantaré y entonaré alabanzas a Jehová.” (Sal 27:6).

    IV. Una triple seguridad (Sal 27:8-10). 1. De su rostro. “Cuando tú dices: Buscad mi rostro, mi corazón responde: Tu rostro buscaré, oh Jehová.” Los de puro corazón verán el rostro de Dios en su Hijo, en su Palabra, y en su Providencia. 2. De su comunión. “Mi ayuda has sido. No me dejes ni me desampares.’ Y Él ha dicho: “De ningún modo te desampararé, ni te dejaré, de manera que podemos decir confiadamente: El Señor es mi ayudador” (He 13:5-6). 3. De su favor. “Aunque mi padre y mi madre me abandonasen, con todo, Jehová me recogerá.” El Buen Pastor lleva a los corderos fatigados, abandonados en sus propios brazos. Nunca olvidemos que: ”En ti [Dios] he sido sustentado desde el vientre; de las entrañas de mi madre tú fuiste el que me sacó; de ti será siempre mi alabanza.” (Sal 71:6).

    V. Una triple oración (Sal 27:11-12). 1. Pidiendo enseñanza. “Enséñame, oh Jehová, tu camino.” Sus caminos son caminos deleitosos. Dios enseña para salvación.  2. Pidiendo guía. “Guíame por senda de rectitud a causa de mis enemigos.” “Enséñame a hacer tu voluntad, porque tú eres mi Dios; Tu buen espíritu

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  • 887 – Sal 26:1-2 – Salmos. Un creyente consagrado.

    Júzgame, oh Jehová, porque yo en mi integridad he andado; He confiado asimismo en Jehová sin titubear. Escudríñame, oh Jehová, y pruébame; Examina mis íntimos pensamientos y mi corazón.

     

    Seguir a Dios con vida íntegra, en santidad, significa tomar decisiones definidas, compromisos con bendiciones eternas. El salmista ha decidido rechazar ciertas cosas y ciertas amistades. Los hombres falsos u “hombres vanos” están vacíos de sentido verdadero. El Salmo, destaca la verdad que enseñó Jesús: sólo hay dos caminos; seguimos a Dios o seguimos el camino “vano”. Enseñando las características de un creyente consagrado a Dios. Jesucristo advierte: “Entrad por la puerta estrecha; porque ancha es la puerta, y espacioso el camino que lleva a la perdición, y muchos son los que entran por ella; porque estrecha es la puerta, y angosto el camino que lleva a la vida, y pocos son los que la hallan.” (Mt 7:13-14). Este salmo 26 enseña elementos que deben estar en un creyente consagrado a Dios, el peregrino celestial, que tiene pasión por la adoración al Señor en espíritu y en verdad, veamos algunos de estos:

    1. Desea ser probado por Dios. “Júzgame, oh Jehová… Escudríñame, oh Jehová” (Sal 26:1-2). Aquel que puede orar: “Examíname, oh Dios, y conoce mi corazón; pruébame y conoce mis pensamientos; y ve si hay en mí camino de perversidad, y guíame en el camino eterno.”, vive por encima del temor del hombre. (Sal 139:23-24).  El apóstol Pablo da testimonio ante el concilio diiciendo: “Varones hermanos, yo con toda buena conciencia he vivido delante de Dios hasta el día de hoy. (Hch 23:1).

    2. Tiene fe en Dios. “¡He confiado asimismo en Jehová sin titubear” (Sal 26:1c). Dios ha llegado a ser la mayor realidad en el mundo para su alma, y en Él ha puesto su confianza. Su corazón no le condena, porque tiene confianza para con Dios. “Amados, si nuestro corazón no nos reprende, confianza tenemos en Dios” (1Jn 3:21).

    3. Vive conforme a la Palabra de Dios. “Ando en tu verdad” (Sal 26:3). Andar en Su verdad es andar en Su camino, y así andar en la luz. El creyente consagrado escoge la voluntad de Dios revelada en su palabra, en lugar de las imaginaciones de su propio corazón. El propósito eterno de Dios para sus hijos es hacernos “conformes a la imagen de su Hijo [Jesucristo], para que Él [Cristo] sea el primogénito entre muchos hermanos.” (Ro 8:29). Por lo tanto, “No os conforméis a este siglo, sino transformaos por medio de la renovación de vuestro entendimiento, para que comprobéis cuál sea la buena voluntad de Dios, agradable y perfecta.” (Ro 12:2).

    4. Se separa de los enemigos de Dios. “No me he sentado con hombres hipócritas, ni entré con los que andan simuladamente” (Sal 26:4). “No erréis [no pequeis]; las malas conversaciones corrompen las buenas costumbres” de los hijos de Dios (1Co 15:33). “Por lo cual, Salid de en medio de ellos, y apartaos, dice el Señor, y no toquéis lo inmundo; y yo os recibiré, y seré para vosotros por Padre, y vosotros me seréis hijos e hijas, dice el Señor Todopoderoso” (2Co 6:17-18).

    5. Ofrece sacrificios a Dios. “Lavaré en inocencia mis manos, y así andaré alrededor de tu altar, oh Jehová” (Sal 26:6). “Pero yo os digo que cualquiera que se enoje contra su hermano, será culpable de juicio; y cualquiera que diga: Necio, a su hermano, será culpable ante el concilio; y cualquiera que le diga: Fatuo, quedará expuesto al infierno de fuego. Por tanto, si traes tu ofrenda al altar, y allí te acuerdas de que tu hermano tiene algo contra ti, deja allí tu ofrenda delante del altar, y anda, reconcíliate primero con tu hermano, y entonces ven y presenta tu ofrenda.” (Mt 5:22-24). “Los sacrificios de Dios son el espíritu quebrantado; Al corazón contrito y humillado no despreciarás tú, oh Dios.“ (Sal 51:17).

    6. Él testifica para Dios. “Para exclamar con voz de acción de gracias, y para contar todas tus maravillas.” (Sal 26:7). Se siente profundamente lleno de gratitud

  • 886 – Sal 25:1-2 - Salmos. La oración eficaz.

    A ti, oh Jehová, levantaré mi alma. Dios mío, en ti confío; No sea yo avergonzado, No se alegren de mí mis enemigos.

     

    Los Salmos han sido llamados por algunos como: “El libro de oración de los santos de Dios”. En este libro, el espíritu de oración y de alabanza están unidos. Este salmo 25 busca enseñarnos, animarnos cómo orar cada día de nuestra vida cristiana. “La oración eficaz del justo puede mucho.” (Stg 5:16).

    1. Elementos de la oración. (Sal 25:1-7). E1. Fervor del alma. “A ti, oh Jehová, levantaré mi alma” (Sal 25:1). ¿De qué sirve levantar nuestra voz o nuestros ojos a Dios, si el alma no está en ello? Lo encontramos cuando lo buscamos de todo corazón. “Mi alma tiene sed de Dios, del Dios vivo; ¿Cuándo vendré, y me presentaré delante de Dios?” (Sal 42:2). E2. Fe. “Dios mío, en ti confío.”  (Sal 25:2). No podemos gustar la bondad del Señor solo hablando de ella; la lengua del alma debe tocarle. “Sin fe es imposible agradar a Dios” (He 11:6). E3. Deseo por sus caminos. “Muéstrame, oh Jehová, tus caminos; enséñame tus sendas” (Sal 25:4). Implica abandonar nuestros propios caminos “Entonces invocarás, y te oirá Jehová; clamarás, y dirá él: Heme aquí. Si quitares de en medio de ti el yugo, el dedo amenazador, y el hablar vanidad” (Is 58:9). E4. Deseo por su verdad. “Encamíname en tu verdad, y enséñame” (Sal 25:5). Éste debe ser el anhelo de aquel corazón en el que está el Espíritu Santo, porque “cuando venga el Espíritu de verdad, Él os guiará a toda la verdad” (Jn 16:13). Nuestra oración debe tener un fuerte anhelo por conocer la voluntad de Dios y ser “hechos conformes a la imagen de su Hijo” Jesucristo (Ro 8:29; Gá 4:19; Ef 4:13; Col 1:9). E5. Deseo por su honor. “Oír tu bondad, oh Jehová” (Sal 25:7). “Por amor de tu nombre, oh Jehová” (Sal 25:11). Apelar a su Nombre es apelar a su naturaleza. Su bondad constituye su carácter (Éx 33:18-19; 34:5-6). Cuando Él santifica su gran nombre entre las naciones (Ez 36:23), Él se da a conocer a Sí mismo como Jehová Dios, misericordioso y lleno de gracia. “Si algo pidiereis en mi nombre, yo lo haré.” (Jn 14:14) E6. Paciencia. “En ti he esperado todo el día” (Sal 25:5). Presentemos nuestras peticiones delante de Dios, pero tenga también la paciencia su obra perfecta (Stg 1:4). “Pacientemente esperé a Jehová, y se inclinó a mí, y oyó mi clamor.” (Sal 40:1). No hay virtud en esperar, a no ser que sea esperar en Dios. “Los que esperan a Jehová tendrán nuevas fuerzas”. (Is 40:31). E7. Confesión. “De los pecados de mi juventud, y de mis transgresiones, no te acuerdes” (Sal 25:7). El salmista enseña durante la oración a confesar nuestros pecados (Sal 25:7, 11, 18). No debe haber ocultamiento del pecado. Los que quieran tratar con un Dios santo y justo deben ser perfectamente honrados en los propósitos de su corazón. “No os engañéis; Dios no puede ser burlado: pues todo lo que el hombre sembrare, eso también segará.” (Gá 6:7).

    2. Alabanza y aliento para orar.  (Sal 25:8-15). Enseña Fil 4:6 Por nada estéis afanosos, sino sean conocidas vuestras peticiones delante de Dios en toda oración y ruego, con acción de gracias. A1. Por cuanto Dios es bueno y recto (sal 25:8). Dios es amor, y Dios es luz. La bondad de un Padre es aquí asociada con la rectitud de un soberano lleno de gracia. A2. Por cuanto Dios enseña a los pecadores (Sal 25:8). ¡Qué consideración!: El Dios Omnipotente dispuesto a ser el maestro del pecador. Su deseo es conducirnos en su camino. Dios enseña para salvación y para eterno provecho. A3. Por cuanto Dios encamina al humilde (Sal 25:9). Él no conduce a alguien porque sea rico, o erudito, porque no todos pueden alcanzar esto, pero cualquiera puede ser humilde y aprender la sabiduría celestial (Stg 1:5). A4. Por cuanto  “todas las sendas de jehová son misericordia y verdad, para los que guardan su pacto y sus testimonios” (Sal 25:10). Misericordia y verdad constituyen la necesidad diaria del creyente.

  • 885 – Sal 24:1-2 – Salmos. El Rey de gloria.

    De Jehová es la tierra y su plenitud; El mundo, y los que en él habitan. Porque él la fundó sobre los mares, Y la afirmó sobre los ríos.

     

    Este salmo pudo ser usado en el traslado del arca a Jerusalén (2Sa 6:12-19; 1Cr 13:1-14). La iglesia primitiva lo designó como un salmo de adoración en la ascensión de Cristo: “¿Quién subirá al monte de Jehová? ¿Y quién estará en su lugar santo?” (Sal 24:3). También revela la futura entrada de Cristo en la nueva Jerusalén para reinar para siempre (Ap 19:11-21). Este salmo tiene su paralelo en el Sal 15.

    1. Adoración del Creador. (Sal 24:1-2). “De Jehová es la tierra y su plenitud; el mundo, y los que en él habitan”. Esta adoración a Dios es al contemplar la creación. Lo primero que hace el salmista es destacar la absoluta soberanía de Dios. El es dueño de todo; de toda la tierra y de todos sus habitantes. “¡Oh Jehová, Señor nuestro, Cuán glorioso es tu nombre en toda la tierra! Has puesto tu gloria sobre los cielos” (Sal 8:1).

    2. Adoración al Salvador (Sal 24:3-6). Esta adoración solo es posible mediante la consagración, una comunión con Dios al vivir en santidad obedeciendo la Palabra de Dios. Las preguntas que confrontan e invitan a la consagración (Sal 24:3). Responde con las cualidades apropiadas de una vida consagrada del peregrino celestial (Sal 24:4-6). Los pasos en el camino del ascenso del peregrino celestial al monte santo del Señor son: 2.1. La meta. “El monte de Jehová… Su lugar santo.” El monte de Jehová es el lugar santo de su presencia. El monte Sion denota el tabernáculo o morada de Dios (Sal 55:1). La mayor ambición del alma debería ser la comunión con Dios, la comunión con Aquel a quien le pertenece la tierra y su plenitud (Sal 24:1). 2.2. El camino. “¿Quién subirá?” El camino del pecado y de la impureza es hacia abajo, pero el camino de la santidad es siempre arriba. Solo podemos escalar, llegar y estar en este monte en santidad entonces “Acerquémonos, pues, confiadamente al trono de la gracia, para alcanzar misericordia y hallar gracia para el oportuno socorro.” (He 4:16). Jehová, ¿quién habitará en tu tabernáculo? ¿Quién morará en tu monte santo? El que anda en integridad y hace justicia, y habla verdad en su corazón. (Sal 15:1-2).

    2.3. El peregrino. Las características distintivas de este peregrino celestial, escalador, se dan aquí: a. Sus manos deben ser limpias. “El limpio de manos”. No manos lavadas con agua, como las de Pilato, sino en inocencia, como las de David: “Lavaré en inocencia mis manos, y así andaré alrededor de tu altar, oh Jehová” (Sal 26:6). No podemos ascender a Él con la mentira de un motivo engañoso en nuestra diestra. “Deje el impío su camino, y el hombre inicuo sus pensamientos, y vuélvase a Jehová, el cual tendrá de él misericordia, y al Dios nuestro, el cual será amplio en perdonar.” (Is 55:7). b. Su corazón debe ser puro (Sal 24:4). La santidad es algo que tiene que ver con el corazón, y sin santidad nadie verá al Señor (He 12:14). “Bienaventurados los de limpio corazón, porque ellos verán a Dios” (Mt 5:8; He 12:14). Es con el corazón que el hombre cree para justicia (Ro 10:10). Es cuando la semilla del Reino cae en un “corazón de buena tierra” que da fruto. c. Su alma debe ser humilde. “El que no ha llevado su alma a cosas vanas.” Cuando la vanidad, el orgullo espiritual, entran en el alma, el crecimiento en la gracia se detiene. Si queremos subir al monte santo de Dios, no debe haber ningún vanidoso engrandecimiento de nosotros mismos. “Porque así dijo el Alto y Sublime, el que habita la eternidad, y cuyo nombre es el Santo: Yo habito en la altura y la santidad, y con el quebrantado y humilde de espíritu, para hacer vivir el espíritu de los humildes, y para vivificar el corazón de los quebrantados.” (Is 57:15) 2.4. El logro. “Él recibirá bendición de Jehová, y justicia del Dios de salvación.” (Sal 24:5). La bendición de la perfecta justicia con Dios es una corona de vida al alcance de cada

  • 884 – Sal 23:1-2 Salmos. El Pastor Omnipotente.

    Jehová es mi pastor; nada me faltará. En lugares de delicados pastos me hará descansar; Junto a aguas de reposo me pastoreará.

     

    Después del Salmo de la Cruz (Sal 22) viene el Salmo de la Vida y de plenitud de bendición (Sal 23). El camino de este peregrino es “como la luz de la aurora, que va creciendo más y más hasta llegar al día perfecto” (Pr 4:18). David, con un mensaje de fe, revela la comunión con Dios, y la fidelidad de Dios.

    1. Una decisión.  Jehová es mi Pastor. (Sal 23:1a) ¿A quién sigue usted? ¿Quién dirige su vida? David hizo su elección, decisión personal acerca de quién iba a seguir. No iba a seguir su propio corazón ni los ciegos razonamientos de los hombres. Iba a reivindicar a Jehová como su Salvador y Guía, y no se avergonzaría de decirlo así. “Porque vosotros erais como ovejas descarriadas, pero ahora habéis vuelto al Pastor y Obispo de vuestras almas. [Jesucristo]” (1Pe 2:25).

    2. Fe y confianza.  Nada me faltará (Sal 23:1b).  Si su pastor es la Tv, Internet, Redes Sociales, todo le faltará. Pero nada nos faltará al creer y permitir a Dios ser nuestro Pastor. “Temed a Jehová, vosotros sus santos, pues nada falta a los que le temen.” (Sal 34:9). Los impíos, aunque fuertes, como: “Los leoncillos necesitan, y tienen hambre; pero los que buscan a Jehová no tendrán falta de ningún bien. (Sal 34:10).  “Mi Dios, pues, suplirá todo lo que os falta conforme a sus riquezas en gloria en Cristo Jesús.” (Fil 4:19).

    3. Reposo. “En lugares de delicados pastos me hará descansar; junto a aguas de reposo me pastoreará” (Sal 23:2). El reposo de la fe en el Señor es un reposo plácido y refrescante. Él no dice “reposo” sin conducir al mejor lugar en que pueda ser hallado: en su amor, los pastos delicados. (He 13:20-21).

    4. Conducción. “Me guiará por sendas de justicia.” (Sal 23:3b). Los caminos que son rectos pueden no siempre ser los caminos que parezcan más fáciles. Algunos van por caminos equivocado, dan saltos para tratar de alcanzar, llegar a la fama, al reconocimiento. Pero la conducción que el Señor da es “por amor de su Nombre”. “Encomienda a Jehová tu camino, y confía en Él; y Él hará. Exhibirá tu justicia como la luz, y tu derecho como el mediodía.” (Sal 37:5-6). “Él (Dios) nos guiará aun más allá de la muerte.” (Sal 48:14).

    5. Valor. “Aunque pase por valle de sombra de muerte, no temeré mal alguno.” (Sal 23:4a). La sombra de la muerte es terrible para el hombre cuya porción es en esta vida. Pero no hay mal alguno que temer cuando el Pastor está cerca porque: “Cuando pases por las aguas, yo estaré contigo; y si por los ríos, no te anegarán. Cuando pases por el fuego, no te quemarás, ni la llama arderá en ti.” (Is 43:2).

    6. Comunión. “Tú estarás conmigo.” (Sal 23:4b). El peregrino celestial está siempre en buena compañía. Cuando todas las personas nos abandonan el Señor permanece con nosotros, en nosotros y sobre nosotros (Jn 14:16-17; Hch 1:8). El apóstol Pablo da testimonio diciendo: En mi primera defensa ninguno estuvo a mi lado, sino que todos me desampararon; no les sea tomado en cuenta. Pero el Señor estuvo a mi lado, y me dio fuerzas, para que por mí fuese cumplida la predicación, y que todos los gentiles oyesen. Así fui librado de la boca del león. (2Ti 4:16-17). “En tu presencia hay plenitud de gozo”. (Sal 16:11).

    7. Consolación. “Tu vara y tu cayado me infundirán aliento.” (Sal 23:4c). La vara y el cayado del pastor eran los instrumentos de defensa y de liberación. Lo que ellos eran para el pastor, la Palabra de Dios es para nosotros. Es una vara (garrote) para apalear a nuestros enemigos, y un cayado (báculo, bastón) para conducir o levantar a aquellos que hayan caído, desviándose del camino y hacerlos volver al camino de Dios. La espada del Espíritu me infundirá aliento. Jesucristo se encarnó: “Para dar luz a los que habitan en tinieblas y en sombra de muerte; para encaminar nuestros pies por camino de paz. (Lc 1:79).

  • 883 – Sal 22:1 – Salmos. Cristo, sufrimientos y gloria

    Dios mío, Dios mío, ¿por qué me has desamparado? ¿Por qué estás tan lejos de mi salvación, y de las palabras de mi clamor?

    David hizo una descripción profética, acertada del sufrimiento que el Mesías soportaría cientos de años más tarde. David estaba pasando por una gran prueba, pero en medio de su sufrimiento, al igual que el Mesías venidero, obtuvo la victoria. Jesús, el Mesías, citó este versículo cuando estaba colgado de la cruz llevando la carga de nuestros pecados (Mt 27:46). No era una queja, sino una apelación urgente a Dios. Esta es una declaración profética de “Los sufrimientos de Cristo, y las glorias que vendrían tras ellos”. No es solo “El Salmo de la Cruz”, sino también el de la Corona y del Reino. Estos padecimientos no pueden ser de David. ¿Quiénes fueron los que “horadaron sus manos y sus pies”? ¿Quiénes fueron los que “repartieron entre sí sus vestidos, y sobre su túnica echaron suertes”? (Sal 22:18). Fue la inspiración del Espíritu Santo, y por medio de David, testificar siglos antes acerca de los padecimientos de Cristo.

    I. La naturaleza de sus sufrimientos (Sal 22:1-21). Cristo fue: 1. Abandonado. “Dios mío, Dios mío, ¿por qué me has desamparado?” (Sal 22:1-2). Éste es un misterioso por qué. La cuestión del pecado y del juicio está en ella. Cristo lo llama Dios y no Padre porque actuaría como Juez y no como Padre. Él fue abandonado por Dios porque “por nosotros fue hecho maldición” (Gá 3:13). “Al que no conoció pecado, por nosotros lo hizo pecado, para que nosotros fuésemos hechos justicia de Dios en Él.” (2Co 5:21). 2. Vituperado. “Oprobio de los hombres, y despreciado del pueblo” (Sal 22:6). Aunque Dios ocultó de Él su rostro, no hubo reproche alguno por su parte ya “que Dios estaba en Cristo reconciliando consigo al mundo, no tomándoles en cuenta a los hombres sus pecados” (2Co 5:19). El vituperio y el escarnio provino de aquellos hombres malvados por los que Él sufrió. 3. Ridiculizado. “Se encomendó a Jehová; líbrele Él; sálvele, puesto que en Él se complacía” (Sal 22:8). Se burlaron de su fe en Dios como de algo vano. Se reían de su debilidad como evidencia de fracaso y de presunción. 4. Abatido. “Estoy derramado como agua” (Sal 22:14). Cristo se minimizó a Sí mismo, y se humilló. Derramó su alma hasta la muerte. Dio todo lo que tenía, su vida: “Por eso me ama el Padre, porque yo pongo mi vida, para volverla a tomar. Nadie me la quita, sino que yo de mí mismo la pongo. Tengo poder para ponerla, y tengo poder para volverla a tomar.” (Jn 10:17-18). 5. Humillado. “Me has puesto en el polvo de la muerte” (Sal 22:15). Fue llevado al polvo, por medio de su propia y voluntaria humildad, “se humilló a sí mismo, haciéndose obediente hasta la muerte.” (Fil 2:8).  6. Traspasado. “Horadaron [atravesaron, paralizarón] mis manos y mis pies” (Sal 22:16). Lo clavaron en una cruz. Crucificaron al Señor de la gloria. 7. Avergonzado. “Contar puedo todos mis huesos… Repartieron entre sí mis vestidos.” La muerte de la Cruz era la más penosa y vergonzosa de todas las muertes (Mt 27:35; Jn 19:23-24). Nuestro sustituto fue expuesto al vituperio público. “Cristo padeció… el justo por los injustos, para llevarnos a Dios” (1Pe 3:18).

    II. Las glorias que han de seguir (Sal 22:22-31). 1. La declaración de su nombre. “Anunciaré tu nombre” (Sal 22:22; He 2:12). “Por lo cual”, debido a sus sufrimientos y muerte, “Dios también le exaltó hasta lo sumo, y le otorgó el nombre que es sobre todo nombre” (Fil 2:9). La predicación de Su Nombre es la predicación de su carácter maravilloso y salvador. 2. La certidumbre de su gracia. “Porque no menospreció ni desdeñó la aflicción del afligido” (Sal 22:24). “Comerán los humildes, y serán saciados” (Sal 22:26). La gracia y la verdad vinieron por medio de Jesucristo (Jn 1:17). “Bástate mi gracia” (2Co 12:9). “Oídme atentamente, y comed de lo bueno, y se deleitará vuestra alma en lo más sustancioso” (Is 55:1-2).

  • 882 – Sal 21:1-2 – Salmos. El Gozo de la salvación.

    El rey se alegra en tu poder, oh Jehová; y en tu salvación, ¡cómo se goza! Le has concedido el deseo de su corazón, y no le negaste la petición de sus labios.

    Se alegra usted por todo lo que Dios le ha concedido durante toda su vida y al finalizar de cada día, cada año. Da gracias cada día por los regalos que Dios ha dado y seguirá dando a usted y su familia. David en este Salmo 21 describe todo lo que ha recibido como regalo de Dios. "Le has concedido el deseo de su corazón", ricas bendiciones, una corona de oro puro, larga vida, esplendor y majestad, bendiciones eternas, alegría. También nosotros debemos mirar todo lo que tenemos como regalos de Dios: Posición, familia, riqueza, talento, pero sobre todo estar siempre alegres por una salvación tan grande, por la vida eterna, estar alegres, gozosos, agradecidos a Dios y dar siempre gloria a Dios: “Porque de Él, y por Él, y para Él, son todas las cosas. A Él sea la gloria por los siglos. Amén.” (Ro 11:36).

    I. El gozo de los salvos (Sal 21:1-7,13). El salmista enseña por lo menos ocho cosas por la que los salvos, lavados con la preciosa sangre de Jesucristo, miembros del cuerpo de Cristo, debemos gozarnos: G1. La satisfacción del corazón. “Le has concedido el deseo de su corazón” (Sal 21:2). La gran salvación de Dios es para el corazón. Solo Él conoce plenamente su naturaleza y necesidad. G2. La respuesta a la oración. “No le negaste la petición de sus labios.” ¡Qué privilegio, pedir y recibir de Aquel que es el Creador del universo, y nuestro Padre Celestial. G3. La bondad de Dios. “Porque le has salido al encuentro con bendiciones venturosas” (Sal 21:3a). El Dios de bondad le va al encuentro con su bendición, y la bondad y la misericordia le siguen (Sal 23:6). G4. La corona de honra. “Corona de oro fino has puesto sobre su cabeza.” (Sal 21:3b) Toda la gloria de este mundo no se puede comparar con el oro puro del favor divino (Mt 4:8-10). G5. La vida eterna. “Vida te demandó, y se la diste. Largo curso de días eternamente y para siempre” (Sal 21:4). El don, regalo de Dios es vida eterna: “Porque por gracia sois salvos por medio de la fe; y esto no de vosotros, pues es don de Dios; no por obras, para que nadie se gloríe.” (Ef 2:8-9). Su don, como Dios mismo, pertenece a las edades eternas: “¡Gracias a Dios por su don inefable! (2Co 9:15). G6. La comunión divina. “Lo llenaste de alegría con tu presencia” (Sal 21:6). Ésta es la presencia que trae “plenitud de gozo, delicias a su diestra para siempre” (Sal 16:11). Nuestra comunión con el Padre celestial, la presencia del Dios de paz es el gozo más grande que el hombre pueda jamás tener. G7. Una perfecta certidumbre, confianza. “Con la gracia del Altísimo, no ha de vacilar” (Sal 21:7). ¿Usted está seguro en quién ha creído? David sabía en quién había creído, y estaba seguro de que Él lo guardaría. El apóstol Pablo estando preso da testimonio: “Por lo cual asimismo padezco esto; pero no me avergüenzo, porque yo sé a quién he creído, y estoy seguro que es poderoso para guardar mi depósito para aquel día.” (2Ti 1:12). G8. Cánticos de alabanza. “Cantaremos y alabaremos tu poder” (Sal 21:13). El poder salvador de Dios es digno de nuestro cántico más ferviente, porque será nuestro cántico más largo; como Dios de nuestra salvación, le alabaremos para siempre, por la eternidad, “al único y sabio Dios, nuestro Salvador, sea gloria y majestad, imperio y potencia, ahora y por todos los siglos. Amén.” (Jud 1:25).

    II. Cómo se recibe esta salvación (Sal 21:4,7). 1. Pidiéndola. “Vida te demandó, y se la diste” (Sal 21:4). Jesús dijo a la mujer samaritana: “Si conocieras el don de Dios, y quién es el que te dice: Dame de beber; tú le pedirías, y él te daría agua viva.” (Jn 4:10). “Pedid, y se os dará” (Mt 7:7).  2. Confiando. “El rey confía en Jehová” (Sal 21:7). David confiaba plenamente en Dios, que es fe, y en su salvación.  Porque “Sin fe es imposible agradar a Dios” (He 11:6).

  • 881 – Sal 20:1-2 – Salmos. La confianza en Dios.

    Jehová te oiga en el día de conflicto; El nombre del Dios de Jacob te defienda. Te envíe ayuda desde el santuario, y desde Sion te sostenga.

     

    Las naciones y el ser humano confían en el poder del dinero, las armas, el ejército para triunfar ¿En quién confía usted? David sabía que el verdadero poder de su nación no estaba en su armamento sino en la adoración. No estaba en la capacidad de su ejército, sino en el poder de Dios. Debido a que únicamente Dios puede preservar a una nación o a una persona, asegúrese de que su confianza esté en Dios, quien da la victoria eterna. Es bueno orar por nosotros mismos, pero es una ofrenda orar por otros. Un incentivo poderoso para la oración intercesora lo tenemos en un corazón satisfecho y agradecido. “Las tribulaciones rugen como el trueno, pero la voz del creyente puede ser oída por encima de la tempestad.” (C.H.S.). “Jehová de los ejércitos está con nosotros; Nuestro refugio es el Dios de Jacob.” (Sal 46:7).

    I. Un ejemplo de intercesión. (Sal 20:1-5). El salmista hace siete peticiones como ejemplo para poner en labios de los intercesores siete bendiciones que Dios puede otorgar. P1. Jehová te OIGA (Sal 20:1a). Es un privilegio poderoso tener al Dios del cielo prestando atención como un padre cariñoso a los susurros de un niño. Dios promete escuchar a quienes lo aman: “Me invocará, y yo le responderé; Con él estaré yo en la angustia; Lo libraré y le glorificaré.” (Sal 91:15). P2. El Nombre del Dios de Jacob te DEFIENDA (Sal 20:1b). Ser defendido por “el NOMBRE del Dios de Jacob” es tener poder con Dios, y prevalecer (Gn 32:28). P3. Jehová te AYUDE. Sal 20:2 Te envíe ayuda desde el santuario. Ayuda desde el lugar de su santidad es una ayuda que santifica. Dios ha hecho provisión, por medio de Jesucristo, nuestro sumo sacerdote: “Acerquémonos, pues, confiadamente al trono de la gracia, para alcanzar misericordia y hallar gracia para el oportuno socorro.” (He 4:16). P4. Jehová te SOSTENGA. Sal 20:2b Desde Sion te sostenga, por medio de las súplicas del pueblo de Dios. Acá se refleja la unidad del cuerpo de Cristo intercediendo los unos por los otros. P5. Jehová HAGA MEMORIA de ti. Sal 20:3 Haga memoria de todas tus ofrendas, de todos tus dones, y sacrificios por sus santos, su obra como si fuera para Él. Que te tenga en eterna memoria. “Porque Dios no es injusto para olvidar vuestra obra y el trabajo de amor que habéis mostrado hacia su nombre, habiendo servido a los santos y sirviéndoles aún” (He 6:10).  P6. Jehová te SUPLA. Sal 20:4 Te dé conforme al deseo de tu corazón. Para alcanzar esto, debe haber deleite en el Señor, que significa dejarse moldear por Dios al obedecer su palabra: “Deléitate asimismo en Jehová, y él te concederá las peticiones de tu corazón.” (Sal 37:4). Porque: “El deseo de los justos es solamente el bien” (Pr 11:23). P7. Jehová te LLENE (Sal 20:5). Quedan verdaderamente llenos aquellos cuyas peticiones son todas cumplidas. Porque: “Él (Dios) llena de bien a los necesitados”. (Sal 107:9). “Los ojos de todos esperan en ti, y tú les das su comida a su tiempo. Abres tu mano, y colmas de bendición a todo ser viviente.” (Sal 145:9-10). “Que hace justicia a los agraviados, Que da pan a los hambrientos. Jehová liberta a los cautivos; Jehová abre los ojos a los ciegos; Jehová levanta a los caídos; Jehová ama a los justos. Jehová guarda a los extranjeros; al huérfano y a la viuda sostiene, y el camino de los impíos trastorna.” (Sal 146:6-9).

    II. La confianza en Dios. (Sal 20:5-9). El salmista enseña a confiar en: C1. La SALVACIÓN de Dios. Sal 20:5a Nos alegraremos en tu salvación. Es una salvación en la que vale la pena regocijarse, debido a su grandeza, costo y plenitud. “En gran manera me gozaré en Jehová, mi alma se alegrará en mi Dios; porque me vistió con vestiduras de salvación, me rodeó de manto de justicia, como a novio me atavió, y como a novia adornada con sus joyas.” (Is 61:10). C2. La CAUSA de Dios. Sal 20:5b

  • 880 – Sal 19:8c – Salmos. La pureza de la palabra de Dios.

    El precepto de Jehová es puro, que alumbra los ojos.

     

    El valor y la pureza de las Escrituras no se puede comparar con ninguna otra cosa muy preciada; ni siquiera el oro. Proporciona la clave de la sabiduría, alegría, la luz que guía y, lo que es más importante, la vida eterna. “Toda palabra de Dios es limpia, Él es escudo a los que en Él esperan.” (Pr 30:5).

    I. El precepto de Jehová es puro. (Sal 19:8c). El Precepto. Sinónimo de mandamiento. Significa orden, decreto, mandato impuesto, establecido por una autoridad superior. Esta palabra precepto está relacionada con el verbo "mandar" u "ordenar". Así, la Palabra es también considerada como órdenes divinas. Enfatiza la suprema autoridad de la Palabra de Dios que está sobre todo pensamiento, idea o argumento humano. David antes de morir aconsejó a su hijo Salomón para que guardará los mandamientos de Dios. “Guarda los preceptos de Jehová tu Dios, andando en sus caminos, y observando sus estatutos y mandamientos, sus decretos y sus testimonios, de la manera que está escrito en la ley de Moisés, para que prosperes en todo lo que hagas y en todo aquello que emprendas.” (1Re 2:3).

    II. Puro (barar). Significa claro y sincero. El mandamiento de Dios es puro, claro. Es dado con claridad. Habla de la claridad y sinceridad con la cual Dios nos habla. La palabra de Dios es la plenitud, absoluto de la pureza: “Las palabras de Jehová son palabras limpias, como plata refinada en horno de tierra, Purificada siete veces.” (Sal 12:6). “Sumamente pura es tu Palabra, y la ama tu siervo.” (Sal 119:140). Jesucristo habló por parábolas a los fariseos, para que viendo no vean y oyendo no oigan, y luego Él lo explicaba a sus discípulos. “Porque a vosotros os es dado saber los misterios del reino de los cielos.” (Mt 13:11). A nosotros los creyentes Dios nos habla con toda claridad. Los predicadores son los que han dejado de hablar con claridad y han dejado de mencionar palabras como el pecado, el infierno, la cruz, la sangre de Cristo, el sacrificio de Cristo. El argumento es que se van a asustar y lo importante es que vengan a la iglesia. Dicen medias verdades. “Pero el Espíritu dice claramente que en los postreros tiempos algunos apostatarán de la fe, escuchando espíritu de engañadores y a doctrina de demonios.” (1Ti 4:1). Hoy la iglesia llama pedradas a la claridad de la Palabra de Dios. La claridad, la verdad molesta. Dios no habla con ambigüedades. Algunos cristianos de hoy, cuando escuchan las verdades claras, se asustan y ponen unas caras de extrañeza y rechazo. Podemos rebajar el mensaje y andar por las ramas, pero al final tendremos que enfrentarnos con Dios. Pablo dijo: “ay de mi si no les predico el evangelio”. (1Co 9:16). Jesús dijo: “Padre yo les he dado tu palabra y el mundo los aborreció”. (Jn 17:14). Pablo decía: “Pues si todavía agradara a los hombres, no sería siervo de Cristo.” (Gá 1:10).

    III. Alumbra los ojos (Sal 19:8d). La palabra de Dios es como una antorcha que alumbra mucho más en la oscuridad. “Tenemos también la palabra profética más segura, a la cual hacéis bien en estar atentos como a una antorcha que alumbra en lugar oscuro, hasta que el día esclarezca y el lucero de la mañana salga en vuestros corazones.” (2Pe 1:19). “La exposición de tu palabra alumbra, hace entender a los simples.” (Sal 119:130). “Porque el mandamiento es lámpara, y la enseñanza es luz, Y camino de vida las reprensiones que te instruyen.” (Pr 6:23). La Palabra de Dios es lámpara a nuestros pies y lumbrera a nuestro camino (Sal 119:105). La enseñanza de Dios nos ayuda a ver la vida de manera diferente. La palabra de Dios alumbra nuestro corazón (1Pe 1:19), pero no se queda allí, alumbra nuestros ojos (Ef 1:18-19), baja y alumbra nuestros pies y el camino angosto para no caer en los huecos, trampas durante la vida cristiana. “Envía tu luz y tu verdad; éstas me guiarán; me conducirán a tu santo monte, y a tus moradas.” (Sal 43:3).

  • 879 - Sal 19:8a – Salmos. La recta palabra de Dios.
    Los mandamientos de Jehová son rectos, que alegran el corazón.

    La verdadera alegría del corazón del ser humano solo puede ser hecha por la recta palabra de Dios. La justa y recta palabra de Dios traen el gozo, alegría permanente que el mundo no puede dar. “Tú diste alegría a mi corazón Mayor que la de ellos cuando abundaba su grano y su mosto.” (Sal 4:7). La alegría externa producida por regalos, bienes materiales, emociones son pasajeras, temporales pero el gozo de Dios, producido por la palabra de Dios, permanece y nos da fortaleza para seguir adelante. “no os entristezcáis, porque el gozo de Jehová es vuestra fuerza.” (Neh 8:10b). “Confiad en Jehová perpetuamente, porque en Jehová el Señor está la fortaleza de los siglos.” (Is 26:4).
    I. Los mandamientos de Jehová son rectos. (Sal 19:8a). Mandamientos es un sinónimo de la palabra de Dios que contempla órdenes, encargos, y disposiciones. Son contemplados como los decretos del Gobernante. Son los Estatutos de Dios, la palabra de Dios. Son rectos. Significa que son justos, razonables. Sus mandamientos siempre llevan la intención para que caminemos derecho. Su enseñanza va dirigida para que nosotros caminemos en lo justo y recto. “Porque yo sé los pensamientos que tengo acerca de vosotros, dice Jehová, pensamientos de paz, y no de mal, para daros el fin que esperáis.” (Jer 29:11). Pero nosotros los desechamos. Sus mandamientos son rectos y siempre van enfocados en lo moral, justo y recto. “Porque Jehová es justo, y ama la justicia; El hombre recto mirará su rostro.” (Sal 11:7). Solo la rectitud de la palabra de Dios puede dar testimonio y enseñar el buen camino al pecador. “Bueno y recto es Jehová; por tanto, Él enseñará a los pecadores el camino.” (Sal 25:8). “Porque el mandamiento es lámpara, y la enseñanza es luz, y camino de vida las reprensiones que te instruyen,” (Pr 6:23).
    II. Que alegran el corazón. (Sal 19:8b). Los mandamientos de Dios son rectos y dan como resultado el gozo en el corazón de los que los creen y obedecen. Dan felicidad, alegría al corazón. Habla de un estado, rasgo interno del corazón de la persona que trae estabilidad, seguridad interna: “¿Quién nos separará del amor de Cristo? ¿Tribulación, o angustia, o persecución, o hambre, o desnudez, o peligro, o espada?” (Ro 8:35). El salmista da testimonio diciendo: “Mas yo en tu misericordia he confiado; Mi corazón se alegrará en tu salvación.” (Sal 13:5). “Porque un momento será su ira, Pero su favor dura toda la vida. Por la noche durará el lloro, y a la mañana vendrá la alegría. Has cambiado mi lamento en baile; Desataste mi cilicio, y me ceñiste de alegría.” (Sal 30:5, 11).
    III. Habla de un contentamiento interno. Las promesas en la palabra de Dios alegran, animan, disipan el temor y fortalece al débil: “Decid a los de corazón apocado: Esforzaos, no temáis; he aquí que vuestro Dios viene con retribución, con pago; Dios mismo vendrá, y os salvará.” (Is 35:4). El corazón del profeta Jeremías se llenó de gozo y alegría con la palabra de Dios “Fueron halladas tus palabras, y yo las comí; y tu palabra me fue por gozo y por alegría de mi corazón; porque tu nombre se invocó sobre mí, oh Jehová Dios de los ejércitos.” (Jer 15:16). El apóstol Pablo aprendió a vivir en abundancia y en escasez. Las circunstancias externas no alteraban su gozo y estabilidad en creer en el Señor. Da testimonio afirmando: “En gran manera me gocé en el Señor de que ya al fin habéis revivido vuestro cuidado de mí; de lo cual también estabais solícitos, pero os faltaba la oportunidad. No lo digo porque tenga escasez (falta de alimento, no tener para el postre), pues he aprendido a contentarme, cualquiera que sea mi situación. Sé vivir humildemente (esto no nos gusta), y sé tener abundancia (esto si nos gusta); en todo y por todo estoy enseñado, así para estar saciado como para tener hambre, así para tener abundancia como para padecer necesidad. Todo lo puedo en Cristo

  • 878 – Sal 19:7c – Salmos. La fiel palabra de Dios.

    El testimonio de Jehová es fiel, que hace sabio al sencillo.

     

    La palabra de Dios es la única que puede transformar al ser humano haciéndolo sabio al dejar la ignorancia para conducirse correctamente en todas sus actividades de la vida. “Él (Dios), de su voluntad, nos hizo nacer por la palabra de verdad, para que seamos primicias de sus criaturas.” (Stg 1:18). 

    I. El testimonio de Jehová es fiel.” (Sal 19:7c). El testimonio, significa certero y verdadero. La enseñanza de Dios es certera y verdadera. La Palabra de Dios da en el blanco. Los médicos pueden equivocarse en el diagnostico, pero Dios nos da el diagnóstico correcto. Debemos confiar que cuando Dios dice algo no nos miente. “Dios no es hombre, para que mienta, Ni hijo de hombre para que se arrepienta. Él dijo, ¿y no hará? Habló, ¿y no lo ejecutará? (Nm 23:19). Afirma el escritor a los hebreos: “es imposible que Dios mienta.” (He 6:18). Dios es certero cuando dice que no debemos unirnos en yugo desigual (2Co 6:14-18). Algunos no obedecen a su Palabra y luego vienen a pedir consejería matrimonial para que le resuelvan las consecuencias del pecado. Cuando Dios dice que nos perdona, debemos creer que nos perdona y aceptar el perdón. “Si confesamos nuestros pecados, él es fiel y justo para perdonar nuestros pecados, y limpiarnos de toda maldad.” (1Jn 1:9). Es cuestión de fe y obedecer porque: “El justo por la fe vivirá”. (Hab 2:4). Cuando Dios habla y dice algo en su enseñanza siempre tiene la razón y no se equivoca. Nos metemos en problemas cuando ponemos en discusión lo que Dios dice en su Palabra. Algunos predicadores dan enseñanzas que no son las que Dios plantea en su Palabra y tendrán que dar cuenta de lo que predican. Desechan la Palabra porque no la aman y no creen en realidad que lo que Dios ya dijo es certero, exacto y enseñan medias verdades o mentiras. No aman la Palabra de Dios (Jer 6:10; Mal 1:6-7). “Pues tus testimonios son mis delicias y mis consejeros.” (Sal 119:24). Jesucristo enseña: “Escudriñad las Escrituras; porque a vosotros os parece que en ellas tenéis la vida eterna; y ellas son las que dan testimonio de mí.” (Jn 5:39). Fiel: en el hebreo “aman” significa que el testimonio de Dios es fiel, firme, confiable y duradero. 1) Firme, seguro: Dios no dice en su Palabra probablemente enviare a mi hijo. No, todo lo asegura con firmeza. Lo que Él dice siempre tiene la razón. 2) Confiable: El testimonio de Jehová es confiable. La exhortación es que confiemos en la Palabra de Dios. Confiemos en lo que Dios ya dijo. Algunos cristianos dicen: En la Palabra dice, pero yo lo hago así a mi manera. 3) Estable. Duradero. Perdurable. El testimonio de Dios permanece porque “Jesucristo es el mismo ayer, y hoy, y por los siglos.” (He 13:8). Su Palabra es incambiable, inmutable, es estable. Jesucristo afirma: “El cielo y la tierra pasarán, pero mis Palabras no pasarán.” (Mt 24:35). “Toda buena dádiva y todo don perfecto desciende de lo alto, del Padre de las luces, en el cual no hay mudanza, ni sombra de variación.” (Stg 1:17).

    II. “La Palabra de Dios…hace sabio al sencillo.” (Sal 19:7d). Todos los tesoros del conocimiento y de la sabiduría están en Jesucristo y disponibles para el creyente, “para que sean consolados sus corazones, unidos en amor, hasta alcanzar todas las riquezas de pleno entendimiento, a fin de conocer el misterio de Dios el Padre, y de Cristo, en quien están escondidos todos los tesoros de la sabiduría y del conocimiento.” (Col 2:2-3). La sabiduría de Dios es dada de manera gratuita y abundante: “Y si alguno de vosotros tiene falta de sabiduría, pídala a Dios, el cual da a todos abundantemente y sin reproche, y le será dada.” (Stg 1:5). Dios hace que el creyente crezca espiritualmente y comience a decidir con sabiduría y con inteligencia espiritual (Col 1:9-10). La sabiduría terrenal no es de Dios como enseña Stg 3:14-15 Pero si tenéis celos amargos y contención en vuestro corazón, no os jactéis,

  • 877 – Sal 19:7a – Salmos. La perfecta palabra de Dios.

    La ley de Jehová es perfecta, que convierte el alma;

     

    ¿Es para usted la Biblia la respuesta a la problemática espiritual de los seres humanos? ¿Es para usted la Biblia la fuente confiable de la que extraemos nuestra guía de fe y conducta? Uno de los grandes pecados del cristianismo de hoy, es que han desplazado a la palabra de Dios con ideas, pensamientos, filosofías y estrategias humanas y en algunos casos no sólo no concuerdan con las Escrituras, sino que ridiculizan a Dios. Se usa el pragmatismo de Nicolás Maquiavelo: el fin justifica los medios. Esta misma estrategia es usada en la iglesia en lugar de usar la palabra de Dios. El subjetivismo que depende de lo que sentimos o vemos. El uso de frases como: “Dios ama al pecador, pero aborrece el pecado” de Gandi copiado de Agustín de Hipona de su libro la ciudad de Dios, pag 397. Pero solo copió la primera parte de la frase. Dejando una media verdad porque: “Dios es juez justo, y Dios está airado contra el impío todos los días.” (Sal 7:11). Si no confiamos en el consejo de Dios, lo estamos menospreciando, estamos diciendo que nosotros somos más inteligentes que Él, y como que a Dios le faltó algo para enseñarnos como salir del pecado, como dirigir nuestra vida y la iglesia. Para el creyente la Biblia debe ser el manual de instrucciones y principios que Dios nos enseña para tratar toda la problemática del ser humano centrada en el pecado, “por cuanto todos pecaron, y están destituidos de la gloria de Dios.” (Ro 3:23). Solo las Escrituras enseñan cómo salir de las tinieblas del pecado y vivir en la luz admirable de Dios. “Porque dos males han hecho mi pueblo: me dejaron a mí, fuente de agua viva, y cavaron para sí cisternas, cisternas rotas que no retienen agua.” (Jer 2:13).

    I. La Ley de Jehová es perfecta. (Sal 19:7a). La ley, del hebreo La Torah que significa la enseñanza de Dios. No se limita a leyes sino a toda la revelación de Dios en su Palabra. La enseñanza de Dios es perfecta. La enseñanza de Dios está en la Escritura para decirnos como debemos vivir, conducirnos durante toda la vida. Para cada ocasión hay un consejo, un mandamiento para indicarnos como vivir. La psicología tiene más de 3000 terapias para corregir los problemas del ser humano, y vemos la imperfección de estas. Pero la Palabra de Dios es perfecta. Por lo tanto, para nosotros los cristianos es suficiente la Biblia. La enseñanza de Dios es perfecta. Perfecta: del hebreo Tamín que tiene por lo menos cinco significados: S1) Completa: la enseñanza del Señor es completa no le falta nada. “Mirad que nadie os engañe por medio de filosofías y huecas sutilezas, según las tradiciones de los hombres, conforme a los rudimentos del mundo, y no según Cristo” (Col 2:8-10). S2) Cabal: exacta. Dios siempre va a tener una palabra exacta para tu situación. Los médicos, mecánicos se pueden equivocar. Pero Dios nos pasa el escáner con su palabra y detecta de manera exacta cual es problema y lo que debemos corregir. S3) Integra: No le falta ningún ingrediente. Es sustanciosa y alimenta. S4) Sin tacha: sin error. La Palabra de Dios no tiene errores, es acrisolada sin tacha (Sal 18:30). Si tuviera error Dios tuviera error y no fuera Dios. Las traducciones pueden tener errores, pero no el original. Por lo tanto, la enseñanza de Dios es sin error. Inerrante según la teología. S5) Verdadera: Habla de sentido absoluto. La Palabra de Dios es la verdad porque Dios Padre es la verdad. “Santifícalos en tu verdad; tu palabra es verdad.” (Jn 17:17). El Hijo, Jesucristo es verdad, afirma: “Yo soy el camino, la verdad, y la vida.” (Jn 14:6). Jesús no dijo soy una verdad. Él aseguró soy LA VERDAD, un absoluto. El Espíritu Santo, es el Espíritu de Verdad (Jn 14:17; 16:13). La pureza de la palabra de Dios la hace perfecta. “Las palabras de Jehová son palabras limpias, como plata refinada en horno de tierra, purificada siete veces.” (Sal 12:6). “En cuanto a Dios, perfecto es su camino,

  • 876 – Sal 19:7-8 – Salmos. El poder de la palabra de Dios.

    La ley de Jehová es perfecta, que convierte el alma; El testimonio de Jehová es fiel, que hace sabio al sencillo. Los mandamientos de Jehová son rectos, que alegran el corazón; El precepto de Jehová es puro, que alumbra los ojos.

     

    El Salmo 19 es uno de los más hermosos del libro de los salmos. Destaca las dos grandes revelaciones de Dios, por su creación y por su palabra, y termina con dos estrofas de autoexamen y de alabanza a Dios. Dios se ha manifestado a la humanidad por medio de estos dos instrumentos: la creación y su palabra. La raza humana queda responsable ante Él debido a sus comunicaciones no verbales y verbales. Cuando Dios se revela por medio de la naturaleza (Sal 19:1-6), aprendemos sobre su gloria y nuestra condición finita y cuando se revela por medio de las Escrituras (Sal 19:7-14), aprendemos acerca de su santidad y de nuestra naturaleza pecaminosa guiándonos a la salvación y vida eterna. “Porque así dijo Jehová, que creó los cielos; Él es Dios, el que formó la tierra, el que la hizo y la compuso; no la creó en vano, para que fuese habitada la creó: Yo soy Jehová, y no hay otro.” (Is 45:18).

    I. La revelación general de Dios en el mundo (Sal 19:1-6). El testimonio del universo aparece consecuente y claro, pero la pecaminosa humanidad lo resiste de forma persistente. A. La publicación de los cielos (Sal 19:1-4b) “Los cielos cuentan la gloria de Dios, y el firmamento anuncia la obra de sus manos. Un día emite palabra a otro día, y una noche a otra noche declara sabiduría.  No hay lenguaje, ni palabras, ni es oída su voz. Por toda la tierra salió su voz, y hasta el extremo del mundo sus palabras.”  B. La primacía del sol (Sal 19:4c-6) “En ellos puso tabernáculo para el sol; y éste, como esposo que sale de su tálamo, se alegra cual gigante para correr el camino. De un extremo de los cielos es su salida, y su curso hasta el término de ellos; y nada hay que se esconda de su calor.” El ser humano no tiene excusas con la revelación de la existencia de Dios y su poder. La creación transmite un mensaje claro e inconfundible acerca de la persona de Dios. El ser humano no tiene excusas para creer y seguir a Dios: “Porque las cosas invisibles de Él [Dios], su eterno poder y deidad, se hacen claramente visibles desde la creación del mundo, siendo entendidas por medio de las cosas hechas, de modo que no tienen excusa.” (Ro 1:20).

    II. La revelación especial de Dios en la Palabra (Sal 19:7-14). David pasa a describir los atributos, aprecio y aplicación del poder de la palabra de Dios, las Escrituras. A. Seis atributos de la palabra de Dios (Sal 19:7-9). “La ley de Jehová es perfecta, que convierte el alma; El testimonio de Jehová es fiel, que hace sabio al sencillo. Los mandamientos de Jehová son rectos, que alegran el corazón; El precepto de Jehová es puro, que alumbra los ojos. El temor de Jehová es limpio, que permanece para siempre; Los juicios de Jehová son verdad, todos justos.” David usa seis sinónimos para referirse a la palabra de Dios y su poder: S1) La Ley, el alma necesita conversión: la espada del Espíritu puede lograrlo con la enseñanza que transforma el alma del ser humano (Stg 1:18; 1Pe 1:23). S2) El testimonio, de la palabra de Dios que cambia a la persona de su peor conducta, ser necio, patán, a ser sencillo, sabio y de buena conducta. (2Ti 3:15). “¿No es mi palabra como fuego, dice Jehová, y como martillo que quebranta la piedra?” (Jer 23:29).  S3) Los mandamientos de Dios traen gozo, alegría al corazón porque al cumplirlos estamos siempre en la presencia de Dios donde hay “plenitud de gozo y delicias a su diestra” (Sal 16:11). “Fueron halladas tus palabras, y yo las comí; y tu palabra me fue por gozo y por alegría de mi corazón; porque tu nombre se invocó sobre mí, oh Jehová Dios de los ejércitos.” (Jer 15:16). S4) El precepto, la palabra de Dios alumbra, es luz para no andar en tinieblas porque: “Lámpara es a mis pies tu palabra, y lumbrera

  • 875 – Sal 18:1-2 – Salmos. Alabanza en agradecimiento a Dios.

    Te amo, oh Jehová, fortaleza mía. Jehová, roca mía y castillo mío, y mi libertador; Dios mío, fortaleza mía, en él confiaré; mi escudo, y la fuerza de mi salvación, mi alto refugio.

     

    El salmo 18 es casi un duplicado de 2Samuel 22, puede clasificarse como un himno de alabanza y como un salmo real. Fue escrito por David para agradecer a Dios por darle la victoria en todas sus luchas y pruebas. Pudo haber sido escrito a finales de la vida de David, cuando hubo paz. Alaba a Dios por sus obras gloriosas y sus bendiciones a través de los años de su vida. La promesa es que: “Torre fuerte es el nombre de Jehová; a Él correrá el justo, y será levantado.” (Pr 18:10).

    I. Alabanzas iniciales de David (Sal 18:1-3). David inicia el salmo alabando a Dios y reconociendo sus atributos: “Te amo, oh Jehová, fortaleza mía.” (Sal 18:1). El primer y mayor mandamiento es: “Amarás al Señor tu Dios con todo tu corazón, y con toda tu alma, y con toda tu mente.” (Mt 22:37). Ciertamente que una manifestación así de su amor debería constreñirnos. “Porque el amor de Cristo nos constriñe, pensando esto: que si uno murió por todos, luego todos murieron; y por todos murió, para que los que viven, ya no vivan para sí, sino para aquel que murió y resucitó por ellos.” (2Co 5:14-15). La elección de palabras que hace David tiene la intención de expresar una devoción muy intensa, como Pedro en Jn 21:15-17. Lo expone en el Sal 18:2-3 roca mía y castillo mío, y mi libertador; Dios mío, fortaleza mía, en él confiaré; mi escudo, y la fuerza de mi salvación, mi alto refugio. La protección de Dios hacia su pueblo es ilimitada y puede tomar diversas formas. David caracterizó el cuidado de Dios mencionado sus atributos como símbolos militares. Dios es: (A1) Castillo, Fortaleza o lugar seguro donde el enemigo no nos puede seguir. (A2) Roca, la inmutable Roca de la eternidad es mi Dios, mi Roca, protección que no podrá ser movida por nadie que quiera dañarnos. (A3) Escudo que se interpone entre nosotros y el peligro. “Yo seré para ella, dice Jehová, muro de fuego en derredor, y para gloria estaré en medio de ella.” (Zc 2:5) (A4) Fuerza de salvación, símbolo de poder y fuerza. (A5) Alto refugio, una torre por encima de mis enemigos. (A6) Libertador, nos libra, nos salva del enemigo del pecado y la muerte eterna. Estos atributos de Dios enseñan que, si necesitamos protección, busquemos, dependamos de Él: “Invocaré a Jehová, quien es digno de ser alabado, y seré salvo de mis enemigos.” (Sal 18:3). Alabamos nuestro Señor, a Cristo, porque es nuestro refugio: “Y será aquel varón como escondedero contra el viento, y como refugio contra el turbión; como arroyos de aguas en tierra de sequedad, como sombra de gran peñasco en tierra calurosa.” (Is 32:2).

    II. Las etapas de la vida de David (Sal 18:4-45). En los versos 4 al 45 David describe las diferentes etapas de su vida. A. En el pozo del peligro.  (Sal 18:4-19). Menciona su desesperación (Sal 18:4-5). “Me rodearon ligaduras de muerte, y torrentes de perversidad me atemorizaron.” (Sal 18:4). Dios fue su defensor contra el enemigo (Sal 18:6-15).  “Envió sus saetas, y los dispersó; lanzó relámpagos, y los destruyó.”  (Sal 18:14). Libertándolo de sus enemigos (Sal 18:16-19). “Me sacó a lugar espacioso; me libró, porque se agradó de mí.” (Sal 18:19). B. Es premiado por su santidad al llevar una vida de integridad ética (Sal 18:20-28).  Por guardar los principios de Dios (Sal 18:20-26). “Jehová me ha premiado conforme a mi justicia; conforme a la limpieza de mis manos me ha recompensado. Porque yo he guardado los caminos de Jehová, y no me aparté impíamente de mi Dios.” (Sal 18:20-21). Con los privilegios de la dirección divina (Sal 18:27-28). “Tú encenderás mi lámpara; Jehová mi Dios alumbrará mis tinieblas.” (Sal 18:28). C. Menciona la confianza en Dios durante la turbulenta atmósfera del liderazgo. (Sal 18:29-45). En el liderazgo militar (Sal 18:29-42)

  • 874 – Sal 17:8 Salmos. Bajo la sombra de tús alas.

    Guárdame como a la niña de tus ojos; escóndeme bajo la sombra de tus alas,

    Solamente cinco Salmos usan “oración” en el título (Sal 17, 86, 90, 102, 142). Debe existir siempre una relación vital entre la oración y el testimonio. Aquellos que son más fuertes, constantes en la oración son los más aptos para dar el más poderoso testimonio. Algunos piensan que este salmo surgió cuando David era perseguido por Saúl en Maón (1Sa 23:26; 24:11). Los cánticos de David se igualan a sus oraciones. Se nota en el Salmo la teología del pacto, Dios es misericordioso y cumple su promesa. “El que habita al abrigo del Altísimo morará bajo la sombra del Omnipotente. “ (Sal 91:1). El salmista se preocupa por la integridad; pide que Dios le examine, que muestre su inocencia. Luego pide protección recordando a Dios como a un padre, a Jehová, que rodeó a Israel con su protección y lo guardó como a la niña de su ojo durante 40 años en el desierto: “Le halló en tierra de desierto, y en yermo de horrible soledad; lo trajo alrededor, lo instruyó, lo guardó como a la niña de su ojo. Como el águila que excita su nidada, revolotea sobre sus pollos, extiende sus alas, los toma, los lleva sobre sus plumas“ (Dt 32:9-11).

    I. Lo que se le pide a Dios. David ora pidiendo: 1. La atención de Dios. “Oye, oh Jehová, una causa justa; está atento a mi clamor“ (Sal 17:1). Es por la gloria de su Nombre que Él da atención al clamor justo de sus hijos. Dios tiene un oído pronto para atender a “una causa justa“. Ninguna madre ni ningún médico pueden prestar una atención tan estrecha a nuestra necesidad como nuestro Padre celestial. “Claman los justos, y Jehová oye, y los libra de todas sus angustias.“ (Sal 34:17). Los libra no significa que el justo no tendrá aflicción, angustias sino que Dios nos ayuda a pasar y salir de ellas. 2. Sustento divino. “Sustenta mis pasos en tus caminos “(Sal 17:5). Él sabe que no es del hombre dirigir sus pasos (Jer 10:23). Por medio de la ayuda de su mano llena de gracia somos preservados de tropezar. Nuestros pasos resbalarán cuando dejemos de apoyarnos en su fortaleza. Él puede guardar los pies de sus santos (1Sa 2:9). 3. Manifestación divina. “Muestra tus maravillosas misericordias “(Sal 17:7). Él ruega por una más plena revelación del carácter de Dios en su bondad, en su misericordia, en sus maravillosas misericordias. ¡Cuán preciosa, oh Dios, es tu misericordia! Por eso los hijos de los hombres se amparan bajo la sombra de tus alas. (Sal 36:7). 4. Protección divina. “Guárdame como a la niña de tus ojos; escóndeme bajo la sombra de tus alas“ (Sal 17:8). Serán verdaderamente guardados aquellos que están escondidos bajo la sombra de sus alas y guardados como la niña de sus ojos. Sus alas son largas y potentes, y está más celoso de sus ojos que de cualquier otra parte del cuerpo. El enemigo como león rugiente, anda alrededor buscando a quien devorar (1Pe 5:8) pero el poder de Dios son más que suficientes para salvarnos de “nuestros enemigos que buscan nuestra vida“. (Sal 17:9b). “Someteos, pues, a Dios; resistid al diablo, y huirá de vosotros. “ (Stg 4:7). “Porque mayor es el que está en vosotros, que el que está en el mundo. “ (1Jn 4:4).

    II. El testimonio dado para Dios. El salmista nos asegura de que Dios: 1. Había probado su corazón. “Tu has probado mi corazón“ (Sal 17:3a). El corazón, tan propenso al engaño, tiene que ser tratado en primer lugar. La buena semilla solo es fructífera en un “corazón bueno y recto“ (Lc 8:15). 2. Le había visitado. “Me has visitado de noche“ (Sal 17:3b). El corazón es probado para que sea visitado en misericordia y gracia. Dios visita durante la noche del apacible reposo, en la noche de tinieblas y dolor. Él sabe cuándo visitar y qué traer. “He aquí, yo estoy a la puerta y llamo; si alguno oye mi voz y abre la puerta, entraré a él, y cenaré con él, y él conmigo.“ (Ap 3:20). 3. Le había probado. “Me has puesto a prueba, y nada inicuo hallaste.“ (Sal 17:3

  • 873 – Sal 16:11 – Salmos. La plenitud del Gozo.

    Me mostrarás la senda de la vida; En tu presencia hay plenitud de gozo; Delicias a tu diestra para siempre.

    Este salmo 16 es una celebración del gozo que trae la comunión con Dios. El significado exacto de Mictam se desconoce, pero la septuaginta lo traduce como “estilografia”. Probablemente significa “tesoro escondido, corona de oro”.  De allí el nombre, el Salmo de oro de David. Otros nombres asignados son: La Joya de David, cántico notable, el Salmo del secreto precioso. Lo importante de este salmo es que David habla de Cristo como lo testifican el apóstol Pedro y Pablo en Hch 2:25; 13:35-38. Fue compuesto en tiempo de crisis, pero la crisis está eclipsada por la confianza en Dios. David estaba seguro que por conocer y confiar en Dios como su herencia en esta vida, podía confiar siempre en Él, aunque enfrentara la muerte. “Pues tengo por cierto que las aflicciones del tiempo presente no son comparables con la gloria venidera que en nosotros ha de manifestarse.” (Ro 8:18). “Porque este Dios es Dios nuestro eternamente y para siempre; Él nos guiará aun más allá de la muerte.” (Sal 48:14).

    1. Dios es nuestra herencia en la vida (Sal 16:1–8). “Guárdame, oh Dios, porque en ti he confiado.” (Sal 16:1). David con frecuencia ruega a Dios que lo proteja (Sal 17:8; 40:4; 41:9).  David conocía uno de los grandes nombres de Dios: “Guarda de los hombres” (Job 7:20). “Oh alma mía, dijiste a Jehová: Tú eres mi Señor; No hay para mí bien fuera de ti.” (Sal 16:2). David anunció su fe exclusiva en Jehová. Su declaración de fe era: Tú eres mi Señor; no hay para mí bien fuera de ti. El apóstol Pablo poco antes de su partida a la eternidad testifica: “Por lo cual asimismo padezco esto; pero no me avergüenzo, porque yo sé a quién he creído, y estoy seguro que es poderoso para guardar mi depósito para aquel día.” (2Ti 1:12).  El salmista se complace con los que solo adoran al Dios vivo y verdadero: “Para los santos que están en la tierra, y para los íntegros, es toda mi complacencia. Se multiplicarán los dolores de aquellos que sirven diligentes a otro dios. No ofreceré yo sus libaciones de sangre, Ni en mis labios tomaré sus nombres.“ (Sal 16:3-4). Dios ha llamado a su pueblo para ser una nación santa (Éx 19:6; 1Pe 1:16; 2:9), y el siervo de Dios reconocía que con ellos debía andar, con los fieles, santos servidores del Señor. Luego habla de las bendiciones divinas (Sal 16:5–6). Testifica: Jehová es la porción de mi herencia. Para él, Dios era todo lo que necesitaba para satisfacer su corazón mientras viviera. Además de ser su porción, Dios le había asignado una hermosa heredad. El salmista comparaba las bendiciones divinas con la mejor herencia que alguien pudiera recibir (Pr 10:22); reconocía que Dios le había permitido llevar una vida maravillosa y plena. Testifica de la seguridad que experimenta el creyente (Sal 16:7–8). Como resultado de todas las bendiciones, David alababa a Dios, porque dijo: me aconseja; aun en las noches me enseña (y por supuesto que también durante el día) y porque lo guiaba en forma segura. Bendeciré significa “hablar, decir bien de alguien”. Esta es la primera de veinticuatro veces en los Salmos que se dice que el Señor es “bendecido”. David sabía que nunca sería conmovido ni apartado de su camino de integridad y nada impediría disfrutar de las bendiciones que tenía al confiar en Dios. Esa es la fe que debemos tener en Dios como David y otros siervos del Señor como Moisés que “Por la fe dejó a Egipto, no temiendo la ira del rey; porque se sostuvo como viendo al Invisible” (He 11:27).

    2. La plenitud del gozo de Dios (Sal 16:9-11). Se alegró por tanto mi corazón, y se gozó mi alma; mi carne también reposará confiadamente; Porque no dejarás mi alma en el Seol, ni permitirás que tu santo vea corrupción. Me mostrarás la senda de la vida; en tu presencia hay plenitud de gozo; delicias a tu diestra para siempre. La muerte no era una amenaza para David, porque disfrutaba

  • 872 – Sal 15:1 Salmos. El peregrino celestial.

    Jehová, ¿quién habitará en tu tabernáculo? ¿Quién morará en tu monte santo?

     

    Eres un ¿Peregrino terrenal o celestial?  Otro título para el Sal 15 puede ser: “El cántico del peregrino”, o “El cántico del ciudadano celestial”. Se hace una pregunta: “Jehová, ¿quién habitará en tu tabernáculo? ¿Quién morará en tu monte santo?” (Sal 15:1; 24:3). Tabernáculo y monte santo son palabras intercambiables que describen el principal centro de la adoración: la morada de Dios. El salmista responde con diez características que deben pertenecer al peregrino celestial para permanecer en la comunión con Dios. Juan menciona algunos de estos peregrinos: “Entonces uno de los ancianos habló, diciéndome: Estos que están vestidos de ropas blancas, ¿quiénes son, y de dónde han venido? Yo le dije: Señor, tú lo sabes. Y él me dijo: Estos son los que han salido de la gran tribulación, y han lavado sus ropas, y las han emblanquecido en la sangre del Cordero. Por esto están delante del trono de Dios, y le sirven día y noche en su templo; y el que está sentado sobre el trono extenderá su tabernáculo sobre ellos.” (Ap 7:14-15).  

    I. Es recto en su andar. “El que anda en integridad.” (Sal 15:2a). “El que dice que permanece en Él, debe andar como Él anduvo” (1Jn 2:6). Debemos andar por fe, para vivir rectamente en medio de una generación malvada y perversa. Dios no tiene comunión con la injusticia. Iglesia: “Haced todo sin murmuraciones y contiendas, para que seáis irreprensibles y sencillos, hijos de Dios sin mancha en medio de una generación maligna y perversa, en medio de la cual resplandecéis como luminares en el mundo;” (Fil 2:14-15).

    II. Es veraz en su corazón. “El que… habla verdad en su corazón” (Sal 15:2). Deben ser puros los corazones de aquellos que quieran morar en el tabernáculo de Aquel que “escudriña los corazones”. Cuando la verdad no mora en el corazón, los labios tienden al engaño. “Bienaventurados los de limpio corazón, porque ellos verán a Dios.” (Mt 5:8). “Porque así dijo el Alto y Sublime, el que habita la eternidad, y cuyo nombre es el Santo: Yo habito en la altura y la santidad, y con el quebrantado y humilde de espíritu, para hacer vivir el espíritu de los humildes, y para vivificar el corazón de los quebrantados.” (Is 57:15).

    III. Es caritativo para sus semejantes. “El que no calumnia con su lengua, ni hace mal a su prójimo” (Sal 15:3). Un corazón que ame la verdad nunca utilizará una lengua maledicente. No puede evitar oír maledicencias contra su prójimo, pero se refrena de “anidarlas”. Si el pueblo de Dios se dejara de maledicencias, pronto esta práctica desaparecería. Así que, iglesia: “Ninguna palabra corrompida salga de vuestra boca, sino la que sea buena para la necesaria edificación, a fin de dar gracia a los oyentes. Y no contristéis al Espíritu Santo de Dios, con el cual fuisteis sellados para el día de la redención.” (Ef 4:29-30).

    IV. Es cuidadoso acerca de su compañía. “Aquel a cuyos ojos el vil es menospreciado, pero honra a los que temen a Jehová” (Sal 15:4). Igual que Mardoqueo, no puede dar honra al vil y arrogante Amán. Es compañero de todos aquellos que temen a Jehová. El que camina con Dios, como lo hacían Noé y Enoc, será separado de pecadores. Iglesia: “No os unáis en yugo desigual con los incrédulos; porque ¿qué compañerismo tiene la justicia con la injusticia? ¿Y qué comunión la luz con las tinieblas? ¿Y qué concordia Cristo con Belial? ¿O qué parte el creyente con el incrédulo?” (2Co 6:14-15).

    V. Es fiel a su promesa. Si jura o da su solemne promesa para hacer algo, lo hará, incluso para su propio daño, sin cambiar lo dicho (Jue 11:35). Algunos que dicen ser creyentes se comprometen y no cumplen ni años. “Cuando a Dios haces promesa, no tardes en cumplirla; porque Él no se complace en los insensatos. Cumple lo que prometes. Mejor es que no prometas, y no que prometas y no cumplas.” (Ecl 5:4-5). La fidelidad es solo una tenue imitación de la fidelidad

  • 871 – Sal 14:1 – Salmos. El pecado del ser humano.

    Dice el necio en su corazón: No hay Dios. Se han corrompido, hacen obras abominables; No hay quien haga el bien.

     

    Sabiendo que el ser humano es necio y corrupto, y que Dios destruirá a la gente por sus malvadas acciones, el salmista añoraba que se estableciera el reino de Dios en la tierra. Este Salmo 14 es un poema sapiencial, junto con su casi idéntico gemelo, Salmo 53, y contiene profundas deliberaciones acerca de la corrupción humana. Hace énfasis en el total fracaso del hombre a los ojos de Dios. Enseña que el verdadero ateo es necio o malvado. Necio porque cierra los ojos a la evidencia de que Dios existe, o malvado porque no quiere someterse a las verdades de Dios. Nos volvemos ateos en la práctica cuando nos apoyamos en nosotros mismos más que en Dios. El necio mencionado aquí es alguien agresivamente perverso en lo que hace. Según la Biblia, se necesita ser muy necio para desafiar directamente a Dios. Aprendemos de Job que: “Si quisiere contender con Él [Dios], no le podrá responder a una cosa entre mil. El [Dios] es sabio de corazón, y poderoso en fuerzas; ¿Quién se endureció contra Él, y le fue bien?” (Job 9:3-4).

    1. Descripción del ser humano sin Dios (Sal 14:1-3). “Dice el necio en su corazón: No hay Dios. Se han corrompido, hacen obras abominables; No hay quien haga el bien.” (Sal 14:1). David afirmó que el veredicto de Dios sobre la humanidad es que sólo hay necedad en su corazón. Un necio cree que no hay Dios y por eso, se ha corrompido. Estas dos declaraciones están relacionadas porque un ateo, que vive como si Dios no existiera separado de la sabiduría divina, tiene como resultado que es un corrupto, y contamina todo lo que hace. Sus acciones son abominables; viles, y Dios las rechaza. Enseña He 11:6 Pero sin fe es imposible agradar a Dios; porque es necesario que el que se acerca a Dios crea que le hay, y que es galardonador de los que le buscan. Dios observa para ver si hay algún sensato que reconozca su condición: “Jehová miró desde los cielos sobre los hijos de los hombres, Para ver si había algún entendido, Que buscara a Dios.” (Sal 14:2). Puesto que el necio se niega a aceptar este hecho, carece de entendimiento. “El principio de la sabiduría es el temor de Jehová” (Pr 1:7). “Porque el ruin hablará ruindades, y su corazón fabricará iniquidad, para cometer impiedad y para hablar escarnio contra Jehová, dejando vacía el alma hambrienta, y quitando la bebida al sediento.” (Is 32:6). Dios habla de cómo ve al ser humano: “Todos se desviaron, a una se han corrompido; no hay quien haga lo bueno, no hay ni siquiera uno.” (Sal 14:3). Las Escrituras enseñan que la única esperanza de la humanidad es que busquen a Dios para ser salvos. El apóstol Pablo usa este pasaje en Ro 3:10-12 para explicar la universalidad del pecado del ser humano, y concluir “por cuanto todos pecaron, y están destituidos de la gloria de Dios” (Ro 3:23). Por lo tanto, “Buscad a Jehová mientras puede ser hallado, llamadle en tanto que está cercano. Deje el impío su camino, y el hombre inicuo sus pensamientos, y vuélvase a Jehová, el cual tendrá de él misericordia, y al Dios nuestro, el cual será amplio en perdonar.” (Is 55:6-7).

    2. Castigo para el necio. Sal 14:4-6 ¿No tienen discernimiento todos los que hacen iniquidad, Que devoran a mi pueblo como si comiesen pan, Y a Jehová no invocan? Ellos temblaron de espanto; Porque Dios está con la generación de los justos. Del consejo del pobre se han burlado, pero Jehová es su esperanza. La falta de discernimiento que muestran todos los que hacen iniquidad, piensan que podrán devorar al pueblo de Dios como si comiesen pan. Su maldad es más pronunciada cuando atacan cruelmente a los escogidos de Dios. Ignoran el hecho de que Dios los dominará, porque al atacar al pueblo de Dios en realidad están atacando a Jehová, … porque Dios está con la generación de los justos. Así que los malos temblarán de espanto cuando el Señor los castigue

  • 870 – Sal 13:1 Salmos. El silencio de Dios.

    ¿Hasta cuándo, Jehová? ¿Me olvidarás para siempre? ¿Hasta cuándo esconderás tu rostro de mí?

     

    La oración es una forma en la que podemos expresar nuestros sentimientos y hablar con Dios de nuestros problemas. En este salmo, la frase "hasta cuándo" aparece cuatro veces en los primeros dos versículos, indicando el desconsuelo profundo con una alabanza de lamento. Al David expresar sus sentimientos a Dios encontró fortaleza. Al final de su alabanza, ya podía expresar esperanza y confianza en Dios. El Señor nos ayuda a encontrar la perspectiva adecuada, y esto nos da paz. Porque: “Aunque la higuera no florezca, ni en las vides haya frutos, aunque falte el producto del olivo, y los labrados no den mantenimiento, y las ovejas sean quitadas de la majada, y no haya vacas en los corrales; con todo, yo me alegraré en Jehová, y me gozaré en el Dios de mi salvación. Jehová el Señor es mi fortaleza, El cual hace mis pies como de ciervas, y en mis alturas me hace andar.” (Hab 3:17-19). Como creyentes genuinos debemos aprender a orar y esperar en Dios. Estas variadas experiencias son necesarias para la disciplina del alma. Con frecuencia David declaró que Dios actuaba muy lentamente para salvarlo. A menudo nosotros también sentimos esa impaciencia. El salmista nos enseña con un lenguaje de preocupación, intercesión y confesión que aprendió a orar y esperar en Dios. Luego en otro salmo dará testimonio diciendo: “Pacientemente esperé a Jehová, y se inclinó a mí, y oyó mi clamor.” (Sal 40:1).

    I. El lenguaje de la impaciencia. Ahora David está preocupado por: 1. El silencio divino. “¿Hasta cuándo Jehová? ¿Me olvidarás para siempre?” (Sal  13:1). Dios se acuerda de su pueblo, pero en ocasiones, en sus tratos para con nosotros, puede parecer como si se hubiera olvidado, los cielos parecen de bronce. Las oraciones tardan en recibir respuesta, y lo sobrenatural parece haber desaparecido por un tiempo de nuestras vidas. 2. La necesidad sentida de su presencia. “¿Hasta cuando esconderás tu rostro de mí?” Aquellos que nunca sienten la ausencia de Dios son los que más deben ser compadecidos. Puede que sean nuestras propias iniquidades y pecados que le ocultan de nosotros (Is 59:2); pero, si no, aunque Él oculte su rostro por un momento, seguimos teniendo la seguridad de su eterna bondad. “Por un breve momento te abandoné, pero te recogeré con grandes misericordias. Con un poco de ira escondí mi rostro de ti por un momento; pero con misericordia eterna tendré compasión de ti, dijo Jehová tu Redentor.” (Is 54:7-8). 3. Su propia impotencia. ¿Hasta cuándo pondré consejos en mi alma, con tristezas en mi corazón cada día?” (Sal 13:2a). Echado sobre sus propios recursos, los descubre totalmente inadecuados. Incluso los mejores y más sabios de los hombres, cuando se quedan limitados a sus propios recursos, son verdaderamente pobres. Anhela salir de sí mismo y hacia la sabiduría y fuerza de Dios. Para dar fruto, tenemos que morar en Él. (Jn 15:6). 4. El poder de su enemigo. “¿Hasta cuándo será enaltecido mi enemigo sobre mí?” (Sal 13:2b). La ausencia del poder de Dios implica la presencia del poder del enemigo. ¿Durante cuánto tiempo triunfará mi enemigo? Durante todo aquel tiempo que no sea visto el rostro de Dios. Tu faz buscaré, oh Señor; aquella faz revelada a nosotros en la faz de Jesucristo.” Porque Dios, que mandó que de las tinieblas resplandeciese la luz, es el que resplandeció en nuestros corazones, para iluminación del conocimiento de la gloria de Dios en la faz de Jesucristo.” (2Co 4:6).

    II. El lenguaje de la intercesión. Ahora suplica: 1. La consideración de su causa. “Mira, respóndeme, o Jehová Dios mío” (Sal 13:3). Hay una santa familiaridad en esta petición. Aquel que dijo, “Venid, y estemos a cuenta” (Is 1:18), condesciende a tratar con nosotros como hombre. La causa que le es expuesta plenamente será por Él considerada cuidadosamente. 2. Ojos alumbrados.