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Carlos Fuentes ocupa un lugar de gran privilegio en la literatura de México y de América Latina toda. “La región más transparente”, “Las buenas conciencias” y “La muerte de Artemio Cruz” son algunas de sus obras más conocidas. Pero además de su estatura literaria -inmensa por cierto- fue un gran agitador cultural y un creador de mundos. Fue también -y de eso se trata esta carta- uno de los pilares del llamado boom latinoamericano, junto a Gabriel García Márquez, Julio Cortázar y Mario Vargas Llosa. Justamente, esta carta va dirigida al peruano, luego de la publicación de su novela “La ciudad y los perros”. Le dice que siente envidia de la buena por la creación de una obra maestra, pero también da una mirada lúcida sobre el rol de la literatura latinoamericana, sobre la historia, los contextos y la realidad cotidiana de esa época (mediados de la década del 60). Se publicó en el libro “Las cartas del Boom”, que editó Alfaguara. Acá Fuentes elogiando a Vargas Llosa. Acá una carta de ese fenómeno llamado boom latinoamericano. Lee el locutor, escritor e ilustrador mexicano Max Thomsen, quien también hizo el dibujo que acompaña este episodio.
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México, 29 de febrero de 1964
Querido Mario: Acabo de terminar “La ciudad y los perros” y me cuesta trabajo escribirte y saber por dónde empezar. Siento envidia, de la buena, ante una obra maestra que, de un golpe, lleva la novela latinoamericana a un nuevo nivel y resuelve más de un problema tradicional de nuestra narrativa. (...)Ahora, al leer una detrás de la otra “El siglo de las luces”, “Rayuela”, “El coronel no tiene quien le escriba” y “La ciudad y los perros”, me siento confirmado en este optimismo: creo que no hubo el año pasado otra comunidad cultural que produjera cuatro novelas de ese rango. (...)
¿Para qué te voy a decir todo lo que me ha impresionado en tu maravillosa obra? El misterio auténtico, secreto, de la obra; la increíble encarnación de todos los problemas planteados en la actualidad de los personajes, de manera que el relieve moral de la obra corre paralelo a y es inseparable de la trama novelesca: has matado, para siempre, la terrible disposición nuestra a la acotación, la moraleja, el sermón: no hay nada en tu obra que no se desprenda tácitamente de la propia acción, y lo que se desprende ¡es tanto! (...) Nuestro destino ha dejado de fluir en la vida para petrificarse en la historia. Pero precisamente el fracaso de las ideologías, lascontradicciones de la praxis, la paradoja toda que niega la tragedia y sale a combatir la injusticia y a implantar la razón, para amanecer con las manos teñidas de injusticia en nombre de la justicia y los ojos cegados, otra vez, por la locura invocada en nombre de la razón, ¿no nos conduce de nuevo, fatalmente, a una visión trágica del hombre y de la historia? ¿Y no es esta visión trágica la única capaz de abrazar la realidad, sí, de la vida externa, política, económica, histórica, junto con la realidad,también, que el dualismo degenerado, materialismo vs. idealismo, ha querido negar en detrimento de la verdadera dialéctica: la realidad de las preguntas metafísicas? (...) Portodo ello, querido Mario, gracias.Hablé de tu libro durante media hora en un programa de TV, y se agotó en el curso de una semana. Te abraza con enorme admiración tu amigo
Carlos Fuentes
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"Te van a prostituir y, habilmente, te van a hacer pensar que es lo que vos querías". Esas son algunas de las palabras de la contundente carta que Sinéad O'Connor le escribió a Miley Cyrus. Y que rescatamos en este episodio de Epistolar. La carta tiene una pequeña historia. En 2013, la ex integrante de Hannah Montana sacó un video de su canción “Wrecking ball", en la que juega de forma sensual con una bola de demolición y aparece lamiendo un gran martillo. La idea era simbolizar el poder destructivo del amor. Y decide hacerlo con un video en la que aparece desnuda. Cuando la prensa le consultó sobre esa producción, Cyrus dijo que se habíainspirado en Sinéad y en su video de “Nothing Compares 2U”. La cantante irlandesa le respondió con este texto que marca diferenciaspero que termina siendo un alegato sobre la crueldad de la industria de la música, el empoderamiento y el uso del cuerpo de una mujer para que los hombres ganen dinero. Lee la actriz Sara Párbole.
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Querida Miley: No iba a escribir esta carta, pero hoy estuve esquivando llamadas telefónicas de varios diarios que querían que comentara lo que dijiste en Rolling Stone, que tu video de 'Wrecking Ball' fue diseñado inspirado en 'Nothing Compares...'. Así que esto es lo que necesito decir… Y lo digo con espíritu materno y con amor. Me preocupa mucho que quienes te rodean te hayan hecho creer, o te hayan alentado a creer, que de alguna manera es "genial" estar desnuda y lamiendo martillos en tus videos. De ser el caso, vas a oscurecer tu talento al permitir que te proxeneticen, ya sea culpa del negocio de la música o de vos misma prostituyéndote. A la larga, nada más que daño vendrá por permitir que te exploten, y no es de ninguna manera un mensaje empoderante el que debas ser valorada por tu atractivo sexualmás que por tu obvio talento. Me alegra saber que soy un modelo a seguir para vos, y espero que por eso prestes mucha atención a lo que te estoy diciendo. Al negocio de la música no le importás una mierda, ni le importamos ninguno de nosotros. Te van a prostituír por todo lo que valés y, hábilmente, te van a hacer pensar que es lo que vos querías. Pero cuando termines en rehabilitación como resultado de haber sido prostituida, 'ellos' van a estar tomando sol en sus yates en una isla caribeña que compraron vendiendo tu cuerpo, y te vas a encontrar muy sola. A ninguno de los hombres que te comen con los ojos le importás una mierda. No te dejes engañar. Muchas mujeres confundieron la lujuria con el amor. Si te quieren sexualmente, eso no significa que les importes un carajo. Nadie que se preocupe por vos podría soportarque te proxeneticen... y eso te incluye a vos misma. Sí, estoy sugiriendo que no te preocupás por vos misma. Eso tiene que cambiar. Deberías ser protegida como una preciosa jovencita por cualquier persona a tu servicio y cualquiera que te rodee. Este es un mundo peligroso. (...) Valés más que tu cuerpo o tu atractivo sexual. El mundo del espectáculono ve las cosas de esa manera, les gusta que las cosas se vean de otra manera, ya sean revistas que te quieren en su portada, o lo que sea. No te hagas ilusiones… todos te quieren porque están ganando dinero con tu juventud y tu belleza, cosa que no podrían hacer excepto por el hecho de que tu juventud te ciega a los males delmundo del espectáculo. Si tenés un corazón inocente, no podés reconocer a los que no lo tienen. Repito, tenés suficiente talento para no dejar que el negocio de la música te prostituya. Tampoco deberías dejar que se burlen de vos. No pienses ni por un momento que a alguno de ellos le importas un carajo. Ellos están ahí por el dinero… nosotras estamos ahí por la música. Siempre fue así, y siempre será así. Cuanto antes lo sepa una joven, antes podrá tener realmente el control. (...) Amablemente despedí a cualquier hijo de puta que no haya expresado preocupación porque no se preocupan por vos.
Sinéad.
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Estão a faltar episódios?
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Alfredo Molano Bravo fue escritor, periodista y sociólogo. Nació en Colombia en 1944 y falleció en 2019. Pero lo más justo para definirlo sería decir que fue un hombre que defendió la justicia social y los derechos humanos, principalmente de los campesinos. Desde siempre, Molano se preguntó los por qué, los para qué y, principalmente, los hasta cuándo de la violencia en su país. Se rebeló al estudiar sociología. Se rebeló al contar noticias de los trabajadores rurales de los llanos, de los ríos, de las montañas, de los precipicios y de las selvas de Colombia. Contó -y convirtió en testimonio- la vida de los campesinos víctimas del conflicto armado. También integró la Comisión de la Verdad en Colombia. Este hombre sensible que aportó a la conciencia crítica de su país se escribió cartas con su nieta Antonia durante más de diez años. Esa correspondencia está recopilada en el libro “Cartas a Antonia”. Le quiere explicar el país en el que nació, narrarle su lucha, dejarle un legado… Para el episodio de hoy, sin embargo, no elegimos una carta de Molano. Sino una de las pocas publicadas de su nieta Antonia, en la que recuerda su olor, sus abrazos y esa conexión inolvidable de abuelo-nieta. Lee la actriz Jazmín Irupé Borojovich Berro.
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Ese saco rojo que usaba todas las mañanas al despertarte cuando ibas a tomar café, ese saco rojo que arropaba tus brazos cuando escribías, ese saco rojo que no fue uno sino muchos: cada que pasaba la vida tenías un nuevo saco rojo, siempre diferente marca, siempre de diferentes tonalidades, pero nunca dejó de ser rojo. Mis ojos vieron varios sacos y todos tenían algo en común: cuando tú lo tenías y me abrazabas me sentía salvo, como si fuera mi protección, mi amuleto. Ese saco rojo que siempre tuviste te acompañó hasta tus últimos días. Ese saco rojo que aún mantiene tu olor, tu sensación y tu amor. Yo soy la afortunada de tener ahora ese saco rojo, pero ahora sin tus brazos, sin tu pecho y sin esa sensación de seguridad y tranquilidad al abrazarte con ese saco rojo. Ahora solo me queda el saco rojo para sentirte, para olerte; ahora lo abrazo y siento que todo lo que vivimos juntos al lado del saco rojo. Añoro abrazarlo y que tu amor no esté detrás de él, añoro abrir un ojo y verte poniéndote ese saco rojo, un pantalón de sudadera gris y unos tenis amarillos que usabas como si fueran pantuflas. Extraño abrir mis ojos y verte con tu saco rojo preguntándome si quiero milo, ya que tú te vas a hacer un café. No me hallo sin ti y solo veo ese saco rojo que abrazo cuando me hace falta y huelo cuando no te encuentro. Sé que algún día se le va a ir este olor al saco rojo que huele a ti, a tu amor, a tus brazos y a tu café, pero no podré hacer nada, igual sentirás metido en el saco rojo que para mí es un portal entre tú y yo; es esa conexión que seguimos teniendo y aunque se le vaya tu olor al saco rojo tú seguirás ahí viéndome con esos ojos de enamorado que me ponías con que yo me derretía. Adiós abuelo, aquí te tendré y también tu saco rojo.
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José Mejuto Bernárdez fue un obrero gallego nacido en 1906 y fusilado por el franquismo en 1937. Su nieta Ana, argentina, quiso conocer la historia de su abuelo y publicó “Cartas de un condenado a muerte”. El libro tiene el prólogo de Eduardo Galeano, que explica mejor que yo la historia de José: “Ana quería conocer al abuelo que no conoció. Él estaba, está, en las cartas que había escrito desde la cárcel. Este obrero gallego fue detenido porque sí, fue encarcelado por las dudas y por las dudas fue fusilado y enterrado sin nombre y con número". Acá va una de esas cartas, un texto precioso lleno de la dignidad de un espíritu sereno que muere con la conciencia tranquila porque no le hizo mal a nadie. Lee el actor Gabriel Fernández.
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En la Celda N° 2 de la Cárcel de Pontevedra, a 19 de Mayo de 1937. A mi queridísima esposa y compañera.
Mi amada Alejandra: me pongo a escribirte estas últimas letras después de la visita que me has hecho hace un momento. Aún suenan en mis oídos aquellas dulces palabras entrecortadas por la emoción, cuando me decías llena de fe: “tú no puedes morir porque eres inocente” ¡Oh! ¡Alejandra de mi vida! ¡Qué feliz me hacías con aquellas palabras! Yo bien sabía que estaba condenado a morir inocente como uno de tantos otros mártires y que todas cuantas gestiones hicieses resultarían inútiles. Pero no obstante te daba alientos para que vivieses con la esperanza de salvarme la vida, a fin de que sufrieses menos durante el tiempo que durara este preámbulo de la muerte. Y así sufría yo menos no viéndote sufrir a ti. Ahora te pido que no me llores más, ya me has llorado bastante. Muero con la conciencia tranquila que no le he hecho mal a nadie y que no me he manchado jamás las manos en sangre. Ten fe en el porvenir y sabe esperar y verás cómo llegará un día en que mi sangre derramada inocentemente, como la de millares de españoles, servirá para hacer justicia sobre esos cobardes asesinos. Cuando ese momento llegue, esos asesinos no morirán como muero yo, con el espíritu sereno y tranquilo porque tengo la conciencia limpia, sino que morirán con el miedo de los cobardes. Y ante sus ojos despavoridos les parecerá ver el espectro de las víctimas por ellos inmoladas. Y en sus oídos les parecerá también oír la voz de sus víctimas, que les dirán “vuestra hora ha llegado, morid pues cobardes”. Y llegará un día que hasta sus hijos los maldecirán. No así los nuestros, que bendecirán enormemente la memoria de sus padres. Ánimo, pues. Tienes un corazón muy grande y generoso. Tu conciencia es pura y limpia, y confío que tendrás valor para hacer frente a la vida. No te separes nunca de mamá y de Carmiña. En todos los momentos aconséjate con mamá como hasta aquí, pues ella es buena y santa y te aconsejará siempre bien. Protege a Carmiña como si fueses yo, ocupando tú mi puesto de hermano y de padre. Ella es buena, porque es mi hermana. Y te quiere mucho, porque has sido para ella, más que una hermana una madre. Vela por su porvenir y aconséjala en todo momento. Con tu bondad sabrás perdonarla y reprenderla a la vez en esas faltitas que todos cometemos en la vida. Y así muy juntitas todas, honrareis mi memoria. A mis cuatro hijos, a nuestros cuatro hijos, les dejo una carta. Puedes abrirla y leerla, y cuando sean mayores, se las lees muchas veces y las guardas. ¡Oh! Hijos míos, sois pequeñitos y no os dais cuenta de las amarguras por que pasa vuestro padre. Este padre que tanto os quiere. Alejandra: para que mi recuerdo viva siempre en ellos, relátales a menudo cómo jugaba con ellos, cómo les cantaba cogidos en mis brazos. En fin, todos los pormenores de mi vida para con todos y para con ellos. Y así, cuando lleguen a mayores, podrán saber cuánto les quiso este padre que siempre ha inspirado sus actos en el bien con todo el mundo. ¡Adiós, Alejandriña de mi vida! ¡Adiós amor de mi vida! No me llores más. Nuestro amor ha sido grande y vivirá eternamente. Soy tu esposo y compañero
José Mejuto
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Este es el episodio 184 desde el inicio de Epistolar y el último de la sexta temporada. Como siempre, queremos darte las gracias por estar ahí y darle sentido a este trabajo. En las redes te iremos contando las novedades y cómo sigue este proyecto. Ahora, las cartas. En el mundo del arte -y en otros mundos también para ser sinceros-, el ego es pan de todos los días. El vínculo de los artistas y el ego es algo particularmente complejo. Ahí están siempre al acecho la tentación de sentirse superior, compararse con otros, demandar reconocimiento, pavonearse de las habilidades… Y así la lista podría continuar. Pasa también que algunos grandísimos creadores son capaces de trascender el ego artístico. Y conectar con el ser artístico propio y el de otros. Esta carta es una historia de esas. Anthony Hopkins está en su casa de Malibú y acaba de terminar una maratón de “Breaking Bad”. Es casi medianoche y está maravillado con lo quea caba de ver. En un acto de gran generosidad, Hopkins le escribió inmediatamente a Bryan Cranston, actor y productor de la serie. Le dice que la producción es brillante y que su actuación es lo mejor que vio en su vida. Le agradece por su trabajo y le dice que gracias a él recuperó la confianza en la industria. No señor. Nada de egos ni de pavoneos tontos. Un grande entre los grandes elogia a un actor maravilloso. Lee el actor, docente y promotor cultural Pepe Cantellano.
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Querido señor Cranston, quería escribirle este email, así que le he contactado a través de Jeremy Barber, resulta que ambos estamos representados por UTA. Genial agencia. Acabo de terminar una maratón de 'Breaking Bad', desde el episodio 1 de la primera temporada hasta los ocho episodios de la sexta. (He descargado la última temporada por Amazon) Un total de dos semanas de visionado (adictivo). Nunca he visto nada parecido, es brillante. Suactuación como Walter White es la mejor actuación que he visto nunca. Se que hay mucho humo y chorradas en este negocio, y he perdido un poco la capacidad de creer en algo con certeza. Pero este trabajo suyo es espectacular, absolutamente asombroso. Qué extraordinario es el poder compartido por toda la producción ¿Qué fueron, cinco o seis años para hacerla?Cómo los productores (siendo usted uno de ellos), los guionistas, directores, cámaras... Cada departamento, casting, etc, se las han arreglado para mantener la disciplina y el control desde el principio hasta el final es (palabra sobreutilizada) increíble. Desde lo que empieza como una comedia negra, desciende en un laberinto de sangre, destrucción e infierno. Es algo como Jacobeo, Shakesperiano o una tragedia griega. Si alguna vez tiene la oportunidad, podría pasar mi admiración hacia todos (Anna Gunn, Dean Norris, Aaron Paul, Betsy Brandt, R.J. Milte, Bob Odenkirk, Jonathan Banks, Steven Michael Quezada) a todos. Todos dan una clase magistral de interpretación... La lista es interminable. Muchasgracias. Este tipo de trabajo/ arte es raro, y cuando, de vez en cuando, ocurre, como en este épico trabajo, restaura la confianza. Usted y todo el casting son los mejores actores que he visto. Esto os debe de sonar como una fumada sin fundamento, pero no lo es. Es casi medianoche aquí en Malibú, y sentía la necesidad de escribir este email. Mi más sincera enhorabuena y profundo respeto. Es usted de verdad un actor genial, genial. Saludos,
Tony Hopkins
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Miguel Hernández fue uno de los poetas decisivos de la primera mitad del siglo XX. Su figura es múltiple y en él confluyen muchos artistas: el poeta barroco, el poeta social, el poeta antibélico, el poeta del dolor y de la muerte… Y así la lista podría continuar. Fue también llamado el poeta pastor porque ejerció ese oficio en su Orihuela natal. Vivió sólo 31 años. Fue apresado por el franquismo, castigado por la tuberculosis y la desnutrición. Cuando estaba en la cárcel, su mujer Josefina Manresa le mandó una carta en la que le decía que sólo tenían pan y cebolla para comer. Como respuesta, el poeta compuso “Nanas de la cebolla”. En esta carta, un jovencísimo Miguel Hernández le escribe a Juan Ramón Jiménez, que ya era un poeta consagrado y que, décadas después, ganaría el Nobel de Literatura. Le cuenta que es pastor, que escribe poesía y que le gustaría viajar a Madrid para conocerlo y leerle algunos versos. Es una carta preciosa, en la que se ve, de forma vívida, su amor por la naturaleza y su atracción por la palabra poética. Lee el actor y locutor Carlos Toral Conde. ***
Orihuela, noviembre de 1931
Venerado poeta: Solo conozco a usted por su «Segunda Antología» que -créalo- ya he leído cincuenta veces aprendiéndome algunas composiciones. ¿Sabe usted dónde he leído tantas veces su libro? Donde son mejores: enla soledad, a plena naturaleza, y en silenciosa, misteriosa llorosa hora del crepúsculo, yendo por senderos empolvados y desiertos entresollozos de esquilas. No le extrañe lo que le digo, admirado maestro; es que soy pastor. No mucho poético, como lo que usted canta, pero sí un poquito poeta. Soy pastor de cabras desde mi niñez. Y estoy contento de serlo porque, habiendo nacido en casa pobre, pudo mi padre darme otro oficio y me dio este que fue de dioses paganos y héroes bíblicos. Como le he dicho, creo ser un poco poeta. En los prados por que yerro con el cabrío ostenta natura su mayor grado de belleza y pompa; muchas flores, muchos ruiseñores y verdones, mucho cielo y muy azul, algunas majestuosas montañas y unas colinas y lomas tras las cuales rueda la gran era del Mediterráneo. Por fuerza he tenido que cantar. Incluso, tosco, sé que escribiendo poesía profano el divino arte... No tengo culpa de llevar en mi alma una chispa de la hoguera que arde en la suya. Usted, tan refinado, tan exquisito, cuando lea esto, ¿qué pensará? Mire: odio la pobreza en que he nacido, yo no sé... por muchas cosas... Particularmente por ser causa del estado inculto en que me hallo, que no me deja expresarme bien claro, ni decir las muchascosas que pienso. Si son molestas mis confesiones, perdóneme, y... ya no sé cómo empezar de nuevo. Le decía antes que escribopoesías... Tengo un millar de versos compuestos, sin publicar. Algunos diarios de la provincia comenzaron a sacar en sus páginasmis primeros poemas, con elogios... Dejé de publicar en ellos. En provincia leen pocos los versos y los que los leen no los entienden. Y heme aquí con un millar de versos que no sé qué hacer con ellos. A veces me he dicho que quemarlos tal vez fuera lo mejor. Soñador, como tantos, quiero ir a Madrid. Abandonaré las cabras -¡oh, esa esquila en la tarde!- y con el escaso cobre que puedan darme tomaré el tren de aquí a una quincena de días para la corte ¿Podría usted, dulcísimo Juan Ramón, recibirme en su casa y leer lo que le lleve? ¿Podría enviarme unas letras diciéndome lo que crea mejor? Hágalo por este pastor un poquito poeta, que se lo agradecerá eternamente.
Miguel Hernández
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Elizabeth Taylor fue una estrella de cine casi desde la cuna. Alguien que a los 10 años filmó su primera película y se hizo famosa de una vez y para siempre. Quizá la palabra famosa le quede chica. Era una celebridad planetaria de una belleza hipnótica y una mirada profunda de color violeta. Taylor ganó dos Oscars de la Academia y alguna vez dijo que estaba harta de su belleza y del estrellato de Hollywood. Fue famosa también por sus amores. Se casó ocho veces con siete hombres, lo que la convirtió en pasto de la prensa sensacionalista. Lo hizo dos veces con Richard Burton, a quien conoció filmando “Cleopatra”. Fueron la pareja del momento. Fueron también dos grandes amantes del exceso. Bebían en exceso. Gastaban en exceso. Y, si cabe el término, se amaban en exceso. La relación fue tan intensa que pasó a la historia de Hollywood. Esta carta de amor, escrita en lápiz, es un botón de muestra de ese amor tormentoso. Elizabeth le escribe a Richard, un gran mujeriego, en el décimo aniversario de bodas. Y pocos días antes de una de sus tantas rupturas. Le dice te amo. Le dice te odio. Le dice dame más. Lee la actriz Josefina Bocchino.
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Mi querido, (mi todavía) marido: Desearía poder hablarte de mi amor por ti, de mi miedo, de mi deleite, de mi puro placer animal por ti (y contigo), de mis celos, de mi orgullo... De mi ira hacia ti, a veces… Sobretodo quiero hablarte de mi amor por ti y el amor que sea que puedas darme. Desearía poder escribir sobre ello, pero sólo puedo hervir y quemarme por dentro y esperar que entiendas lo que realmente siento. En cualquier caso, te deseo. Tu (aún) esposa. Liz
PD: Oh, amor, ¡nunca más nos demos por sentados el uno al otro! ¿Qué te parece? ¡¡10 años!!
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Rufino Tamayo fue uno de los artistas mexicanos más trascendentes del siglo XX. Junto con los considerados “Los Tres Grandes”: Diego Rivera, José Clemente Orozco y David Siqueiros. Su obra se destaca por los colores sobrios, por los lienzos sensuales, por la síntesis de sus formas… Un virtuoso en técnicas clásicas y un gran innovador, principalmente en el arte de la estampa. Fue también un artista que de forma consecuente promovió discursos de humanidad y de libertad. En este episodio elegimos dos cartas dirigidas a Olga, su compañera durante 57 años y a quien pintó en numerosos retratos. La primera carta es, casi, una oda a esa libertad, con postales de su infancia y del descubrimiento de la pasión por el arte. Y la segunda es casi un adiós a su pareja, cuando tenía 92 años. Lo hace con una frase bellísima: “Adonde me lleve la historia quiero estar a tu lado”, le dice. Lee el actor Enrique Cueva.
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New York 1927
Olga mía, una vez dije que mi gran tesoro siempre estuvo retratado en cada cuadro. ¿Dónde?,me preguntaban asombrados, sin darse cuenta de que hablaba del gran sentido de libertad que me llevó a pintarlos. No sé si la palabra “libertad” signifique lo mismo para todos. Yo la veo como a un par de alas con las que puedo despegar al infinito. Las tuve desde siempre y estuvieron ahí para auparme en los peñascos de los que estaban a punto de caer. Recuerdo, por ejemplo, cuando nos mudamos con tía Amalia a lacapital. Nunca antes había visto una ciudad tan grande, un cielo lacrimoso bajo el cual miles de personas iban y venían de todas partes. Me tocó vencer el gris con el que nos tiñe el miedo y caminar de la mano de la tía las cuadras que separaban el paradero de camiones de la casa. Tampoco le di oportunidad al miedo cuando trabajé en el mercado. Tía Amalia tenía un puesto de frutas en el que yo hacía los mandados, cuidaba, vendía. Todo un administrador, figúrate. Eso hasta los 17 años, porque entonces se me metió en la cabeza esta ola de hacerme pintor. ¿De dónde la habré sacado, mi Olga? Lo cierto es que ese deseo no llegó solo: lo acompañaba una terquedad invencible. Nada pudo detenerme en mi intento por crear. Sí, es cierto, había más de un profesor en la Escuela de Bellas Artes deSan Carlos que me decía que mi trabajo era premonitorio. ¿En verdad?, preguntaba emocionado; “sí”, decían, premonitorio del fracaso. No les hice caso y cuando se pusieron más valerosos los dejé dentro de sus paredes. Renunciar a la Escuela no fue tan malo. Afuera, supe el valor de la disciplina propia para alcanzar las cosas que uno anhela. Levantarme temprano, leer hasta el mediodía, dibujar y pintar hasta que los ojos me ardieran como brasas, era parte de larutina. Lo juro, mi Olga, así fueron apareciendo los primeros cuadros como milagros. Me dormía cansado en el taller y al amanecer la luz del nuevo día los desvestía para mostrármelos: formas, grietas, planicies, rostros que no tenían nada que ver con la realidad pero que en su deformación eran los rostros que había guardado en el alma. Creo que en alguna ocasión te lo conté, ahora mi recuerdo es un poco disperso por el calor que inunda la habitación, por eso me disculparás si vuelvo a inquietarte con esto: cuando me mudé a miprimer taller yo sentí un mal presagio. No podía creerlo, hasta en las cosas más mínimas me perseguía mi fantasma oaxaqueño: la ventana de aquel taller daba a una calle llamada “De la Soledad”. Cuando uno nace para maceta, decía mi madre, no sale del corredor.
México D.F. 1990
Olga, tendido en esta cama no dejo de pensar en la paciencia. El tiempo que ahora me falta transcurre al otro lado de la ventana y lo veo alejarse con la resistencia de mi aliento. ¿Qué he tenido que aprender en estos 92 años? Adonde me lleve la historia quiero estar a tu lado. Se me ocurre, por ejemplo, descansar en un nicho ubicado en el museo que ambos fundamos, en la estela de una estrella, en el canto de un pájaro. En alguno de esos espacios que siendo eternos también son campos santos.
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¿Qué tienen en común Los Beatles, John F. Kennedy e Indira Gandhi? No es fácil acertar. Todos fueron influenciados por las palabras del poeta libanés Khalil Gibrán. El hombre murió en 1931, pero aún hoy es considerado en su país como un héroe literario. Su libro “El profeta” apareció en 1923 y, desde entonces, nuncadejó de publicarse. Fue traducido a 50 idiomas y es uno de esos libros llenos de sabiduría, capaz de hablarnos sobre cuestiones fundamentales de la vida. Esos libros que se pueden regalar a un amor, con motivo de un nacimiento o a una persona que perdió a un ser querido. En Occidente se lo tildó de simplista, de inocente, de carente de sustancia... Pero Gibrán es uno de esos escritores inoxidables. Alguien que ofrecía en sus escritos un espiritualismo universal sin dogma. Quizá en contraposición a la ortodoxia religiosa. Como una pequeña muestra de esa escritura, acá va una carta de Gibrán a su amiga y mecenas Mary Haskell. Lee el actor y locutor Galo Balcázar.
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Para vivir es necesario coraje. Tanto la semilla intacta como la que rompe su cáscara tienen las mismas propiedades. Sin embargo, sólo la que rompe su cáscara es capaz de lanzarse a la aventura de la vida. Esta aventura requiere una única osadía: descubrir que no se puede vivir a través de la experiencia de los otros, y estar dispuesto a entregarse. No se puede tener los ojos de uno, los oídos de otro, para saber de antemano lo que va a ocurrir; cada existencia es diferente de la otra. No importa lo que me espera, yo deseo estar con el corazón abierto para recibir. Que yo no tenga miedo de poner mi brazo en el hombro de alguien, hasta que me lo corten. Que yo no tema hacer algo que nadie hizo antes. Déjenme ser tonto hoy, porque la tontería es todo lo que tengo para dar esta mañana; me pueden reprender por eso, pero notiene importancia. Mañana, quién sabe, yo seré menos tonto. Cuando dos personas se encuentran, deben ser como dos lirios acuáticos, que se abren de lado a lado cada una mostrando su corazón dorado, y reflejando el lago, las nubes y los cielos. No logro entender por quéun encuentro genera siempre lo contrario de esto: Corazones cerrados y temor a los sufrimientos. Cada vez que estamos juntos, conversamos durante varias horas seguidas. Si pretendemos pasar juntos todo ese tiempo, es importante no tratar de esconder nada… y mantener los pétalos bien abiertos.
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Marina Tsvetáyeva fue una de las grandes figuras de la literatura rusa del siglo XX. Vivió las revoluciones de 1905 y 1917 y también la Guerra Civil y la Segunda Guerra Mundial. Fue una escritora con una voz particularísima. Autora de poemas en los que se escucha el sentido más profundo del texto, su música, su ritmo, sus armónicos. Latraemos hoy a Epistolar no sólo porque nos gusta sino también porque es la autora de una de las definiciones más bellas sobre qué es una carta. Acá va: “Una carta -dice ella- es una forma de comunicación fuera de este mundo, menos perfecta que el sueño, pero sujeta a sus mismas leyes. Ni la carta ni el sueño se dan por encargo: se sueña y se escribe no cuando nosotros queremos, sinocuando ellos quieren: la carta ser escrita y el sueño ser soñado." Otro botón de muestra de esa maravillosa escritura es esta carta de amor sensual y absoluto, pero que con el tiempo fue fugaz e infructuoso. Lee la actriz Teresa Marcos.
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Mi Arlequín, mi Aventurero, mi Noche, mi felicidad, mi pasión. Ahora me acostaré y te acercaré a mí. Para empezar lo haré de este modo: mi cabeza sobre tu hombro, dirás algo, te reirás. Tomo tu mano y la acerco a mis labios — la quitas — no la quitas — tus labios en los míos, el contacto profundo, la penetración — la risa calla, las palabras no existen — más cerca, más profundo, más caliente y más tierno — y ya es insoportable el placer quecon tanta hermosura y habilidad prolongas. Lee y recuerda. Cierra los ojos y recuerda. Tu mano sobre mi pecho, —recuerda. El contacto de tus labios y mi pecho. Amigo, soy toda tuya.
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He tomado 18 whiskies seguidos y creo que es un récord. Dicen que dijo eso antes de perder la consciencia y morir en un hospital de Nueva York. Dylan Thomas fue un poeta que encarnaba a la perfección el imaginario de lo bohemio, de los excesos -en su caso al alcohol- y, por supuesto, de la vida breve pero intensa. Murió a los 39 años. Además de un poeta extraordinario e inclasificable, el galés también fue una figura muy popular, alguien tan famoso y convocante como una estrella de rock. Era conocido por su vozarrón y por sus recitales poéticos, que marcaban récords de audiencia en la BBC. Tan famoso era que Los Beatles decidieron incluirlo en la tapa de Sargent Peppers. Pero esta carta no forma parte de esos años de velocidad y destrucción sino todo lo contrario. A finales de la década del 40, Thomas logró el apoyo de una mecenas llamada Margaret Taylor, una mujer adinerada y admiradora de su obra. Ella le pasó alojamiento para él y su familia y un salario para que se dedicara sólo a escribir. En esta carta, Dylan Thomas dice, simplemente, gracias. Dice que llegó el momento del sosiego. Y que quiere vivir la vida. Lee el actor de doblaje y locutor David Astorga.
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Primavera de 1949
Mi querida Margaret: Debería haber escrito. Tenía intención de hacerlo cada día. Estaba deseando escribirle pero lo iba postergando. Claro, esas campanas están rotas desde hace tiempo. Suenan a tachos de basura. Pero la verdad es que cada día desde que llegué a este lugar que amo y donde quiero vivir y donde puedo trabajar y donde he empezado a trabajar ya (en lo mío), le he estado diciendo a mi despreciable persona: Debes escribir a Margaret enseguida para decirle que esto es: el lugar, la casa, el cuarto de trabajo, el momento. Nunca podré agradecerle lo suficiente el haber hecho posible este nuevo comienzo con toda la confianza que ha puesto en mí, por todos los dones que me ha hecho, por todo su trabajo y preocupación frente a mi vil y desagradecida conducta. Sé que la única manera de demostrarle mi profunda gratitud es ser feliz y escribir. Acá estoy feliz y escribiendo. Todo lo que escriba en este cuarto de agua y árboles sobre los peñascos, cada una de mis palabras serán mis gracias a usted. Espero por Dios que lo que escriba sea lo bastante bueno. Le enviaré todo lo queescribo y también cartas comunes llenas de árboles y aguas y chismes y nada de noticias. Esta no es de ese tipo de carta. Es solo la expresión de la mayor gratitud del mundo. Usted me ha dado una vida y ahora voy a vivirla.
Dylan
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Señores y señoras, cartas de una leyenda. De un ícono, de una estrella en el sentido más cabal y menos frívolo del término. De una mujer de convicciones fuertes, que se negó a ser solo una cara bonita -bellísima por cierto- y se convirtió en una de las grandes actrices de la historia del cine mundial. Me refiero a Ingrid Bergman. Huérfana a una edad muy temprana, la sueca comenzó a actuar para vencer su traumática timidez. Y vaya si lo logró. Terminó ganando tres premios Oscar y protagonizando películas icónicas como “Casablanca”, “Te querré siempre” y “Por quién doblas las campanas”, además de ser una de las musas de Alfred Hitchcock. “Elmundo venera la originalidad”, era una de sus máximas, que intentó cumplir hasta el día de su muerte. En su vida privada, si es que puede existir tal cosa en una figura tan pública, intentó huir de los estereotipos. De fiel esposa, de buena madre y de mujer intachable. Este episodio contiene dos cartas suyas. Una de amor y otra de desamor. La primera es de amor, de ilusión y va dirigida a Petter Lindstrom, su primer esposo, a pocos días de la boda. Por cierto, un casamiento que terminó en escándalo porque ella se enamoró del director de cine Roberto Rosellini. La segunda carta va dirigida a Rosellini y está plagada de los sinsabores que también tuvo ese vínculo. Lee la actriz y cineasta Alejandra Reyes.
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Amor mío, único, espléndido y maravilloso: sería admirable que estuvieras en mi camerino y yo pudiera sentarme en tu regazo. Sin ti todo resulta insulso. Han de transcurrir cinco horas para que nos veamos y once días para que nos casemos. ¡El tiempo no pasa! ¿Cómo lo soporto? ¡Ojalá pudiera besarte uná y mil veces! Jamás me abandonarás, ¿verdad? Yo jamás me separaré de tí. Quiero estar contigo siempre, siempre, siempre. Faltan únicamente once días para nuestro enlace. Tengo que reunirme ahora con los fotógrafos, pero no dejaré de pensar en ti. ¡Qué atractivo eres! ¡Qué superior a los demás hombres! Estoy loca por ti. No puedo contenerme. Dentro de cinco horas y once días, seré tuya... Tuya...
Ingrid
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Telefoneé diez veces diarias como una tonta. Me gusta pasar las noches en blanco en conversación, como a usted. ¿Dónde parará la libertad de que hablo, si debo estar todas las noches en casa a las dos? También es una tontería telefonear a un hotel que se halla en íntimo contacto con la prensa. Descubrí a mi regreso de las montañas que se ha escrito demasiado sobre nosotros. Y en la ciudad se dice que mi matrimonio ha fracasado y que de ahora en adelante usted hará todas mis películas. Se rumora que le seguí a Nueva York: un nuevo triángulodramático ha surgido en Hollywood. Y así, por el estilo, se expresa la prensa sensacionalista. Como ello me apena, no quiero echar más leña al fuego con conferencias telefónicas cotidianas. Entiéndame y ayúdeme. No tuve tiempo para despedirme de la gente y ponerme sentimental, por lo menos, hasta que vi a Peter en el aeropuerto, solitario y silencioso. Una vez más advertí mi egoísmo, y ahora, mientras estoy aquí, no hago más sino ir al teatro y esperar, una vez más. Todoel mundo me pregunta qué hay entre nosotros dos. Por eso, me encerré en mi habitación a contemplar su fotografía. Aún lo sigo haciendo.
Ingrid
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AAco. La primera A por Alejandro. “Aco” es el apócope de su apellido, Acobino. Y apodo con el que lo identificaron sus amigos del colegio y colegas de teatro. Así firmaba sus cartas Alejandro Acobino, un actor, director y un dramaturgo extraordinario que dio el teatro de Buenos Aires. Cuando se fue, de forma temprana, dejó cincoobras: Enobarbo, Continente Viril, Rodando, Hernanito y Absentha. Y otras tantas inconclusas. Dejó también una poética potente, de una escritura magistral y llena de personajes que se pierden en una obsesión. Creo -lo digo humildemente después de haber visto sus obras varias veces- que aún no logramos ver del todo la dimensiónde su legado. Una dimensión increíblemente lúcida de un teatro atroz, trágico y grotesco. Acobino fue, además, un gran escritor de cartas. Le encantaba escribirlas y hablar por téléfono. Esta carta fue extraída del libro “AAco. Alejandro Acobino: cartas, ensayos y homenajes”, editado por el Centro Cultural de la Cooperación Floreal Gorini. Esuna cuidada y amorosa edición de su hermana Gabriela, que encontró muchísimos escritos en su computadora. Acá le escribe a una tal Sandy. No sabemos quién fue (Gabriela, su hermana, tampoco), pero importa poco. Alejandro le responde a esta mujer, quizá una periodista, que le había preguntado qué es para él el arte y porqué hace arte. Acá va entonces un pequeño homenaje de Epistolar a Alejandro Acobino por tantas horas disfrutando de su maravillosa obra. Lee el actor y amigo de Acobino, Germán Rodríguez.
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Estimada Sandy: Lamento la tardanza pero me olvidé completamente. Encontré tu mail de casualidad y te respondo. Espero que no sea tarde. No me resulta fácil contestarte lo que me pedís. La razón principal por la que hago arte es porque amo el arte. Tengo mis valores éticos y procuro ser consecuente con ellos como cualquiera que busca ser consecuente con sus valores. Tengo también mis valores ideológicos y por qué no confesarlo filosóficos… Pero a la hora de escribir y dirigir lo estético lo supedita todo... Creo en la autonomía de la estética respecto a los demás valores humanos... Acá me acerco más a Harold Bloom que a John Berger, aunqueideológicamente estoy más cerca de Berger (un progresista), filosóficamente me parezco más a Bloom(acusado de conservador). Del público: Yo vengo del público. Yo crecí en la época de la “primavera democrática” cuando salimos de la dictadura. La ciudad era un hervidero de teatritos, varietés, conciertos gratis,óperas… Yo me fui formando en ese mundo. Tras un intento frustrado de ser químico volví al teatro… Mi motor es la fascinación por el arte primero. ¿Por qué el teatro noes algo tan simple de explicar? Es decir mi mayor relación con el público es que del público vengo. Y hago teatro para que exista el teatro que querría ver... Y si no tengo mayor reflexión es porque gasto la mayor parte de mi tiempo reflexionando sobre los problemas estéticos que me planteo. AAco
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Hermann Hesse fue uno de los autores alemanes más leídos del siglo XX. Escribió novelas, cuentos, poesías, meditaciones y hasta una ópera. Fue perseguido por la Gestapo, que quemaba sus libros en las plazas de Berlín. Y recibió el Premio Nobel de Literatura en 1946. Fue, además de todo eso, un autor popular e influyente. Y de una copiosa correspondencia. Dicen algunos biógrafos que hay registros de, al menos, 35 mil respuestas a cartas de lectores. Ésta es una de las cartas, dirigida a la poeta alemana Renata Schweitzer. Es un texto lleno de ánimo para alguien que está sufriendo. Si una carta es una conversación entre dos ausentes, acá se convierte en unacharla con abrazo incluido. Lee la actriz de la Comedia Nacional de Montevideo Florencia Zabaleta.
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Montagnola, diciembre de 1954
Querida Renata Schweitzer: Me daba lástima quemar sus poesías, pero su deseo está cumplido. Las dos están quemadas. Entre tanto, habrá recibido, sin duda, aquellas pocas líneas que le he escrito en contestación a suprimera desesperada carta. He pensado dos días en usted, antes de encontrar las palabras convenientes. Porque no quería ni juzgar sus lágrimas, ni acariciarle la cabeza, pero sí decirle algo que fuera, dentro de lo posible, sincero. No deseo en absoluto irrumpir en un dolor vivo. Casi ya no puedo escribir más cartas. Con mi debilidad que aumenta diariamente, ya me resulta bastante molesto tener que leer lo que me traen cada día... Pero ahora tengo que decirle una cosa: posee usted demasiado talento y, posiblemente, es demasiado sutil, para tener derecho a entregarseal tormento como una criatura cualquiera de la naturaleza. Me gustaría que de cuanto usted ha sufrido surgiera tanta idea y tanto fervor en lo verdadero y real que su vida se convirtiera, si no en feliz, al menos en más rica y profunda de lo que era antes. Me resulta tan difícil encontrar palabras como a mis ojos y mis dedos les resulta difícil escribirlas. ¡Conténtese con eso! Suyo
Hermann Hesse
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No voy a intentar en estas líneas contar quién fue María Félix. Mejor dicho, otros lo harán por mí. Otros usarán palabras mejores que las mías para definir a la gran diva del cine mexicano. El pintor Diego Rivera, alguna vez, dijo de ella: “María Félix es un ser monstruosamente perfecto. Es un ser ejemplar que impele al resto de los seres humanos a esforzarse a ser como ella”. Luego de entrevistarla, la escritora Elena Poniatowska la definió así:“Camina como las fieras, desplazando a su derredor ondasmisteriosas”. El poeta y dramaturgo Jean Cocteau se rindió ante sus pies: “María, esa mujer tan hermosa que hace daño”. La Doña o María Bonita, como la llaman en México, se casó en cinco ocasiones. Y fue una referente de la mujer libre e independiente. Sus personajes eran mujeres invariablemente fuertes, determinadas y dueñas de su destino. El episodio de hoy no tiene cartas a ninguno de sus maridos. María vivió un romance secreto con el piloto de avión colombiano Gonzalo Fajardo. La familia de Fajardo conservó durante años las tarjetas, fotos y telegramas que se mandaron los amantes. Acá va una selección de siete misivas de María Félix a su amor oculto. Escribe ella. Habla La Gran Diva. Lee la actriz Cecilia Ramírez Romo.
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Mi amor querido, muy pronto, no soporto esta soledad. Te quiero a ti, te quiero nada más que a ti, Gato. Mi Gato con alas, qué se hace, tengo que empezar a trabajar y no tengo el menor deseo, y voy a estar fuera de México por varias semanas. Bueno, mi adorado Gato, Gatito, Felino Gonzalo, cómo te digo para explicarte que esta horrible soledad. La Caperuza tuya
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No estoy segura de que exista una mujer que ame a un hombre y un hombre que ame a una mujer. Ese hombre eres tú y esa mujer soy yo. Tu Caperuza María Félix
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La Caperuza aullando por un gato con alas, imposible comunicarme con el animalito, ella lo ama a él más que nadie en el mundo, la Caperuza. Sueño volver a verte, me haces una falta horrible, contéstame, Hotel Palace, te adora a morir, tu Caperuza. *
Hoy salimos a Costa Rica, Gran Hotel, aviso de llegada. Te extraño y te amo más que nunca, Caperuza *
Gato con alas volando bajito, buenas noches que la Virgen te cuide. Te adora tu Caperuza
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Gatito mi corazón, con corazón de pollo. Te mando mi virgen de Guadalupe, está bendita, ya póntela y que ella te bendiga siempre
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Mi adoración, no te olvides que contigo en lo mejor y en lo peor, tu caperuza que te ama, María
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En el mundo del teatro argentino -y probablemente latinoamericano también- ella es una institución. Algunos la llaman, simplemente, “La Gambaro”. Figura icónica de la cultura argentina, Griselda Gambaro escribió medio centenar de piezas teatrales, además de una extensa obra de narrativa, poética y ensayística. En su teatro, siempre fue muy fuerte la presencia de las mujeres. Y algunas de sus obras resultaron emblemáticas, como “La malasangre”, “La señora Macbeth” y “Antígona furiosa”. Figuró en las listas negras elaboradas por la dictadura en Argentina y se exilió en Barcelona entre 1977 y 1980. Algunos años después de su llegada al país, Raúl Alfonsin habló sobre la democracia y dijo: “Si fuéramos los maricones de esta etapa argentina, de ninguna manera llegaríamos a la solución que estamos esperando”. Una revista cultural de la época, llamada “Talita”, reprodujo ese discurso. Y de alguna forma lo avaló en un artículo que hablaba sobre la cultura y la democracia. Gambaro les contestó con esta carta, que es un apenas un botón de muestra de la profunda lucidez, que aún hoy conserva a sus 95 años. Lee la actriz Elisa Carricajo.
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Buenos Aires, 20 de enero de 1983. SeñoresGuillermo Lombardía y Carlos Vallina
RevistaTalita
Estimados amigos, cuando leí la frase de Alfonsín, “si fuéramos los maricones de esta etapa argentina, de ninguna marea llegaríamos a la solución que estamos esperando”, me pareció la frase más desdichada que un político con posibilidad de gobernarlos pueda pronunciar. Porque las palabras y su inserción en el discurso político son muy reveladoras. Usar maricones como sinónimo de cobardes, de irresolutos, de malamente comprometidos, denota un pensamiento reaccionario que esa misma sociedad que se pretende cambiar nos inculcó para su propia conveniencia de tener sectores marginados, incluso en el plano de la moral, para sus propios intereses, como en otras sociedades fueron y son los judíos y los negros. Creer que los heterosexuales son superiores a los homosexuales y que la homosexualidad es una enfermedad, un estigma, y supone determinados valores de conducta es no solo esquemático, sino totalitario. Entonces, si la frase de Alfonsín es muy desdichada y doblemente desdichada para un político, que ustedes la repitan dentro de su hermosa nota que es “Cultura y democracia”, anula lo que dicen, ya que en esa nota se habla precisamente de “los culposos de las clases medias que buscan la ‘verdadera cultura’ en la marginalidad, la degradación o la ignorancia”. Usar por sí mismo el mote “maricones” peyorativamente para decir los hombres de la cultura seríamos maricones si solo la esperáramos, es seguir instaurando una cultura en la marginalidad, la degradación o la ignorancia. Si hubo en ustedes una intención de remedio irónico, igualmente me parece equivocada, porque no se hace evidente y el resultado es lo que me permito señalarles. Si disponen de espacio, yo les agradecería publicar esta carta porque me siento parte de Talita y Talita debe aclarar y no confundir. Afectuosamente
GriseldaGambaro
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Anthony Bourdain fue alguien exitoso. Alguien que consiguió todo lo que un profesional de la cocina puede soñar: fama de rockstar, reconocimiento, premios… Todo. Cuando eso sucedió, cuando se sintió repleto, se retiró de los fogonos y se volcó a la escritura y a la televisión. Allí fue un éxito también. A través de sus programas, conocimos los mejores lugares para comer en el mundo, desde restaurantes con tres estrellas Michelin en París hasta puestos callejeros maravillosos en Saigon. Alguien capaz de detallar todos los aspectos oscuros de la industria de los restaurantes. Era un viajero curioso, preocupado por exaltar el valor de la cultura culinaria de cada país. En sus primeros años, en los restaurantes de Nueva York, tuvo muchos compañeros mexicanos. Y luego fue jefe de otros tantos. Con el tiempo, se hizo un fanático de la comida de ese país, de su sabor, de su complejidad y de su variedad. Y siempre que podía decía los estadounidenses -él nació en Nueva York- no saben una mierda de lo que se come en México. Fruto de esa pasión, Bourdain escribió esta carta de amor a la cocina mexicana. Un texto lleno del sabor de sus tacos, enchiladas y pozoles. Lee el cocinero Juan Braceli.
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Los estadounidenses aman la comida mexicana. Consumimos grandes cantidades de nachos, tacos, burritos, tortas, enchiladas, tamales y todo lo que parezca mexicano. Nos encantan las bebidas mexicanas y tomamos enormes cantidades de tequila, mezcal y cerveza mexicana cada año. Nos encantan los mexicanos, ciertamente empleamos a enormes cantidades de ellos. Apesar de nuestras actitudes ridículamente hipócritas hacia la inmigración, exigimos que los mexicanos cocinen un gran porcentaje de los alimentos que comemos, que cultiven los ingredientes que necesitamos para hacer esa comida, que limpien nuestras casas, corten nuestro césped, laven nuestros platos, cuiden a nuestros hijos. Como cualquier chef les dirá, toda nuestra industria de servicios -el negocio de los restaurantes tal como lo conocemos- colapsaría de la noche a la mañana en la mayoría de las ciudades estadounidenses sin trabajadores mexicanos. A algunos, por supuesto, les gusta afirmar que los mexicanos están "robando empleos estadounidenses". Pero en dos décadas como chef y empleador nunca me pasó que un chico estadounidense entrara por mi puerta y solicitara un puesto de lavaplatos, de portero o incluso un trabajo como cocinero de comida precocinada. Los mexicanos hacen gran parte del trabajo en este país que los estadounidenses, de manera demostrable, simplemente no harán. México. Nuestro hermano de otra madre. Un país con el cual, queramos o no, estamos inexorablemente comprometidos en un cercano, aunquefrecuentemente incómodo, abrazo. Míralo. Es hermoso. Tiene algunas de las playas más deslumbrantemente bellas del mundo. Montañas, desiertos, selvas. Una bella arquitectura colonial y una trágica, elegante, violenta, absurda, heroica, lamentable y descorazonadora historia. Las zonas vinícolas de México compiten con la Toscana en hermosura. Sus sitios arqueológicos, los restos de grandes imperios, sin paralelo en ninguna parte. Y, por mucho que pensemos que la conocemos y amamos, apenas hemos rasguñado la superficie de lo que realmente es la comida mexicana. NO es queso derretido sobre una tortilla. No es simple ni fácil. Una verdadera salsa de mole, por ejemplo, puede requerir DÍAS para hacer, un balance de ingredientes frescos (siempre frescos), meticulosamente preparados a mano. Podría ser, debería ser, una delas cocinas más excitantes del planeta. Si prestamos atención. Las antiguas escuelas de cocina de Oaxaca hacen algunas de las salsas más difíciles y con más matices de la gastronomía. (...) Cada vez, miramos alrededor y destacamos por centésima vez, qué lugar extraordinario es este.
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Si sos de un país de habla hispana -lo que es probable si escuchás este podcast-, seguro que estos nombres te remiten a tu infancia. Y seguro también que te harán sonreír: El Chavo del Ocho, el Chapulín Colorado, el Chómpiras, el Doctor Chapatín… La lista puede seguir. Estamos hablando, claro, de Roberto Gómez Bolaños, conocido por todos como “Chespirito”. El comediante, guionista y director mexicano fue uno de los íconos del humor en hispanoamérica. Alguien capaz de hacer reír a chicos y grandes por igual. Hacerlo una y otra vez a lo largo de varias generaciones, que fueron viendo lasrepeticiones de sus programas en televisión. En fin, un hombre de la televisión y el cine. Y un tipo de éxito. En esta carta, Gómez Bolaños se pone serio para hablar de la otra cara de la moneda, de cuando las cosas no salen bien. El actor mexicano Eugenio Derbez había hecho una telenovela llamada “No tengo madre”, a la que le fue mal. El canal decidió sacarla del aire muy pronto y Derbez, que daba sus primeros pasos, cayó en un pozo depresivo. El creador de “El chapulín colorado” se enteró de eso y leescribió esta preciosa carta, llena de motivación y de consejos sobre el futuro, la creatividad y lo que significa hacer arte. Lee el actor Fernando Bersoza.
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Estimado Eugenio: Por diversas razones, principalmente de trabajo, tuve muy pocas oportunidades para ver. Sin embargo, a lo poco que vi, le añado comentarios al respecto de mi hijo Roberto por ejemplo y artículos periodísticos alusivos a tu obra. De modo que la sumarefleja un saldo francamente positivo. No obstante he leído que a raíz de que la telenovela salió del aire tú te has sentido deprimido. Y eso no se vale. Pero no vayas apensar que estas líneas constituyen algo así como mi más sentido pésame. No. Lo que te quiero decir es que, en mi opinión, hiciste algo sumamente valioso: intentar algo nuevo, algo diferente. Quien no tiene valor para hacer esto, que se quede en ese vasto terreno de la mediocridad en el que están cómodamente sentados todos aquellos que ya han renunciado a la trascendencia. Por otra parte, yo no sé si si tu telenovela fue un fracaso. O, paradecirlo de mejor manera, no sé si fue considerada como un fracaso. De cualquier modo déjame recordarte algo. En cierta ocasión, se estrenó una ópera que fue repudiada por la crítica y por el público. Se reestreno después y sucedió lo mismo. Pero hubo un tercer intento y esta vez fue un éxito grandioso como lo sigue siendo hasta la fecha. Pues la ópera en cuestión era La Traviata. ¿Qué significa esto? Algo muy simple: el público también suelefracasar. Para concluir te diré algo que he repetido en innumerables ocasiones. No existe la fórmula del éxito, pero existen en cambio muchas fórmulas del fracaso. Y la mejor de éstas es tratar de halagar a todo mundo. Quien intenta satisfacer el gusto de todos termina por obtener el disgusto de todos. Por tanto no hagas concesiones. Haz únicamente aquello que a ti te satisfaga y ten fe en que tu elección será compartida por muchos. A los que no les guste que cambien de canal. O que vayan a otro teatro o a otro cine. Y en esto de no hacer concesiones la primeraque se debe evitar es la absurda búsqueda del rating. Que este determina desgraciadamente la permanencia de nuestros programas, bueno digamos que sí. Pero el rating debe ser siempre una consecuencia y jamás un objetivo. Independientemente de que en algunas ocasiones -no siempre por fortuna- el famoso rating va íntimamente ligado a lo sucio a lo vergonzoso y a todas las demás expresiones de la parte negativa del ser humano. En resumen intenta lo que para ti sea valioso y verás que como, ya lo has comprobado, en más de una ocasión transitará por el sendero del éxito. Recibe un abrazo de tu amigo
Roberto Gómez Bolaños
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Pensá en alguien muy famoso. De ahora o de antes. No sé. Beyoncé, Lady Gaga, Madonna, Marilin Monroe… Quien sea. Mucho antes que ellas, hubo una artista que marcó el camino para que exista eso que luego llamamos celebridad. Ella fue la actriz francesa Sarah Bernhardt. En su época, finales del siglo XIX y comienzos del XX, fue una estrella global cuando no existía tal cosa y cuando el cine aún no se había inventado. La llamaban “La divina”. Protagonizó muchas de las obras teatrales francesas más clásicas y las más populares. Llenó salas. Hizo giras por toda Europa, Reino Unido, Estados Unidos y hasta la lejanaAmérica Latina. Además de su talento como actriz, era una adelantada en las técnicas para promover su imagen ymarca personal. Por ejemplo, dormía en un ataúd y lo llevaba a todos lados con ella. Fue también un ícono de la moda y una mujer liberada. Pensá un poco en esa época yen lo valiente que fue. Ella actuaba vestida de hombre, tenía múltiples amantes, algunos de ellos insignes, como un príncipe belga, con el que tuvo un hijo. En esta carta, Sarah le escribe a uno de sus amantes con palabras cargadas de intimidad y de erotismo. Acá habla la vedette francesa más famosa de todos los tiempos. Acá una mujer vanguardista. Lee la actriz y directora Victoria Angeli.
Febrero de 1873
No estoy bien, Jean, amigomío, pero nada bien. No me atrevo a llevarte este pequeño serenfermo. Por tanto, te mando solamente mi corazón, mi alma, misbesos de amor, de ternura.
Debes saber, mi dulce señor,que pienso en ti sin cesar, que no sueño más que contigo, que misolo y único deseo es pertencerte sin nada que pueda hacerte fruncirel ceño.
¿Ser tu amante, tu ser,pertenecerte? ¿Sabes que todo aquello que evoca tu recuerdo me haceestremecer mi corazón? ¿Sabes que te amo ardientemente con todaslas fuerzas de mi alma, con todos los lamentos y las lágrimas de mitriste pasado?
Me gustaría retomar mi vida,mis besos, todas esas sensaciones idiotas; desearía que mi espíritufuese tan virgen como era mi corazón cuando me enamoré de ti.
En definitiva, debes saber quete amo, esa es la verdad, tan grande como el amor.
Mis labios desean buenasnoches a los tuyos y luego, ¡escucha lo que dicen todavía esosparlanchines!
Sarah Bernhardt
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Se llamaba Jorge Mario Varlotta Levrero. Firmaba sus cartas sólo con la letra J. Pero tomó el apellido materno y se hizo conocido como Mario Levrero. Decir que el uruguayo fue escritor es no sólo impreciso sino también injusto. Además de eso, fue fotógrafo, librero, guionista, dibujante de cómics, columnista, humorista, creador de crucigramas y juegos de ingenio. Entre 1987 y 1989, Levrero vivió en Buenos Aires, donde trabajaba en una revista de crucigramas. En esos años, tuvo una relación con Alicia Hoppe, quien fue primero su psiquiatra y después su enamorada. Parte de ese intercambio epistolar fue publicado en el precioso libro “Cartas a la princesa”. Esas cartas navegan por todo el proceso del cortejo y del vínculo, desde los encuentros íntimos a la posibilidad de una vida conyugal. En este episodio, grabamos una en la que Levrero se disculpa, le dice que fue una bestia, le dice que la ama y pinta un cuadro lleno de erotismo que sólo un maestro de la narración puede escribir. Acá va una carta que cruza el charco. Acá un Levrero en carne viva. Lee el actor Sebastián Serantes.
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30.9.87. 8.45 de la mañana
Amadísima, me siento cada vez más avergonzado por haberte tratado tan mal, con tal prepotencia. Al rato de tu llamada de ayer, fue recién que me empezó a invadir la tranquilidad, y cuanto más tranquilo estoy más vergüenza me da haber actuado como lo hice. Espero que puedas comprender y disculpar o que, en todo caso, si decidís tomarte venganza, lo hagas de un modo artístico, o sea erótico. Por ejemplo, uno de los más terribles castigos para mí es que me muerdan suavemente un hombro. Bueno; iba a seguir pero siento que no es conveniente; es posible que si continúo pierda el estado de tranquilidad que estoy tratando de conservar. Pero lo que quiero decirte es que te comprendo, comprendo tus dificultades y azoramientos, y comprendo que he sido una bestia implacable. Tomate tu tiempo. Puedo esperar. No por eso te amo menos; muy por el contrario; sólo que estuve muy, muy, muy loco. Ahora estoy apenas muy, muy loco. Mañana espero estar solamente muy loco; y basta, porque ése es mi estado normal. Perdoname, pues, mi ángel detacos resonantes, y pongamos las cosas en su sitio: como siempre, usted manda, yo obedezco (a propósito: ¿cómo hiciste para conseguir que me bañara todos los días? Fue, al parecer, una simple sugerencia, que tal vez hayas olvidado, dicha al pasar. Hasta ahora, nadie lo había conseguido. Y lo peor es que me gusta). Y si en algo no obedezco, espero que me castigues del modo antedicho o bien azotándome fuertemente la espalda con tus cabellos. (La vergüenza me ha vuelto terriblemente masoquista). Besa tus botas, tu humilladísímo esclavo
J
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