Episódios

  • Señores y señoras, cartas de una leyenda. De un ícono, de una estrella en el sentido más cabal y menos frívolo del término. De una mujer de convicciones fuertes, que se negó a ser solo una cara bonita -bellísima por cierto- y se convirtió en una de las grandes actrices de la historia del cine mundial. Me refiero a Ingrid Bergman. Huérfana a una edad muy temprana, la sueca comenzó a actuar para vencer su traumática timidez. Y vaya si lo logró. Terminó ganando tres premios Oscar y protagonizando películas icónicas como “Casablanca”, “Te querré siempre” y “Por quién doblas las campanas”, además de ser una de las musas de Alfred Hitchcock. “Elmundo venera la originalidad”, era una de sus máximas, que intentó cumplir hasta el día de su muerte. En su vida privada, si es que puede existir tal cosa en una figura tan pública, intentó huir de los estereotipos. De fiel esposa, de buena madre y de mujer intachable. Este episodio contiene dos cartas suyas. Una de amor y otra de desamor. La primera es de amor, de ilusión y va dirigida a Petter Lindstrom, su primer esposo, a pocos días de la boda. Por cierto, un casamiento que terminó en escándalo porque ella se enamoró del director de cine Roberto Rosellini. La segunda carta va dirigida a Rosellini y está plagada de los sinsabores que también tuvo ese vínculo. Lee la actriz y cineasta Alejandra Reyes.

    *

    Amor mío, único, espléndido y maravilloso: sería admirable que estuvieras en mi camerino y yo pudiera sentarme en tu regazo. Sin ti todo resulta insulso. Han de transcurrir cinco horas para que nos veamos y once días para que nos casemos. ¡El tiempo no pasa! ¿Cómo lo soporto? ¡Ojalá pudiera besarte uná y mil veces! Jamás me abandonarás, ¿verdad? Yo jamás me separaré de tí. Quiero estar contigo siempre, siempre, siempre. Faltan únicamente once días para nuestro enlace. Tengo que reunirme ahora con los fotógrafos, pero no dejaré de pensar en ti. ¡Qué atractivo eres! ¡Qué superior a los demás hombres! Estoy loca por ti. No puedo contenerme. Dentro de cinco horas y once días, seré tuya... Tuya...

    Ingrid

    *

    Telefoneé diez veces diarias como una tonta. Me gusta pasar las noches en blanco en conversación, como a usted. ¿Dónde parará la libertad de que hablo, si debo estar todas las noches en casa a las dos? También es una tontería telefonear a un hotel que se halla en íntimo contacto con la prensa. Descubrí a mi regreso de las montañas que se ha escrito demasiado sobre nosotros. Y en la ciudad se dice que mi matrimonio ha fracasado y que de ahora en adelante usted hará todas mis películas. Se rumora que le seguí a Nueva York: un nuevo triángulodramático ha surgido en Hollywood. Y así, por el estilo, se expresa la prensa sensacionalista. Como ello me apena, no quiero echar más leña al fuego con conferencias telefónicas cotidianas. Entiéndame y ayúdeme. No tuve tiempo para despedirme de la gente y ponerme sentimental, por lo menos, hasta que vi a Peter en el aeropuerto, solitario y silencioso. Una vez más advertí mi egoísmo, y ahora, mientras estoy aquí, no hago más sino ir al teatro y esperar, una vez más. Todoel mundo me pregunta qué hay entre nosotros dos. Por eso, me encerré en mi habitación a contemplar su fotografía. Aún lo sigo haciendo.

    Ingrid

  • AAco. La primera A por Alejandro. “Aco” es el apócope de su apellido, Acobino. Y apodo con el que lo identificaron sus amigos del colegio y colegas de teatro. Así firmaba sus cartas Alejandro Acobino, un actor, director y un dramaturgo extraordinario que dio el teatro de Buenos Aires. Cuando se fue, de forma temprana, dejó cincoobras: Enobarbo, Continente Viril, Rodando, Hernanito y Absentha. Y otras tantas inconclusas. Dejó también una poética potente, de una escritura magistral y llena de personajes que se pierden en una obsesión. Creo -lo digo humildemente después de haber visto sus obras varias veces- que aún no logramos ver del todo la dimensiónde su legado. Una dimensión increíblemente lúcida de un teatro atroz, trágico y grotesco. Acobino fue, además, un gran escritor de cartas. Le encantaba escribirlas y hablar por téléfono. Esta carta fue extraída del libro “AAco. Alejandro Acobino: cartas, ensayos y homenajes”, editado por el Centro Cultural de la Cooperación Floreal Gorini. Esuna cuidada y amorosa edición de su hermana Gabriela, que encontró muchísimos escritos en su computadora. Acá le escribe a una tal Sandy. No sabemos quién fue (Gabriela, su hermana, tampoco), pero importa poco. Alejandro le responde a esta mujer, quizá una periodista, que le había preguntado qué es para él el arte y porqué hace arte. Acá va entonces un pequeño homenaje de Epistolar a Alejandro Acobino por tantas horas disfrutando de su maravillosa obra. Lee el actor y amigo de Acobino, Germán Rodríguez.

    ***

    Estimada Sandy: Lamento la tardanza pero me olvidé completamente. Encontré tu mail de casualidad y te respondo. Espero que no sea tarde. No me resulta fácil contestarte lo que me pedís. La razón principal por la que hago arte es porque amo el arte. Tengo mis valores éticos y procuro ser consecuente con ellos como cualquiera que busca ser consecuente con sus valores. Tengo también mis valores ideológicos y por qué no confesarlo filosóficos… Pero a la hora de escribir y dirigir lo estético lo supedita todo... Creo en la autonomía de la estética respecto a los demás valores humanos... Acá me acerco más a Harold Bloom que a John Berger, aunqueideológicamente estoy más cerca de Berger (un progresista), filosóficamente me parezco más a Bloom(acusado de conservador). Del público: Yo vengo del público. Yo crecí en la época de la “primavera democrática” cuando salimos de la dictadura. La ciudad era un hervidero de teatritos, varietés, conciertos gratis,óperas… Yo me fui formando en ese mundo. Tras un intento frustrado de ser químico volví al teatro… Mi motor es la fascinación por el arte primero. ¿Por qué el teatro noes algo tan simple de explicar? Es decir mi mayor relación con el público es que del público vengo. Y hago teatro para que exista el teatro que querría ver... Y si no tengo mayor reflexión es porque gasto la mayor parte de mi tiempo reflexionando sobre los problemas estéticos que me planteo. AAco

  • Estão a faltar episódios?

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  • Hermann Hesse fue uno de los autores alemanes más leídos del siglo XX. Escribió novelas, cuentos, poesías, meditaciones y hasta una ópera. Fue perseguido por la Gestapo, que quemaba sus libros en las plazas de Berlín. Y recibió el Premio Nobel de Literatura en 1946. Fue, además de todo eso, un autor popular e influyente. Y de una copiosa correspondencia. Dicen algunos biógrafos que hay registros de, al menos, 35 mil respuestas a cartas de lectores. Ésta es una de las cartas, dirigida a la poeta alemana Renata Schweitzer. Es un texto lleno de ánimo para alguien que está sufriendo. Si una carta es una conversación entre dos ausentes, acá se convierte en unacharla con abrazo incluido. Lee la actriz de la Comedia Nacional de Montevideo Florencia Zabaleta.

    ***

    Montagnola, diciembre de 1954

    Querida Renata Schweitzer: Me daba lástima quemar sus poesías, pero su deseo está cumplido. Las dos están quemadas. Entre tanto, habrá recibido, sin duda, aquellas pocas líneas que le he escrito en contestación a suprimera desesperada carta. He pensado dos días en usted, antes de encontrar las palabras convenientes. Porque no quería ni juzgar sus lágrimas, ni acariciarle la cabeza, pero sí decirle algo que fuera, dentro de lo posible, sincero. No deseo en absoluto irrumpir en un dolor vivo. Casi ya no puedo escribir más cartas. Con mi debilidad que aumenta diariamente, ya me resulta bastante molesto tener que leer lo que me traen cada día... Pero ahora tengo que decirle una cosa: posee usted demasiado talento y, posiblemente, es demasiado sutil, para tener derecho a entregarseal tormento como una criatura cualquiera de la naturaleza. Me gustaría que de cuanto usted ha sufrido surgiera tanta idea y tanto fervor en lo verdadero y real que su vida se convirtiera, si no en feliz, al menos en más rica y profunda de lo que era antes. Me resulta tan difícil encontrar palabras como a mis ojos y mis dedos les resulta difícil escribirlas. ¡Conténtese con eso! Suyo

    Hermann Hesse

  • No voy a intentar en estas líneas contar quién fue María Félix. Mejor dicho, otros lo harán por mí. Otros usarán palabras mejores que las mías para definir a la gran diva del cine mexicano. El pintor Diego Rivera, alguna vez, dijo de ella: “María Félix es un ser monstruosamente perfecto. Es un ser ejemplar que impele al resto de los seres humanos a esforzarse a ser como ella”. Luego de entrevistarla, la escritora Elena Poniatowska la definió así:“Camina como las fieras, desplazando a su derredor ondasmisteriosas”. El poeta y dramaturgo Jean Cocteau se rindió ante sus pies: “María, esa mujer tan hermosa que hace daño”. La Doña o María Bonita, como la llaman en México, se casó en cinco ocasiones. Y fue una referente de la mujer libre e independiente. Sus personajes eran mujeres invariablemente fuertes, determinadas y dueñas de su destino. El episodio de hoy no tiene cartas a ninguno de sus maridos. María vivió un romance secreto con el piloto de avión colombiano Gonzalo Fajardo. La familia de Fajardo conservó durante años las tarjetas, fotos y telegramas que se mandaron los amantes. Acá va una selección de siete misivas de María Félix a su amor oculto. Escribe ella. Habla La Gran Diva. Lee la actriz Cecilia Ramírez Romo.

    ***

    Mi amor querido, muy pronto, no soporto esta soledad. Te quiero a ti, te quiero nada más que a ti, Gato. Mi Gato con alas, qué se hace, tengo que empezar a trabajar y no tengo el menor deseo, y voy a estar fuera de México por varias semanas. Bueno, mi adorado Gato, Gatito, Felino Gonzalo, cómo te digo para explicarte que esta horrible soledad. La Caperuza tuya

    *

    No estoy segura de que exista una mujer que ame a un hombre y un hombre que ame a una mujer. Ese hombre eres tú y esa mujer soy yo. Tu Caperuza María Félix

    *

    La Caperuza aullando por un gato con alas, imposible comunicarme con el animalito, ella lo ama a él más que nadie en el mundo, la Caperuza. Sueño volver a verte, me haces una falta horrible, contéstame, Hotel Palace, te adora a morir, tu Caperuza. *

    Hoy salimos a Costa Rica, Gran Hotel, aviso de llegada. Te extraño y te amo más que nunca, Caperuza *

    Gato con alas volando bajito, buenas noches que la Virgen te cuide. Te adora tu Caperuza

    *

    Gatito mi corazón, con corazón de pollo. Te mando mi virgen de Guadalupe, está bendita, ya póntela y que ella te bendiga siempre

    *

    Mi adoración, no te olvides que contigo en lo mejor y en lo peor, tu caperuza que te ama, María

  • En el mundo del teatro argentino -y probablemente latinoamericano también- ella es una institución. Algunos la llaman, simplemente, “La Gambaro”. Figura icónica de la cultura argentina, Griselda Gambaro escribió medio centenar de piezas teatrales, además de una extensa obra de narrativa, poética y ensayística. En su teatro, siempre fue muy fuerte la presencia de las mujeres. Y algunas de sus obras resultaron emblemáticas, como “La malasangre”, “La señora Macbeth” y “Antígona furiosa”. Figuró en las listas negras elaboradas por la dictadura en Argentina y se exilió en Barcelona entre 1977 y 1980. Algunos años después de su llegada al país, Raúl Alfonsin habló sobre la democracia y dijo: “Si fuéramos los maricones de esta etapa argentina, de ninguna manera llegaríamos a la solución que estamos esperando”. Una revista cultural de la época, llamada “Talita”, reprodujo ese discurso. Y de alguna forma lo avaló en un artículo que hablaba sobre la cultura y la democracia. Gambaro les contestó con esta carta, que es un apenas un botón de muestra de la profunda lucidez, que aún hoy conserva a sus 95 años. Lee la actriz Elisa Carricajo.

    *****

    Buenos Aires, 20 de enero de 1983. SeñoresGuillermo Lombardía y Carlos Vallina

    RevistaTalita

    Estimados amigos, cuando leí la frase de Alfonsín, “si fuéramos los maricones de esta etapa argentina, de ninguna marea llegaríamos a la solución que estamos esperando”, me pareció la frase más desdichada que un político con posibilidad de gobernarlos pueda pronunciar. Porque las palabras y su inserción en el discurso político son muy reveladoras. Usar maricones como sinónimo de cobardes, de irresolutos, de malamente comprometidos, denota un pensamiento reaccionario que esa misma sociedad que se pretende cambiar nos inculcó para su propia conveniencia de tener sectores marginados, incluso en el plano de la moral, para sus propios intereses, como en otras sociedades fueron y son los judíos y los negros. Creer que los heterosexuales son superiores a los homosexuales y que la homosexualidad es una enfermedad, un estigma, y supone determinados valores de conducta es no solo esquemático, sino totalitario. Entonces, si la frase de Alfonsín es muy desdichada y doblemente desdichada para un político, que ustedes la repitan dentro de su hermosa nota que es “Cultura y democracia”, anula lo que dicen, ya que en esa nota se habla precisamente de “los culposos de las clases medias que buscan la ‘verdadera cultura’ en la marginalidad, la degradación o la ignorancia”. Usar por sí mismo el mote “maricones” peyorativamente para decir los hombres de la cultura seríamos maricones si solo la esperáramos, es seguir instaurando una cultura en la marginalidad, la degradación o la ignorancia. Si hubo en ustedes una intención de remedio irónico, igualmente me parece equivocada, porque no se hace evidente y el resultado es lo que me permito señalarles. Si disponen de espacio, yo les agradecería publicar esta carta porque me siento parte de Talita y Talita debe aclarar y no confundir. Afectuosamente

    GriseldaGambaro

  • Anthony Bourdain fue alguien exitoso. Alguien que consiguió todo lo que un profesional de la cocina puede soñar: fama de rockstar, reconocimiento, premios… Todo. Cuando eso sucedió, cuando se sintió repleto, se retiró de los fogonos y se volcó a la escritura y a la televisión. Allí fue un éxito también. A través de sus programas, conocimos los mejores lugares para comer en el mundo, desde restaurantes con tres estrellas Michelin en París hasta puestos callejeros maravillosos en Saigon. Alguien capaz de detallar todos los aspectos oscuros de la industria de los restaurantes. Era un viajero curioso, preocupado por exaltar el valor de la cultura culinaria de cada país. En sus primeros años, en los restaurantes de Nueva York, tuvo muchos compañeros mexicanos. Y luego fue jefe de otros tantos. Con el tiempo, se hizo un fanático de la comida de ese país, de su sabor, de su complejidad y de su variedad. Y siempre que podía decía los estadounidenses -él nació en Nueva York- no saben una mierda de lo que se come en México. Fruto de esa pasión, Bourdain escribió esta carta de amor a la cocina mexicana. Un texto lleno del sabor de sus tacos, enchiladas y pozoles. Lee el cocinero Juan Braceli.

    **

    Los estadounidenses aman la comida mexicana. Consumimos grandes cantidades de nachos, tacos, burritos, tortas, enchiladas, tamales y todo lo que parezca mexicano. Nos encantan las bebidas mexicanas y tomamos enormes cantidades de tequila, mezcal y cerveza mexicana cada año. Nos encantan los mexicanos, ciertamente empleamos a enormes cantidades de ellos. Apesar de nuestras actitudes ridículamente hipócritas hacia la inmigración, exigimos que los mexicanos cocinen un gran porcentaje de los alimentos que comemos, que cultiven los ingredientes que necesitamos para hacer esa comida, que limpien nuestras casas, corten nuestro césped, laven nuestros platos, cuiden a nuestros hijos. Como cualquier chef les dirá, toda nuestra industria de servicios -el negocio de los restaurantes tal como lo conocemos- colapsaría de la noche a la mañana en la mayoría de las ciudades estadounidenses sin trabajadores mexicanos. A algunos, por supuesto, les gusta afirmar que los mexicanos están "robando empleos estadounidenses". Pero en dos décadas como chef y empleador nunca me pasó que un chico estadounidense entrara por mi puerta y solicitara un puesto de lavaplatos, de portero o incluso un trabajo como cocinero de comida precocinada. Los mexicanos hacen gran parte del trabajo en este país que los estadounidenses, de manera demostrable, simplemente no harán. México. Nuestro hermano de otra madre. Un país con el cual, queramos o no, estamos inexorablemente comprometidos en un cercano, aunquefrecuentemente incómodo, abrazo. Míralo. Es hermoso. Tiene algunas de las playas más deslumbrantemente bellas del mundo. Montañas, desiertos, selvas. Una bella arquitectura colonial y una trágica, elegante, violenta, absurda, heroica, lamentable y descorazonadora historia. Las zonas vinícolas de México compiten con la Toscana en hermosura. Sus sitios arqueológicos, los restos de grandes imperios, sin paralelo en ninguna parte. Y, por mucho que pensemos que la conocemos y amamos, apenas hemos rasguñado la superficie de lo que realmente es la comida mexicana. NO es queso derretido sobre una tortilla. No es simple ni fácil. Una verdadera salsa de mole, por ejemplo, puede requerir DÍAS para hacer, un balance de ingredientes frescos (siempre frescos), meticulosamente preparados a mano. Podría ser, debería ser, una delas cocinas más excitantes del planeta. Si prestamos atención. Las antiguas escuelas de cocina de Oaxaca hacen algunas de las salsas más difíciles y con más matices de la gastronomía. (...) Cada vez, miramos alrededor y destacamos por centésima vez, qué lugar extraordinario es este.

  • Si sos de un país de habla hispana -lo que es probable si escuchás este podcast-, seguro que estos nombres te remiten a tu infancia. Y seguro también que te harán sonreír: El Chavo del Ocho, el Chapulín Colorado, el Chómpiras, el Doctor Chapatín… La lista puede seguir. Estamos hablando, claro, de Roberto Gómez Bolaños, conocido por todos como “Chespirito”. El comediante, guionista y director mexicano fue uno de los íconos del humor en hispanoamérica. Alguien capaz de hacer reír a chicos y grandes por igual. Hacerlo una y otra vez a lo largo de varias generaciones, que fueron viendo lasrepeticiones de sus programas en televisión. En fin, un hombre de la televisión y el cine. Y un tipo de éxito. En esta carta, Gómez Bolaños se pone serio para hablar de la otra cara de la moneda, de cuando las cosas no salen bien. El actor mexicano Eugenio Derbez había hecho una telenovela llamada “No tengo madre”, a la que le fue mal. El canal decidió sacarla del aire muy pronto y Derbez, que daba sus primeros pasos, cayó en un pozo depresivo. El creador de “El chapulín colorado” se enteró de eso y leescribió esta preciosa carta, llena de motivación y de consejos sobre el futuro, la creatividad y lo que significa hacer arte. Lee el actor Fernando Bersoza.

    ***

    Estimado Eugenio: Por diversas razones, principalmente de trabajo, tuve muy pocas oportunidades para ver. Sin embargo, a lo poco que vi, le añado comentarios al respecto de mi hijo Roberto por ejemplo y artículos periodísticos alusivos a tu obra. De modo que la sumarefleja un saldo francamente positivo. No obstante he leído que a raíz de que la telenovela salió del aire tú te has sentido deprimido. Y eso no se vale. Pero no vayas apensar que estas líneas constituyen algo así como mi más sentido pésame. No. Lo que te quiero decir es que, en mi opinión, hiciste algo sumamente valioso: intentar algo nuevo, algo diferente. Quien no tiene valor para hacer esto, que se quede en ese vasto terreno de la mediocridad en el que están cómodamente sentados todos aquellos que ya han renunciado a la trascendencia. Por otra parte, yo no sé si si tu telenovela fue un fracaso. O, paradecirlo de mejor manera, no sé si fue considerada como un fracaso. De cualquier modo déjame recordarte algo. En cierta ocasión, se estrenó una ópera que fue repudiada por la crítica y por el público. Se reestreno después y sucedió lo mismo. Pero hubo un tercer intento y esta vez fue un éxito grandioso como lo sigue siendo hasta la fecha. Pues la ópera en cuestión era La Traviata. ¿Qué significa esto? Algo muy simple: el público también suelefracasar. Para concluir te diré algo que he repetido en innumerables ocasiones. No existe la fórmula del éxito, pero existen en cambio muchas fórmulas del fracaso. Y la mejor de éstas es tratar de halagar a todo mundo. Quien intenta satisfacer el gusto de todos termina por obtener el disgusto de todos. Por tanto no hagas concesiones. Haz únicamente aquello que a ti te satisfaga y ten fe en que tu elección será compartida por muchos. A los que no les guste que cambien de canal. O que vayan a otro teatro o a otro cine. Y en esto de no hacer concesiones la primeraque se debe evitar es la absurda búsqueda del rating. Que este determina desgraciadamente la permanencia de nuestros programas, bueno digamos que sí. Pero el rating debe ser siempre una consecuencia y jamás un objetivo. Independientemente de que en algunas ocasiones -no siempre por fortuna- el famoso rating va íntimamente ligado a lo sucio a lo vergonzoso y a todas las demás expresiones de la parte negativa del ser humano. En resumen intenta lo que para ti sea valioso y verás que como, ya lo has comprobado, en más de una ocasión transitará por el sendero del éxito. Recibe un abrazo de tu amigo

    Roberto Gómez Bolaños

  • Pensá en alguien muy famoso. De ahora o de antes. No sé. Beyoncé, Lady Gaga, Madonna, Marilin Monroe… Quien sea. Mucho antes que ellas, hubo una artista que marcó el camino para que exista eso que luego llamamos celebridad. Ella fue la actriz francesa Sarah Bernhardt. En su época, finales del siglo XIX y comienzos del XX, fue una estrella global cuando no existía tal cosa y cuando el cine aún no se había inventado. La llamaban “La divina”. Protagonizó muchas de las obras teatrales francesas más clásicas y las más populares. Llenó salas. Hizo giras por toda Europa, Reino Unido, Estados Unidos y hasta la lejanaAmérica Latina. Además de su talento como actriz, era una adelantada en las técnicas para promover su imagen ymarca personal. Por ejemplo, dormía en un ataúd y lo llevaba a todos lados con ella. Fue también un ícono de la moda y una mujer liberada. Pensá un poco en esa época yen lo valiente que fue. Ella actuaba vestida de hombre, tenía múltiples amantes, algunos de ellos insignes, como un príncipe belga, con el que tuvo un hijo. En esta carta, Sarah le escribe a uno de sus amantes con palabras cargadas de intimidad y de erotismo. Acá habla la vedette francesa más famosa de todos los tiempos. Acá una mujer vanguardista. Lee la actriz y directora Victoria Angeli.

    Febrero de 1873

    No estoy bien, Jean, amigomío, pero nada bien. No me atrevo a llevarte este pequeño serenfermo. Por tanto, te mando solamente mi corazón, mi alma, misbesos de amor, de ternura.

    Debes saber, mi dulce señor,que pienso en ti sin cesar, que no sueño más que contigo, que misolo y único deseo es pertencerte sin nada que pueda hacerte fruncirel ceño.

    ¿Ser tu amante, tu ser,pertenecerte? ¿Sabes que todo aquello que evoca tu recuerdo me haceestremecer mi corazón? ¿Sabes que te amo ardientemente con todaslas fuerzas de mi alma, con todos los lamentos y las lágrimas de mitriste pasado?

    Me gustaría retomar mi vida,mis besos, todas esas sensaciones idiotas; desearía que mi espíritufuese tan virgen como era mi corazón cuando me enamoré de ti.

    En definitiva, debes saber quete amo, esa es la verdad, tan grande como el amor.

    Mis labios desean buenasnoches a los tuyos y luego, ¡escucha lo que dicen todavía esosparlanchines!

    Sarah Bernhardt

  • Se llamaba Jorge Mario Varlotta Levrero. Firmaba sus cartas sólo con la letra J. Pero tomó el apellido materno y se hizo conocido como Mario Levrero. Decir que el uruguayo fue escritor es no sólo impreciso sino también injusto. Además de eso, fue fotógrafo, librero, guionista, dibujante de cómics, columnista, humorista, creador de crucigramas y juegos de ingenio. Entre 1987 y 1989, Levrero vivió en Buenos Aires, donde trabajaba en una revista de crucigramas. En esos años, tuvo una relación con Alicia Hoppe, quien fue primero su psiquiatra y después su enamorada. Parte de ese intercambio epistolar fue publicado en el precioso libro “Cartas a la princesa”. Esas cartas navegan por todo el proceso del cortejo y del vínculo, desde los encuentros íntimos a la posibilidad de una vida conyugal. En este episodio, grabamos una en la que Levrero se disculpa, le dice que fue una bestia, le dice que la ama y pinta un cuadro lleno de erotismo que sólo un maestro de la narración puede escribir. Acá va una carta que cruza el charco. Acá un Levrero en carne viva. Lee el actor Sebastián Serantes.

    ***

    30.9.87. 8.45 de la mañana

    Amadísima, me siento cada vez más avergonzado por haberte tratado tan mal, con tal prepotencia. Al rato de tu llamada de ayer, fue recién que me empezó a invadir la tranquilidad, y cuanto más tranquilo estoy más vergüenza me da haber actuado como lo hice. Espero que puedas comprender y disculpar o que, en todo caso, si decidís tomarte venganza, lo hagas de un modo artístico, o sea erótico. Por ejemplo, uno de los más terribles castigos para mí es que me muerdan suavemente un hombro. Bueno; iba a seguir pero siento que no es conveniente; es posible que si continúo pierda el estado de tranquilidad que estoy tratando de conservar. Pero lo que quiero decirte es que te comprendo, comprendo tus dificultades y azoramientos, y comprendo que he sido una bestia implacable. Tomate tu tiempo. Puedo esperar. No por eso te amo menos; muy por el contrario; sólo que estuve muy, muy, muy loco. Ahora estoy apenas muy, muy loco. Mañana espero estar solamente muy loco; y basta, porque ése es mi estado normal. Perdoname, pues, mi ángel detacos resonantes, y pongamos las cosas en su sitio: como siempre, usted manda, yo obedezco (a propósito: ¿cómo hiciste para conseguir que me bañara todos los días? Fue, al parecer, una simple sugerencia, que tal vez hayas olvidado, dicha al pasar. Hasta ahora, nadie lo había conseguido. Y lo peor es que me gusta). Y si en algo no obedezco, espero que me castigues del modo antedicho o bien azotándome fuertemente la espalda con tus cabellos. (La vergüenza me ha vuelto terriblemente masoquista). Besa tus botas, tu humilladísímo esclavo

    J

  • Si hago el ejercicio de definir a Paulina Luisi con una sola palabra -sólo con una- esa sería pionera. La argentina, que vivió casi toda su vida en Uruguay, fue la primera mujer que obtuvo un título universitario, la primera cirujana del país y la feminista que organizó al movimiento clave para que se aprobara el derecho al voto de las mujeres en 1932. Ella cumplió un rol clave en los debates y en las acciones para conquistar ese derecho en el país, que también fue uno de los pioneros en América Latina. Ese logro, por supuesto, no surgió de un día para el otro. Años antes,construyó el Consejo Nacional de Mujeres y luego la Alianza de Mujeres. Las elecciones de la Asamblea Nacional Constituyente de 1916 dieron mayoría a los sectores conservadores, a los partidos tradicionales, y la decisión de impulsar el voto femenino se postergó. Esta carta es la dura réplica de Paulina Luisi a esos hombres. Lee la actriz Lucía García Aldaya.

    ***

    Cuando oímos, como hace pocos meses, a los hombres encargados por el pueblo de reformar la carta magna de la Nación clamar con inconsciente suficiencia que la misión de la mujer es la guardia del hogar y la procreación de los hijos pensábamos con amargura en el hogar de las sirvientas como nosotras mujeres. Pensábamos en las miles de mujeres que, a la par del hombre pero conmenos salario que él, trabajan de sol a sol en las fábricas y en los talleres. En las innumerables empleadas que, de pie cruelmente obligadas por un mezquino sueldo, pasan encerradas en los talleres. En otras más miseables aún que, al precio de un salario de hambre, cosen catorce y dieciséis horas para los registros. En las telefonistas, que con quince faltas en el plazo de 13 meses pierden la efectividad de su empleo. Y nos preguntábamos qué salvaje ironía o qué obtusa inconsciencia inspiraban las palabras de aquellos constituyentes que no tuvieron reparo en negar a la mujer el derecho a la vida ciudadana en nombre del más sagrado de todos los deberes. Pero que, a estas esclavas del hambre, siquiera en nombre de la maternidad humillada, no saben proteger como legisladores, ni muchas veces saben respetar como hombres.

    Paulina Luisi

  • Violet Trefusis fue una escritora inglesa nacida a finales del siglo XIX. Una mujer que, aunque escribió gran parte de su vida, tiene una obra que en su mayoría permanece inédita. Fue también -y principalmente- alguien que hizo de su disidencia, su rebeldía y su protesta una forma de vida. En sus textos y de una manera férrea, Violet defendía la diversidad sexual y nunca se disculpó de sus opiniones, incluso en momentos de peligro. La historia la recuerda como la amante de la poeta y novelista Vita Sackville-West, que a su vez fue el gran amor de Virginia Woolf.Dicen las biografías que Virginia siempre estuvo celosa de Violet, que continuó su amor con Vita hasta el día de su muerte. Ésta es una selección de cuatro cartas que le escribe a Vita, a quien llamaba con muchos nombres: Mitya, Dmitri, Julian... Acá asoma una personalidad apasionada, obsesiva y violenta en su pasión. Nada de medias naranjas. Naranjas completas, que quieren morderse y sacarse todo el jugo. Lee la actriz Matilde Campilongo.

    ***

    Sé malvada, sé valiente, emborráchate, sé imprudente, sé disoluta, sé despótica, sé anarquista, sé una fanática religiosa, sé una sufragista, sé lo que quieras, pero por piedad sélo hasta el limite. Vive, vive plenamente, vive apasionadamente, vive desastrosamente au besoin [si es necesario]. Vive la gama de las experiencias humanas, construye, destruye, vuelve a construir. ¡Vive, vivamos tú y yo, vivamos como no ha vivido nadie hasta ahora, exploremos e investiguemos, avancemos sin miedo por donde hasta los más intrépidos han titubeado y se han detenido! […] Mitya, podrías hacer lo que quisieras de mí, o más bien Julian. Amo a Julian, arrolladoramente, devastadoramente, posesivamente, exorbitantemente, insaciablemente, apasionadamente, desesperadamente. También coquetamente, conquistadoramente y frívolamente.

    *

    Una tras otra me asaltan la desdicha, la angustia, el cinismo, la desilusión, la apatía, el resentimiento, luego nuevamente la desdicha, los celos, la desesperación, la desgana para después volverse a reafirmar mi inexorable temperamento. […] Recuerdas las caricias… Parece que jamás te he deseado como ahora. Cuando pienso en tu boca… Cuando pienso en… otras cosas, se me sube toda la sangre a la cabeza, y casi imagino… No me has contestado al telegrama en que te preguntaba si te estabas “portando bien”, sabes muy bien lo que quiero decir. Si tengo la impresión de que no, haré lo mismo: no mantendré la promesa que te hice. […] Escríbeme, cielo mío, dime que no has cambiado respecto a H. y queal menos nos veremos pronto. […] ¿Vuelves a llevar el anillo de bodas? Ay, Mitya, por favor, no. Espero recibir un telegrama tranquilizador tuyo hoy mismo. Sin ti son todo cenizas.

    *

    A veces, antes de dormirme, a fuerza de desearte, termino sintiendo tu cuerpo tendido a mi lado, todo el calor de tu carne estremecida, los besos en tu boca y las caricias de tus dedos, y desfallezco, y me siento a punto de morir. ¿No tienes jamás esas sensaciones? Vamos, un poco de franqueza. Es que te deseo, te deseo hasta el frenesí. Hay días enteros en los que no pienso en otra cosa. Es demencia, lo que quieras, pero muero por ello. Estoy segura de que jamás has sentido una cosa semejante. Mi amor, mi alegría, regresa, te lo suplico.

    Violet

  • Octavio Paz y Elena Garro fueron dos de los grandes escritores que dio México durante el Siglo XX. Y también una de las parejas más conocidas de la literatura latinoamericana. Cuentan los historiadores que se conocieron en la Facultad de Filosofía y Letras de la UNAM. En una fiesta, Paz le dio un jalón para invitarla a bailar. Ese gesto fue quizá un botón de muestra de lo que luego sería la relación. Se casaron y basaron ese vínculo en conveniencias, celos profesionales y enojos por parte de él. Y en una serie de sumisiones y frustraciones por parte de ella. Un cóctel horrible que, por supuesto, dio lugar a un matrimonio fallido. Alguna vez, Garro dijo: “Durante mi matrimonio, siempre tuve la impresión de estar en un internado de reglas estrictas y regaños cotidianos”. Sin embargo, esta selección de cartas corresponde a los momentos inciales de ese amor. Acá está el Paz poeta, el genio, el ganador del Premio Nobel. Pero también aparecen los rasgos de manipulación. Le pide ser “sumisa, callada, dócil para mí”. Lee el actor Raúl Román.

  • Bienvenidos y bienvenidas a la sexta temporada de Epistolar. Estamos muy felices por este reencuentro con nueva música, nuevos lectores y, por supuesto, nuevas cartas que queremos compartir con vos. En la guitarra, nos acompaña como siempre José Ferrufino, un viejo amigode la casa. Y este año sumamos al pianista Facundo Miranda, a quien agradecemos su aporte y generosidad. Pero basta de prólogos. Y vamos al episodio de hoy. Es casi un lugar común hablar de Mozart y usar inmediatamente después la palabra genio. Y vincular ese genio con la locura, con los arrebatos, con el talento como un regalo de Dios. Ahí está la película “Amadeus”, que dejó la impresión de que era un donjuán, un indisciplinado con flashes geniales. Su talento, como el de cualquiera, fue también producto de un enorme trabajo. Esta es una selección de dos cartas. En la primera, justamente, habla sobre su proceso creativo, sobre cómo fluyen sus ideasmusicales, sobre un trabajo que, en sus palabras, se “metodiza”. En la segunda, un Mozart más terrenal le pide a un primo un suculento préstamo de dinero. Acá va un Mozart genio. Uno que suda. Y que sufre, como vos, como yo, como todos. Lee el actor Marcos Montes.

  • Llegamos al episodio 164 desde el inicio de este podcast y el último de la quinta temporada de Epistolar. Queremos darte las gracias por estar ahí y darle sentido a lo que hacemos. En nuestras redes te contaremos las novedades. Pero ahora vamos a lo importante: las cartas. Honoré de Balzac fue uno de los más grandes escritores en lengua francesa. Alguien obsesionado por retratar el espíritu de la burguesía de la Francia post napoleónica. Y vaya si lo hizo con “La comedia humana”, una maravillosa y monumental obra que incluye 87 novelas y cuentos sobre sus grandes obesiones: la política, la revolución, el dinero, el poder, el sexo y las mujeres. Esta carta no habla de esa obra pero sí, de alguna forma, de ese carácter desmedido -y ambicioso- de su personalidad. Le escribe a Ewelina Hańska, su mujer y condesa de origen polaco, a quien conoció a través de una carta. Le habla del sueño delicioso de quererla. De una relación que lo abruma. “Estoy viviendo solo por amor”, le dice. “Me siento tonto y feliz”, agrega. Acá una carta de amor intenso. Acá el frenético Balzac con toda su potencia verbal. Lee el actor Diego Gens.

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    Estoy loco por ti: no puedo unir dos ideas sin que tú te interpongas entre ellas. Ya no puedo pensar en nada diferente a ti. A pesar de mí, mi imaginación me lleva a pensar en ti. Te agarro, te beso, te acaricio, mil de las más amorosas caricias se apoderan de mí. En cuanto a mi corazón, ahí estarás muy presente. Tengo una deliciosa sensación de ti allí. Pero mi Dios, ¿qué será de mí ahora que me has privado de larazón? Esta es una manía que, esta mañana, me aterroriza. Me pongo de pie y me digo a mí mismo: “Me voy para allá”. Luego me siento de nuevo, movido por la responsabilidad. Ahí hay un conflicto miedoso. Esto no es vida. Nunca antes había sido así. Tú lo has devorado todo. Me siento tonto y feliz tanpronto pienso en ti. Giro en un sueño delicioso en el que en un instante se viven mil años. ¡Qué situación tan horrible! Estoy abrumado por el amor, sintiendo amor en cada poro, viviendo solo por amor, y viendo cómo me consumen los sufrimientos, atrapado en mil hilos de telaraña. Oh, mi querida Eva, no lo sabías. Levanté tu carta. Está frente a mí y te hablo como si estuvieras acá. Te veo, como te vi ayer, hermosa,¿ asombrosamente hermosa. Ayer, durante toda la tarde,me dije a mí mismo: “¡Es mía!”. Ah, ¡los ángeles no estántan felices en el paraíso como yo lo estaba ayer!”.

  • Edith Wharton fue una escritora con un humor finísimo, una exploradora del mundo íntimo de las clases altas de los Estados Unidos. Fue candidata al Nobel y ganó el Pulitzer en 1921 por su extraordinaria novela “La edad de la inocencia”. Además de eso, fue una mujer que no conocía límites en un mundo regulado por los preceptos masculinos. Ella se paseaba en su auto cuando las mujeres no manejaban, amaba por igual a hombres y mujeres y se apuntó como reportera durante la Primera Guerra Mundial y realizaba las coberturas a bordo de una moto. Y, como si todo eso fuese poco, se divorció. Pensá un poco en esa época, inicios del siglo XX, te convertías casi en una paria por hacerlo. Durante esos años finales de su matrimonio, conoció al periodista Morton Fullerton, bisexual como ella, con quien tuvo una apasionada y dolorosa historia de amor. En esta carta, ella le expresala gran tristeza que le causa su distancia. “Tus incongruencias e incoherencias”, le dice. Y lanza palabras que suenan como un puñal: “Mi vida era mejor antes de conocerte”. Lee la actriz Marta Pomponio.

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    Mediados de Abril de 1910

    Cuando me fui pensé que quizás tendría noticias tuyas de vez en cuando. Tú me escribías todos los días, ¡y me escribías de la misma forma que solías hacerlo hace tres años! Eso me incitó a responderte de la misma manera porque no veía otra razón por la cual pudieras escribirme. ¡Pensé que querías que te dijera lo que había en mi corazón! Luego vuelvo, y ni una palabra, ni una señal. Sabes que aquí es imposible intercambiar dos palabras, y apareces aquí, vienes incluso sin haberme avisado; fue una casualidad que estuviera en casa. Te marchas, y otra vez en silencio sepulcral. He vuelto tres días y parece que no existo para ti. No lo comprendo. Si pudiera creer que hay algún sentimiento en ti −una buena y leal amistad, ¡a falta de otra cosa!− entonces podría seguir adelante, soportar las cosas, escribir y ordenar mi vida…

    […]

    He soportado todas estas incongruencias e incoherencias al máximo por lo mucho que te amo y porque lamento en extremo las cosas de tu vida que son difíciles y penosas. […] Pero ahora el sentido de la autoestima, y también la sensación de que no puedo soportar más, me hacen escribirte estascosas. No vuelvas a escribirme cartas como las que me mandaste a Inglaterra. Es una diversión caprichosa y cruel. ¡No era necesario herirme así! […] pero a nadie se le puede pedir un día que entregue toda la ternura de su pasión yluego ignorarle al día siguiente sin razón o explicación aparente, como te has complacido en hacer tú desde tu enigmático cambio en diciembre. He tenido un año muy difícil; pero el dolor dentro de mi dolor, el último giro de la tuerca, ha sido la imposibilidad de saber lo que querías de mí y lo que sentías por mí. […] Mi vida era mejor antes deconocerte. Esta es, para mí, la triste conclusión de este tristeaño. Y es aún más amargo decírsela al único ser que una ha amado de verdad.

    Edith

  • Una carta es una conversación entre dos ausentes, como alguna vez la definió Carlos Monsivais. Pero también es una forma de intentar llegar al otro, de avanzar y, claro, de seducir. El escritor y diplomático colombiano Juan Gustavo Cobo Borda lo intenta con esta carta de amor. Aunque se lamenta de una empresa que considera harto difícil. Dice “tan torpes los hombres, tan ansiosos siempre, tan irreales como estas palabras...” Lee el actor Ramón Valera.

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    Querida mía: ¿Podrán las palabras seducir?¿Lograrán ellas avanzar hacia ti, con ansiosa timidez, y rozar una mano, un rostro, una nuca? Porque la página es el cuarto donde todos los juegos se pernoten. Porque este rectángulo blanco alberga todas las imaginaciones posibles: lo que tú has soñado, lo que he ansiado, lo que quizás ninguno de los dos sabe bien cómo se llama. Sí: confiemos por un momento en el conjuro de los vocablos. Ellos te traen aquí, buena como el pan, ácida como el limón. Las equivocaciones reviven, risueños, errores que no valen la pena. Tan torpes los hombres, tan ansiosos siempre, tan irreales como estas vagas palabras. Basta leer las cartas de Rilke a Benvenuta. Vercómo Benvenuta sí clava los pies en la tierra y concreta al volátil,cobarde, hipocondríaco Rilke. Ahora también quedan las cartas de Benvenuta. Justa inmortalidad. ¿Eres una, eres dos, cuántas eres? Quiero sentir cómo las palabras fluyen sobre el papel -pluma leve,tinta negra- y llegan hasta ti, la lejana, la ida y recobrada, la que tanto tiempo, durante tantas horas, ha rondado por mi mente. Esa mente ya vacía, esa mente que quisiera ágil, depurada, certera para gozar, entrelazada, con la tuya -la pura alegría de intuirnos en la distancia insalvable. Humor, goce, la cariñosa sensualidad de dos almas que se ríen y se desean lo mejor. ¿Podré salir, romper el cerco, bailar eufórico en la entrega, como el bonsai que solo produce naranjas porque sí, más allá de quien las recibe, mucho más allá de quien las saborea? No hay nada que contar. La vida se va, el tiempo insensibiliza cualquierafecto, la rutina nos protege del terrible milagro. Aun así confía en tu insensatez.Tengo una fe infinita en el error. Quisiera equivocarme apasionadamente. “Sin plata, sin novia, sin porvenir” o “gordo, viejo y fracasado”, como prefieras, intento extraer fuero de estas fatigadas palabras. Las de siempre. Huecas y vacías. Pero no tengo otra. Quizás en la alta noche, cuando el único ruido sea la vibración de la luz en los faroles, tú, sin saber bien cómo o por qué, las repases y les confieras sentido. Un enigma siempre requiere de dos. Es tan fácil la felicidad. Tan gratuita. Basta con sentir algo tibio. Volver a llamar sólo para oír de nuevo una voz quizás estropeada por la gripe. Tan sencillo. En consecuencia nodudo más y arrojo estas palabras, así, deshilvanadas, sabiendo que las complementarás. Como ves, no tengo nada qué decir pero aun así escribo. El oscuro deseo mueve las aspas del molino y tritura los granos, las jugosas uvas, el cuerpo que otro cuerpo exprime hasta el delirio. Consérvame, cuídame, y suéñame sin límites. Yo te percibo.Siento el azul de tus venas cada día más próximo, en su latido.El secreto está a salvo. Nada he dicho. Así que el círculo se cierra y entrelazados por cadenas más férreas que el destino, contemplamos cómo los astros trazan rutas. En algún punto ¿cuándo? ¿dónde? Las nuestras se juntan.Que el amor te bendiga. Juan Gustavo

  • Esta es una carta de adiós, la despedida de un incansable polemista. Lisandro de la Torre fue abogado, escritor, periodista, legislador y candidato a presidente de la Argentina en 1916. Participó de la creación de la Unión Cívica Radical y fue el primer presidente de la Liga Argentina de los Derechos del Hombre, en un mundo que se precipitaba hacia la pesadilla totalitaria. Un lector de las corrientes filosóficas influyentes de su época, un hombre que enfrentó -muchas veces en soledad- a la corrupción y los negociados de la Década Infame. El pensaba que la prosperidad del país, en ese entonces Argentina era una nación rica, debía ser acompañada por la transparencia de las instituciones políticas. Hablaba de la descentralización del poder de las provincias, defendía la reforma electoral de Sáenz Peña, pensaba que había que limitar el poder de los gobernantes…En fin, puntos relevantes para consolidar una verdadera democracia. Como senador, presentó un informe contundente sobre los perjuicios del acuerdo entre Argentina e Inglaterra sobre el comercio de carne. Algo que ponía en evidencia las corruptelas del gobierno de Agustín P. Justo. En 1937, cansado de luchar contra un sistema de corrupción queinvolucraba a grandes funcionarios, De la Torre presentó su renuncia al Senado. Y se fue a su casa. Escribía algunos artículos y salía cada tanto a dar conferencias. La última fue un año antes del inicio de la Segunda Guerra Mundial. Y dijo: “La hora de la espada pasó y el mundo, harto de sobresaltos, deberá volver a la moderación, al respeto del derecho de los tratados y de la paz”. En 1939, puso fin a su vida con un disparo al corazón. Antes, dejó esta carta a familiares y amigos. Lee el actor Francisco Civit.

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    Queridos amigos:

    Les ruego se hagan cargo de la cremación de mi cadáver. Deseo que no haya acompañamiento público, ni ceremonia laica religiosa alguna, ni acceso de curiosos y fotógrafos a ver el cadáver, con excepción de las personas que ustedes especialmente autoricen. Si fuera posible, debería depositarse hoy mismo mi cuerpo en el crematorio e incinerarlo mañana temprano, en privado. Mucha gentebuena me respeta y me quiere y sentirá mi muerte. Eso me basta como recompensa. No debe darse una importancia excesiva al desenlace final de una vida, aún cuando sean otras las preocupaciones vulgares. Si ustedes no lo desaprueban desearía que mis cenizas fueran arrojadas al viento. Me parece una forma excelente de volver a la nada, confundiéndose con todo lo que muere en el Universo. Me autoriza a darles este encargo el afecto invariable que nos haunido. Adiós. Lisandro de la Torre

  • La llaman de muchas formas. Elena. Elenita. Princesa Roja. La Poni. Elena Poniatowska nació en Francia, pero fue adoptada por los mexicanos. Llegó a ese país huyendo con su familia de la ocupación nazi. Ganó el Premio Cervantes 2013, pero siempre se reivindicó como periodista y reportera antes que como escritora. “Soy una Sancho Panza femenina”, dijo alguna vez. Sus libros hablan de los grandes temas y personajes de México, pero también de Pedro, María, de Juan y José, de los personajes anónimos, de la gente de a pie. La carta que elegimos para este episodio está dirigida a la madre ausente, pero no es una carta clásica de amor filial. Elena elige este género para evocar a su mamá, sí, pero también como una forma de dialogar con su propia biografía e historia. Lee Gabriela Bautista.

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    Querida mamá: Escribo con un nudo en la garganta. Lo mismo haría si el español fuera mi idioma materno. No es para tanto –me digo–, pero sigo escribiendo con un temblor cardiaco. Desde niña, a los seis o siete años copiaba las letras del alfabeto temblando de miedo. Manchar el cuaderno con una gota del tintero encajado en el pupitre escolar era una deshonra. Las letras salían picudas y tembeleques. Pero quien más me hacía temblar eras tú cuando aparecías a las ocho a darnos el beso de las buenas noches. Te precedía tu perfume, luego el sonido de tu vestido barriendo el piso. Cuando te inclinabas sobre la cama se me venían encima tus pechos blancos como la leche, tu pelo castaño como el Bois de Boulogne, tus labios muy llenos, tus ojos de azúcar quemada. “¡Que duerman con los angelitos, niñas!”, reías. Un minuto después habías desaparecido. En París, entre los treinta y cuarenta, los franceses giraban en una ronda de cenas, desfiles de alta costura, recepciones, conciertos, encuentros en cafés en la acera, ajenjos verdes como los de Van Gogh. Nunca dejaron de bailar sobre el volcán hasta que estalló la guerra. Mamá, escribiste: “Después de haber dejado sola a Polonia, las dos grandes potencias Francia e Inglaterrapor fin le declararon la guerra a Alemania, el 3 de septiembre de 1939. Más tarde supe que el embajador Julio Lukasievicz en una entrevista tormentosa con Daladier le comunicó que le quedaban dos horas para salvar el honor de Francia”. Vestida de Schiaparelli, aparecías en el Vogue. Tú y yo girábamos aturdidas en otra ronda, la de una niña enamorada de su madre. Como a ti te querían tantos, te parecía normal que yo te quisiera más, por eso, a veces ni me veías como no se ve a lo que siempre está ahí. Durante la guerra, Paula Amor de Poniatowski condujo una ambulancia. Se enroló en la Section Sanitaire Automobile Féminine SSA que pertenecía a la Cruz Roja y presentó tres exámenes: el de mecánica, el de auxiliar médico y el de topografía y orientación. Manejó una camioneta Matford que servía también para transportarheridos. Salía al alba y en su primer viaje recorrió 1.350kilómetros para llevar alimentos a Alsacia. En la noche tenía que conducir con los faros apagados y recuerda haber llevado a una mujer que le dijo que no se iba sin su máquina de coser y su olla llena de sopa de lentejas. En Cayeux, subieron a su camioneta unos 10 ancianos tan malhumorientos y quejumbrosos que no le inspiraron simpatía, solo temían que los alcanzaran “les boches”. En cambio, un burrito abandonado a medio campo bajo las bombas le dio tantacompasión que lo subió a la camioneta y lo dejó en casa de uncampesino. La guerra de mi padre es otro cantar. Atravesó los Pirineos a pie y lo encarcelaron en Jaca. (...) Ahora que ya no sé si mi pluma es una excusa o una soga al cuello, cómo quisiera escribir sin miedo. Todavía hoy, a los 84 años, extraño el perfume que precedía tu entrada y tu beso de las buenas noches y le pido al ángel de la guarda que te regrese.

  • Sherwood Anderson fue periodista, cuentista y novelista. Un gran maestro de la literatura estadounidense, del relato breve, del cuento simple y directo. Y, principalmente, verosímiles. La historia lo recuerda también por ser el maestro y mentor de nada menos que William Faulkner. Antes de dedicarse a la literatura, fue publicista y empresario hasta que decidió dejar todo para escribir. En esta carta, el escritor le habla a su hijo John, que quiere ser pintor. Es un texto con consejos, sí, pero principalmente un manifiesto sobre el empleo del tiempo, el dinero y las complejidades de ser artista. Lee el actor José Escobar.

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    Querido John: Me atrevo a decir que lo mejor es aprender algo de buena manera para ganarse la vida. Parece que Bob está ganando terreno en el negocio de los periódicos y ha recibido otro aumento. Él está siendo bien entrenado, trabaja en una ciudad más pequeña. En cuanto a los campos científicos, cualquiera de ellos requiere una larga formacióny una aplicación intensa. Si tú estás hecho para eso, nada podría ser mejor. A la larga, tendrás que llegar a tu propia conclusión. Las artes, que probablemente ofrezcan mayor satisfacción a un hombre, son inciertas. Es difícil ganarse la vida. Si tuviera que ocuparme de mi propia vida, supongo que seguiría siendo escritor, pero estoy seguro que le daría mi mayor atención a aprender a hacer cosas directamente con mis manos. Nada entrega más satisfacción que hacer las cosas uno mismo. Por sobre todo, evita seguir el consejo de los hombres que no tienen cerebro, ni idea de lo que están hablado. La mayoría de los pequeños hombres de negocio, simplemente dicen “mírame”. Suponen que si acumularon un poco de dinero y tienen una posición en un pequeño círculo, son capaces de asesorar a cualquiera. Junto a las ocupaciones, está la construcción del buen gusto. Eso esdifícil, de largo aliento. Pocos lo logran. Hace toda la diferencia del mundo, al final. Me sorprende constantemente lo poco que saben los pintores sobre pintura, los escritores sobre escritura, los comerciantes sobre negocios, los fabricantes sobre fabricación. La mayoría de los hombres simplemente pierden el rumbo. Hay una especie de astucia en muchos hombres que les permite obtener dinero. Es la astucia del zorro tras el pollo. Una mentalidad mezquina a menudo va de la mano. Sobre todo, me gustaría que vieras, por tus propios ojos, todo tipo de hombres. Eso te será de gran ayuda. ¿Cómo se logra? Precisamente, no lo sé. Quizás se pueda encontrar un camino. De todos modos, te veré este verano. Comenzamos a empacar de regreso esta semana. Con afecto,

    Papá

  • “Creo que no te quiero, que solamente quiero la imposibilidad tan obvia de quererte como la mano izquierda enamorada de ese guante que vive en la derecha”. Ese es uno de los poemas que Julio Cortázar le dedicó a Cristina Peri Rossi. La notable escritora uruguaya, ganadora del Premio Cervantes, fue algo así como el amor imposible del autor de “Rayuela”. Se conocieron a través de una carta. Ella se exilió en España a inicios de los 70. Él la ayudó a huir a París. Fue una amistad. Yfue también amor. Una amistad amorosa. ¿Quién dijo que tienen que ser calles que nunca se cruzan? Compartieron viajes, compartieron el humor, muchas cartas y una fascinación mutua. Él le dedicó poemas. Y ella, muchos años después de su muerte, escribió el libro “Julio Cortázar y Cris” como una suerte de homenaje y una crónica de ese vínculo. Acá va un texto de Cristina a Julio. Un amor sin etiquetas. Amor a secas. Amor sin más. Lee la actriz Sabrina Speranza.

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    Barcelona, octubre del 2000. A veces escucho tu voz y tus palabras en trozos de las cintas que me enviaste y recupero algunas de las cosas más queridas: el olor del tabaco de tu pipa (yo probé a pasarme a la pipa inútilmente: lo único que quería era dejar la pipa para fumarme un buen cigarrillo), la melancolía de tus ojos celestes, los pantalones de pana que te quedaban un poco cortos, siempre, la manera de pronunciar la palabra: "terrrrrrible" y a María Bethânia cantando "Drama". Ya no colecciono caleidoscopios -posiblemente porque no estás vos para quedarte extasiado mirando las formas y colores- y tengo la sensación de que el mundo, tal como va, no te gustaría, que tendrías muchas cosas que decirle, con tu sonrisa irónica, con tus atribuciones a la tía Celia, que por suerte no está para desmentirte. También pienso que no te arrepentirías de nada, porque nunca fuiste injusto y tenías un corazón tan grande -como dijo Juan Rulfo- que fue necesario inventarte un cuerpo muy grande, también, para contenerlo. Para un escritor, lo más difícil es estar a la altura de su obra. En tu caso, eso te exigió crecer muchísimo.