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El talentoso volante de Universidad Católica dice que por ahorrar dinero, los dirigentes los llevaron al peor lugar de concentración imaginable. Rescata las bondades de Luis Santibáñez y aporta una durísima mirada al penal perdido por Carlos Caszely ante Austria. Confiesa que esa derrota es la pena más grande que le dio el fútbol profesional.
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Pato Yáñez empezó de velocista. Con poco y nada de trabajó en cadetes, saltó a San Luis de Quillota y de ahí a la selección, sin escalas. Se convirtió en un jugador determinante en la clasificación a España 1982. “Pero allá llegamos mal preparados, nos faltó profesionalismo y nos mató la concentración en el colegio Meres”, recuerda en esta entrevista.
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Iniciamos el ciclo de "El Camino" a España 82. Dueño de una zurda que deleitaba, Manuel Rojas es postal de una selección que fue subcampeona de América y arrasó en una clasificatoria. Regaló su talento en un Palestino campeón y el fútbol lo llevó a convertirse en un estadounidense más. Esta es su historia.
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El Polo Vallejos jugaba adelantado, su dominio del juego con los pies lo catapultó al arco de la Roja. Aunque vivió la clasificatoria desde la banca, el Zorrro Álamos lo eligió para defender la portería de Chile en el Mundial de Alemania. “Teníamos un equipazo, merecíamos más”, recuerda el meta con nostalgia.
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Es el turno de Alberto Quintano, zaguero central de depurada técnica, que salía jugando a ras de piso y era dominador del aire. Acá revela la interna del nacimiento de la histórica dupla que formó con Elías Figueroa, apenas con sólo dos entrenamientos en el cuerpo, nada más ni nada menos que ante Rusia, en 1973.
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Julio Crisosto medía 1.70 y aún así se aburrió de hacer goles de cabeza. Aquí cuenta cómo. Habla de un fútbol muy diferente, donde no había cámaras ni Var, así que a los delanteros les pegaban. “Yo les pegaba de vuelta”, recuerda; antes de encarar la pena más grande que le deparaba el fútbol.
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Puntero veloz e incisivo, el Pollo era igual de encarador en la política. “Creía en la utopía, en un socialismo en libertad, leía, estudiaba y sabía los riesgos que corría. En el fútbol de esto no se hablaba, mis compañeros no lo entendían”, recuerda cuando habla de esa selección de comienzos de los 70.
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Mario Galindo fue un adelantado. En la cancha y para su tiempo. Su capacidad de avanzar regateando rivales y de llegar al gol le permitió ganarse un nombre, pero a la vez pudo haberle jugado en contra en horas decisivas. Este es su recuerdo de El Camino a Alemania 1974.