Folgen
-
Si piensas en Nueva York, la primera imagen que se te viene a la cabeza es la de la Estatua de la Libertad. Es el gran icono de la ciudad. Es la ciudad, diría yo. Es lo que pienso en el ferry que me acerca a ella mientras nos alejamos de Manhattan. Miss Liberty te mira fijamente a los ojos. Y te recuerda que eso, que la libertad, es un final feliz.
-
Cruzar el Brooklyn Bridge en dirección a Manhattan a las 6 de la tarde, cuando el sol se va colando entre los rascacielos. Es el aquí y el ahora que llevo tatuado en cada uno de misantebrazos. El momento y el lugar exactos. Las coordenadas que rigen mis destinos. El lugar al que me quiero dirigir, teniendo como único horizonte el skyline neoyorquino.
-
Fehlende Folgen?
-
Pasear por el Brooklyn Bridge Park, el parque que se asoma a la desembocadura del East River, donde el río se entremezcla con el océano, es uno de mis mayores placeres: por el cóctel que mezclan en el aire el agua dulce y el agua salada; y por las vistas desde la Estatua de la Libertad, pasando por el Downtown hasta el Puente de Brooklyn.
-
Entre el Manhattan Bridge y el Brooklyn Bridge hay un pequeño sendero que te lleva a Pebble Beach. Es uno de esos lugares mágicos que esconde Nueva York por el que perderte sabiendo que te vas a encontrar. Aquí no hay atajos: sólo el camino que te marca el sendero y que telleva a una de las mejores vistas de la ciudad.
-
Siempre me han gustado más los puentes que los muros: los primeros unen, los segundos separan. El Manhattan Bridge aparece en el horizonte de Washington Street y emerge para unirnos. Pero la gran cantidad de instagrammers que inundan esta calle han creado un muro difícil de derribar: el que separa la realidad de la mentira.
-
Lo mejor para perder el norte es venirse al sur. Por eso, mi particular brújula neoyorquina me ha traído en ferry a esta parte de la isla, para observar el Newport y el Downtown de Manhattan. Las coordenadas están claras para alguien a quien no se la da bien la geografía: no hay puntos cardinales, sino ordinales. Y el sur siempre primero.
-
Si no existiera Long Island City, habría que inventarla. Para poder cruzar a la otra orilla del río y contemplar el skyline en todo su esplendor. El icónico cartel vintage de Pepsi-Cola nos da la bienvenida una vez ponemos pie a tierra en este vecindario justo enfrente del Midtown y de los rascacielos más emblemáticos de la ciudad. Vistas de postal.
-
Te propongo que veamos la ciudad desde una perspectiva diferente: la que nos da el ferry que recorre el East River. De una punta a la otra de Manhattan, podremos ver la isla mecidos por el suave movimiento del río. Se van sucediendo los rascacielos, como si hiciéramos un corte longitudinal sobre el skyline neoyorkino.
-
Me gustaría proponerte un rincón especial: el Renwick Triangle, el pequeño triángulo que forman la Calle 10 y Stuyvesant Street. En pleno corazón del East Village, muy cerca de St. Marks Place, se encuentra esta hilera de coquetos apartamentos de estilo renacentista obra del mismo arquitecto que la St. Patrick’s Cathedral.
-
El Paley Park no es un oasis en medio del desierto. Es un desierto en medio del oasis. Un lugar en el que desconectar y desconectarte, en el que cargar pilas y poner las baterías a punto. No tienes más que alejarte unos pocos metros del bullicio de la Quinta Avenida pararespirar un poco de aire fresco y detener el tiempo frente a su cascada.
-
El Lincoln Center es uno de los centros culturales más importantes del mundo, con instituciones como la Filarmónica de Nueva York o el Metropolitan Opera House. Templos de la música que se arremolinan alrededor de la Revson Fountain. Aquí se da cita la clase alta neoyorquina... pero también personas de a pie como tú y como yo.
-
La Trinity Church fue en su día el edificio más alto de Nueva York hasta 1890. Quién lo diría… Aquí se refugió del humo mucha gente tras los ataques del 11S. Justo al lado hay un pequeño y bonito cementerio, en el que están enterrados ilustres como Alexander Hamilton (uno de los padres fundadores de Estados Unidos) o Robert Fulton (el inventor del barco de vapor).
-
Columbus Circle es algo más que la plaza que Nueva York ha dedicado a Cristóbal Colón. Aquí convergen arterias tan importantes de la ciudad como son Broadway, la Octava Avenida y la Calle 59. Ningún sitio mejor para recordar al navegante que este cruce de caminos, puerta de entrada a ese nuevo mundo llamado Central Park.
-
Coger el metro en la estación de la calle 14 es como adentrarte en un cómic. Sus andenes y escaleras están inundados de unas figuritas de bronce que, a modo de dibujos animados, son una crítica mordaz de la sociedad de la época. El capitalismo y el crack del 29 fueron la principal diana de estos surrealistas animales.
-
Estoy seguro que, si me llevaran a Chinatown con los ojos y los oídos tapados, sabría que estoy aquí. Lo percibes por todos los poros de la piel: el bullicio y la gente atropellándote por Doyers Street o el olor a pato laqueado cuando giras por este callejón son una pista perfecta para saber que te acabas de quedar atrapado por esta sucursal de Asia.
-
Cuando se abren las puertas correderas y entras al Oculus por primera vez no sabes realmente lo que te vas a encontrar. Es lo que tienen las expectativas. Bueno, la ausencia de ellas. En su interior se aloja el intercambiador de pasajeros más grande del mundo y un centro comercial. Quién lo hubiera dicho apenas unos segundos antes.
-
Siempre he creído que Nueva York es un ser vivo cuya espina dorsal es la 5th Avenue. Una larga avenida que sujeta a la ciudad desde sus extremidades superiores hasta las inferiores. Todo lo que sucede aquí, depende de esta robusta columna vertebral que la atraviesa. A cada lado, el este y el oeste. El yin y el yan. El principio y el fin.
-
El High Line no es sólo, como dice su traducción literal, una “línea alta”. El High Line es más que eso. El High Line es esa cicatriz que luces con orgullo sobre el pecho, mostrando que conseguiste sanar la herida. Surcando desde la calle 12 hasta la 30, sobrevolando todo Chelsea como quien planea sobre otro planeta.
-
Podríamos empezar diciendo lo típico de que Little Italy es mucho más que la Pequeña Italia. Pero es lo contrario: es mucho menos. Inundada de turistas, la zona ha perdido el sabor que tuvo antaño. Quizás la única esencia que mantiene es el aroma a pizza que sale de los restaurantes, justo antes de que te topes con el graffiti de Audrey Hepburn.
-
En Wall Street el dinero tiene otro color. Oscuro, tirando a negro. No es que sean especulaciones, aunque aquí lo de especular se les da bastante bien. La Calle del Muro es literal. El que separa a ricos a pobres, a los que no llegan a fin de mes de los que se pasan. Unos viven en lujosos apartamentos y otros en cartones. Así de injusto es todo.
- Mehr anzeigen