Эпизоды
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El origen de la palabra proviene del latín temperantia, y tiene que ver con moderar algo en su temperatura. Coincidentemente, la temperatura del cuerpo se eleva cuando nos enojamos; muchos expertos proponen muchos métodos para lidiar con el enojo, y controlar la ira.
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Cuando el Espíritu de Dios toma a una persona por habitación y mora allí, con gran certeza podemos afirmar que habrá fruto, esa persona será tierra fértil para que brote el fruto del Espíritu y con Él la virtud de la mansedumbre. Un hombre con esas características en su carácter y comportamiento será acreedor de las hermosas palabras de bendición que Jesús declara en el Monte de las Bienaventuranzas cuando dice: “Bienaventurados los mansos, porque ellos recibirán la tierra por heredad.” (Mt. 5.5).
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Пропущенные эпизоды?
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Hemos escuchado hablar mucho de ella, sabemos que es importante y aun así, podemos no saber con certeza lo que la fe es y qué papel significativo tiene en nuestra vida espiritual, ya que sin ésta no hay vida espiritual y en consecuencia no puede haber un fruto espiritual.
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Tener bondad es ser generoso y amable como Jesús. Él practicaba las excelencias espirituales de modo perfecto. Nosotros, en la fe, podemos participar de esa virtud cada día cuando asistimos a los nuestros con el cariño regenerado y también cuando abrazamos amorosamente al prójimo en la calle, en la escuela o en el trabajo con nuestro calor humano impregnado del divino amor del Padre.
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A diferencia del fruto siguiente de la bondad, pudiéramos decir que la benignidad es una disposición interna y pasiva de hacer el bien a los demás. Digo pasiva, porque la bondad se refiere a la manifestación externa y activa de la benignidad. Una tiene que ver con el sentir interno hacia los demás, mientras que el otro se relaciona con el bien hacer a otros.
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Dios va desarrollando en nosotros paciencia para otros mientras más nos dejamos guiar por Él. Su poder y bondad para nuestras propias vidas son necesarias para que, así como las otras virtudes del fruto del Espíritu, la paciencia cada día sea más visible en nuestras vidas. Cuando nuestra perspectiva es clara sabemos que las pruebas son la manera de Dios para perfeccionar la paciencia.
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El verdadero problema del hombre no son sus circunstancias temporales sino su condición eterna delante de Dios. La falta de paz que experimentamos sin Cristo es un reflejo externo de un problema más grave interno que es nuestra separación, nuestra enemistad con el Dios Santo de las Escrituras, y es solo al solucionarse este problema mayor, a través de confiar en la obra perfecta de Cristo en esa cruz que nos reconcilia con Dios que podemos experimentar la verdadera paz interior.
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No he conocido a nadie que no se empeñe en vivir confiada y alegremente. Todo lo que hacemos esperamos que nos brinde un mayor nivel de alegría; pero ¿qué tal si te dijera que esa alegría está disponible para ti, y no por algo que tú tengas que hacer sino por algo que alguien ya hizo por ti?
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La primera virtud del fruto del Espíritu, que algunos consideran la fuente de la cual brotan las demás, es el amor, pero no la clase de amor que el mundo propone. El amor que produce la naturaleza humana en un mundo caído se basa en la apariencia física o en los méritos de la persona amada. Por el contrario, el tipo de amor que Dios nos muestra es el que no toma en cuenta los méritos o la falta de ellos. Siempre busca el bien del otro, sin importar lo que cueste.
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En esta serie estaremos abordando, aunque no de manera exhaustiva, cada una de las nueve virtudes o expresiones del fruto del Espíritu Santo como evidencia de la transformación de la vida de un creyente.
“Mas el fruto del Espíritu es amor, gozo, paz, paciencia, benignidad, bondad, fe, mansedumbre, templanza; contra tales cosas no hay ley.” —Gálatas 5.22–23, RVR60