Episódios
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(Día Internacional del Payaso)
Inició su carrera trabajando en el Circo Olimpia de Barcelona en 1938, y el año siguiente, con tan sólo once años, en el Circo Price de Madrid, donde con sus hermanos Gabriel y Alfonso formó el famoso trío conocido como Gabi, Fofó y Miliki. Siete años después emigró a Cuba, donde llegó a ser solista de flauta de la Orquesta Filarmónica de La Habana y el trío de hermanos tuvo éxito incluso con un programa de televisión. Posteriormente se ganó el corazón de muchos niños también en Puerto Rico, Venezuela y Argentina con discos, programas de televisión y dos películas.
En 1972 regresó a España, y el año siguiente, junto con sus hermanos, se convirtió en un fenómeno de la televisión española como uno de «Los Payasos de la Tele» que cantaban popularísimas canciones infantiles de su propia creación, tales como «Hola, don Pepito, hola, don José» y «Los días de la semana», en las que él —Emilio Alberto Aragón Bermúdez, Miliki— tocaba el acordeón.
No es de extrañarse entonces que, habiendo sido reconocido a lo largo de su carrera con un impresionante número de premios nacionales, internacionales, artísticos y musicales — entre ellos dos Grammy Latino y discos de oro, platino y multiplatino—, se celebre, con motivo de la fecha de su nacimiento, el 5 de noviembre como el Día Internacional del Payaso.1
El Diccionario de la Real Academia Española define «payaso» como «artista de circo, generalmente caracterizado de modo extravagante, que hace reír con su aspecto, actos, dichos y gestos».2 Pero es muy importante resaltar que a partir de 1993 el oficio de payaso comenzó a incluir a artistas que hacen reír no sólo a los niños que pueden pagar la entrada a los circos y espectáculos, sino también a aquellos niños que no tienen con qué hacerlo.
Es que a finales de 1992 un grupo de alumnos de la escuela Projecte le pidió apoyo a un payaso profesional de Barcelona, España, para entretener a niños refugiados de la guerra de independencia de Croacia. Como resultado, se creó la organización denominada Payasos sin Fronteras con sede en Barcelona. Su misión «consiste en mejorar la situación emocional de la infancia que padece las consecuencias de conflictos armados, guerras o catástrofes naturales mediante espectáculos cómicos realizados por payasos y payasas profesionales voluntarios». Desde entonces aquellos artistas y productores musicales han brindado ayuda humanitaria desde las artes escénicas haciendo reír y apoyando emocionalmente a más de cuatro millones de tales niños y niñas en todo el mundo.3
Apasionados exponentes de lo que afirma el sabio Salomón —que el corazón alegre es un gran remedio—, esos nobles payasos han llegado a ser instrumentos en las manos de Dios su Creador para que se cumpla en aquellos niños desvalidos la bienaventuranza de su Hijo Jesucristo que dice: «Dichosos ustedes que ahora lloran, porque luego habrán de reír».4
Carlos Rey
1 Wikipedia, s.v. «Miliki» <https://es.wikipedia.org/wiki/Miliki> En línea 7 junio 2024; «Emilio Aragón — Miliki», BuscaBiografías <https://www.buscabiografias.com/biografia/verDetalle/8060/Emilio%20Aragon%20-%20Miliki> En línea 7 junio 2024.; «Día Internacional del Payaso: por qué se celebra hoy 5 de noviembre», Diario La Voz del Interior, Córdoba, Argentina, 5 noviembre 2022 <https://www.lavoz.com.ar/viral/dia-internacional-del-payaso-por-que-se-celebra-hoy-5-de-noviembre> En línea 7 junio 2024. 2 Diccionario de la lengua española de la Real Academia Española <https://dle.rae.es/payaso> En línea 7 junio 2024. 3 «Día Internacional del Payaso» <https://www.diainternacionalde.com/ficha/dia-internacional-payaso> En línea 7 junio 2024; «Misión», Payasos sin Fronteras: Ayuda humanitaria desde las artes escénicas <https://www.clowns.org/pagina-basica/mision> En línea 7 junio 2024. 4 Pr 17:22a; Lc 6:21b
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(Día de los Símbolos Patrios de Panamá)
(Himno cantado por Carlos Rey en audio y en video)
Luego de emanciparse de Colombia el 3 de noviembre de 1903, la Junta Provisional de Gobierno de la nueva República de Panamá se dispuso a recibir al primer embajador y ministro plenipotenciario de Estados Unidos, William I. Buchanan. A falta de un himno nacional que, según el protocolo diplomático, debía tocarse en dicha ceremonia, el maestro Santos Jorge, músico de origen español que era director de la Banda Departamental, interpretó la música de la popular canción escolar que él mismo había compuesto, titulada «Himno Patriótico Istmeño».
Posteriormente el compositor Santos Jorge le pidió a su amigo Jerónimo de la Ossa, poeta panameño, que escribiera una letra para aquel himno que el pueblo mismo acabó por elegir. De ahí que en 1906 se adoptara provisionalmente como el Himno Nacional y que, luego de ser adoptado oficialmente en 1925, fuera ratificado como tal, con ligeras modificaciones, en 1941 y 1949.1
He aquí el coro y la primera estrofa del Himno Nacional de Panamá como se cantan hoy:
Alcanzamos por fin la victoria
en el campo feliz de la unión;
//con ardientes fulgores de gloria
se ilumina la nueva nación//.Es preciso cubrir con un velo
del pasado el calvario y la cruz;
y que adorne el azul de tu cielo
de concordia la espléndida luz.El progreso acaricia tus lares
al compás de sublime canción;
ves rugir a tus pies ambos mares
que dan rumbo a tu noble misión.Alcanzamos por fin la victoria
en el campo feliz de la unión;
//con ardientes fulgores de gloria
se ilumina la nueva nación//.De modo que el origen de la victoria que alcanzó el pueblo panameño fue la unión, y el resultado a largo plazo fue el progreso, iluminado de mar a mar por el glorioso faro de la espléndida luz de la concordia, «al compás de sublime canción». ¡Dulce victoria aquella que le puso fin al calvario y a la cruz de su amargo pasado, es decir, del prolongado período de su historia antes de la independencia patria definitiva con que obtuvo la libertad temporal! Gracias a Dios, si bien quisiéramos todos los iberoamericanos cubrir con un velo esa parte de nuestro pasado nacional, no hay razón alguna por la que tengamos que cubrir con un velo el calvario y la cruz de nuestro pasado personal. Es que, hace ya dos mil años, cuando Jesucristo murió en la cruz del Calvario, se rasgó en dos el velo del santuario del templo de Jerusalén de modo que, en vez de cubrir aquel suplicio del Hijo de Dios, nos abrió más bien un camino nuevo y vivo para que pudiéramos acercarnos a Él con plena confianza a fin de obtener la libertad eterna y así alcanzar por fin la victoria.2
Carlos Rey
1 «Himno Nacional de Panamá», República de Panamá, Historia Patria, Símbolos Patrios <http://www.pa/secciones/patria/simbolos_patrios.htm> En línea 2 junio 2009; Kathyria Caicedo, «Hoy es el día del Himno Nacional», Día a Día <http://www.diaadia.com.pa/archivo/11012007/imp15.html> En línea 2 junio 2009; Redacción de La Prensa, «Un navarro que hizo escala en Panamá: Santos Jorge» <http://mensual.prensa.com/mensual/contenido/2001/11/15/hoy/nacionales/334230.html> En línea 9 junio 2009; «Jerónimo de la Ossa E.: Autor de la letra del Himno Nacional», Musigrafías <http://www.geocities.com/lobodelalba/J_DLOssa.html> En línea 9 junio 2009. 2 Mt 27:51; Mr 15:38; Lc 23:45; Heb 10:19-22
Un Mensaje a la Conciencia
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Estão a faltar episódios?
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En este mensaje tratamos el caso de un hombre que «descargó su conciencia» de manera anónima en nuestro sitio www.conciencia.net y nos autorizó a que lo citáramos, como sigue:
«Soy un joven de veintisiete años de edad. Vivo en unión libre con una joven de veinte años. Tenemos una niña de tres años.
»Hace unas semanas estuve a punto de cometer el peor error que agobia a nuestra sociedad en estos tiempos, feminicidio, motivado por unos mensajes en su cuenta de Facebook. Lo que me detuvo fue la mirada de mi hija, por la que me arrepentí.... Pero anoche, nuevamente, mientras bebía con unos amigos, me contaron que aún seguía la relación entre ella y el joven de los mensajes.
»No sé si creerle a ella.... Quiero terminar esto. ¡Ya la vergüenza me mata!»
Este es el consejo que le dio mi esposa:
«Estimado amigo:
»Al parecer, en su mente hay dos emociones en conflicto. Usted ama a su hija, pero se siente avergonzado por lo que piensa que su novia le está haciendo. Afortunadamente, hasta el momento en que nos contó su caso, usted había decidido que triunfaría el amor. Pero después de que sus amigos lo hicieron dudar de nuevo, ya no está seguro de que el amor prevalecerá sobre la vergüenza que siente.
»Cuando la emoción domina su mente, no es capaz de tomar buenas decisiones. Las sustancias químicas en su cerebro producidas por las emociones están interfiriendo con su capacidad de pensar racional y lógicamente. Usted necesita poner a un lado esas emociones lo suficiente como para examinar los hechos.
»En primer lugar, si su novia le está diciendo la verdad, entonces no se opondrá a que usted revise las cuentas que ella tiene en las redes sociales. Nosotros recomendamos que todas las parejas, tanto las casadas como las comprometidas en una relación sentimental, tengan mutuo acceso a las contraseñas de sus cuentas respectivas. Una vez que usted pueda leer los mensajes que su novia ha publicado en las redes sociales, usted sabrá cuál es la verdad....
»Si descubre que su novia ha estado comunicándose con otro hombre, usted mismo podrá leer los mensajes publicados y juzgar si hay razón para creer a quienes la han acusado. Sin embargo, no hay en absoluto circunstancia alguna en la que usted debiera considerar el homicidio como una de las opciones que tiene. Si usted de veras ama a su hija, no la privará de la mamá. Imagínese la vida que ella llevaría con una madre muerta y un padre encarcelado.
»La mejor opción que le queda a usted es pedirle a su Padre celestial que lo ayude. Dios quiere guiarlo en la situación actual como también en el futuro. Él lo ama y desea lo mejor para usted. Es más, lo ama a tal grado que sacrificó a su Hijo Jesucristo en una cruz para pagar el castigo del pecado que usted ha cometido. Lo cierto es que todos hemos pecado, pero solamente los que le hemos pedido a Dios que perdone nuestros pecados podemos confiar en su ayuda divina.»
Con eso termina lo que Linda, mi esposa, recomienda en este caso. El caso completo se puede leer si se pulsa la pestaña en www.conciencia.net que dice: «Casos», y luego se busca el Caso 695.
Carlos Rey
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(Víspera del Día de los Muertos en México)
«Aquí comienza la danza general... la cual trata cómo la muerte [da] aviso a todas las criaturas que [piensan] en la brevedad de su vida y que [no le dan a ella mayor importancia de la que tiene].... [La muerte] llama y requiere a todos... que vengan de su buen grado o contra su voluntad.... Dice así: “Yo soy la muerte cierta a todas criaturas que son y serán [mientras dure el mundo]; demando y digo: ‘¡Oh, hombre!, ¿por qué [te preocupas de vida tan breve que pasa en un momento]?’”»
Así comienza el poema La danza de la muerte del siglo quince, que ilustra de manera sobresaliente uno de los temas que obsesionaba a los poetas de la Edad Media. En las antologías literarias se conoce como memento mori, que quiere decir: «Acuérdate de la muerte». La danza de la muerte advierte que todos tienen que morir, lo mismo los ricos que los pobres, los de noble cuna y los humildes, párrocos y feligreses, reyes y soldados, todos por igual. Ya que no pueden escapar la muerte, los que han de pasar por ella concluyen que como tenemos que morir «sin otro remedio, con pura conciencia todos trabajemos en servir a Dios..., que Él es el [principio], fin y el medio por [donde] si le place habremos de [divertirnos con muchos], aunque la muerte con danza muy dura nos meta en su corro en cualquier momento».
Centenares de años antes, el salmista David les había dado a aquellos poetas ejemplo de una plegaria a Dios sobre la muerte, en estos versos:
Hazme saber, Señor, ...
lo efímero que soy.
Muy breve es la vida que me has dado;
ante ti, mis años no son nada.
Un soplo nada más es el mortal,
un suspiro que se pierde entre las sombras.1En otro salmo David describe al ser humano en estos términos:
El hombre es como la hierba,
sus días florecen como la flor del campo:
sacudida por el viento,
desaparece sin dejar rastro alguno.2Según el apóstol Santiago, somos como la niebla, que aparece por un momento y luego se desvanece.3
Acordémonos, entonces, de la muerte, no preocupándonos por esta vida tan breve que pasa en un momento sino por la vida después de la muerte. Es cierto que la paga del pecado que cometemos en esta vida es la muerte, pero Dios nos ofrece la vida eterna en Jesucristo, nuestro Señor.4 Basta con que la aceptemos. Sigamos el consejo del poeta medieval: «Con pura conciencia todos trabajemos en servir a Dios». Sólo así podremos de veras disfrutar de esa vida eterna.
Carlos Rey
1 Sal 39:4-6 2 Sal 103:15-16 3 Stg 4:14 4 Ro 6:23
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En este mensaje tratamos el siguiente caso de una mujer que «descargó su conciencia» de manera anónima en nuestro sitio www.conciencia.net, autorizándonos a que la citáramos:
«Nunca tuve una familia como me hubiera gustado tenerla. Mi madre murió cuando yo era una niña, [y] ni siquiera me acuerdo de su cara. Mi padre nos dejó para que mi abuela nos cuidara. Aunque ella fue buena y nos crió, no nos dio el amor que se les da a [los] hijos....
»Tengo ahora dos niñas a las cuales no puedo amar como yo quisiera, ya que me atormenta todo mi pasado. Sé que está mal porque son mis hijas; [pero] no sé cómo quererlas, ya que nunca tuve el amor de una madre.»
Este es el consejo que le dio mi esposa:
«Estimada amiga:
»Lamento el dolor emocional que usted ha sufrido desde niña a causa de la muerte de su mamá. Todo niño necesita el amor de una madre, y comprendo que usted no lo recibió. Sin embargo, no podemos hacer nada para cambiar lo que le sucedió a usted. Lo que sí podemos cambiar es lo que le está sucediendo actualmente a sus hijas.
»Usted dice que, debido a su pasado, no puede amarlas a ellas como quisiera. ¡Claro que su pasado ha afectado su modo de ser, pero no tiene que determinar su conducta diaria! Ni tiene que arruinar la vida de sus hijas tal como ha arruinado su propia vida. No hay duda de que es más difícil para usted mostrar afecto, eso sí; pero ¿es imposible? ¡No, de ninguna manera!
»A usted le toca tomar una decisión.... ¿Va a escoger el camino fácil, que es seguir concentrándose en su propio dolor? ¿O va a determinar que sus dificultades la han hecho más fuerte, tanto como para concentrarse más bien en las necesidades de sus hijas? Es una decisión nada más, pero usted tiene la oportunidad de tomarla de nuevo, vez tras vez, cada mañana.
»No es difícil amar a los niños. Así que abrace a sus niñas con frecuencia. Por lo menos cuatro veces al día, dígales que las ama. Escúchelas. Léales algo de algún libro. Muestre interés en lo que a ellas les gusta. Asista a todas sus actividades escolares y deportivas.... Todo eso le transmite amor a un niño....
»Yo también tuve una niñez y adolescencia difíciles. Mi mamá estaba viva, pero estaba ebria gran parte del tiempo. Con su conducta me enseñó a mentir, a incumplir promesas, y a avergonzar, poner en peligro y descuidar a los demás. Por eso tomé la decisión de que jamás permitiría que mis hijos tuvieran semejante niñez. Determiné que me esforzaría al máximo por ser honrada, cumplir mis promesas, proteger a mis hijos e invertir tiempo valioso con ellos. En definitiva no fui una madre perfecta, y cometí muchos errores. Pero sé que hice lo mejor que pude.
»¡Esfuércese por hacer lo mejor que pueda cada día de su vida!
«Con afecto fraternal,
»Linda.»
El consejo completo, que por falta de espacio no pudimos incluir en esta edición, puede leerse con sólo pulsar el enlace que dice: «Caso 109» dentro del enlace en www.conciencia.net que dice: «Casos».
Carlos Rey
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—En septiembre del año pasado, un poquito después de los temblores, cayó por aquí el gobernador para ver cómo nos había tratado el terremoto. Traía geólogo y gente conocedora, no crean ustedes que venía solo.... A la hora de los discursos se paró uno de sus acompañantes.... Y habló... de Juárez, que nosotros teníamos levantado en la plaza, y hasta entonces supimos que era la estatua de Juárez, pues nunca nadie nos había podido decir quién era el individuo que estaba encaramado en el monumento aquel. Siempre creíamos que podía ser Hidalgo o Morelos o Venustiano Carranza, porque en cada aniversario de cualquiera de ellos, allí les hacíamos su función. Hasta que el catrincito aquel nos vino a decir que se trataba de don Benito Juárez. ¡Y las cosas que dijo! ¿No es verdad, Melitón? Tú que tienes tan buena memoria te has de acordar bien de lo que recitó aquel fulano.... Bueno, no es necesario.... Ya les dirás mejor lo que dijo el gobernador.
—Me acuerdo muy bien.... “Conciudadanos [tuxcacuenses] —dijo—.... ... me duele vuestra desgracia, pues a pesar de lo que decía Bernal, el gran Bernal Díaz del Castillo: ‘Los hombres que murieron habían sido contratados para la muerte’, yo, en los considerandos de mi concepto ontológico y humano, digo: ¡me duele!, con el dolor que produce ver derruido el árbol en su primera inflorescencia. Os ayudaremos con nuestro poder. Las fuerzas vivas del Estado desde su faldisterio claman por socorrer a los damnificados de esta hecatombe nunca predecida ni deseada. Mi regencia no terminará sin haberos cumplido. Por otra parte, no creo que la voluntad de Dios haya sido la de causaros detrimento, la de desaposentaros...”
»Y allí terminó.1
En este cuento titulado «El día del derrumbe», uno de los quince que componen la obra clásica El llano en llamas, el escritor mexicano Juan Rulfo recrea con naturalidad el ambiente de su provincia natal de Jalisco. No sabemos si el acompañante del gobernador aprovechó la ocasión para citar algunos de los célebres discursos de don Benito Juárez. Rulfo no nos lo dice. Pero sí sabemos con certeza que al gobernador mismo le hubiera convenido poder citar las siguientes palabras de Juárez con la misma sinceridad con que aquel gran reformador mexicano las pronunció: «Como hijo del pueblo, nunca podría yo olvidar que mi único título es su voluntad, y que mi único fin debe ser siempre su mayor bien y prosperidad.»2
Si bien Benito Juárez no negó sus raíces sino que reconoció, una y otra vez, para beneficio temporal de sus compatriotas mexicanos, que era «hijo del pueblo» y que jamás lo olvidaría,3 Jesucristo, el Hijo de Dios, se hizo «Hijo del hombre» para beneficio eterno del mundo al que vino a vivir y a morir. A eso se refería Cristo cuando dijo que «el Hijo del hombre no vino para que le sirvan, sino para servir y para dar su vida en rescate por muchos».4 De modo que tiene razón el gobernador en el cuento de Rulfo. La voluntad de Dios no es causarnos mal ni detrimento alguno. Dios quiere, más bien, así como quería Juárez para su pueblo, nuestro «mayor bien y prosperidad».
Carlos Rey
1 Juan Rulfo, «El día del derrumbe», El llano en llamas, Prólogo de Sergio López Mena (México, D.F.: Random House Mondadori, 2004), pp. 166‑71. 2 Benito Juárez, Discursos y manifiestos, Recopilación de Ángel Pola (México: Pola, 1905), p. 97, citado en Flor y látigo: Ideario político [de] Benito Juárez, Selección y prólogo de Andrés Henestrosa (México, D.F.: Boletín Bibliográfico de la Secretaría de Hacienda y Crédito Público, 1957), p. 66. 3 Ibíd., p. 195, citado en p. 7. 4 Mt 20:28; Mr 10:45
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—[Tía Roma], ¿te acuerdas de cuando mi hija [pasó] una tarde... por donde tú vives... y entró en tu choza y vino contándome, horrorizada, la pobreza y escasez que allí vio? ... Rufina [me contó] que tu vivienda es un cubil, una inmundicia hecha con adobes, tablas viejas y planchas de hierro, el techo de paja y tierra; me dijo que ni tú ni tus nietos tenéis cama y dormís sobre un montón de trapos.... Yo debí tenerte lástima y no te la tuve. Debí regalarte una cama, pues nos has servido bien; querías mucho a mi mujer, quieres a mis hijos, y en tantos años que [trabajas] aquí jamás nos has robado ni el valor de un triste clavo. Pues bien; si entonces no se me pasó por la cabeza socorrerte, ahora sí.
»Diciendo esto, [Torquemada] se aproximó al lecho y... [dijo]:
—Tía Roma, ven acá, toca aquí. Mira qué blandura. ¿Ves este colchón de lana encima de un colchón de muelles? Pues es para ti, para ti, para que descanses tus huesos duros y te despatarres a tus anchas.
»Esperaba el tacaño una explosión de gratitud por dádiva tan espléndida, y ya le parecía estar oyendo las bendiciones de la tía Roma, cuando ésta salió por un registro muy diferente....
—... Vaya con lo que se le ocurre... ¡Darme a mí los colchones, que ni tan siquiera caben por la puerta de mi casa!... Y aunque cupieran... he vivido tantísimos años durmiendo en duro..., y en estas blanduras no pegaría los ojos. Dios me libre de tenderme ahí. ¿Sabe lo que le digo? Que quiero morirme en paz... pero con la conciencia [limpia] .... Guárdese sus colchones, que yo tengo un camastro hecho de sacos de trapo, con una manta por encima, que es la gloria divina... Ya lo quisiera usted... Aquello sí que es rico para dormir a pierna suelta...
—Pues dámelo, dámelo, tía Roma —dijo el avaro con aflicción—. Si mi hijo [Valentín] se salva, me comprometo a dormir en él lo que me queda de vida y a no comer más que las [porquerías] que tú comes.
—... ¡Ay, señor, a cada paje su ropaje! A usted le sienta eso como a las burras [los aretes]. Y todo ello es porque está afligido; pero si se pone bueno el niño, volverá usted a ser más malo que Holofernes.1
Tiene razón la tía Roma en este pasaje de la novela Torquemada en la hoguera, escrita por el autor español Benito Pérez Galdós. Es infinitamente mejor dormir en un colchón duro y morir en paz y con la conciencia tranquila, que dormir en un colchón suave y morir en conflicto y con la conciencia atormentada. Y aunque el niño se salve, Torquemada en realidad no tiene la menor intención de enmendar su conducta malvada. Pero si eso lo sabe la tía Roma, claro que lo sabe Dios. Y sin embargo da lo mismo que cumpla o no semejante penitencia, ya que a Dios no lo podemos comprar con ningún sacrificio que hagamos. Nuestro Padre celestial no quiere sacrificios de nuestra parte, sino más bien que lo amemos.2
Determinemos entonces amar a Dios de todo corazón y vivir con una conciencia limpia, como quería la tía Roma y como lo hizo San Pablo,3 de modo que antes de morir, al igual que le ocurrió al niño Valentín al final de la novela, bien pudiéramos ver que los ángeles nos están llamando.4
Carlos Rey
1 Benito Pérez Galdós, Torquemada en la hoguera, publicado en Colección Alianza Cien (Madrid, Alianza Editorial, 1996), pp. 82‑85; y Diego Marín, Literatura española, Tomo 2: Época moderna, «Torquemada en la hoguera» (New York: Holt, Rinehart and Winston, 1968), pp. 122-24. 2 Os 6:6 3 Hch 23:1 4 Galdós, Torquemada, Alianza Cien, p. 90; y Marín, Literatura española, «Torquemada», pp. 125-26.
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