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Meditación en el martes de la XXXIII semana del Tiempo Ordinario, predicada en el retiro previo a la Confirmación de niñas de 16 años del colegio Alegra en el oratorio del colegio. Sirviéndonos de una homilía del Papa Francisco en la JMJ de Cracovia de 2016, meditamos sobre los obstáculos que tuvo que superar Zaqueo para encontrarse con Jesús: superar su pequeña estatura, vencer la vergüenza paralizante e ignorar a la multitud que murmuraba. Se intercalan canciones de las niñas en vivo, pues se trataba de un rato de Adoración.
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Meditación en el lunes/martes de la XXXIII semana del Tiempo Ordinario. Es la primera de una serie comentando y meditando el Apocalipsis, que se lee los años pares, durante las dos últimas semanas del Tiempo Ordinario, en la 1ª lectura.
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Primera meditación del retiro mensual de noviembre predicada en un Centro de la Obra en el domingo XXXIII (B) del Tiempo Ordinario. En el Evangelio Cristo anuncia el cataclismo del final de los tiempos, pero ese cataclismo ya se ha dado: Él es el nuevo Sol alrededor del cual gira toda la historia, el cosmos y el mundo. La santidad es amar al Padre como Jesús y en Jesús; es tener defectos y luchar contra ellos por amor. De la mano de San Juan de la Cruz meditamos los grados del amor a Dios.
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Meditación sobre el Evangelio del sábado de la semana XXXII del Tiempo Ordinario, predicada en un Centro de mujeres del Opus Dei. El Señor cuenta la parábola del juez inicuo y la viuda insistente a sus discípulos para enseñarles que es necesario orar siempre, sin desfallecer. Especialmente necesitamos rezar y expiar cuando se trata de acercar a otras personas a Dios: solo Él tiene la llave de los corazones.
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Meditación sobre el Evangelio del viernes de la semana XXXII del Tiempo Ordinario. El Señor nos urge a considerar que no tenemos morada permanente en esta vida, que todo esto pasará y se acabará, y que lo hará de manera inesperada. La meditación de la muerte nos ayudará a meter sentido de urgencia en nuestro vivir, y a desenmascarar falsedades y engaños. Estamos aquí de paso,. Y para un hijo de Dios la muerte es el puente a la Vida. Es corto el tiempo para amar.
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Meditación sobre el Evangelio del jueves de la XXXII semana del Tiempo Ordinario. Jesús nos advierte que el reino de Dios no viene aparatosamente, ni se puede decir que está allí o aquí, sino que el reino de Dios está en medio de nosotros. Los Padres de la Iglesia han interpretado esta última afirmación de tres maneras: cristológica, mística y eclesialmente.
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Meditación sobre el Evangelio del miércoles de la semana XXXII del Tiempo Ordinario. Jesús cura a diez leprosos y solo uno, samaritano, vuelve a su presencia para darle las gracias. Jesús echa de menos el agradecimiento de los otros nueve, como echa de menos nuestro agradecimiento, cuando nos olvidamos. Tenemos muchos motivos para ser agradecidos, con Dios y con los demás. Es una actitud que denota gran nobleza de alma.
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Meditación en el martes de la XXXII semana del Tiempo Ordinario. Esta es la segunda meditación de un retiro mensual predicado en un Centro del Opus Dei. Vivir con agradecimiento por este mundo maravilloso en que Dios nos ha puesto. El buen humor es una consecuencia de adorar al verdadero Dios. Nos ayuda a relativizar las cosas. Siervos inútiles somos, lo que teníamos que hacer, hicimos.
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Meditación en el lunes de la XXXII semana del Tiempo Ordinario. En el Evangelio, Jesús nos previene: «Es imposible que no haya escándalos; pero ¡ay de quien los provoca!
Al que escandaliza a uno de estos pequeños, más le valdría que le ataran al cuello una piedra de molino y lo arrojasen al mar. Tened cuidado». Sirviéndonos del Catecismo de la Iglesia Católica, meditamos sobre el peligro del escándalo, entendido como el peligro de incitar a pecar a otros. -
Meditación en el domingo XXXII (B) del Tiempo Ordinario. El Evangelio nos presenta la escena de la viuda pobre y su ofrenda, que conmovió al Señor. Dice San Josemaría que «Así se le enciende todos los días la mirada de amor, cuando contempla tu cariño en los pequeños detalles de tu vida corriente». Esas cosas pequeñas hechas por amor embellecen el alma, hacen amable el camino.
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Meditación en el Aniversario de la Dedicación de la Basílica de Letrán. El Evangelio nos presenta la escena de la expulsión de los mercaderes del Templo. Y San Pablo nos dice que somos Templos de Dios y el Espíritu Santo habita en nuestro interior. Hemos de cuidar nuestras Iglesias, también materialmente, porque Dios habita en ellas. Pero también hemos de cuidar nuestro interior, nuestra alma, para ser digna morada del Espíritu Santo.
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Meditación sobre el Evangelio del viernes de la XXXI semana del Tiempo Ordinario. Jesús, dirigiéndose a sus discípulos, cuenta la parábola del administrador injusto, y alaba, no su injusticia, sino su astucia previsora. Y luego se lamenta de que los hijos del mundo sean más astutos que los hijos de la luz. Nosotros tenemos que pensar como influir más en en este mundo para transformarlo, y hacerlo respetuoso con la dignidad humana, la libertad, la vida, la familia y, también, con Dios.
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Meditación sobre el Evangelio del jueves de la XXXI semana del Tiempo Ordinario. Jesús es criticado por los fariseos por comer con publicanos y pecadores, y cuenta las parábolas de la oveja y la moneda perdida. Destaca la alegría del hallazgo y la fiesta que se organiza para celebrarlo. E insiste en que habrá más alegría en el Cielo por un pecador que se arrepienta, que por noventa y nueve justos que no necesitan arrepentirse. Esto es un consuelo para todos nosotros, pecadores.
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Meditación sobre el Evangelio del domingo (C) de la XXII semana del Tiempo Ordinario y del miércoles de la XXXI semana del Tiempo Ordinario. Jesús se muestra muy exigente: Si alguno no pospone a su padre, madre, mujer, hijos… incluso a sí mismo… no puede ser discípulo mío…
Si alguno no carga con su cruz… no puede ser discípulo mío…
Si alguno no renuncia a todos sus bienes… no puede ser discípulo mío… Pero lo clave está en ese ""y viene en pos de mí"". Nosotros agarramos nuestra cruz y seguimos a Jesús, con la vista fija en Él, ¡hasta el final!" -
Meditación sobre el Evangelio del martes de la XXXI semana del Tiempo ordinario. El Señor cuenta la parábola de los invitados a las bodas. Dios invita al ser humano al Cielo, y él quiere ir a otros sitios, y se disculpa. Esta es la mayor tragedia posible. ¿Cómo será el Cielo, aquello para lo que estamos hechos, lo que hemos buscado incansablemente toda nuestra vida sin conseguirlo?
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Meditación en el lunes de la XXXI semana del Tiempo Ordinario. El Evangelio nos anima a, cuando demos un banquete, no invitar a quienes pueden corresponder, sino a aquellos que no pueden pagarnos sino en el Cielo.
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Meditación en el Domingo XXXI (B) del Tiempo Ordinario. Una vez más el Evangelio nos propone el mandamiento del amor: «Amarás a Dios... y al prójimo como a ti mismo». No tenemos nada más importante que hacer cada día, ninguna otra cosa debería ocupar nuestra atención a lo largo de la jornada, nuestro examen de conciencia al llegar la noche. ¿Y dónde podemos cumplir la primera parte de este mandamiento? En la Eucaristía.
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Meditación en el día de la Conmemoración de todos los fieles difuntos, sirviéndonos de unas palabras de la encíclica Spes Salvi de Benedicto XVI y algunas ideas de Dante en su Divina Comedia. Estamos hechos para la vida eterna. Nuestras opciones de vida deciden nuestro destino final. Pero, aún orientados a Dios, tantas veces elegimos mal. El purgatorio es el remedio del amor de Dios para que podamos disfrutar de la eternidad siendo nuestra mejor posibilidad, nuestro mejor yo. Si no existiera, habría que inventarlo.
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Meditación predicada en un Centro de la Obra el día de Todos los Santos. Meditamos sobre la llamada a la santidad, y sobre los dos requisitos para serlo: desearlo y confiar en Dios, con la oración.
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Meditación sobre el Evangelio del jueves de la XXX semana del Tiempo Ordinario. Jesús se lamenta de que Jerusalén mate y apedree a los profetas. Profeta es todo quien nos habla de parte de Dios, generalmente animando a la conversión. Nosotros podemos caer en ese error de matar, interior o vocalmente, al profeta, que nos hablaba de Dios, por nuestra falta de humildad o de docilidad.
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