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Por fin llegó el primer día de diciembre. Un día muy especial. Porque Emma y sus primas Sara y Zoe habían quedado en casa de Emma, para hacer arbolitos de Navidad con los que decorar las casas de sus amigos del bosque.
Cuando Sara y Zoe llegaron al jardín de Emma, vieron que la gallina Catalina corría hacia ellas, cacareando... ¡Venid, venid a ver lo que ha aparecido esta mañana en el gallinero!
Las primas de Emma abrieron los ojos de par en par, sorprendidas por lo que vieron. Durante la noche, un elfo pequeño y travieso, ayudante de Santa Claus, había colgado adornos de Navidad en la entrada del gallinero y se había escondido dentro de uno de ellos.
Pero ¡ayayay!… Las sorpresas no habían hecho más que empezar. Porque nadie se dio cuenta de que había alguien asomando la cabeza por encima de la tapia del jardín. Alguien que, con cara de enfado, había estado observando todo, todo lo que había pasado en el gallinero. Un ser, peludo y gruñón, que se bajó de la tapia del jardín de un salto y, dando patadas a las piedras del camino, desapareció en el bosque.
En esta nueva historia, Emma y sus amigos se encontrarán con inesperadas sorpresas que tendrán que superar para poder celebrar la llegada de la Navidad.
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El primer día de la primavera es un día muy especial. Ese día, el lugar más visitado del bosque es el rincón del río donde está la gran piedra blanca. Porque, allí, en esa orilla, está el jardín de las flores arcoíris. Cada año, los pájaros del bosque se reúnen allí para cantar la canción de la primavera y recoger flores de los siete colores del arcoíris para decorar sus nidos en primavera.
Ese día es también muy especial en el mundo mágico de las hadas y de los unicornios. Las hadas van al bosque a buscar flores. Y con ellas hacen coronas de flores arcoíris para ellas y ramos de flores arcoíris para adornar el cuerno de los unicornios. Emma y sus amigos del bosque también celebran la llegada de la primavera con una gran fiesta en el jardín de Emma, adornado con flores arcoíris.
¡Y llegó el primer día de la primavera!… Los más madrugadores ese día fueron los pajaritos. Pipo y sus amigos llegaron muy pronto al jardín de las flores arcoíris. Y, alegres, empezaron a recoger flores para sus nidos… Pero ¡ayayay!… Los trinos de Pipo y sus amigos dejaron de oírse, apagados por los chillidos y las carcajadas de alguien que, subida en una escoba, llegaba volando al jardín de las flores arcoíris.
En esta historia, Emma y sus amigas las hadas tendrán que utilizar todo su ingenio para poder celebrar la llegada de la primavera. Y, en el camino, descubrirán el poder de las palabras mágicas de los unicornios.
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Estão a faltar episódios?
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Junto al bosque que rodea la casa de Emma había una gran llanura, con piedras y algunas hierbas, donde vivía Anya: una leoncita pequeña, lista y muy alegre.
Todos los sábados, Anya preparaba una cesta de merienda y salía corriendo, cruzando el bosque, hacia la casa de Emma. Porque, los sábados, Emma hacía de profesora y daba clase en su jardín a los amigos del bosque. Y, al terminar, todos celebraban una gran merienda.
Pero ¡ayayay!... El lobo Ramón preparaba, cada sábado, un truco tramposo para engañar a Anya y comerse la deliciosa merienda que la leoncita llevaba para los amigos del cole.
Anya no sabía ya que hacer para librarse de las trampas del lobo. Y pidió ayuda a Emma para conseguir que Ramón dejara de ser un lobo tramposo y se convirtiera en un buen amigo de todos.
En esta nueva historia, Emma y sus amigos aprenderán a usar el poder de la palabra mágica «aún» para encontrar una respuesta cada vez que tengan un problema y no sepan qué hacer.
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El pajarito Pipo, la ardilla Noli y Gusi, el pequeño gusanito verde, se divertían junto al río jugando al «Veo, veo». Esperaban a Emma. Porque, todas las tardes, al terminar el cole, Emma volvía a casa por el camino que bordeaba el río.
Lo que no podían imaginar era lo que encontraron flotando en el agua del río… ¡Un huevo!… ¡Y con un animalito dentro, moviendo los brazos! Todos, todos, se quedaron con la boca abierta, sorprendidos, al ver que, por encima de la media cáscara de huevo que flotaba en el río, asomaba la cabeza sonriente de… ¡un dragón! ¡Sí! Un bello dragón pequeñín, de color rosado.
¿De dónde venía ese bebé dragón? ¿Por qué cambiaba de color? ¿Cómo podían llevarlo de vuelta a su casa?… Emma tuvo la idea de ir a casa del amigo Rufo, el grandote y simpático dragón azul. Porque seguro que él sabría qué hacer para que el dragoncito pudiera volver con sus papás.
Rufo sabía de dónde venía el bebé: ¡del mundo secreto de AltaVista! Pero, ay, ay, ay… había un gran problema para entrar en ese mundo donde viven los dragones de colores. Rufo contó a sus amigos el secreto de AltaVista. Y todos se pusieron a pensar qué podían hacer para que el dragón bebé pudiera volver a a su mundo…
En esta historia, Emma y sus amigos aprenderán que los colores son, también, un poderoso lenguaje para expresar los sentimientos. Y que, al igual que hacía el pequeño dragón que aún no sabía hablar, todos podemos comunicar cómo nos sentimos utilizando los colores del mundo de AltaVista.
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La ardilla Noli y su amigo Gusi se divertían esa mañana, jugando en el bosque. «¡Mira qué rápido soy…!» gritó el gusanito, mientras corría por entre las patitas de Noli. Y, justo cuando pasaba corriendo por debajo de la barriguita de la ardilla… ¡Booom! Alguien cayó junto a ellos y los tres rodaron por el suelo.
Era la pequeña gatita Mía que había saltado desde la rama de un árbol, vestida con su traje de astronauta. Pero su traje, que parecía un cohete espacial, no funcionaba. Y Mía no conseguía subir volando hasta el cielo, para empujar una nube.
La gatita les contó que, en el lugar del bosque donde vivía no llovía casi nunca. Y como la tierra estaba seca, ya no quedaba hierba ni nada que comer. Por eso quería ser astronauta. Para volar y empujar una nube hacia ese lugar del bosque. Y así, al llover, el agua de la nube regaría la tierra y volverían a nacer ricas hierbas, verduras y frutas para comer.
Emma tiene que ingeniárselas para ayudar a Mía a volar hasta las nubes, como una astronauta. En esta nueva historia, Mía y sus amigos aprenderán que no hay que rendirse. Porque intentar cosas nuevas y cometer errores es un superpoder que sirve para aprender y conseguir que, finalmente, tus sueños se hagan realidad.
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Al terminar la clase, Emma metió su cuaderno y los lápices de colores en la mochila y salió del colegio, de vuelta a casa... En el camino se encontró con la ardilla Noli que corría en su busca: "¡Necesito ayuda, Emma…! ¡Hay un caballo en el árbol donde vivo…!". Noli contó a Emma que un caballo blanco había caído en su árbol, desde el cielo, y estaba colgado de una rama.
Al llegar al árbol donde Noli tenía su casa, Emma vio que, agarrado muy fuerte a una de las ramas para no caerse, había un bello caballo blanco… Pero era un caballo un poco raro… ¡Tenía un cuerno dorado en medio de la cabeza! ¡Y alas para volar!... Y tenía también el pelo revuelto y la crin llena de manchas verdes de las hojas del árbol.
Emma y Noli se miraron con cara de sorpresa, porque nunca habían visto un unicornio. Y, lo primero que tenían que hacer, es ver cómo podían bajarlo del árbol...
En esta nueva historia, Emma y su amigos conocerán cuál es el secreto mágico que permite a los unicornios volar. Y aprenderán también dónde está el mundo de los unicornios y cómo pueden ayudar a su nuevo amigo a regresar a su mundo.
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El primer día del verano los amigos de Emma se reunieron a la sombra de un gran árbol, junto al río. Porque Emma les iba a leer una historia mágica del gran libro púrpura. Una historia que sucedió hace muchos años, cuando la bruja Burlona era aún una niña pequeña.
La pequeña brujita Burlona y su papá, el brujo Tolón, salieron una mañana a caminar por el bosque en busca de la planta favorita de las brujas que se llama sorgo. Porque con el tallo y con las hojas de esa planta se hacen las escobas voladoras. Y, cansados de andar y andar sin encontrarla, se sentaron a la sombra de un árbol del que colgaban grandes cerezas, rojas y brillantes.
Pero… ¡Ay, ay, ay!… Todo se complicó cuando el brujo Tolón se equivocó al lanzar un hechizo a ese árbol de las cerezas. Y Emma tiene que descubrir cómo librarse del hechizo equivocado del brujo Tolón.
En esta nueva historia, y gracias a Emma, sus amigos del bosque aprenderán cómo nacen los colores. Y aprenderán, también, que compartir es un poderoso secreto para conseguir cosas tan difíciles que parecen imposibles.
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Era un día muy alegre. La ardilla Noli y el gusanito Gusi corrían por el bosque, saltando y cantando. Estaban muy contentos porque iban a jugar con la eriza Tika. De camino, fueron a buscar a su amigo el dragón Rufo a la cueva de los frutos del bosque, a donde Rufo iba todas las mañanas a buscar moras y arándanos para desayunar.
Pero… ¡Ay, ay, ay!… Cuando estaban a punto de entrar en la cueva, vieron al pajarito Pipo que salía de ella volando, asustado. Y, al verlos, gritó… "¡Nooo, nooo…! ¡No entréis en la cueva!... ¡Rufo está dentro, convertido en un muñeco de nieve!… ¡Está congelado, igual que una estatua!… ¡No se mueve!…".
La bruja Burlona, que era muy traviesa, estaba dentro de la cueva con su gato Fefé. Y quería convertir la cueva de los frutos del bosque en la cueva del hechizo de las letras...
¿Qué hará Emma, para que sus amigos del bosque se libren de esta nueva travesura de la bruja?
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El día amaneció con un sol radiante. Era un día perfecto para celebrar el cumpleaños de los pollitos Pepe y Pito. Su mamá, la gallina Catalina, había preparado una cesta llena de pastelitos para celebrar una gran fiesta de cumpleaños con sus amigos, en el bosque... Pero... ¡Ay, ay, ay...! Cuando Catalina y los pollitos llegaron al lugar de la fiesta, el bosque empezó a llenarse de chirridos que hacían temblar el suelo y de árboles que se caían... ¿Qué estaba pasando?
Los animalitos huían del bosque al quedarse sin sus casas en los árboles y sin los frutos de los árboles para comer... Y todos corrieron hacia la casa de Emma, para pedirle ayuda.
Pero las sorpresas no habían terminado. Porque, cuando Emma fue al bosque a ayudar a sus animalitos amigos, un gran incendio empezó a quemar los árboles caídos... En esta historia, Emma tiene que salvar al bosque de las llamas y a los animalitos que viven en él... ¿Lo conseguirá?
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Sisi está atrapada en el mar. Y no puede nadar para volver a la playa… Una ola con muchas bolsas y botellas de plástico había caído encima de la pequeña foca, inmovilizando a Sisi en medio de una montaña de basura.
Antes, la arena de la playa era limpia y el agua cristalina. Pero, un día, unas personas empezaron a tirar bolsas de plástico, latas, botellas, cajas, mascarillas usadas y más basura en la arena y en el agua… Y, desde entonces, la playa ya no era un sitio limpio y hermoso donde jugar y divertirse. Porque la naturaleza, que antes era limpia y bella, se había convertido en sucia y fea basuraleza.
En esta historia, Emma tiene que rescatar a su amiga Sisi. Y tiene que salvar también al bello mar azul al que Emma y sus amigos iban a jugar y a bañarse, luchando contra la basuraleza.
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Emma estaba muy, muy contenta, porque ese día cumplía cuatro años. Y todos sus amigos iban a venir a su fiesta de cumpleaños. A Emma le gustaban mucho las frutas del bosque y, junto a sus amigos, la ardilla Noli y el gusanito Gusi, se encaminó hacia bosque, a coger arándanos, moras y frambuesas para hacer una gran tarta de cumpleaños.
Pero al llegar al río que tenían que cruzar para entrar en el bosque, se encontraron con una desagradable sorpresa... ¡El puente había desaparecido! Y no podían cruzar el río.
Mientras Emma y Noli iban a buscar dónde estaba ahora el puente, el pequeño Gusi se quedó esperando en la orilla del río... Pero, ¡ay, ay, ay! …Apareció de pronto el cocodrillo Pillo que era muy astuto y tramposo...
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En Monteclaro, el pueblo de Emma, todos vivían tranquilos y felices… Hasta que un día pasó por el pueblo la bruja Burlona, volando en su escoba.
Burlona no era una bruja malvada. Pero sí era muy bromista y alocada. Y ese día, mientras volaba sobre el pueblo subida en su escoba, la bruja lanzó un hechizo mágico gritando con su voz chillona: “¡Abracadabra, que las flores pierdan sus colores y sean, ahora, del mismo color gris que mi sombrero!… ¡Y así se quedarán! ¡Plis, plas! ¡Plis, plas!… ¡Que se vayan los colores ya!
Y mientras la bruja se alejaba volando y riendo a carcajadas, todas las flores de bellos colores se convirtieron en flores de color gris…
Emma, con la ayuda de sus amigos, la eriza Tika, la abeja Picopica y el dragón Rufo, intentará romper el hechizo de la bruja para que vuelvan los colores.
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Emma es una niña muy alegre, lista y curiosa. Quiere aprender todo y de todo para enseñárselo después a sus amigos, como el dragón Rufo, Osito, la ardilla Noli, Tika la eriza o el pájaro Pipo. Porque Emma es un poco profesora. Y un poco maga, también.
Un día, mamá Miriam le enseñó a sembrar semillas, para tener fresas, tomates y otras frutas y verduras en el jardín. Y, ese mismo día, Emma hizo de profesora y enseñó a sembrar a Osito, su mejor amigo. Pero, pero… Osito sembró una semilla de la que nació una planta muy, muy, muy especial.
En esta Historia de Emma, el mago Tata y papá tendrán que ayudar a Emma a superar las pesadas travesuras de la bruja Burlona.
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En el jardín de Emma había un gallinero. Con un techo rojo y una gran puerta por la que entraban y salían corriendo los dos pollitos que vivían allí con su mamá, la gallina Catalina.
Todas las mañanas, mamá gallina ponía un huevo y los pollitos Pepe y Pito lo sacaban a la puerta del gallinero haciéndolo rodar, para que Emma lo viera cuando venía a traerles la comida.
Un día, mientras jugaban, oyeron a mamá Catalina cacareando muy enfadada. Los dos pollitos, asustados, regresaron corriendo al gallinero. Y al llegar, encontraron a mamá gallina muy triste… ¡El huevo estaba roto!… ¿Quién habría sido?
Y, el día siguiente, volvió a suceder: ¡Alguien había roto el huevo. Y se lo había comido! Catalina y los pollitos, tristes, pidieron ayuda a su amiga Emma… ¡Y Emma tuvo una gran idea!
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Una mañana Emma se despertó sobresaltada al oír golpes muy fuertes en el cristal de su ventana. Emma se frotó los ojos, miró a la ventana… Y vio que era Pipo, su pajarito amigo de color amarillo.
¿Qué había pasado? Todos los días el pajarito la despertaba cantando. Pero esa mañana Pipo no cantaba, sino que no paraba de revolotear, nervioso, dando picotazos en el cristal de la ventana.
“¡No hay agua en el río!… ¡El agua del río ha desaparecido esta noche, Emma! ¡Y los peces y los patitos no pueden nadar ni beber!… ¡Ven, ven corriendo al río!”, dijo Pipo asustado.
¿Por qué no hay agua en el río?… Emma tiene que averiguar qué ha pasado y ayudar a sus amigos, los animalitos que viven en el río.