Episódios
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“They fuck you up / your Mum and Dad…”. Así da inicio el famoso poema de Philip Larkin, y también nuestro sexto capítulo de la temporada. Versa sobre familias de mierda (“disfuncional” se queda corto), abuso, violencia y muerte. ¡Diversión para todos! No, en serio, hay diversión para todos. Benja Villegas y Kiko Amat examinan los casos de los West, los Sexton, los Menéndez y los Friedman -cuatro hogares donde lo tienes jodido si eres hijo natural, adoptado, yerno, niñera, cuñado o vecina- y consiguen hacer de ello una velada sandunguera. The funny side of incest, y todo eso. El capítulo finaliza con una relectura novedosa del musical Heidi (1937) y un test para puntuar familias de mierda.
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“Pues si se quiere definir la verdadera locura, ¿en qué consiste sino en estar simple y llanamente loco?”. Así hablaba Polonio en Hamlet, demostrando que era menos “charlatán” de lo que algunos afirmaban. Pues estar loco es estar loco es estar loco, como prueban los protagonistas de esta entrega. Paul Gascoigne, Amanda Bynes, el pintor feérico Richard Dadd, Brian Wilson de los Beach Boys, Rudolf Hess de los Nazi Lads, el bailarín Nijinsky y el productor pop Joe Meek. Todos ellos fritos y “volátiles”, por una u otra razón. Todos (menos el nazi) haciendo grandes cosas, a pesar o gracias a la chaladura (más de lo primero, con franqueza). Un capítulo de extensión fluvial, y nivel de jocosidad del 60%, que hará las delicias de la Pop y Muerte Army.
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Estão a faltar episódios?
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La segunda entrega de “Pop y Columbine” es una apoteosis de diversión educativa que no se veía desde 1599, el año en que Shakespeare estrenó Julius Caesar. Kiko Amat relata: el plan original para “Judgement Day” (es decir, lo que Harris y Klebold proyectaban que sucediese aquel 20 de abril); la segunda parte de su cronología delictiva, un año antes del ataque; y el nudo y desenlace del propio ataque, desde las 11:29h, cuando los dos jóvenes entraron en la biblioteca y, tras matar a diez personas y herir a doce más, entraron en la llamada “fase tranquila” para suicidarse poco después. Benja Villegas llena los vacíos del Open Space Meeting, o reunión conspiratoria para ocultar las pifias policiales, y también toca las dos secuelas más freak de la masacre: el caso de las cruces espontáneas y el improbable martirio de Cassie Bernall.
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En el primero de dos capítulos en abierto empezamos a narrar la historia de la masacre de Columbine, acontecida el 20 de abril de 1999, piedra fundacional del school shooting y evento clave del calendario mass murderer. En esta primera entrega, Kiko Amat realiza un minuto a minuto de la primera parte del “Judgement Day” que suena como si hubiese estado en las escaleras de la salida Oeste, tomando notas. También nos ofrece un análisis de las personalidades y trasfondos de Eric Harris & Dylan Klebold, además de una cronología de su carrera delictiva (dos años antes del ataque). Benja Villegas repunta lo anterior con un estudio de la inutilidad policial el día de autos, más un listado de teorías medíaticas de mierda (Goths-gays-nerds-jocks con gabardina). Una banda sonora pintona (The Only Ones, Joe Brown, Tyler The Creator, Judy Henske y Childish Gambino) redondea el episodio.
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“Este episodio necesita referencias que aparezcan en una publicación acreditada”. Pop y Muerte viajan al mundo alternativo de las leyendas urbanas, los factoides, las estadísticas equivocadas y la ignorancia popular. Kiko Amat relata supercherías de su pueblo y trolas que le contó su madre; analiza falsos mitos que se creía hasta hacía cinco minutos (Lemmings suicidas incluidos); y lista sus tres leyendas urbanas favoritas: “Niños llorones”, “Gerbillin’” y “Semen stomach pump”. Benja Villegas pasea por el folklore gótico ripolletense (¿faros de los coches ñetas? ¿cordones rojos de las botas skins?), estudia los mitos relacionados con el sector alimentación-servicios (cabeza de rata en Big Mac), y culmina con sus propias leyendas favoritas (construya una frase con los siguientes elementos: Ricky Martin, una fan, un armario, mermelada, un perro).
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La esperada secuela ya está aquí, para delectación de los forofos del esbudellament (de escuchar sobre él; no de practicarlo; esperemos). Kiko “entrañas a la parrilla” Amat y Benja “Guirnaldas de duodeno” Villegas se prodigan aquí sobre Joseph Vacher, eventreur gabacho y (peor aún) entusiasta del acordeón; el soviético Andréi Chikatilo, para quien acuñamos por vez primera, años ha, la denominación de PLM (Puto Loco de Manual); el inglés Peter Sutcliffe alias The Yorkshire Ripper, y las machiruladas policiales que lo mantuvieron suelto durante más de una década; y por último, una breve selección de “espiazadores” españoles, que como el oyente puede suponer no son los más sangrientos pero sí los más garrulos.
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En este capítulo-comunicado, Benja Villegas y Kiko Amat le exponen a su audiencia las numerosas novedades de la temporada. Se anuncia el nuevo show Funny Führer, que se representará en directo, con gran despliegue de medios, en Paral·lel 62 (Barcelona) el 19 de octubre. Se comenta el estreno del Patreon Pop y Muerte, y las ventajas para los suscriptores de la Pop y Muerte Army: descacharrante newsletter quinquenal, capítulos extra, merch a manta, Academia Pop y Muerte (como un club de lectura pero no del todo), Fiesta Exclusiva de fin de temporada (con mini-show inédito y Discomóvil Pop y Muerte) y contratación abierta para la Gira Territorial Pop y Muerte. El capítulo termina con la lectura oficial del manifiesto, que a partir de ahora se rezará en todos los hogares de la Army antes de cada comida.
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Clausuramos temporada con un primer volumen sobre destripadores célebres. No puebla este capítulo la gente más cuchi-cuchi con la que uno podría cruzarse. A Peter Dupas, el Ripper de Melbourne, suelen llamarle “el peor ser humano que ha existido” y “el peor serial killer” (lo cual, teniendo en cuenta el elenco, no es poca cosa); la Ripper Crew empeora el problema a base de personal: cuatro asesinos en lugar de uno, y encima con mullets y de clase obrera (es broma); George Cummins, el Blackout Killer, mató mujeres durante la IIª Guerra Mundial, y además era militar; en cuanto a Jack The Ripper, de quien comentamos las últimas revelaciones-chasco, parece el más entrañable del pack, pero es solo porque está lejos. ¡Nos vemos en septiembre, army!
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Yo! PyM raps! (si ha pillado la referencia, es usted oficialmente viejo). El tercer volumen de la trilogía hip hop se ocupa de las muertes del rap español (Jota Mayúscula, Monkey Black…); de los rappers que sobrevivieron a balaceras y quizás sean inmortales (Lil Tay, Lil Wayne, 50 Cent…); y también de los rappers que no están muertos pero parecen pedirlo a gritos (el beef de moda: Kendrick vs. Drake). Incluye el super-concurso “Rappers con muerte muy poco de rapper”, donde invitamos a la Pop y Muerte Army a adivinar cuál es la muerte más de mierda del hip hop. “They say sticks and stones they might break my bones / but the 9mm will blow your dome…”
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En esta nueva entrega de Pop y Muerte suscribimos ese manido titular que reza que el hip hop, la música urbana y en definitiva, el rap, son el nuevo pop. En esta segunda entrega de la que será, sin duda, una trilogía a la altura de los "Regresos al Futuro" de Zemeckis o los "Superdetectives en Hollywood" de Murphy, recuperamos a una horda de rappers que esquivaron el primer volumen. Un supergrupo con malandros de la talla de Ol' Dirty Bastard, DMX, el caníbal Big Lurch o el escurridizo Gucci Mane. Habrá conspiración como la del no-suicidio de Canserbero, momentos emo totalmente genuinos y nuestro ya habitual anecdotario personal y familiar. Solo nos ha faltado hacer beatbox, pero aún queda la última entrega.
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Hace una década murió “por causas naturales”, como dice la canción, Richard Ramirez, aka The Night Stalker, aka Rick from El Paso, el asesino en serie que acojonó el sur de California entre 1984 y 1985. Pop y Muerte le dedica hoy este monográfico para solaz y espeluzne de sus oyentes. Revisamos su infancia haciendo hincapié en el trasfondo de miseria chicana, que no arreglaron el primo Mike ni el cuñado mirón; hablamos de sus crímenes y M.O., con la sospecha de que el amigo era un poco cagón; repasamos sus pintas, su deficiente higiene personal-dental, su insomnio pertinaz, su gusto por el “heavy metal” (¿Billy Idol?) y su más que posible problema de disfunción eréctil (no se habla lo suficiente de esto); comentamos la detención y el juicio, y lo del retrato robot aquel. Que Satán os bendiga, y todo eso.
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Un postfacio especial a la trilogía sectaria, subtitulado “20 mierdas que tal vez no sabías sobre Charles Manson y La Family”. En este capítulo, Kiko Amat evita lo trillado y/o googleable, y se centra en conexiones ignotas, grandes secundarios, coincidencias flipantes y mitos-que-ojalá-fuesen-ciertos-pero-no-lo-son-y-molan-igual: la audición de los Monkees; la zoofilia en el rancho; el negacionismo de la miopía; las orgías dirigidas y la “anus manouvre”; el grupo rock de Manson; las pelirrojas de la Family; las muertes no atribuidas; el McTripi; el rapado skinhead de 1969; los milagros de Charlie; las preñaciones de Charlie; y más. El capítulo es amenizado por una breve selección de clásicos anti-hippy personales. Y Benja cuenta lo de aquella vez que pusieron laxante en el vaso de Cointreau de un colega.
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El último episodio de la tríada sobre sectas empieza con el pentecostalismo (aka costaleros con pantis) propio del sur de los Apalaches y su obsesión por las serpientes de cascabel y la chaladura en general. Continúa con un repaso revolucionario a la vida y obra del cabronazo de Jim Jones y sus perrerías en la Guayana Esequiba. Para cerrar capítulo y trilogía, se cuentan anécdotas de abuelos ateos y padres semidesnudos puteando a Testigos de Jehová que intentaban colar la Atalaya por debajo de la puerta. Todo aderezado con una selección musical a la altura de la leyenda que Pop y Muerte ha forjado en la podcastfera. Pasen y escuchen.
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La segunda entrega de la trilogía sobre sectas arranca con Kiko Amat discurseando poéticamente sobre los Cultos Cargo melanesios y sus locos chacharros, y continúa con un repaso de la secta japonesa Verdad Suprema (responsables del ataque de gas sarín en el metro de Tokio, en 1995) por parte de Benja Villegas. Desde allí, estos dos titanes de la cultura anti-seria se explayan con otros cultos afrentosos, como los pederásticos Children of God californianos (temporalmente afincados en Tenerife, y autores del equívoco lema “Jesús liked Sex”); los perturbados semi-satanistas de The Process, o Iglesia del juicio Final; o el que quizás sea el gurú más gilipollas de la historia de la humanidad, Jared Leto. El episodio finaliza con un resultón test sectario, al que les invitamos a participar desde sus casas.
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Primer capítulo de la esperada trilogía sobre sectas de Pop y Muerte. Kiko Amat realiza una clase magistral sobre esas sectas milenaristas de la Edad Media que tanto le gustan, llevando al oyente a través de los Tafures, los Pastoreaux, los Flagelantes Secretos de Turingia, los Hermanos del Libre Espíritu y otros movimientos heréticos, mesiánicos, fornicadores y revolucionarios de la plebs pauperum (chusma para ustedes). Benja Villegas analiza primero a los Davidianos de Waco y a su loco líder, aprovechando la edición del libro Koresh (Contra Editorial). Luego dedica sus esfuerzos a la que quizás sea la secta más piyuli de la historia, los Heaven’s Gate de Marshall Applewhite, protagonistas en 1997 del peor suicidio masivo acontecido en suelo americano.
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En esta nueva entrega de tu podcast de referencia, Benja Villegas te transporta a un gran scroll up tiktokero que te descubrirá los espacios online que todo miembro que se precie de la Pop y Muerte Army debería conocer y guardar en favoritos. Un caótico collage de contenidos digno del grupo de whatsapp que elaboras con tus camaradas más selectos. Por aquí desfilaran niños que recitan la biblia, recetas con la última cena de tus serial killers preferidos o criminales que podrían aspirar a ser modelos de fotografía. También descubrirás a Mr Tartaria y Mickey Mouse Empírico, dos de los más notables soplapollas de la red, y tendrás, incluso, la posibilidad de descubrir qué tipo de soplapollas eres tú. Kiko Amat descubre en tiempo real todo lo anterior y ante ello siente "alarma y desaliento, por no decir piedad y horror" (como decía el poeta).
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Frito, hervido, despellejado, strappado o crucificado. Lo que los romanos llamaban quaestio, o tortura, es tan vieja como la humanidad, y por ella han pasado santos y mártires, “brujas”, cuáqueros, protestantes, católicos, griegos, esclavos, todo cristo. En este episodio, Kiko Amat tira de biblioteca arcana y malsano interés por el dolor ajeno para ilustrarnos sobre el tema, mientras Benja Villegas comenta, pregunta y hace befa. De la Peine Forte et Dure al Toro de Falaris, del Cavaletto Squarcipale al desembudellament de toda la vida, pasando por Iron Maiden (no el grupo), la Bota Española o la vieja hoguera. El capítulo termina con un alegre Top 10 de torturas soportables y martirios menores, para víctimas delicadas.
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No son las murder ballads de Nick Cave. De hecho, ¿quién es Nick Cave? En este episodio musical, Benja y Kiko seleccionan sus canciones favoritas sobre muerte y asesinos, y lo hacen sin incluir un solo blues. De acuerdo, hay uno (“Parchman farm”), pero casi no cuenta. El resto son hits de su canon personal, y oscilan entre lo conocido y lo archi-ignoto: “Polly” (versión Amanda Palmer & Grand Theft Orchestra); “Richard Speck” de The Chesterfield Kings; “Last Caress” de Misfits, version Parasites (la única canción pop que incluye la frase “I killed a baby today”); “I against I” de massive Attack & Mos Def; “Drag the lake, Charlie” de Drive-By Truckers (como un relato de Flannery O’Connor musicado); y también “Janie’s got a gun” y “Suffer Little children” y “Nebraska” y “Jack the Ripper”… Todos comentados con su inclasificable oratoria, mezcla de despacho de antropólogo y bar de Santako. Incluye murder ballad inédita, confeccionada por Benja Villegas en su estudio casero (“The balcony ballad”).
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La medicina privada mata. En este caso, en sentido literal. Acompáñennos a un periplo por los médicos y enfermeras más mortíferos de la historia. Gente que hacía lo opuesto a su trabajo: quitar vidas en lugar de salvarlas. Seres como Harold Shipman, aka Dr. Death, médico de cabecera inglés que causó al menos 250 muertes; Michael Swango, que administraba arsénico sin compasión, acabando con la vida de al menos 60 personas; el siniestrísimo Charles Cullen, aka “Ángel de la Muerte”, siempre vestido de blanco y programando muertes (se le sospechan 400) como el que programa Tacs; la célebre Jane Toppan, Enfermera Envenenante, que en su impresionante spree de 1895 finiquitó a 11 pacientes de una tacada; y el “Ogro de Reading”, Amelia Dyer, peor nodriza concebible y terror de los bebés victorianos.
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Tercera entrega de la aclamada mini-serie. En este doble capítulo, Benja y Kiko se centran en los fallecimientos acaecidos en el quesito rosa del Trivial: es decir, el sector Entretenimiento, entendido en su acepción más amplia. De los suicidios en directo de la presentadora Christine Chubbuck y el senador Budd Dwyer, a los accidentes en set, de Brandon Lee a Jack Budlong; de los ahogados de Hollywood (Natalie Wood, John Bowers, Eric Fleming) a la manta raya de Steve Irwin; de las peores formas de morir en un circo (¿asesinado por un payaso?) al chef Darío Barrio, que falleció haciendo salto base en homenaje a un amigo que falleció haciendo salto base (D’oh!); y también sobredosis, dildos en tráqueas, hypoxifilia erótica (David Carradine) y, la que para nosotros es la peor muerte imaginable, Morir en España (George Sanders y Tyrone Power).
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